Aaron CAP:49

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Capítulo 49:

Tris tocó la puerta del baño y yo intenté, como pude, hablarle, con mi cepillo de dientes en la boca y un montón de espuma a causa de la pasta dental. Ella abrió la puerta al escucharme divagar como una estúpida y sus ojos volaron a mí con urgencia. Paré todo lo que estaba haciendo para observarla.
- Tienes que venir a ver esto. - Y salió corriendo al final del pasillo, doblando a la izquierda, en donde nuestra asombrosa y pequeña sala se encontraba. Terminé de lavarme los dientes de la manera más rápida que pude y salí disparada al sillón de la sala. Tris estaba parada, prestando atención a las noticias. Me dieron náuseas al ver una foto del orfanato Dream Hood en la televisión. Subí el volumen para escuchar qué sucedía.
"...la policía aún no logra localizar a los padres de todos los niños. Recordamos que muchos de ellos han sido raptados y dados por desaparecidos. El director, Thomas Archivald Polland ha sido llevado a prisión y los menores han sido liberados. Se espera su juicio en un par de semanas para dictar con exactitud la condena. Mientras tanto, el gobierno se hará cargo del lugar hasta encontrar un nuevo encargado. Esperamos..."
Apagué la tele.
¿Qué sentido tenía seguir torturándonos?
Hacía semanas que Tris y yo hablábamos y llorábamos por lo mismo. Aún me sentía seca y deshidratada y triste. Y sabía que ella también. Pero no podíamos seguir faltando a la escuela. Y tampoco podíamos sacar a Tony y a Zoe de ahí adentro.
- ¿Crees... Crees que podríamos...? - Negué con la cabeza antes de que terminara. Su mirada triste me lo decía todo. Pero era imposible.
- No. Sabes que no podemos, incluso lo sabes mejor que yo. - Tris bajó la cabeza, sin querer admitir que yo tenía razón, y tomó su bolso. Agarré mi mochila en silencio y metí una tostada completa en mi boca.
- Eres repugnante. - Dijo, mirándome despectivamente. Tomé otra para el camino mientras intentaba masticar la que tenía en la boca como podía. Tris cerró la puerta del departamento detrás de mí, y tomamos el elevador. Antes de que ella intentara abrir la puerta principal del edificio, metí la otra tostada en mi boca y Tris se rió al ver que mis mejillas se inflaban como una ardilla. - Oh, Dios. - No me había dado cuenta a lo que se refería, porque estaba demasiado ocupada masticando, pero sí. Oh, Dios.
En frente nuestro, a la izquierda, se encontraba Jake, con su auto normal de un chico de diecisiete años, un poco destartalado y a veces fallaba, pero había logrado querer a ese auto. Después de todas las batallas que habíamos tenido por las mañanas, y las veces que había hecho hiperventilar a Tris porque Jake se sacaba la camiseta para arreglarlo, (y lo hacía apropósito, me lo había dicho alguna que otra vez), ese auto tenía todo mi amor.
Pero por el otro lado, a mi derecha, se encontraba Aaron, con su jeep, negro e impecable. El auto que todo vampiro de más de dos siglos tenía por haber cuidado muy bien sus acciones de alguna empresa, o, como Aaron me había contado, había robado a la salida de un bar sólo porque tenía ganas. Todo un príncipe. A pesar de que el auto era de Duncan, según me había contado Alex, pero Aaron lo usaba porque le gustaba y porque Duncan lo odiaba. Recuerdos de la armada, me había dicho Chad. Yo ni siquiera sabía que Duncan había sido militar. Ese auto también tenía todo mi cariño. Recordaba que gracias a él, había besado a Aaron por primera vez. También había presenciado su primera escena de celos, con respecto a Chad, y no olvidaba los hermosos besos de despedida que siempre me daba cuando me dejaba en el departamento.
El punto, era que Jake, y Aaron, ambos, estaban apoyados en sus respectivos autos, mirándose como si estuvieran a punto de desatar la tercera guerra mundial, y ni siquiera habían notado nuestra presencia. No era buena idea juntarlos tanto. Nada terminaba bien cuando los juntábamos por tanto tiempo.
- Tú distrae al tuyo, yo al mío. - Le susurré a Tris, cuando tragué la tostada de repente. Ella sólo salió corriendo hacia Jake y noté cómo sus cejas dejaban de juntarse y su sonrisa se hacía gigante cuando ella lo besaba de repente. Revoleé los ojos.
Buena táctica de distracción.
Yo miré a Aaron, que me sonreía como si supiera lo que tramaba. Abrí mi boca, imitando sorpresa y corrí hacia él, de la misma manera que Tris había hecho con Jake, pero con un poco más de retraso. Él me detuvo cuando estaba a punto de llegar a su lado y lo miré mal.
- Hey, acabas de arruinar un momento. - Le dije divertida.
- La última vez que saltaste sobre mí, Jonathan tuvo que revisar algo que jamás pensé que revisaría. - Reí con fuerza mientras él tomaba mi rostro y besaba mis labios escasamente. Se alejó y achicó sus ojos. - ¿Qué es? ¿Tostada con jalea? - Volvió a besarme los labios y seguí riendo. - ¿De fresa? - Volvió a besarlos una vez más. - De fresa y frambuesas. - Afirmó, mientras tomaba su camiseta y lo empujaba contra mí, besándolo en serio.
- ¡Hey, hey, hey! ¡Manos fuera! - Escuché gritar a Jake. Me alejé de Aaron, pero él no me soltó ni un poco. - ¡Dije manos fuera! - Como Aaron no iba a soltarme, y no porque él quisiera que yo siempre esté entre sus brazos, era sólo porque quería fastidiar a Jake, me separé de él por completo y Tris me sonrió, divertida por la situación. - Muy bien. - Abrazó a Tris, a pesar de que sus ojos no se despegaron de nosotros. Le hizo una extraña seña a Aaron, comunicándole que sus ojos estarían sobre él todo el tiempo, y por supuesto, porque Aaron era extremadamente maduro, levantó su dedo del medio hacia Jake y me tomó de la cintura mientras abría la puerta del auto por mí.
Eran un caso completamente perdido.
- Entonces... - Intenté no sonreír ante el tono de incomodidad de Aaron. Él nunca estaba incómodo, y las pocas veces que me lo demostraba, luchaba por no reírme en su cara. - ¿Cómo estás? - Me lo estaba haciendo muy difícil. Observé que evitaba mirarme y sus ojos estaban atentos al parabrisas mientras arrancaba el motor del auto.
- Muy bien. - Dije, mirando a Tris y a Jake que estaban entrando a su auto.
- ¿Y qué tal Tris? - No sabía a qué se debía sus incómodas preguntas que sólo me hacían querer reír.
- Como loca. El asunto de lobos y vampiros la tiene algo mareada. Aún piensa que Jacob es primo de Jake y que lo verá en alguna reunión familiar. Detalles. - Vi cómo le arrancaba una sonrisa del rostro.
- Entonces no le importa que... Ya sabes... Tú y yo... - Negué con la cabeza, a pesar de que no me miraba.
- No. Sólo me dijo que si llegas a romperme el corazón te molerá el cerebro a patadas. - Y la sonrisa crecía.
- Entonces estamos perfectos, porque no tengo pensado hacerlo. - No respondí. Sólo me quedé callada, mirando hacia adelante mientras Aaron aceleraba y rebasaba a Jake mientras conducía hasta la escuela. No estaba muy lejos y la atmósfera era incómodamente linda. De ese tipo en el que ninguno sabe qué decir porque están demasiado embobados pensando en lo lindo que es el otro. Y no sabía si Aaron lo estaba haciendo, pero yo sí. Todo mi cerebro tenía escrito Aaron e imágenes de él se plantaban en mi cabeza como posters de mis bandas favoritas. Sentía que flotaba y vomitaba mariposas y arcoíris de lo feliz que estaba. Aunque el hecho de sentirme tan feliz, sólo hacía que la culpa creciera al recordar a Tony y a Zoe. Pero me obligué a mí misma a no torturarme más con ese asunto.
Cuando menos me di cuenta, Aaron abría la puerta por mí y me ayudaba a bajar en el lugar en que siempre nos encontrábamos a la salida de la escuela, a escondidas, en el estacionamiento de la escuela. Salí del auto, aún embobada y sentí su mano tomar la mía mientras tiraba de mí para que comenzara a caminar.
- Espera. - Dije, como de costumbre.
- ¿Qué pasa? - Sus ojos me veían sin entender y lo comprendí al instante. En mi cerebro, nuestra relación aún era secreta, aún Tris no sabía nada, y aún Aaron se fastidiaba conmigo cada vez que lo alejaba cuando veía que alguien se acercaba.
- ¿Y si esperamos? - Miré nuestras manos entrelazadas, intentando darle una pista de lo que hablaba, y se dio cuenta cuando me solté de su agarre.
- ¿Por qué? - Su tono de voz de niño de cinco años decepcionado porque no le han comprado lo que quería, me rompió el corazón. Él no lo entendía, y yo tampoco me entendía a mí misma, pero así lo sentía y se me hacía tan difícil encontrar una explicación que no fuera porque sí.
- No lo sé... Entrar de repente a la escuela... Los dos tomados de la mano... No creo que sea una buena idea. - Aaron negó con la cabeza y juntó sus cejas, aún sin entenderme. - No quiero tener que escuchar a todo el mundo susurrar cada vez que paso por los pasillos, y si vuelvo a encontrar una nota en mi casillero diciendo que eres de una persona anónima y que debo alejarme de ti, voy a golpear a la primera que se me acerque a preguntarme si estamos juntos. - Me miró absolutamente serio y movió la cabeza casi imperceptiblemente.
- De acuerdo, si eso es lo que tú quieres. - Un silencio asqueroso nos invadió y sentí como si me hubiese tragado una piedra de cinco kilos y se hubiera clavado en mi estómago de repente. Me acerqué a él y me puse de puntitas de pie para besar sus labios despacio. Él apenas los movió.
- Pero podemos almorzar juntos si tú quieres. - Sonreí y Aaron asintió con la cabeza mientras lo volvía a besar. - Adiós. - Me alejé, sin escucharlo decir respuesta alguna. El sentimiento de culpa me invadió como si me hubieran echado un balde de agua fría encima y me obligué a no darme vuelta para verlo ahí parado, con su cara de perrito mojado, porque me sería imposible no correr hacia él y decirle que me arrepentía de lo que acababa de decir. Era un sentimiento extraño que me comía de adentro hacia afuera, pero me decía que no era lo correcto decirle a todo el mundo que estaba con Aaron. Y no tenía nada que ver con él. Definitivamente, yo era el problema.
(...)
- Entonces... - Apreté la mandíbula fastidiada, mientras interrumpía a Alex.
- ¿Por qué todo el mundo está usando esa estúpida palabra? - Mi humor había decaído desde la mañana. Y estaba insoportable. No había forma de negarlo. Me arrepentía de haber tratado a Aaron de esa manera y me arrepentía aún más de estar tratando a todos como si fuera una bruja. Pero era adolescente. El cambio de humor por mis estúpidas acciones me perseguiría hasta el día de mi muerte. O el día en que madurara. Pero no veía que eso ocurriera dentro de poco.
- Entonces... - Lo golpeé, porque sólo lo estaba haciendo para fastidiarme, y sonrió como un muñeco Ken, lo cual hizo que quisiera arrancarle todos y cada uno de sus dientes con una pinza. - ¿Podrías tranquilizarte? Sólo fuiste una idiota. Aaron está acostumbrado. - Lo volví a golpear, porque no tenía una respuesta a eso, y porque no estaba de humor como para que Alex me llamara idiota. Ya sabía que lo era. Un recordatorio sólo me fastidiaría más. - Mira, la vida es difícil, todos cometemos errores y decimos cosas estúpidas alguna que otra vez. Tú te pasas, pero ese no es el punto. Sólo dile que quieres ir despacio, y aunque no le guste, tendrá que aceptarlo. - Paré de caminar de repente al escuchar el timbre que indicaba que era la hora del almuerzo. Una muchedumbre de personas hambrientas me empujó de hombro a hombro mientras caminaban todos en la misma dirección. Alex me sostuvo de los hombros para que no me cayera y empujó de mí un poco para que siguiera caminando. Me importó muy poco que todos los que pasaban a nuestro alrededor se nos quedaran mirando como si fuéramos dos extraterrestres verdes en el medio del pasillo de la escuela. No entendía por qué no me importaba que me vieran con Alex pero sí con Aaron. Era un problema interno, obviamente. Tendría que ir al médico para que me revisara el cerebro. Para que le diera un par de golpes, así tal vez funcionaría mucho mejor. - Recuerda lo que te dije cuando te ponga los ojos de perrito. - Alex dio una palmada en mis hombros y me empujó de repente, casi haciéndome caer. Observé que me sonrió con extremada gracia y luego caminó hasta las puertas de la cafetería y entró por allí.
Miré adelante y mis ojos se abrieron aún más. Aunque lo sospechaba. Desde el momento en que apareció detrás de mí y me asustó porque era sigiloso como un ninja. Aaron estaba parado a un lado de la cafetería, con su espalda completamente apoyada a la pared, junto con uno de sus pies. Su mochila, estaba apoyada en el piso, a su lado, y en una de sus manos, había una manzana verde mordida. Su boca masticaba lentamente y observaba todas las caras que pasaban cerca de él y lo observaban como me habían observado a Alex y a mí segundos antes. Consideré, firmemente, dar media vuelta y salir corriendo antes de que él me notara. Y no sabía por qué de repente me ponía nerviosa al estar cerca de Aaron. Supuse que era porque todos estaban mirándonos. Se sentía como cuando apenas lo conocía, que me causaban escalofríos su mirada, y quería estar lo más alejada de él que pudiera. Había pensado demasiado, y la última opción, que era comprar una granja y cuidar patos, se había ido por la borda cuando Aaron posó sus ojos en mí y sonrió. Sus labios brillaban y supuse que era por el jugo de la manzana. Los hacía incluso más irresistibles. Lo saludé con una mano, y me quedé estática en mi lugar mientras lo veía acercarse a mí, despacio y con tranquilidad, completamente diferente al Aaron de esta mañana. Me pregunté si acaso él era el bipolar, o sólo yo. O tal vez ambos.
- Lamento tanto lo de esta mañana... - Comencé, cuando él se paró frente a mí, invadiendo mi espacio personal por completo. Aún no estaba segura si lo hacía apropósito, o si olía mis nervios y le gustaba saber que me ponía nerviosa cuando lo tenía cerca, tal vez sólo escuchaba mi corazón ir a mil por hora y bombear sangre con rapidez y le hubiese gustado darme una probada. Otra vez. No lo sabía, pero algo me decía que iba a enterarme en muy poco tiempo.
- No importa, en serio. Te entiendo. - Mi cara se desfiguró completamente. Había practicado mi discurso toda la mañana y no le había prestado atención a las lecciones, sólo para que él me respondiera eso. Claramente había perdido el tiempo, y eso hizo que me fastidiara más. No con Aaron, obviamente, conmigo misma. - ¿Comemos? - Me costó alrededor de un minuto asentir con la cabeza para indicarle que estaba de acuerdo, y ni siquiera sé cómo hicieron mis piernas para caminar detrás de él. Lo único que le mandaba claras señales a mi cerebro, eran mis ojos. Que detectaban a todos observándome. Y a Aaron también. Un nudo se me hizo en el fondo del estómago y me dieron ganas de vomitar. No me gustaba llamar la atención, no me gustaba para nada que la gente me viera. Prefería ser invisible, y ser una niña feliz. Ser el alma de la fiesta, era más de Tris, a mí me bastaba con estar en un rincón, sin que nadie me molestara, haciendo mis cosas, no metiéndome con nadie y no dejando que nadie se metiera conmigo. Pero cuando se trataba de que gente que no conocía me observara de arriba abajo, escuchándolos susurrar mi nombre y sabiendo que hablaban de mí... Me volvía loca. Mi cerebro se freía en mi cabeza y mi corazón lograba explotar en mi pecho. Y me fastidiaba, al mismo tiempo, ser tan idiota. Porque no era tímida, en absoluto, sólo no me gustaba que todos me miraran como me estaban mirando en ese momento. Como si fueran capaces de juzgarme, porque se creían mucho mejor que yo. Y odiaba que Aaron se hubiera acostumbrado a eso, porque no se lo merecía para nada. Me dieron ganas de sacarles los ojos a unos cuantos individuos que no paraban de reírse de nosotros mientras caminábamos por la cafetería. Obviamente todo empeoró cuando me senté en la mesa de los Lawrence, porque ya no había susurros, era un completo silencio en el que no se escuchaba a una mosca volar. Me molestaba tanto que ni siquiera se esforzaran en disimularlo. No. Todos estaban viéndonos y juraba que algunos ni siquiera parpadeaban.
- Me siento una estrella porno. - Chad casi hace que una sonrisa se posicionara en mi rostro. Alex golpeó mi hombro con el suyo y me guiñó un ojo. - Kelsey no se está riendo de mis chistes. Algo está sucediendo aquí. - Connor revoleó los ojos.
- Tal vez es por el hecho de que no son para nada graciosos. - Chad subió los pies a la mesa y se cruzó de brazos.
- ¿Estás intentando decirme que no soy simpático? - Me sentía una especie de Duncan mientras veía que Aaron seguía devorando su manzana y no le prestaba atención a nada. Excepto a mí. Su sonrisa me estaba poniendo los nervios aún más de punta.
- Estoy intentando decirte que tus chistes son una mierda. -Luchaba con todas mis fuerzas por reírme a carcajadas, pero me sentía demasiado intimidada.
- Tus labios se mueven y emiten un sonido extraño, pero aún no comprendo lo que dices. - Connor tomó su frente y peinó su cabello hacia atrás.
- Digo, que NO-ERES-GRACIOSO. - Chad hizo una seña hacia todos nosotros y juntó sus cejas.
- ¿Alguno entiende lo que dice? Porque yo no. - Clavé mi mirada fija en la mesa y procuré no levantarla para nada.
- Acabo de confirmar mi teoría de que puedes ser más imbécil si te lo propones. -Connor sonaba muy exasperado, y me pregunté qué andaría sucediendo entre ellos dos, ya que se veían más fastidiosos de lo que en verdad eran cuando se trataba de la relación del uno con el otro.
- De acuerdo, tenemos que hablar. - Levanté mi vista en el momento en que Tris se sentaba en nuestra mesa, junto a todos los Lawrence.
- ¿Qué estás haciendo tú aquí? - Las palabras salieron de mi boca aún más agresivas de lo que en realidad quería decirlas. Ella me miró mal e hizo una seña hacia Jake, que estaba parado a unos cuantos metros por detrás de ella. A pesar de que me sentía algo aliviada porque Tris había aparecido como mi salvación, también me di cuenta de que ella era parte del escuadrón de las porristas. Y eso significaba que era bastante conocida en la escuela, tal vez no la más popular, pero sí era conocida. Las tripas se me revolvieron.
- Ven. - Le ordenó a Jake, que se acercó a regañadientes a muestra mesa. Llevaba una bandeja con comida de la cafetería en sus manos y se veía tenso desde la punta de los pies hasta el último cabello perfectamente peinado de su cabeza. - Sentado. - Le dijo Tris, mientras lo veía quedarse junto a ella, intentando mantenerse lo más alejado posible de nosotros. Jake le hizo caso, después de insultarse a sí mismo unas diez veces. Tris sonrió como una niña que obtiene lo que quiere y acarició su cabeza. - ¡Buen chico! - Metió una de las uvas de su plato de comida en la boca de Jake y observé cómo él la comía con desagrado y placer al mismo tiempo.
Eso sí me hizo sonreír.
Miré a los Lawrence, que contenían las risas y estaban a punto de decir algo ofensivo sobre la escena que Jake y Tris acababan de darnos. Hasta Duncan mordió su labio inferior para no sonreír, un acto que me causó suma ternura.
- Al primero que dice algo, le arrancó la garganta. Con mis dientes. - Fue lo único que dijo Jake, y a pesar de que los Lawrence no temían de sus amenazas, se quedaron callados. Porque Tris y yo les dimos la mirada. Sobre todo a Aaron, que se deleitaba de la escena como si fuera su nuevo regalo de cumpleaños. Me imaginaba lo difícil que sería para Jake tener que sentarse con ellos, sólo porque quería complacer a Tris, como siempre. También me imaginé lo que la gente pensaría. Todos sabían que Jake odiaba a los Lawrence, y todos sabían que los Lawrence no lo soportaban para nada... Las tripas siguieron revolviéndose.
- No voy a armar una escena, sólo porque todos están mirándonos y porque no quiero que Gina y Jonathan tengan que venir por una estupidez, así que sólo haré como si no existieras. - Aaron sonrió con todos sus dientes, y juro que casi llegué a ver sus colmillos crecer, de la satisfacción que corría por su cuerpo. - ¿Qué se te ofrece? - Tris miró mal a Aaron, y era una mirada que estaba comenzando a hacérsele costumbre. No me gustaba. Pero peor sería que le revoleara lo primero que se le cruzara, por la cabeza. Aaron lo esquivaría, por supuesto, pero Tris no se rendiría tan fácilmente.
- Dado el hecho de que ahora todos saben que ustedes dos están juntos...
- Nosotros no... - Dijo Aaron, pero lo interrumpí.
- Todavía nadie lo sabe... - Tris revoleó los ojos.
- Como decía... Dado el hecho de que ahora todos saben que ustedes dos están juntos, me pareció correcto invitarlos oficialmente a la fiesta de Halloween que organiza la escuela este año. - Junté las cejas mientras los demás reían con fuerza y escuchaba los susurros aumentar a nuestro alrededor.
- Nosotros no vamos a fiestas que organiza la escuela. - Chad se balanceaba en la silla mientras reía y cruzaba sus brazos por detrás de su cabeza.
- Bueno, boo-hoo, niño bonito, irás a esta. - Tris puso una cara extraña que me hizo reír, y que ofendió a Chad. - Aquí tienen las entradas, yo invito. - Dejó una tarjeta en frente de cada uno de los chicos que las miraron extrañados. - Los disfraces van por su cuenta.
- ¿Disfraces? - Alex parecía horrorizado.
- Sí, es una fiesta de Halloween, tienen que ir disfrazados. - Su tono de obviedad hizo que revoleara los ojos. Escuché la risa de Connor de fondo al ver la cara de ofensa que Chad y Alex tenían.
- Mira... - Comenzó, tomando la tarjeta y arrastrándola por la mesa hacia Tris. - Estamos muy agradecidos por la invitación, de verdad que sí, pero no vamos a ir. - Tris tomó la invitación de donde la había dejado y la empujó por la mesa al igual que Connor había hecho.
- Mira... - Repitió, casi igual que él. - No me caes bien. - Negué con la cabeza y la golpeé con mi palma al notar la poca paciencia que Tris tenía. - Tú y tu amigo de aquí, - señaló a Chad - son insoportablemente insoportables. El hecho de que actúen como dos niños todo el rato no los hace más geniales, apuesto a que es todo lo contrario. A ti, Argon Lawrence...
- ¿Tan difícil es mi nombre? Creo que hasta las rubias pueden sacarlo. ¿Por qué tú no? ¿Acaso no es natural? - Golpeé a Aaron con todas mis fuerzas en el estómago mientras Tris sostenía el brazo de Jake que intentaba tirarse encima de él para matarlo.
- Sólo quiero que sepas... - Continuó Tris, cuando pudo calmar la situación. - Que si en algún momento se te ocurre proponerle matrimonio a mi hermana, y es el día de su boda, y ella comienza a entrar bajo presión y pánico porque se da cuenta del bruto y estúpido que tiene a su lado y tendrá para siempre hasta el día que se muera, yo, como dama de honor, no la ayudaré a que se calme y te dejara plantado en el altar y tendrás que vivir con ese trauma para siempre. Y luego yo, y mi novio, patearemos tu trasero. Con fuerza. - Sonreí mientras observaba a Jake abrazar a Tris por los hombros y poner una cara que mezclaba orgullo y disgusto por lo que había dicho Aaron anteriormente.
- Oh, hombre... Kelsey es muy propensa a entrar en pánico y presión. - Bromeó Alex y Aaron negó con la cabeza, haciéndole entender que no estaba para bromas. Sabía que se había tomado en serio todas y cada una de las palabras de Tris. Y sabía que Tris había hablado en serio. Así que esperaba cero ayuda cuando cundiera el pánico en mi boda.
