LYDIA
No tenía ni la más remota idea de a dónde íbamos. Tampoco sabía porque había aceptado ir con él, o más bien, lo sabía perfectamente y eso me fastidiaba incluso más, y es que no me podía negar cuando me miraba tan directamente.
Me pasó el día que le conocí, cuando dijo que nos acompañaría al bar a Anna y a mí. Me pasó cuando, esa misma noche, me invitó a ver una carrera y luego cuando me pidió que me quedara a verla, cuando yo lo único que quería hacer era irme corriendo de ahí. Y también me pasó cuando me propuso llevarme en moto, cosa que no habría aceptado con ninguna otra persona en esta vida.
Al igual que todas esas otras veces, había sido incapaz de negarme y ahí estaba, subida de nuevo en aquella moto, con aquel casco blanco y agarrándome con todas mis fuerzas a su cintura, acompañando los movimientos de su cuerpo mientras conducía, y, sinceramente, me asustaba lo mucho que me había acostumbrado a ello.
No habían pasado ni dos días desde que traté de alejarle de mi vida, la verdad es que sabía que aparecería de un momento a otro, lo había dejado bastante claro con la despedida que me proporcionó en mi puerta, pero aun así siempre había ese atisbo de duda que me había dejado sin dormir esas dos noches pasadas.
Había tratado de mentalizarme. Quería ser fuerte y no permitirme caer en lo mismo, pero no podía. Lo único que había necesitado hacer había sido presentarse en mi casa, arrollarme, lanzarme a la cama y juntar su cuerpo con el mío para que todas mis alarmas se encendieran de nuevo, y no en el mal sentido.
El tenerle tan cerca provocaba demasiadas reacciones en todo mi cuerpo y desde luego yo no estaba en el control de casi ninguna de ellas.
No sabría explicar muy bien qué era lo que me sucedía, pero estaba segura de que no podía ser algo normal, es imposible que una persona te revuelva tanto por dentro con tan solo mirarte, pero así era.
Había intentado no pensar en todo ello, había estado centrada en los dos exámenes que tenía la semana siguiente, había estado sentada delante de los libros tratando de memorizar algo, pero era imposible, su cara siempre se me venía a la mente, y era desesperante. Así que, cuando le vi ahí, en medio de mi cuarto, con los brazos cruzados y esa sonrisita suya con la que se comía el mundo, supe que volvería a caer.
Intenté hacerme la dura, intenté echarle pero claramente me ignoró y ahí estábamos, de camino a vete tú a saber dónde y a casi 100 km/h.
—¡Ve más despacio!— le chillé por encima del ruido del aire y del motor, pero o no me oyó o, si lo hizo, pasó olímpicamente de mí.
No tardamos más de veinte minutos en llegar a nuestro destino que resultó ser un espacio a las afueras de la ciudad.
Habíamos atravesado todo Londres, habíamos dejado atrás los edificios y los habíamos sustituido por árboles que se extendían a ambos lados.
Cuando nos adentramos por un campo de tierra, la moto comenzó a dar pequeños botes, obligando a mi cuerpo a juntarse más al suyo.
Genial, lo que me faltaba, tenerle todavía más pegadito.
"Yo estoy bien"
No te jode.
Mi conciencia, para variar, me llevaba la contraria. Me estaba empezando a cansar de ella y esta vez de verdad.
Nos detuvimos junto a una especie de valla de alambre que recorría gran parte del territorio que teníamos delante.
No sabía muy bien dónde nos encontrábamos, pero estaba segura de que si me mataba ahora mismo, nadie oiría mis gritos.
![](https://img.wattpad.com/cover/328610112-288-k690514.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Y si llueve, petricor
Romance¿Qué harías tú cuándo esa vocecilla de tu cabeza no para de repetirte una cosa? Que no eres perfecta. Lydia tiene que soportar vivir con esa voz, día tras día, tratando de ignorarla pero, muchas veces, no resulta nada fácil. La voz interior de Jaxt...