LYDIA
No podía respirar. Sentía que me ahogaba y su mirada clavada en mi rostro no ayudaba.
Quería contárselo. Quería decirle absolutamente todo. Pero me daba demasiado miedo. Sabía que, una vez desvelada aquella parte de mí, ya nada volvería a ser igual, ya no me vería con esos ojos, ya no sería la chica perfecta que él se pensaba que era, me vería por lo que realmente era, una chica rota.
Intenté soltarme de sus manos, pero no me lo permitía.
Mis lágrimas seguían cayendo pero no parecía importarle en absoluto estar mojándose los dedos. Tan solo estaba centrado en mis palabras, esas que se habían quedado totalmente atascadas en mi garganta.
Mi patético intento de abrirme con él usando una canción había sido lo que había desencadenado todo aquel caos.
Quería contárselo, de verdad que quería, pero al mismo tiempo sentía tanto vértigo que no sabía cómo hacerlo.
¿Qué iba a decirle? ¿Qué me odiaba a mí misma? ¿Qué me levantaba por las mañanas y el primer pensamiento que me venía a la cabeza era que no quería desayunar, que no quería comer? ¿Qué iba a hacer? ¿Decirle sin más que llevaba casi cinco años vomitando cada vez que me daba un atracón? ¿Qué me pasaba la vida evitando la comida?
No podía contarle todo eso de sopetón, se asustaría.
Travis seguía mirándome, cada vez más preocupado. Sabía que si seguía así, cerca de él, llegaría un punto en el que acabaría rompiéndome del todo, acabaría confesando aquello que había tratado de ocultar durante la mayor parte de mi vida a todo el mundo. Y supe que él, precisamente él, sería la persona que me haría caer. No podría seguir escondiendo mis secretos por mucho más tiempo si seguía a su lado. Necesitaba alejarle, pero a la vez no quería hacerlo.
No me aclaraba, era todo demasiado confuso, demasiados sentimientos y pensamientos contradictorios acumulados.
No sé porqué había puesto la canción, por un lado quería hacerle reaccionar, una parte de mí llevaba mucho tiempo queriendo pedir ayuda, desesperada, pero la otra... la otra era la que no dejaba de tirar hacia el lado contrario, gritándome que estaba bien, que lo tenía todo bajo control, me decía que, si pedía ayuda, le estaría fallando, sería débil, y yo no quería ser débil.
—Solo... quiero irme a casa— finalicé, bajando la mirada.
No obtuve respuesta, tan solo un leve suspiro de desaprobación.
Travis soltó al fin mi rostro y sentí una oleada de frío repentinamente.
Pensé que había desistido, pensé que había conseguido alejarle, de nuevo, pero cuando le escuché hablar, con la voz esta vez mucho más firme, supe que estaba equivocada, aquel chico se había empeñado en no dejarme sola, se estaba convirtiendo en mi salvavidas y creo que ninguno de los dos éramos todavía conscientes de ello.
—Ly— comenzó con el tono de voz más profundo que le había escuchado jamás— Si de verdad es eso lo que quieres, sabes que te llevaré— asentí, sin mirarle— pero si hay una parte de ti que se quiere quedar aquí, quiero que la escuches...— aquello caló tan profundamente en mí que tuve que elevar la cabeza para mirarle y creo vio en mi mirada lo que esperaba ver— Y sino eres capaz de escucharla, entonces escúchame a mí— siguió hablando muy despacio— Vale, no entiendo qué sucede, y si no quieres decírmelo yo... no voy a presionarte pero te pido, por favor, que no me vuelvas a hacer esto.
Sus súplicas me llegaron al fondo del corazón. Parecía que realmente quería estar conmigo, a pesar de todo, a pesar de no comprender nada. Y no me quedó más alternativa que acabar asintiendo, despacio, sin imaginar todo lo que aquel gesto conllevaba.
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Y si llueve, petricor
Romance¿Qué harías tú cuándo esa vocecilla de tu cabeza no para de repetirte una cosa? Que no eres perfecta. Lydia tiene que soportar vivir con esa voz, día tras día, tratando de ignorarla pero, muchas veces, no resulta nada fácil. La voz interior de Jaxt...