- Tú. - Tris señaló a Alex esta vez y entrecerró sus ojos mientras él se hundía un poco en su silla. Alex también odiaba llamar la atención. - Tú me agradas. - Sonreí aún más al notar que las mejillas de Alex se ruborizaban. Tris se encogió de hombros mientras metía una uva en su boca e ignoraba a Jake que la miraba con completo enojo. - Me dan ganas de tomar tus mejillas y apretujarlas hasta dejarte moretones. - Reí, porque la entendía. Eran el tipo de cosas que cruzaban por mi mente cuando observaba a Alex por más de treinta segundos. Él sólo dejó su mirada fija en la mesa y no respondió a mi choque de hombros. Me causó aún más ganas de apretarle toda la cara hasta que él quitara mis manos porque sabía que le fastidiaba. Ya lo había intentado. - Y luego estás tú... - Duncan apenas la miró. Él era el único que no parecía intimidado ni enfadado por la presencia de Tris en la mesa. - Tú... Tú... No lo sé. No he decidido aún si me caes bien o mal. Pero eres espeluznante. Tu mirada me causa escalofríos. - Él juntó sus cejas, sin decir una palabra, mientras Tris sacudía su cuerpo, como si escalofríos hubiesen recorrido su espalda. - Bueno, mi obra de caridad del día está hecha. No pueden decir que no soy una buena persona. Vamos. - Se paró luego de que Jake lo hiciera y se fueron a sentar a una mesa cualquiera. En donde los vi hablar, mientras Tris sonreía y besaba a Jake, que seguía con el ceño fruncido. Nunca le perdonaría el hecho de que había pasado tan sólo unos pocos minutos en la misma mesa que los Lawrence, pero aún así, se me hacían tiernos, tal vez un poco empalagosos, pero tiernos al fin.
- Tris es... - Miré a Aaron antes de que pudiera terminar la oración y él captó el mensaje mientras volvía a morder su manzana. - Especial. - Dijo cuando tragó el trozo que tenía en la boca. Sonreí.
- Yo no la definiría de esa manera, es más... - Alex se paró, deteniendo a Connor, antes de que pudiera decir lo que sea. Tris podía ser muchas cosas, pero la única que tenía el derecho de decir alguna de ellas en voz alta, era yo. Nadie más.
- ¡De acuerdo! - Dijo superponiendo su voz a la de Connor y a la de los susurros que nos rodeaban y a cualquiera que intentara hablar en la cafetería. - Kelsey y yo iremos a buscar comida. - Chad arrugó el rostro.
- Pero la razón de que no comamos en la escuela, es porque la comida es asquerosa. - Miré a Alex y sonreí porque aún estaba algo rojo.
- Está bien, yo tampoco tengo mucha hambre. - Él tiró de mi brazo repentinamente haciendo que me parara y luego caminó casi arrastrándome por alrededor de la mesa. La mirada de todos sobre nosotros hizo que mis ganas de matar a Alex crecieran de sobremanera. No quería ir a buscar comida, y no entendía sus ansiosas ganas de que lo hiciera. - Alex. Estoy bien. Suéltame. - Le dije, tirando de mi brazo, al igual que él estaba haciendo. Sabía que no estaba poniendo todo de sí, porque si hubiese hecho fuerza de verdad, probablemente me hubiera arrancado el brazo. Me sentía incómoda porque no sólo toda la cafetería veía como luchaba por liberarme de su agarre, sino que los Lawrence también nos observaban con bastante gracia. La vergüenza recorrió todo mi cuerpo como una repentina ola de calor y se instaló en mis mejillas. Estaba roja, lo sabía.
- ¿Quieres que te suelte? - Alex levantó sus cejas, aún tirando de mi brazo. Yo asentí con la cabeza, intentando disminuir las miradas al no hablar. - Bien. - Sus dedos dejaron de encerrar mi brazo repentinamente y toda la fuerza que había estado haciendo para liberarme, se fue en mi contra. Trastabillé hacia atrás y escuché a varios reír y exclamar, porque sabían que estaba a punto de caer. Y yo también lo sabía. Intenté equilibrarme en ese mínimo segundo en el que me di cuenta que caía, pero ya era demasiado tarde. Reprimí el grito que quería escapar de mi garganta cuando sentí que mi trasero tocaba algo lo suficientemente blando como para saber que no era el suelo.
Iba a matar a Alex después de lo que sea que pasara.
La sonrisa de Aaron se hizo más grande mientras me sostenía de la cintura para que no fuera más atrás de lo que ya estaba sobre sus piernas. Si lo que antes había sentido que era un silencio incómodo, con algún que otro susurro y risa de parte de alguien anónimo, no conocía el silencio que había seguido de la exclamación de los que estaban más cerca de nosotros al ver lo cerca que estaba de Aaron. Podía sentir a todos hacerme agujeros en el cuerpo de lo mucho que me veían, y me quedé petrificada al notar que él se acercaba a mí casi mordiendo su labio inferior y me besaba.
