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LYDIA

Me quedé petrificada ahí en medio de la carretera, viendo como sus labios seguían aplastados unos contra los otros.

Sentí una nausea pero me obligué a no vomitar.

Creo que una lágrima se formó en mis ojos, y me la sequé con el brazo, enfadada. No podía llorar, no por él.

Y aun así, dolía.

No tenía sentido, casi ni le conocía. Le había visto, ¿cuánto? ¿Tres veces? ¿Entonces por qué sentía que mi corazón se encogía?

Cuando se separaron, ella sonreía de oreja a oreja, y se giró hacia la gente, saludando con el brazo en alto como si acabase de ganar ella misma la carrera.

Jaxton, por el contrario, fruncía el ceño con fuerza, pero no se movía. Seguía teniendo sus manos en sus caderas y parecía desconcertado.

Tardó varios segundos en reaccionar que se sintieron como una eternidad, y comenzó a mecer la cabeza, parecía insatisfecho.

Y entonces me vio.

Sus ojos se clavaron en los míos. Intenté moverme pero no podía, sentía las piernas ancladas al suelo y no había nada que pudiera hacer para hacerlas reaccionar.

Se quedó petrificado unos momentos, hasta que, de pronto, sacudió la cabeza y apartó las manos de las caderas de Charlotte de golpe.

La chica ni se inmutó, estaba demasiado ocupaba saludando a la gente.

"Al menos se ha vestido de nuevo".

Pues sí, porque ya lo que me faltaba era que estuviera practicante encima de él en sujetador.

Todo lo que sucedió después fue tan rápido que no tengo muy claro cuál fue el orden.

Sé que alguien me agarró por la espalda y me empujó hacia delante.

Sé que Jaxton se bajó de un salto de la moto y se quedó plantado de pie, creo que sin saber qué hacer.

Sé que la rubia se giró de nuevo a él y comenzó a agarrarle la cara pero, esta vez, él no se dejó, sacudió la cabeza y ella retrocedió, desconcertada.

Y sé que de repente no podía respirar.

Me giré, aturdida, y vi a Monique y a Anna sujetándome. Estaban chillando emocionadas pero no entendía por qué.

Me arrastraban hacia Jaxton y fue entonces cuando vi que había otro chico, de piel oscura, con el pelo afro negro, detrás de él, era David, el hermano de Monique y el padrino de Jaxton.

Estábamos a tan solo unos pasos y a mí me parecían kilómetros. La sensación de aturdimiento era tal que no escuchaba lo que nadie me decía, creo que varios me gritaban entusiasmados, pero yo solo escuchaba un pitido agudo, sin despegar mis ojos de los suyos, estaba cautivada.

Y de pronto, el sonido volvió.

Fue como salir de una especie de trance muy profundo, pudiendo reaccionar al fin.

Me solté de las dos chicas que me acompañaban y me zafé a un lado, tratando de evitar a toda costa encontrarme con él.

No podía enfrentarme a eso. No ahora.

Logré esquivarlas a ellas, pero Jaxton fue más rápido. En cuanto me hube entremezclado con algunos de los que estaban felicitando a los ganadores, noté que me agarraban de nuevo y me harté de sentirme como una especie de marioneta.

Me giré para darle un manotazo a aquel que me tuviera retenida pero entonces vi sus ojos, esos malditos ojos. ¿Por qué tenían que ser tan verdes? Nadie tiene los ojos tan verdes, era como si me hubieran maldecido, era muy injusto.

Y si llueve, petricorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora