Aaron CAP:30

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Capítulo 30:

¿Lacio u ondulado?
Si lo pongo lacio el pelo me va a llegar hasta el suelo. Pero a los chicos les gusta el cabello largo, ¿verdad?
Y si lo ondulo va a parecer que soy una niña de ocho años que va a tomar la comunión.
Hablando de eso, nunca he tomado la comunión. Y tampoco me han bautizado. Ni siquiera he entrado en una iglesia. Pero creo en Dios, ¿eso es pecado?
- ¡Kelsey! - Me sobresalté al escuchar la voz de Tris que me miraba fijamente de arriba hacia abajo.
- ¿Qué? ¿Qué? - me miré a mí misma buscando el error.
¡Sabía que tenía que ponerme un vestido!
- ¿Estoy fea? Los pantalones me hacen el trasero gordo, ¿verdad? Y esta cosa hace que mis rollos salgan por todos lados, Dios, necesito hacer ejercicio de verdad. - Miré mi reflejo en el espejo intentando no entrar en pánico.
La familia de Aaron va a odiarme.
- Estás... - Tris se acercó a mi lado y ambas nos reflejamos en el espejo. Nada me había causado tanta depresión o inseguridad que ver el reflejo de Tris en su pijama y luego verme a mí, intentando ser linda pero no lográndolo en absoluto.
- Fea. - Resoplé.
- Hermosa. - Tris sonrió.
- ¿En serio? No lo dices por compromiso, ¿cierto? - Ella negó con la cabeza y acomodó mi cabello.
- ¿A qué se debe tanta producción? ¿Vas a salir con un chico? - Jugó con sus cejas haciéndome sentir incómoda.
Bien, tenía que mentirle, aunque no quisiera. No había otra opción. Ella no se podía enterar que yo iba a salir con Aaron. Sería como decirle que había arruinado su vestido preferido en la lavadora. Me mataría.
- Algo así. - Técnicamente, no estaba mintiendo. Aaron no era un chico, era un vampiro. Técnicamente.
- ¡Oh Dios! - gritó emocionada. - ¿Quién es? ¿Va al instituto? ¿Lo conozco?
Dios, tranquilízate.
- Sí, va al instituto y no, no lo conoces. - Técnicamente, no conocía a Aaron, sólo sabía lo que la gente decía de él. Técnicamente.
- ¿Cómo se llama? - Me giré hacia Tris con una sonrisa.
- Ya basta de preguntas. No es una cita. Tranquilízate. Sólo somos amigos. - TÉCNICAMENTE.
- Está bien, está bien. Como tú digas. - Alzó las manos mientras se tiraba en la cama. Tomé el delineador para hacerme una fina línea alrededor de mis ojos.
- Llamé a Jake para que venga, así no te quedas sola. - No me olvidaba del escape de Mason, y no me sentía cómoda con la idea de dejar a Tris sola otra vez, mientras ese loco seguía suelto. Y Jake era un hombre lobo, así que podía protegerla mejor que nadie. Me sentía más aliviada sabiendo que ella no estaba sola. Como si un peso saliera de mis hombros.
- Bueno, te lo agradezco. No disfruto para nada quedarme sola. - Froté mis manos por mi cara.
Dios, esta base para la piel me deja diez mil veces más blanca de lo que soy en realidad.
- Lo sé. Jake debería llegar en cualquier momento. - El timbre sonó mientras tomaba el rimmel y lo esparcía por mis pestañas.
Sexy.
- Yo voy. - Tris me guiñó un ojo y antes de irse me gritó. - ¡Estás perfecta!
Y lo peor de todo, era que me lo había creído.
- ¡YO SOY PERFECTA! - Con cuidado pasé el lápiz de labios rojo por mi boca. Siempre que lo usaba manchaba el contorno de mi cara de rojo y como era de larga duración, no podía quitármelo. Pero esta vez no pasó, así que agradecí a Dios por eso también.
Tomé mi celular que había sonado y abrí el mensaje que me había llegado de un número que no tenía agendado.
"Estoy abajo, te espero. Y por cierto, estás hermosa."
Era Aaron, obviamente. No sabía cómo había conseguido mi número, pero no importaba. Importaba que ahora yo tenía el suyo.
Una sonrisa se dibujo en mi rostro. Qué estúpida que era, por Dios.
Me miré otra vez al espejo. Seguía convencida de que un vestido sería más sofisticado, pero hacía demasiado frío. Me había puesto unos jeans de tiro alto de color bordo, no muy oscuros, un suéter negro y como hacía frío, también había tomado una chaqueta negra. Los zapatos fueron una tortura. Literalmente, había estado media hora decidiendo qué ponerme en los pies. Zapatillas, tacones, botas. Había vaciado el armario de Tris y el mío también. Y mi salvación había aparecido en forma de botas negras, cortas hasta un poco más arriba de mis tobillos, que tenían un tacón considerablemente alto. No quería parecer una enana.
Poco convencida con lo que llevaba puesto, salí de mi habitación, tomando mi pequeña cartera y mi celular. Jake estaba sentado en el sillón de la sala e imaginé que Tris estaba en la cocina.
- Bueno, me voy. - Tris salió al instante y me abrazó muy fuerte.
- Suerte pequeña Kelsita.
Agh, muérete.
- Cierra la boca. - Jake se paró del sofá y me abrazó cuando Tris se alejó.
- Él está abajo hace más de media hora.
¿Cómo sabía que Aaron...
- Si comienzan a preguntarte qué tipo de sangre eres, me llamas. - Susurró. Comencé a reír. No tenía por qué mentirle a Jake.
- Asegúrate que Tris no vigile por la ventana. - Caminé hasta la puerta.
- ¡Hey! ¡No iba a vigilar! Solamente observar un poquito... - Reí y salí del departamento.
Caminé fuera del edificio con el corazón yendo a mil por hora. Iba a ir a la casa de los Lawrence en menos de media hora. Iba a conocerlos oficialmente. Estoy hiperventilando. Divisé el auto de Aaron en frente de mi edificio y antes de que pudiera acercarme, él había salido de allí.
Se veía tan condenadamente bien. Mi estómago estaba haciendo algo extraño dentro de mí. Tenía unos pantalones ajustados negros y una camisa blanca que le quedaba tan bien, que me daban ganas de arrancársela con los dientes. Y unas zapatillas negras que lo dejaban a su altura normal, y a pesar de que yo tenía tacos, seguía siendo mucho más alto que yo. Me encantaba.
- Definitivamente, me quedé corto cuando dije hermosa.
¿Así iba a ser toda la noche? Porque no creía poder soportarlo. Iba a explotar de la vergüenza.
- Bueno, tú tampoco te ves tan mal. - Él hizo un extraño giro de modelo para demostrarme que estaba para comérselo y sí, lo estaba.
- Es la primera vez que no uso negro. - Y por alguna extraña razón le creía.
- Es la primera vez que voy a la casa de un vampiro para conocer a su familia que 'oh casualidad', son vampiros. - Aaron sonrió y más cosas raras pasaron en mi estómago.
Contrólate Kelsey Brooks.
- ¿Estás nerviosa? - Asentí. - Bueno, no deberías. Ya conoces a los chicos, y Gina y Jonathan quieren conocerte. Están demasiado emocionados para mi gusto. Eres la primera chica que llevo a casa.
Ay Dios, ya empecé a sudar.
- Sin presiones, ¿eh? - La respiración comenzaba a fallarme mientras Aaron reía.
- Sin presiones. - Tomé su mano y comencé a caminar hacia el auto.
- Vámonos antes de que Tris comience a espiarnos por la ventana. - Aaron abrió la puerta por mí y rodeó el auto para subirse en el asiento del piloto.
Que larga iba a ser esta noche.
(...)
- ¿Está es tu casa?
Oh. Mi. Dios.
Era gigantesca. Era enorme y hermosa. Era extremadamente moderna y parecía sacada de una revista. Me hubiera comprado esa casa si hubiese tenido la oportunidad y el dinero. La parte de abajo era de madera, pero de esa hermosa madera, y la planta de arriba estaba llena de ventanales que parecían polarizados, como si de afuera no pudiera ver nada, pero desde adentro tuvieras la oportunidad de espiar a tus vecinos. Aunque por lo que veía, no tenían vecinos, ya que se encontraba a unos quilómetros del taller de los Lawrence, prácticamente dentro del bosque.
- Sí, es mi casa. - Me volteé hacia Aaron, la luz del sol colándose por las nubes del nublado día, lo hacía ver malditamente más hermoso que de costumbre, no podía evitar detener mi mirada en él, buscar algún tipo de imperfección o algo que pudiera hacerlo feo, pero no. Todo en él era impresionantemente perfecto. Y me daban ganas de besar toda su perfecta cara. Ahora. - ¿Estás bien? ¿Pasa algo? - Sacudí mi cabeza cayendo en la realidad.
- Nada, es hermosa, sólo eso. - Aaron sonrió sin entender en realidad, de qué estaba hablando. Bajó del auto y abrió la puerta por mí. Podía comenzar a acostumbrarme a este tipo de gestos.
- Sigues nerviosa. - Asentí. Mentirle era una pérdida de tiempo, probablemente había escuchado mi corazón o mi respiración agitada o no lo sé. - Tienes que tranquilizarte, son bastante agradables, y Gina no dejará que Connor o Chad digan algo indebido. - Asentí otra vez. - Y tienes que dejar de hacer eso con la cabeza, pareces autista. - No pude evitar reír ante el chiste. - Ahora estás más relajada. - Sí, era cierto. Aaron me tomó de la mano y probablemente le dio asco, porque estaba sudando como si me estuviera derritiendo. Comenzamos a caminar hacia la casa lentamente mientras seguía inspeccionando con mis ojos toda la estructura sin poder creer lo impresionante que era. Mi mirada se paró unos minutos en el techo de la casa. Había como, ¿una persona? Sí, una persona. Me detuve en mi lugar y miré más fijo a quien sea que estuviera de espaldas allí.
- ¿Aaron? - Él se paró y me miró, pero mis ojos no se despegaban de la parte superior de la casa. - Creo que alguien está en el techo de tu casa. - Aaron frunció el ceño y miró hacia donde yo estaba observando.
- No te preocupes, es Duncan. Siempre sube allí cuando quiere pensar. - Puso sus manos alrededor de su boca haciendo como si fuera un pequeño megáfono - ¡DUNCAN! - El chico del techo se giró y nos miró con las cejas juntas, no parecía muy feliz.
- Hola. - Dije lo suficientemente alto como para que me escuche, sonreí intentando ser más agradable o simpática o lo que sea, porque sí me importaba lo que la familia de Aaron pensaba de mí, demasiado. Duncan me miró por unos cortos cinco segundos y voló (sí, voló, saltó lo que mierda haya hecho) hacia un árbol y desapareció de nuestra vista al instante. - Creo que no le caigo muy bien. - Aaron sonrió y me rodeó con uno de sus brazos intentando reconfortar mi repentina falta de seguridad en mí misma.
- Duncan es así siempre, no te preocupes. - Asentí como una autista otra vez y seguimos caminando hacia la casa. Estaba nerviosa otra vez, extremadamente nerviosa. Y odiaba que Aaron estuviera tan feliz, porque sólo lo hacía peor. Subimos unas pequeñas escaleras que llevaban al porche, y ambos nos paramos en frente de la puerta principal de la casa. Él con una sonrisa y yo tragando saliva. - ¿Lista? - Me miró directamente a los ojos y me contagió la sonrisa de alguna manera.
- Supongo. - Levanté mis hombros mientras él llevaba su mano hacia el picaporte y abría la puerta con emoción.
Por Dios. Era la casa más hermosa que había visto jamás. Lo primero que vi al cruzar la puerta, fue la enorme escalera de madera que, supuse, llevaba al piso de arriba. A mi izquierda, podía ver una hermosa sala con un sofá gigantesco junto con una televisión el triple de grande de lo normal, tenía una alfombra cubriendo el suelo que tenía un diseño impresionante, parecía hecha a mano. Aaron tiró de mi mano haciendo que dejara de estupidizarme con su asombrosa casa. Me condujo por un pasillo que estaba lleno de cuadros increíbles que parecían originales. Como de Picasso o Da Vinci o como mierda se llamaran, pero eran impresionantes.
- Ya está aquí, si no se comportan, juro que los voy a matar. - Escuché a una mujer hablando mientras entrábamos por una puerta y supuse que era la madre adoptiva de Aaron, Gina.
Esto era increíble, la cocina era treinta veces más grande que todo mi apartamento, era completamente blanca y negra, llena de cosas de última tecnología. Estaba fascinada. Tan, tan fascinada que ni siquiera había visto que todos estaban observándome.
Claro que mi pasatiempo favorito era ponerme roja como un tomate y era lo que estaba haciendo en este momento. Además de estar tan nerviosa y soltar la mano de Aaron por la vergüenza que carcomía mi interior.
- Gina, Jonathan. Ella es Kelsey. - Sonreí porque no sabía que otra cosa hacer, además de intentar calmar los latidos de mi corazón. Gina, era jodidamente hermosa. Y hablo de hermosa de verdad. Jamás hubiese pensado que esa mujer podría ser madre, ni en un millón de años. Debería tener unos veintitantos años. Su cabello era negro como la oscuridad más profunda y sus ojos grises me tenían enganchada a ellos, no podía dejar de verlos. Su cuerpo era realmente envidiable y esperaba que cuando tuviera su edad (que estaba segura, no sería mucha), pudiera tener su estado físico. Además, se vestía bien. Llevaba un vestido que llegaba hasta sus rodillas, completamente negro y ajustado, que resaltaba su figura diez mil veces más. Y no hablemos de su sonrisa, era perfecta.
Mira Kels, si no te conociera tanto y fuera tu yo interno, diría que eres lesbiana.
- Hola. - Dije con un hilo de voz. No entendía por qué estaba tan malditamente nerviosa, pero lo estaba.
- ¡Oh, por fin tengo el placer de conocerte Kelsey! - Definitivamente era inglesa. Se acercó a mí extendiendo sus brazos en el aire y me enfundó en un abrazo extremadamente maternal. Su frío cuerpo se pegó al mío, mientras ella sonreía y yo me recuperaba de la sorpresiva muestra de afecto. Luego de unos segundos, rodeé mis brazos con cuidado alrededor de su espalda. - He escuchado hablar de ti por mucho tiempo, moría de ganas por conocerte finalmente. - Me sonrió al alejarse y yo hice lo mismo. Miré a Aaron.
- ¿Han hablado mucho de mí, eh? - Él rió y tocó su cuello algo nervioso.
Que ganas de besarlo me habían dado de repente, maldita sea.
- Kelsey Brooks, mi nombre es Jonathan Lawrence, es un gusto al fin conocerte. - Miré hacia aquel hombre que se acercaba hacia mí. Era bastante buen mozo a decir verdad.
Bueno, todos los vampiros eran malditamente atractivos, ya no me jodan.
Sus hombros eran realmente anchos, y sus brazos parecían ejercitados más de lo normal para ser un doctor. Su cabellera rubia estaba tirada hacia atrás con el cabello ligeramente levantado, pero no desordenado como Aaron, estaba perfectamente peinado. Sus ojos eran igual de grises que los de Gina y sus facciones eran perfectas, como su sonrisa o su nariz respingona. Definitivamente, ese hombre no tenía más de treinta años, podía jugarme la vida. Llevaba unos pantalones de vestir grises oscuros y una camisa negra que se ajustaba a su cuerpo de una forma estratégica. Cuando llegó al lado de Gina y frente a mí, tomó mi mano con la suya y la besó como si fuera una princesa. Me hizo sonrojar mucho más.
- No estés nerviosa, somos bastante agradables - me guiñó un ojo -. Y más si nuestro hijo ha estado perfeccionando esta cena desde hace una semana. - Dijo mirando hacia Aaron, mientras rodeaba por la cintura a Gina.
¿Por qué sentía unas extrañas mariposas en mi estómago?
- Y bueno, como nadie se ha dignado a presentar a lo mejor que camina por esta casa, supongo que tendré que hacerlo yo mismo... - Chad se hizo lugar entre ambos y besó mi mano al igual que el Sr. Lawrence lo había hecho. - Chad Lawrence, doscientos veintidós años, soltero. - Hizo un extraño baile con sus cejas haciéndome reír. Connor lo empujó y se paró frente a mí.
- Bueno ya nos conocemos, y sólo para que sepas, te perdono por lo del otro día en la escuela. - Subí mis cejas.
- ¿Tú me perdonas a mí? - Alex apareció detrás de ellos y le dio un pequeño empujón con su hombro a Connor.
- Él en realidad está pidiéndote disculpas, ¿no es así? - Connor bufó mientras Alex reía -. Hola Kels. - Se inclinó hacia mí y plantó un beso en mi mejilla.
Sí, me había sonrojado otra vez.
- ¿Alguien sabe en dónde se encuentra Duncan? - Gina miró hacia los chicos y todos negaron.
- Lo vimos cuando llegamos. Estaba en el techo, ya va a venir. - Aaron se encogió de hombros.
- Últimamente está raro. - Gina miró a Jonathan con su ceño fruncido.
- ¿Cuándo no lo está? - Connor rió y Chad golpeó sus puños juntos.
- ¡Connor Lawrence! ¡No me gusta que trates así a tu hermano!
- Y a mí no me gusta que él sea raro, pero todos debemos vivir con cosas que no nos gustan mamá. - Gina lo fulminó con la mirada mientras Chad retenía su risa.
- Bien, creo que la familia está volviendo a la normalidad, así que voy a aprovechar para mostrarle a Kelsey la casa antes de que la asusten con sus cosas, ¿de acuerdo? - Aaron tomó mi mano y tiró de mí con delicadeza, haciendo que volvamos al pasillo. Antes de salir, me di vuelta y sonreí.
- Es un gusto conocerlos, estoy encantada de que me hayan invitado a comer a su casa. - Aaron tiró de mí una vez más - ¡Gracias! - Y no pude verlos más porque ya estaba en el pasillo siendo conducida por Aaron. Entramos a la hermosa sala que había visto antes.
- Ésta es la sala. - Tiró de mí otra vez y justo en frente de allí había una puerta que no había notado. - Ésta es la oficina de Jonathan y Gina, la usan cuando tienen que ver cosas del trabajo. Vamos. - Tomó mi mano otra vez y me hizo subir por las asombrosas escaleras de madera para llevarme hasta el piso de arriba.
- ¿Adónde vamos Aaron? - Reí porque parecía un niño pequeño enseñándome su nuevo juguete. Cuando llegamos a la planta de arriba, caminamos por un pasillo que tenía unos hermosos ventanales que dejaban ver todo el exterior. Era hermosísimo. Estaba demasiado absorta como para notar que habíamos parado en frente de una puerta con un póster de una chica semidesnuda.
- Ésta es la habitación de Chad, dentro está la de Connor. Sí, ambos tienen la habitación más grande de la casa, después de la de Jonathan y Gina, que está allí. - Señaló al fondo del pasillo del lado contrario en el que estábamos. - Ésta es la de Alex. - Señaló una puerta en frente de la del cuarto de Chad y Connor. - Vamos. - Me tomó de nuevo del brazo y me hizo bajar por unas escaleras que no eran tan hermosas como las principales, pero que tampoco eran feas. En un descanso, pude notar una puerta. - Ésa es la habitación de Duncan, nunca nadie entra allí. - Me detuve un segundo a ver la puerta perfectamente pintada de negro, sin nada que pudiera identificarla. Había algo extraño que me llamaba la atención, aunque no pude descubrir qué era, porque Aaron volvía a tirar de mi brazo para que siguiera bajando de las escaleras junto a él. Cuando llegamos al final, nos detuvimos en una puerta igual a la de la habitación de Duncan. Aaron sonrió mientras tomaba el picaporte. - Y ésta, es mi habitación. - Abrió la puerta mientras que mi boca se abría con extrema sorpresa.
Esto era más impresionante que toda la casa. Es decir, estaba sorprendida porque él estaba mostrándome su habitación, a pesar de que ésta fuera genial. Porque era genial. Las paredes estaban pintadas de un color muy oscuro, que no llegaba a ser negro, pero que se le parecía. La cama gigantesca estaba forrada por sábanas de seda negras y un cubrecama negro al pie de ésta. El suelo estaba cubierto por una alfombra que parecía de peluche, de color crema o blanco, no estaba segura. Sus paredes estaban cubiertas de estantes llenos de libros y cuadernos como el que usaba para dibujar. Supuse que todos esos deberían tener visiones que él había visto en su cabeza alguna vez. Había un gran ropero y un escritorio de madera, pintados de negro que parecían de la época victoriana, era genial. Estaba impresionada.
- Wow. - Dije al entrar en su habitación y girar sobre mí misma para observar todo mejor.
- ¿Te gusta? - Lo miré y jadeé para demostrar mi sorpresa.
- ¿Gustarme? ¡Me encanta! - Bien, estaba demostrando demasiada emoción. Aaron rió mientras caminaba hacia uno de sus estantes para observar con más detenimiento lo que había allí. - ¿Te gusta leer? - Pasé mis manos por los lomos de los libros que tenía.
Shakespeare, Stephen King, Rilke, Ken Follet y un millón más. Este chico cada día me sorprende más.
- Tal vez. - Escuché su voz un poco más cerca de mí.
- ¿Tal vez? Tris dice que yo soy una traga libros, pero tú mi amigo, tú si eres un lector profesional, si ese título existe. - Aaron rió detrás de mí, haciendo que volteara con una sonrisa. - ¿Por qué de repente la puerta está cerrada? - Señalé la puerta mientras juntaba mis cejas, Aaron miró detrás de él y luego hacia mí.
- Ah, ya sabes, nunca tienes suficiente privacidad en esta casa. - Él subió sus hombros y se tiró en la cama. - Relájate Kelsey, no es como si te fuera a violar ni nada parecido... - Rió una vez más y yo sonreí.
Bueno, la idea tampoco me desagradaba taaaanto como él pensaba, para ser sincera.
- ¿Y qué me cuentas de ti, chico lector? - jugué con mis cejas haciéndolo reír una vez más.
- ¿De mí? No hay mucho que contar.
- Vamos Aaron, somos amigos, los amigos se conocen entre ellos.
- ¿Somos amigos? - Esto se había vuelto repentinamente incómodo.
- Sí, amigos. Los amigos se cuentan secretos, bromean sobre ellos, saben historias, comparten anécdotas... ¿Nunca has tenido un amigo? - Él negó con la cabeza - Vamos, no juegues conmigo.
- Ya te lo he dicho Kelsey...
- 'No soy un hombre de bromas' bla, bla, bla, Kelsey, Kelsey, Kelsey. Habla de una vez hombre. - Lo interrumpí.
- Siempre he tenido a los chicos, no he necesitado de nadie más. - Bueno, esto no era normal.
- ¿Nunca has tenido un amigo? ¿En serio? ¿Ni cuándo eras pequeño? - Su actitud había cambiado al escuchar la última pregunta.
- ¿Por qué te interesa tanto saberlo? - Preguntó juntando las cejas.
- Porque me interesa. Y porque somos amigos y los amigos se conocen entre ellos. Tú conoces mi historia, no veo por qué no puedo conocer la tuya. - Me encogí de hombros.
- Porque es una historia retorcida y poco interesante y no quiero que la conozcas. - Junté mis cejas.
- ¿Y por qué no?
- Ya te lo dije, es retorcida y poco...
- Una buena razón, Aaron. - Lo interrumpí. Él se levantó de la cama y se paró frente a mí.
- Era un niño feliz, mis padres eran geniales, hijo único, obviamente. Cuando crecí, comencé a juntarme con esta gente que eran condenadamente estúpidos y no sé cómo, pero cuando me desperté en el medio de la noche Jonathan estaba intentando controlarme para que no matara a nadie. Simple y conciso.
- No te creo nada. - Dije tocando su pecho con un dedo. - Simple y conciso.
- No veo la necesidad de que conozcas mi historia Kelsey, son tonterías. Un día me desperté y era este monstruo, eso es lo único que importa.
- Oye, tú no eres un monstruo. - Aaron desvío sus ojos de los míos. - Eres uno de los chicos más agradables que he conocido jamás. Bueno, cuando no estás loco y enojado o eres autista o te crees el galán de las telenovelas. - Veía una pequeña sonrisa en sus labios que quería salir con todas sus fuerzas, ya la había contagiado en mi cara. - Vamos Aaron, sonríííííe. Por favor, tienes una linda sonrisa y sé que quieres hacerlo. - Sus ojos volvieron a los míos, con una sonrisa plantada en sus labios, claramente.
- ¿Cómo haces eso? - Reí porque había funcionado mi intento de hacerlo sonreír.
- ¿Hacer qué? - Pregunté mientras sus ojos se profundizaban más en los míos.
- Esto. Hacerme feliz.
Bueno, las cosas se están poniendo serias.
- No lo sé...
Bueno, su cara se está acercando, SU CARA SE ESTÁ ACERCANDO A LA TUYA IDIOTA. BÉSALO, BÉSALO, BÉSALO, BÉSALO. PERO YA. BÉSALO AHORA.
- Supongo que sólo se trata de ti, siendo tú misma. Toda tú me hace feliz.
YA. YA, YA, YA, YA. TE JURO QUE TE PEGO. TE JURO QUE SALGO DE ADENTRO DE TU CABEZA Y HAGO QUE TE MASTIQUES TODA LA ALFOMBRA. HABLO EN SERIO KELSEY BROOKS. SUS LABIOS ESTÁN A PUNTO DE TOCARSE. NI SE TE OCURRA CORRER LA CARA, NI TOSER, NI SIQUIERA ESTORNUDAR.
- Nunca había sonreído tanto en tan poco tiem...
- ¡NIÑOS! ¡LA CENA ESTÁ LISTA! - Ambos escuchamos a Gina gritar en el peor momento. Ni Aaron ni yo corrimos nuestros rostros. Yo, porque de verdad me agradaba tenerlo tan cerca y él, no lo sé. Supongo que tendría un moco en mi nariz y él quería verlo con más detenimiento.
- Creo que será mejor que vayamos. - Dije sin despegar mis ojos de los suyos ni por un segundo.
- Sí, va a ser mejor. - Ambos asentimos sin dejar de mirarnos ni movernos un centímetro. - Será mejor que vayamos ahora. - Repitió todavía asintiendo. Asentí otra vez. Probablemente nos veíamos como dos retrasados mentales.
- Sí, va a ser mejor. - Él aclaró su garganta mientras se alejaba y miraba al suelo algo avergonzado. Yo me abracé a mí misma por falta de seguridad y sonreí con los labios juntos. - Vamos. - Aaron asintió una vez más y ambos caminamos hasta la puerta para comenzar a subir las escaleras.
Bueno, sí, perdí la oportunidad de besarlo. Y sí, me quería matar porque eso había sucedido.

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