28| Chakra

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El hogar del sexto Hokage emitía calidez con tan sólo entrar

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El hogar del sexto Hokage emitía calidez con tan sólo entrar. Habían pasado varios días desde que Delta atacó a Naruto, y otros más desde que Akame entregó su reporte en la misión junto a Sasuke. Lo último se declaró a Uchiha Shigeru como un criminal perteneciente a la organización Kara, que gracias a la colaboración de su hermana y Kawaki se descubrieron algunas habilidades.

Era un fin de semana tranquilo, la pequeña azabache hubiera continuado con su sueño de no haber sido por el sol que con sus rayos cubrieron gran parte de su rostro, terminando en despertarla. La presencia de Kakashi, vivir con él, no le incomodaba, llegando a tomar la suficiente confianza como para bajar a almorzar greñuda sin importarle si se burlaba de ella.

Sus pasos en las escaleras, advirtieron al muy buen oído del Hatake, quien terminó de servir los platos para esperarla y desayunar. Cuando Akame bajó y la vio, no evitó soltar la carcajada, los pelos de su hija eran totalmente como los de un espantapájaros, causándole más gracia al recordar que ella parecía uno y su nombre, Hatake Kakashi, tenía esa palabra de significado.

—¿Cómo amaneciste, chocolatito? —preguntó burlón.

—No me llames así —respondió aún somnolienta.

—A ti te hace falta horas de sueño. ¿A qué hora dormiste anoche?

—Mañana yo cocinaré —contestó ignorando la pregunta, que obvio el rokudaime se dio cuenta.

—Dime.

—¿Qué?

—¿A qué hora te dormiste?

—Ehh, no sé. Algo así como a las 4:30 a.m —dijo juguetona y en voz baja.

—Mm. Te he dicho que tienes que dormir bien, el descanso es primordial, en especial a tu edad —regañó acomodando la mesa—. ¿Qué hiciste hasta esa hora?

—Estaba hablando con Boruto.

—Ahh. Con que Boruto —expresó con picardía al mencionarlo, esperando ver la reacción de la chica.

—¿Qué pasa con Boruto? —interrogó no entendiendo las expresiones del Hatake.

—Nada. Supongo que se gustan, ¿o no?

—¿Gustarme Boruto? —preguntó, pero no era para él, sino más hacia ella—. Claro, me agrada, es mi amigo.

—Bueno, yo me refería de manera romántica —rió no a carcajadas.

Los cachetes de la ojos ónix se ruborizaron, delatando su nerviosismo. —Es un buen chico —contestó dejando inconclusa a la pregunta.

—Es normal que te guste alguien a tu edad. Pero, siéntate, ya tengo hambre —informó avergonzado, pues sus tripas habían sonado.

—Sí.

La Uchiha acató la orden; sin embargo, antes de que pudiera dar un bocado de su comida, su corazón empezó a latir fuertemente y a grandes velocidades, una anomia se había  presentado en su cuerpo, sus párpados se cerraban con dificultad y lentitud, su cuerpo se enfrió como nunca antes. Hasta que terminó desmayándose sobre la mesa.

Su hija| La última Uchiha nacidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora