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JAXTON

El salto que dio cuando me vio, hizo que casi se cayera al suelo por el susto.

LYDIA

Casi me caigo al suelo por el susto. ¿Qué narices hacía en mi cuarto?

Me acerqué de prisa a su lado, enfadada.

Como se hubiese colado por la ventana, le estrangularía.

¿Qué se pensaba que era esto? ¿A través de mi ventana?

JAXTON

Se acercó a mí, echando fuego por los ojos y yo retrocedí, inconscientemente, chocando con la pared en la que estaba el corcho con todas aquellas fotos.

Había estado un buen rato admirándolas y la verdad que ver a Lydia de pequeña, sin paletos o montado en bici, era súper tierno.

"¿Acabas de decir 'súper tierno'?"

Creo que sí.

"Madre mía, esta chica te ha agilipollado"

—¿Se puede saber cuándo vas a dejar de presentarte sin avisar?— me bramó, furiosa.

—Hola— sonreí.

Abrió tanto los ojos que, si hubiera sido yo, me habría dado un buen puñetazo, menos mal que ella no era tan agresiva.

—¿Hola?— repitió incrédula, con el tono de voz unos decibelios más altos de lo normal— ¿Hola?

Vale, hora de dejar de hacerse el gracioso.

—Eh... perdona... He llamado a la puerta— me disculpé pero no me creyó— Lo juro. Me ha abierto tu hermano, me ha dicho que podía esperarte aquí.

Por unos segundos pareció que analizaba mi explicación y, al final, soltó un fuerte bufido.

LYDIA

Me quedé unos segundos valorando su explicación.

Si era cierto que Agus le había dejado pasar, eso significaría que ya era la segunda vez que me cubría con mamá y papá.

—Mierda— me di la vuelta y me alejé a cerrar la puerta— Ahora le deberé dos favores.

Y volví a girarme para mirarle, ya con la puerta totalmente cerrada.

Nos quedamos en silencio unos segundos, sin saber qué decir.

Hasta que rompió el silencio.

—¿Tus padres...?

Parecía algo intranquilo, así que me apresuré en negar de un lado a otro.

JAXTON

Sacudió la cabeza, entendiendo mi pregunta y respiré un poco más tranquilo. Vale, esta chica podía gustarme, mucho, pero no estaba preparado para presentarme a su familia, eso era demasiado. Ya mucho había sido entablar una conversación con su hermano.

—Lydia, yo...

—Siento lo que pasó— se me adelantó y le fruncí el ceño.

¿Se acababa de disculpar?

Bajó sus ojos al suelo, jugueteando con las mangas de su sudadera y el problema fue que, como ya no me miraba, me había dejado vía libre para repasarla y obviamente aproveché mi oportunidad.

Llevaba unos pantaloncitos cortos que dejaban al aire todas sus piernas y por unos segundos noté que se me cortaba la respiración.

Llevaba unos calcetines en los pies con dibujitos de frutas que le llegaban hasta un poco más del tobillo y una sudadera que le venía un poco grande para su pequeña figura.

Y si llueve, petricorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora