Aaron CAP:22

960 26 0
                                        

Capítulo 22:

Dejé el helado dentro del congelador y apoyé mis manos en la mesada de la cocina. Di tres respiraciones profundas intentando prepararme para lo que vendría a continuación.
Sabía que ya no había vuelta atrás, y sabía que no podía mentirle porque él ya estaba enterado de todo. O al menos de todo, menos de mi versión de los hechos.
Respiré una vez más y caminé lentamente a la sala en donde Aaron me esperaba muy relajadamente sentado en el sofá en donde me encontraba yo segundos antes. Me senté en el sillón individual porque claramente no iba a sentarme junto a él, demasiado tenía con su mirada que no dejaba de inspeccionar cada movimiento que daba.
No tenía idea de cómo empezar todo, era muy largo y enredado como para tener un punto de comienzo. Tal vez desde mi nacimiento, pero el problema era que no tenía ni idea de todo eso. No sabía quiénes eran mis padres, ni como me llamaba, ni quien era responsable de mí en estos momentos.
- Cuando quieras. - Aaron hizo un ademán con su mano y yo subí mis piernas al sillón envolviéndome en la manta otra vez.
- No sé cómo empezar. - Admití.
- Desde el principio es una buena idea.
- Ese es el problema, no sé cómo empezó todo esto. - Respiré una vez más profundamente. Ya empezaba a sentir el dolor de cabeza latiendo en mi cráneo, como si estuvieran agarrando mi cabeza entre dos pinzas aplastándola hasta que no quede nada de jugo dentro.
- ¿Sabes qué? - lo miré - Tengo toda una eternidad.
Supuse que era un chiste de vampiros, y sí, me hizo sonreír un poco.
- Supongo que todo comenzó cuando era una bebé y mis padres me abandonaron en el orfanato. Y no sé por qué afirmo padres, porque realmente no sé si fue mi madre o mi padre o quien sea. La cuestión, es que me abandonaron.
- ¿Sabes cómo se llaman tus padres? - Sabía que no estaba seguro de hacer esa pregunta, pero no me importaba.
- No. Nunca los conocí, ni me visitaron, ni vinieron a buscarme otra vez. La verdad es que no me importa demasiado, sólo me cuestiono a veces que habrá pasado para que me abandonaran. - Aaron asintió con la cabeza. - Llegue al orfanato de bebe, supongo, y ahí me 'adoptaron', si así se lo podría llamar. Me pusieron un nombre falso para que nadie pudiera reclamar por mí, si es que alguna vez vendrían y así nació 'Kelsey Brooks'. - Sonreí tristemente.
- Entonces tu nombre no es...
- No, mi nombre no es Kelsey ni mi apellido Brooks, y no, no sé cuál es mi nombre verdadero. - Me adelanté a la pregunta. - La vida era una mierda ahí adentro. Y hablo de una mierda en serio. No recuerdo nada de como fu e todo ahí hasta los siete, tal vez ocho años. Seríamos unos ciento cincuenta niños allí adentro o menos, así que todos nos conocíamos. Todos eran unos malditos abusivos que vivían molestando a los demás por el simple hecho de que sus padres los habían abandonado. La comida era una mierda, tal vez podías comer un poco de pan y agua si los grandes estaban de tu lado y te lo compartían por ser pequeña o si te lo ganabas.
- ¿Ganabas? ¿Cómo se lo ganaban? - Sus cejas se fruncieron. Me revolví incomoda en mi asiento.
Odiaba traer estos recuerdos de vuelta. Ya era vida pasada. Pero tenía que hacerlo si quería averiguar qué sucedía. Además de que sentía unas extrañas ganas de compartir esto con Aaron.
Y como lo que acabas de decir es completamente estúpido te mereces una bofetada.
- Es que... Nosotros... Es muy complicado. - Él se acomodó en el sillón y movió su mano como diciéndome 'continúa como puedas'. - Nos hacían hacer... Cosas. - definitivamente esa no había sido la palabra correcta.
- ¿Cosas? ¿Qué clase de cosas Kelsey? Explícate. - No me gustaba ese tono de voz para nada.
- Cosas malas Aaron. Cualquier tipo de cosas malas. Principalmente robar en la calle a la personas. - Revoleé los ojos intentando que las lágrimas se fueran para cualquier otro lado. - Robar, carterear, como quieras llamarle. Era asqueroso. - Me hice más chiquita en el sillón y evité la mirada de Aaron viendo hacia el suelo.
- No lo entiendo. - Subí mi mirada hacia él. - No entiendo cómo les hacían hacer eso. ¿Es que acaso no había mayores o adultos que pudieran defenderlos?
- ¿Para quién te creías que robábamos? El señor Thomas Polland, el hermosísimo encargada del maldito orfanato era el que nos hacia robar. La mitad de la plata la usaba para dársela a los encargados que venían de la municipalidad y así el gobierno no se enterara de lo que sucedía allí adentro, porque era muy sospechoso que en tantos años nunca nadie haya sacado a ningún niño de allí.
- ¿Y la otra mitad? - su tono de voz me decía que sabía lo que pasaba con esa plata, pero sólo quería confirmarlo.
- Se la quedaba él, por supuesto. Nada de eso iba al orfanato. Bueno, a veces si le pagaba a los niños para que les haga favores personales, pero sinceramente no quería imaginarme que era lo que les pedía, así que nunca pregunté. Y en uno de los robos que estaba encargada a hacer conocí a Tris. - No pude evitar sonreír al recordar la cabellera rubia de Tris y esos ojos grandes y celestes que no sabían qué hacer, su cara sucia porque teníamos que parecer niños de la calle, estaba tan asustada que me había hecho reír. - En realidad ya la conocía de antes, es decir, las dos íbamos al orfanato pero nunca jamás habíamos hablado ni nada parecido. En fin, teníamos que pasar por la calle pareciendo pobres, aunque lo éramos, y mientras alguna estaba hablando con la persona que pasaba la otra tenía que sacar la billetera de su bolso. Tris estaba tan nerviosa. - Una risa melancólica salió de mis labios - Me acuerdo que le dije que como era principiante yo iba a hacerlo mientras ella hablaba con la señora que estaba pasando, y justo cuando iba a tomarla de su bolso ella se puso a llorar gritándome que no lo hiciera. La mujer se dio cuenta de lo que estaba pasando y tuve que arrastrar, mientras corríamos, a Tris mientras lloraba rogando perdón. Ella odiaba robarle a la gente, pero en serio. Es decir, yo también lo hacía, pero no me importaba tanto. Tris se sentía tan culpable la primera vez que robamos en serio. Lloró por tres días seguidos, entonces tuve que quedarme en su habitación con ella, así nos quedamos juntas y comenzó nuestra amistad. - Probablemente esto no le importaba a Aaron, pero él me había pedido que le contara todo y así era. - Me cansé de ver a Tris triste y sin poder dormir por las noches, así que yo comencé a robar por ambas. Ella también odiaba eso, pero no me importaba, destetaba verla llorar. Entonces ella iba a pasear por Texas y ver computadoras porque era un asqueroso cerebrito, una nerd. - Me encogí de hombros. - Luego volvíamos al orfanato y hacíamos como si nada hubiese pasado. Todo fue perfecto por unos años. Cada vez robábamos menos, los grandes tenían más responsabilidades, habían puesto la escuela básica para que las autoridades sospecharan menos, mí me iba mal, Tris me ayudaba, se instalaba en una biblioteca o se iba a algún lugar con alguna computadora para ver qué más podía aprender. No podía creer que estuviera tan entusiasmada con la escuela, en serio. Pero como todo, las cosas tienen que terminar.
- ¿Qué sucedió? - Prácticamente me había olvidado que él estaba allí. Mi mirada perdida se dirigió directamente a él y revoleé los ojos.
- Lo de siempre, chicos. Amor. Algo asqueroso. - Vi la sonrisa que salió de sus labios. - Tris se "enamoro" - hice comillas con mis dedos - de un chico más grande que estaba dentro del orfanato. Era un idiota. Pero un idiota en serio. Aunque tenía sus beneficios. Comíamos más, robábamos mucho menos y le traía regalos a Tris que por supuesto, terminaban siendo de las dos. Ella le contaba todo y él nunca la escuchaba. Rick, se llamaba. No recuerdo su apellido, de todas maneras no era verdadero. Ella estaba tan ilusionada, vivía hablando de él, me contaba toda la confianza que ambos tenían, su primer beso, todo. Ya no la aguantaba más. Un día, después de las clases, estaba yendo hacia mi habitación, y apareció uno de los amigos de Rick, Tony. Me dijo que no confiara en Rick y que cuidara a Tris de lo que él decía, porque lo único que a Rick le importaba era salir de allí, así que le conseguía información a Polland para que lo dejara salir. Obviamente le dije que estaba loco y me fui. Tony siguió insistiendo por semanas con eso, hasta que un día estaba en mi habitación con Tris y entro Polland completamente desquiciado. - Entrecerré los ojos intentando recordar mejor. - Creo que le había dicho a Tris que no soportaría esta actitud y que tenía que hacer lo que él le mandaba porque era su dueño, Tris le gritó que ella no era propiedad de nadie y justo en el momento en que él le levanto la mano para golpearla, yo me puse en el medio... - Negué con la cabeza como si hubiese sentido el golpe otra vez en el rostro.
- Por favor no me digas que te golpeó. - Mis ojos volvieron a Aaron e hice una mueca con mi boca. Estaba tan furioso que se le notaba en el rostro, había apretado sus manos tan fuerte que sus nudillos estaban blancos, y me daba miedo, porque podía romperse un dedo con la fuerza que estaba haciendo.
- Me encantaría decirte que no, pero te prometí la verdad. Terminé tirada en el suelo mientras mi nariz y mi labio sangraban, no fue nada y era la primera vez que me golpeaba, así que no dije nada y él se fue hecho una bola de furia. Tris se puso a llorar mientras intentaba limpiar la sangre, ¿y sabes qué? Recuerdo que no lloré, porque pensaba que cuando saliera de allí, lloraría por cosas que de verdad importaban y no un golpe de un idiota. Luego de un par de horas apareció Tony en la puerta de nuestra habitación diciendo que Rick le había contado lo que sucedía con Tris. Ella lloraba más fuerte mientras yo la consolaba y le gritaba que le había dicho que no confiara en ese idiota y Tony me reprochaba a mí que no le había hecho caso y yo le gritaba a él que se calle, que hacia llorar más fuerte a Tris. - No pude evitar reírme. - Era una locura. Tendríamos, no lo sé, catorce años tal vez, casi quince, menos Tony, él tenía dieciséis. A partir de ese día Tris se alejó completamente de Rick, y bueno, Polland empezó a controlarla más de cerca, subió su tasa de robos y cada vez nos daba de comer menos. Tony siempre nos salvaba apareciendo con un paquete de dulces por la puerta de nuestra habitación, no sabíamos de donde los sacaba, pero siempre sospeché que su hermanita menor lo ayudaba a conseguirlos. Zoe. - Sonreí. - Era una niña maravillosa, y muy ágil con las manos. - Admití, lo más probable es que él pensara que estaba loca, pero no me importaba en este momento, estaba sumergida en los recuerdos. - Siempre andaba con una sonrisa y si no lo estaba, Tony hacia que así sea. Me encantaba Tony. - Sentí la mirada de Aaron quemar mi piel y cuando me gire a verlo tenía sus cejas fruncidas. Sonreí un poco. - Quise decir, que me hubiese encantado tener un hermano mayor como él. Me hubiese encantado tener a alguien, como Zoe tenía a Tony. Siempre fuimos nosotros tres, y su hermanita. Siempre. - Miré mis pies. - Pero todo cambio cuando vimos a Frederick ese día en la puerta de la oficina de Polland.
- ¿Quién es Frederick? - Moví la cabeza recordando que Aaron jamás había estado ahí.
- Sí, lo siento, lo olvidé. Frederick era un proxeneta que tenía un negocio con Polland. Cada tantos meses se llevaba a una chica del orfanato para meterla en su prostíbulo, por supuesto, la policía nunca se enteró de esto. Siempre se llevaba a las chicas de quince o dieciséis porque eran las que más duraban en el negocio. Tris y yo teníamos dieciséis, como ahora...
- Kelsey, te juro que si te llegaron a hacer... - lo interrumpí.
- No llegaron a hacerlo. Nos escapamos. Todo estaba perfectamente planeado. Frederick vendría por la chica en una semana y Polland ya nos tenía un ojo encima a Tris y a mí, así que era obvio que sería alguna de nosotras dos, o incluso ambas. Preparamos nuestras pocas cosas y salimos dos días antes de que Frederick viniera. Tony estaba destrozado. No podía venir con nosotras porque no quería dejar a Zoe sola y era mucho más complicado sacar a una niña del orfanato que a un par de adolescentes que podían camuflarse en cualquier lado. Así qué Tony se quedó en el orfanato y nos dio la orden de nunca volver allí para rescatarlo jamás. Creo que nunca había llorado tanto como en el momento en que me dijo que tenía que jurárselo por Tris y a Tris por mí. Lo hicimos y nos fuimos.
- ¿Cómo escaparon? - No me había dado cuenta que unas cuantas lágrimas se escapaban de mis ojos hasta que sentí el gusto salado en mi boca. Era muy doloroso recordar. La cara de Aaron era indescifrable y ya me estaba acostumbrando a no saber qué era lo que pensaba. Limpié mis mejillas y seguí con mi relato.
- Nos metimos en el camión de la limpieza. Venían a buscar las sábanas y las llevaban a lavar y no te creas que era un servicio contratado, porque Polland no pagaría ni un centavo por nosotros, era obligación del gobierno. Así qué nos metimos en uno de los carros llenos de sábanas mientras una de las encargadas sacaba la otras de la cama y salimos como si nada. El camión estacionó, conseguimos un lugar anónimo en que alquilaban las computadoras por unas horas, pagamos con la poca plata que lograba sacarle a Polland de lo que robaba, Tris hizo su magia con las computadoras y los ricos nunca se dieron cuenta de lo que hacíamos. Los habíamos elegido muy bien. Cada uno de ellos tenía tres familias secretas de las que las otras no sabían, así que nunca sospecharon nada raro. Depositamos la plata en una caja de ahorro de un banco que había creado Tris por internet, no sé cómo, si quieres saberlo, tienes que preguntarle a ella, y luego la sacamos sin tener que dar nuestros nombres porque nos hicimos pasar por las hijas de los hombres a los que les robamos. Buscamos un pueblo que no apareciera en el mapa, y créeme, fue muy difícil. Apareció Oak Minds de la nada, conseguimos este departamento que estaba vendiendo una familia de California en donde vivía su abuela que había muerto y como le caíamos bien a los dueños nos hicieron un descuento. Contratamos padres falsos para que hicieran la entrevista en la escuela, Tris hizo documentos falsos para todos y recuerdo que no podía creer lo real que parecían. Y luego comenzamos con nuestras vidas como si nada hubiese pasado. Te conocí a ti, y todo mi mundo dio vuelta de cabeza. - Aaron sonrió orgulloso de lo que yo acababa de decir, aunque sabía que mis intenciones no eran esas en absoluto. Apoyó su espalda en el sillón y se quedó mirando el techo como si dijera 'definitivamente no me esperaba esto'. Yo me hice más chiquita en mi asiento y suspiré. - Este es el momento en que dices algo lindo que me haga sentir bien.
- Las rosas son rojas... - empezó dudando - Las violetas son azules... Y no sé cómo sigue, pero tú eres hermosa. - No pude evitar sonreír.
- Tú sí que sabes cómo hacer sentir bien a una chica. - Dije con sarcasmo.
- No sé si te sientes bien, pero te hice sonreír. - Sus ojos se clavaron en mí, con su típica mirada penetradora que comenzaba a ponerme incómoda.
Nota mental: Aaron Lawrence es romántico a su manera.
- ¿Y qué hay de ti? - pregunté intentando cambiar de tema para que no notara mis mejillas sonrojadas.
- ¿De mí? - preguntó haciéndose el distraído. Asentí con mi cabeza seria demostrándole que no estaba bromeando. - Bueno, soy un vampiro.
- No me digas. Los colmillos y las garras no lo habían dejado tan claro, gracias. Y no hablemos de la súper fuerza y la velocidad de Flash, eso definitivamente no contribuyó a que yo pensara que lo eras. Y claro, que Jake te haya gritado 'chupa sangre asqueroso' tampoco hizo que sospechara un poco. - Dije con mis cejas levantadas. Él sonrió.
Dios, no me acostumbro a su hermosa sonrisa.
- Fue 'chupa sangre repugnante', y sólo lo decía para confirmar los hechos. Además, nunca tienes que confiar en las cosas que te diga Jake, es como estar caminando en una cuerda floja, no sabes si caerás o pasarás al otro lado. - Dijo lo último con tanto odio que hasta podía sentir a Jake llegando a casa y gritándole que no me dijera esas mentiras a mí.
- ¿Y por qué no debería confiar en él?
- Porque es un lobo. No tienes que confiar en los lobos. - Asentí con la cabeza sonriendo y recordando.
- ¿Sabes qué? Suena a algo parecido que me dijo Jake hace tiempo. Así qué supongo que ninguno de los dos confía en el otro porque se odian por alguna razón desconocida de tal manera, que esa regla solo aplica a los lobos y a los vampiros. - Dije moviendo mi mano como si fuera una profesora, Aaron se cruzó de brazos como un niño pequeño y tuve que tragarme la carcajada que quería salir de mi garganta. - ¿Por qué se odian?
- Es que la palabra no es odio. Es... Desprecio. Sentimos desprecio el uno por el otro. Pero no es porque sea Jake, es natural entre lobos y vampiros. - Contestó como si fuera obvio.
- ¿Cómo que 'natural'? Cuéntame la historia, yo te conté la mía. - Él suspiró y yo me acomodé en mi sillón más cómoda porque sabía que esto duraría un tiempo.
- Sus antepasados fueron los primeros en llegar a esas tierras, o al menos fueron los primeros en llegar a todas las tierras. Se desconoce cómo fueron creados los vampiros o cuándo llegaron, pero lo importante es que llegaron. Los lobos eran los protectores de las tribus urbanas, y los vampiros, obviamente, no respetaban sus leyes y mataban a los pueblerinos para beber su sangre. - Hizo una pausa y siguió. - Al principio, los lobos no sabían quién era el que los mataba y dejada desangrándose en las calles, pero luego, empezaron a sospechar. Uno de los lobos siguió a uno de las mujeres del pueblo y mientras iba por la calle camino a su casa, descubrió al vampiro que quería matarla. El lobo intento atacarlo, pero se dio cuenta que era demasiado fuerte y muy poco humano. Escapó y él fue a contarle a toda la manada lo que había pasado. Comenzaron a hacer planes para buscarlo y matarlo, por supuesto, nunca pudieron hacerlo. Escapó al instante. Así nació el odio entre los lobos y los vampiros. - Hizo una mueca con su cara y me miro.
Era el momento. Era el momento de preguntarle lo que rondaba mi cabeza desde la noche anterior. Me sentía una estúpida, pero lo tenía que preguntar.
- Tu... ¿Es que acaso tu...? - tartamudeé como una estúpida. - Es que, ya sabes, tu... - me interrumpió.
- ¿Alguna vez oíste hablar del chupa cabras? - Asentí con la cabeza, no era tan idiota, claro que lo conocía. - Bueno, sus nombres son Chad y Connor Lawrence.
Esperen, ¿qué?
- ¿Qué? - dije con una sonrisa.
¿Era una broma?
- Hace mucho tiempo, en otro pueblo, Chad y Connor de pelearon con un granjero porque no los dejaba salir con sus hijas. Así qué como venganza, cada noche, ellos mataban a una de sus ovejas. Son dos idiotas que me hicieron reír muy fuerte cuando me contaron esa historia. Entonces vieron que el pueblo estaba fascinado y asustado al mismo tiempo con esta bestia y así es como siguieron con las demás ovejas de los demás granjeros. Y la respuesta a tu pregunta, es no Kelsey. No bebo la sangre de humanos, así que puedes dejar de estar tan nerviosa, tu corazón me va a dejar sordo. - Junté mis cejas y miré mi pecho.
Por Dios, parecía como si hubiese corrido una maratón.
- ¿Cómo sabías que...?
- Porque soy un vampiro, yo lo sé todo. - no sabía si era verdad o no, pero algo me decía que no tenía que creerle porque estaba bromeando.
- Tengo muchas preguntas que hacerte.
- Dispara. - Su espalda golpeó el sillón y su cabeza estaba apoyada en el respaldo mientras miraba al techo. Yo me senté en mis rodillas para estar más cómoda.
- Tienes que prometerme que no vas a reírte y que contestaras con la verdad y nada más que la verdad, porque soy nueva en todo esto y el mínimo chiste sobre lo que sea puede hacer que yo lo crea realmente, ¿entendido? - Lo señalé con mi dedo intentando sonar un poco más autoritaria.
- Lo prometo. - Dijo sin mirarme.
- ¿De qué se alimentan los vampiros? - pregunté.
- De sangre. - Suspiré exasperada.
- Eso ya lo sé, necesito que seas más específico. - Él suspiro igual que yo hace unos segundos.
- Los vampiros como nosotros, nos alimentamos de sangre de animales, porque no matamos humanos. En cambio, los cazadores si se alimentan de sangre humana.
- Dos cosas, una, ¿nosotros? ¿Hay más? Y dos, ¿qué es un cazador? - esa palabra también me estaba volviendo loca desde ayer.
- Nosotros somos mi familia Kelsey. Y no pongas cara de sorprendida, se que fue lo primero que pensaste. Probablemente hay otros clanes como nosotros que tampoco se alimentan de sangre humana, pero no están con nosotros aquí, obviamente. Y un cazador es un vampiro que se alimenta de sangre humana y no pertenece a ningún clan. - Otra vez esa palabrita.
- Entendido. ¿Qué es un clan? - Aaron suspiró exasperado.
- Un clan es un grupo de vampiros, como una manada de lobos, algo así como una familia, ¿es que no viste Crepúsculo hace unos minutos? - Abrí lo boca indignada.
- Claro que la vi, pero me dijiste que todo era mentira. - Él me miro después de revolear los ojos.
- Fue una forma de decir, Kelsey Brooks, te tomas todo muy literal. - Me paré y tomé la libreta del cesto de basura.
- Claro que me tomo todo literal, - dije sentándome - acabo de decirte que no entiendo nada de todo esto. Sería más fácil que me dijeras qué partes de Crepúsculo no son reales. - Tomé la lapicera lista para borrar. Aaron volvió a suspirar.
- Bien. Si comemos, si dormimos, los Vulturis no existen, si yo tuviera sexo con una humana definitivamente la mataría, - intenté no sonrojarme ante esa, pero me fue imposible- y probablemente haya un par de mentiras sobre los lobos también, pero eso mejor se lo preguntas a Jake. - Terminé de anotar y lo miré. - Genial, ¿todo claro? - negué con la cabeza - ¿Y ahora qué?
- ¿Comen cualquier cosa?
- Claro, igual, eso no sacia la sed de sangre, pero podemos comer igual.
- Entonces me dijiste que si duermen... ¿Tienen poderes cómo Edward? - Leí en mi cuaderno.
- Bueno algunos sí. - se encogió de hombros.
- ¿Tú los tienes? - estaba extasiada, moría por saber que poder tenía.
- Es algo raro. Los cazadores no tienen ningún tipo de poder, ya sabes, ingieren sangre humana y eso no les permite desarrollar mejor lo que podrían hacer o no con su cerebro. Y los que no bebemos sangre... Bueno, la mayoría tenemos poderes y se notan a través de nuestros ojos. - Junté mis cejas y al parecer Aaron se dio cuenta que estaba confundida. - ¿Notaste que mis ojos son negros?
Como no iba a notarlo si me parecían los ojos más lindos del mundo.
- Si. - Dije alejando cualquier otro pensamiento.
- Bueno, yo puedo ver el futuro. - Mi boca de abrió sorprendida.- Pero no es como tú piensas. Tengo visiones o sueños que me permiten ver cosas que van a pasar, es muy confuso. Tengo que dibujarlo para no olvidarme cada detalle. - No podía creerlo.
- Estas bromeando conmigo.
- No, es cierto. Alex, él puede controlar los elementos, de alguna manera. Chad puede hacer que las personas vean lo que él quiere que vean. Connor puede privar a las personas de sus sentidos, tienes que verlo hacerle eso a Chad cuando intenta comer algo y termina echándoselo todo encima. - Hizo una pausa para que la sonrisa de sus labios se fuera. - Cada uno de nosotros tenemos un color de ojos diferentes. Marrones, azules, verdes, mieles o amarillos y negros. La de nuestros padres son grises, pueden transmitir bienestar a las personas, curarlas y hasta averiguar qué es lo que les pasa con tan sólo tocarlas, por eso son doctores. Y no preguntes como conseguimos los poderes, porque nadie lo sabe.
- ¿Y Duncan? - pregunté recordando que no lo había nombrado.
- Duncan puede leer los pensamientos y manipular los sentimientos. Pero creemos que su poder está fallando o algo así. - Dijo acomodándose mejor en el sillón para mirarme.
- ¿Por qué? - junté mis cejas, mientras veía a Aaron ponerse tenso en su asiento.
Era tan lindo cuando hacia eso.
- Porque no funciona contigo. - Eso era imposible, era alguien normal y corriente, se supone que podía hacerlo. -Él no puede leer tus pensamientos. ¿Recuerdas lo que te paso el día que fuimos al bar de Bill? Bueno, fue Duncan intentando averiguar si sus poderes se estaban extinguiendo. Pero no. Él simplemente no puede leer tus pensamientos. Es por eso que yo fui a plantearte mis dudas al otro día en la escuela. Hablando de eso, lo siento, no quise tratarte así. - Yo asentí con la cabeza.
- ¿Por qué no puede leer mis pensamientos? - Aaron se encogió de hombros.
- Nadie lo sabe, nunca ha pasado. Pero sólo digamos que puede estar fallando un poco. - Asentí y seguí leyendo mis dudas escritas en los márgenes de mi libreta.
- ¿Las vampiras mujeres no pueden quedar embarazadas?
- No lo sé.
- ¿Hay algún código que diga que los vampiros no pueden salir con humanos?
Esa era más por tu propia cuenta, ¿verdad Kelsey?
- ¿Es que acaso eso significa algo? - Su tono de voz iba a volverme loca.
- Contesta la pregunta. - Dije con tono autoritario.
- No, por supuesto que no.
Genial.
- ¿Hay alguna razón por la que los vampiros siempre son sexys?
Ibas tan malditamente bien, era obvio que ibas a meter la pata, como siempre.
Había leído la pregunta sin pensarla y me acuerdo que esa había surgido al ver a Edward sin remera, nadie podía culparme por eso.
Me golpeé mentalmente mientras Aaron reía y se paraba de su asiento dirigiéndose a mí.
- ¿Debería sentirme halagado? - sacó la libreta de mis manos y me hizo parar. Todo mi cuerpo se congeló al tenerlo tan cerca de mí. Mi corazón fue más rápido y mi respiración estaba agitada. Odiaba cuando esto pasaba. - Bailemos. - Susurró cerca de mi cara. Sus ojos estaban clavados en los míos y los míos en los suyos, me hacía sentir nerviosa y ansiosa al mismo tiempo.
- Pero no hay música. - Dije como una estúpida. - Es un cliché si bailamos sin música, y odio los clichés. - Pasé mi lengua por mis labios en un intento de humedecer mi boca.
- Yo también odio los clichés. - Dijo mientras se mecía de un lado al otro tomando mis brazos y pasándolos alrededor de su cuello. Tomo mi cintura e hizo que nos acercáramos un poco más, si es que eso era posible.
- Pero estamos bailando. - Dije dándome cuenta que yo me movía a su ritmo. Aspiré fuertemente llenándome de su olor a nada en particular que me volvía loca. El frío de su cuerpo me llenaba de calor el corazón y no entendía por qué.
- ¿Alguna otra pregunta Kelsey Brooks? - Él tenía que ver hacia abajo mientras yo tenía que ver hacia arriba porque era mucho más alto que yo.
- Sí. Yo... Como... Es que... - Sus ojos estaban tan fijos en los míos, que había olvidado la pregunta. - Lo olvidé. - Él sonrió.
Dios Kelsey, no puedes ser tan idiota.
- Es porque te pongo nerviosa. - Ni siquiera lo había preguntado, era una perfecta afirmación.
- No, es porque tus ojos están muy fijos en mí todo el tiempo.
- Es que soy un gran observador.
Definitivamente nunca iba a acostumbrarme a esta faceta de Aaron Lawrence.
- ¿En dónde quedó el Aaron autista que no contestaba mis simples preguntas en biología? - le dije mientras mi ceño se fruncía con una sonrisa.
- ¿Dónde crees que esta? - dijo acercando un poco más su cara a la mía.
Dios, va a besarte. Va-a-besarte. Más te vale que todos esos años besando al peluche de Tris hayan dado resultado, porque sino el chico va a reírse en tu cara.
- No me respondas con otra pregunta. - le dije volviendo a mojar mis labios con mi lengua.
- ¿Y por qué no? - volvió a sonreír.
- Porque lo odio. - Él emitió una suave risa. - ¿Cuántos años tienes? - Me aventuré a preguntar.
- ¿No sabes que eso no se pregunta? - dijo subiendo una ceja.
Dios, sabía que odiaba que la gente hiciera eso, pero cuando él lo hacia... Basta, necesitaba un tubo de oxígeno.
- Eso solo aplica a las mujeres. - Le dije sintiendo mariposas en la panza al verlo acercarse un poco más.
- Si te digo mi edad, vas a pensar que soy un pedófilo por estar haciendo el horrible cliché de bailar contigo sin música. - Era obvio que intentaba evadir la respuesta, pero no me importaba porque cada vez se acercaba más. Y deseaba con todas mis fuerzas no tener mal aliento porque definitivamente, él lo estaba sintiendo en su cara.
- No puedes decirle a nadie lo que te conté, jamás. - Dije mientras que sus ojos volaban a mis labios. Tragué saliva haciendo que miraran mi cuello y luego volvieran a mis ojos que observaban sus labios con anhelo y miedo.
- Tú tampoco puedes hacerlo. - No me había prometido que no lo haría, pero tenía claro que no se lo contaría a nadie.
Su cara estaba a pocos milímetros de la mía y nuestros ojos solo veían los labios de cada uno, mientras mi aliento chocaba en su rostro y mi pecho subía y bajaba rápidamente contra el suyo. Cerré mis ojos y dejé que todo fluyera.
Sabía que íbamos a besarnos, y no estaba para nada nerviosa. Lo cual era completamente estúpido, porque yo vivía nerviosa acerca de estas cosas.
Sentí el ruido de unas llaves y abrí los ojos de inmediato.
Tris.
Oh Dios. Oh Dios no. Esto no era bueno.
Me separé de Aaron al instante y lo tomé del brazo para arrastrarlo a mi habitación.
- Generalmente espero hasta la tercer cita, pero si tu insistes. - Dijo tirándose a la cama mientras yo cerraba mi puerta con llave. Era obvio que bromeaba, pero no estaba de humor para chistes justo en ese momento.
- Es Tris. Estoy segura que es ella. - Dije dando vueltas en mi habitación pensando que hacer con Aaron.
- Por supuesto que es Tris. Escuché el auto de Jake y sus melosos ruidos de besos mientras se despedían. - Me paré en seco para verlo incrédula.
- ¿Y NO PENSASTE EN DECÍRMELO? - Grité exaltada.
- ¿Kelsey? ¿Estás despierta?
Maldición. Maldita sea. Mierda. Dios, tengo que dejar de maldecir tanto.
Ambos escuchamos la voz de Tris que ya estaba dentro del departamento.
- Estábamos bailando, no quería interrumpir nuestro momento. - No entendía como podía estar tan despreocupado y tranquilo, prácticamente yo estaba en el punto entre la locura y el desquicio.
- Tienes que irte ahora. En este preciso momento. - Dije intentando correr cosas de mi armario para ver si podía meterlo allí.
- Dime a dónde y me voy sin ningún problema. - Seguía tirado en la cama y eso me ponía más nerviosa.
- ¿Kelsey? ¿Estás ahí? - Tris tocó la puerta de mi habitación y yo deje de hacer lo que estaba haciendo al instante.
- Si Tris, ya voy. Es que estoy desnuda. - Sentí la mirada de Aaron quemar en mi piel y para cuando me voltee a verlo, él ya tenía una sonrisa en sus labios y una de sus cejas estaba levantada.
Estúpido y sexy Aaron.
Revoleé los ojos y justo pararon en mi hermosa salvación.
- La ventana. - Dije al instante. Corrí hacia ella y la destrabé. Era un pequeño cuadrado, pero Aaron podía pasar por allí tranquilamente.
- Kelsey, esto es un tercer piso. - Caminé hasta a él y lo tironeé para levantarlo de la cama y lo empujé por la espalda hasta la ventana.
- Y tú eres un vampiro, así que confió en que sobrevivirás. - Seguí empujándolo para que salga por allí, pero él se mantenía firme y divertido ante la situación.
- ¿No crees que será un poco raro que tus vecinos vean a un hombre saltar del tercer piso y caer como si fuera una pluma? - la sonrisa que tenía en sus labios me volvía loca, en todos los sentidos.
- En este momento, lo único que me importa es que Tris no te vea aquí. No quiero que le agarre un ataque y luego termine matándome. - Porque eso podía pasar tranquilamente. Es más, era lo más probable.
- Esta bien. Saldré por la ventana, pero con una condición.
Odio las condiciones. Y odio la sonrisa que tiene en los labios en este momento.
- Si, lo que sea, pero rápido. - Él asintió en conformidad. Y yo seguí empujándolo para que se apure.
- Kelsey, ¿necesitas ayuda? - Tris parecía preocupada.
- Estoy bien, ya salgo. Es que no encuentro el pantalón de mi pijama. - Dije mirando a la puerta mientras seguía empujando a Aaron que ya había pasado una pierna para afuera.
- Yo podría ayudarte si quieres. - Se encogió de hombros.
Esto era demasiado. Su sonrisa me volvía loca y me hacia querer matarlo al mismo tiempo. Pero las mariposas en mi estómago no me lo permitían. Y Tris estaba afuera y si lo veía iba a enloquecer, como siempre. Ya podía escucharla reprochándome que Aaron sólo me traería problemas.
- Me ayudarías saltando por la ventana. - Él comenzó a reír y tapé su boca con mi mano.
- ¿Estás con alguien ahí adentro?
Dios, mi vida era una mierda llena de problemas.
- No Tris, ya voy. - Empujé a Aaron una vez más. - Tienes que irte en serio. Ya te prometí que haría lo que quisieras, ahora vete. - Él me miro con una sonrisa.
- Nos vemos luego Kelsey Brooks. - Y saltó por la ventana. No tuve tiempo de ver si había caído bien o no. Corrí hasta la puerta y la abrí mientras veía a una Tris con el ceño fruncido y las manos en su cintura.
- Hola Tris, ¿cómo te fue con Jake? - pregunté algo agitada.
- ¿Estabas con alguien Kelsey? Dime la verdad. - Mi sonrisa se borró al instante. Dudé en sí debería contarle o no, pero obtuve la respuesta al instante. Tris no tenía que enterarse que yo hablaba con Aaron, como tampoco debía enterarse la verdad sobre Jake.
- Claro que no. Estuve toda la tarde sola, viendo películas y acabo de salir de ducharme. - Tris me miró.
- Pero tu cabello está seco.
Mierda.
- Lo sequé con la secadora, obviamente. - Tris se quedó inspeccionando mi rostro por unos segundos como si estuviera intentando averiguar si decía la verdad o mentía. Suspiró y se encogió de hombros.
- Como tú digas... ¿Qué quieres comer? - Suspiré con alivio y le sonreí.
- Mejor elige tú, no se me ocurre nada. - Murmuró un pequeño 'bien' y se fue por el pasillo. Cerré la puerta y me apoyé contra ella no pudiendo creer lo que acababa de pasar.
Acordándome de Aaron corrí a la ventana para ver si lo veía, pero había desaparecido.
Genial, ahora era amiga de un vampiro.

Aaron Lawrence Donde viven las historias. Descúbrelo ahora