Fue un beso extraño. Pero no por su culpa, por la mía, obviamente. Me sentía tan incómoda e insegura en frente de todos, y ahora Aaron me besaba, y escuchaba a todos susurrar otra vez. Ya me sentía lo suficiente apenada cuando Aaron me besaba en frente de sus hermanos, y tenía que escuchar las millones de bromas de Chad y Connor sobre que debíamos conseguirnos una habitación, luego de varios meses me había acostumbrado y hasta me había atrevido a mandarlos al diablo. ¿Pero cómo hacía para mandar al diablo a toda la escuela? No tenía idea, aunque esperaba que Aaron me ayudara a averiguarlo. Sus sabrosos labios con gusto a manzana no se detenían, y a pesar de que me importaba demasiado que me estuviera besando, decidí disfrutarlo, porque, bueno, estábamos hablando de los besos de Aaron. Los mejores besos del mundo. Tampoco era como si hubiera besado a muchos chicos antes... A ninguno, si lo pensaba bien y no contaba el peluche de Tris, que sí era hombre, pero estaba segura de que a pesar de besar a un millón, dos millones, tres o cuatro, sus besos siempre serían los más lindos, lo más sabrosos, los mejores.
Sentí que se alejaba de mí, depositando un pequeño beso al final, y me costó abrir los ojos, porque eso significaría que tendría que enfrentar las miradas de todos sobre nosotros y ese pensamiento sólo hacía que mis mejillas se tornaran más rojas. No podía verme, pero podía sentirlo. Al fin y al cabo, los abrí, y la sonrisa de plena felicidad de Aaron, me hizo negar con la cabeza y sonreír, a pesar de que no quería.
- ¿Lo suficientemente despacio? - Preguntó y dio un mordisco a su manzana. Miré a Alex, que estaba parado a unos metros de nosotros y nos sonreía con orgullo.
- Ustedes planearon todo esto. - Reí mientras volvía mis ojos a Aaron y él se encogía de hombros.
- No sé de qué estás hablando. - Escuché a Alex, intentando reprimir las carcajadas que sabía que saldrían de su garganta de una manera u otra.
- Sólo no pude resistirme. - Aaron masticaba la manzana y hablaba al mismo tiempo, y me pregunté, otra vez, cómo hacía para hablar y hacer que la comida que estaba en su boca no pudiera verse, incluso de lo cerca que yo estaba. - Tú me provocaste. Técnicamente hablando, te caíste sobre mis pantalones. - Quise golpearlo. Pero era demasiado lindo como para que pudiera hacerlo. Además, si él lo quería, podía romperme una mano, así que sería bueno no jugar con esa posibilidad. Una risa cerca nuestro me despertó de mi pequeña ilusión de cuento de hadas y observé a un grupo de chicos sentados en una mesa, mirándonos y riendo mientras uno de ellos me susurraba sin hablar 'ramera'. Me molesté conmigo misma por el simple hecho de poder leer los labios. Mis ojos se corrieron de ellos a una mesa repleta de chicas que me miraban despectivamente y luego se reían al escuchar los susurros de alguna de ellas. Como si mis ojos fueran algún tipo de escáner, recorrieron toda la cafetería, y notaron, más o menos, la misma reacción en todas las mesas que podía observar. Excepto en la que estaban Tris y Jake, Jake había revoleado los ojos y Tris tenía la boca por los suelos, hasta que notó que la estaba observando e intentó hacer como si no nos había visto. Luego de sentir que toda mi alegría caía al fondo de mi estómago y se hacía un nudo para no dejar que nada pasara por allí y estacionar un agudo pinchazo que se adueñaba de mi cuerpo, miré al suelo, intentando disimular que me afectaba bastante lo que sucedía a mí alrededor. Me revolví algo incómoda en las piernas de Aaron y estuve a punto de levantarme para salir corriendo porque ya no toleraba absolutamente a nadie, y menos el acoso que estaba recibiendo, por el simple hecho de estar con la persona que amaba. Pero Aaron me detuvo. Con una de sus manos tomó mi rostro e hizo que lo mirara. Aún tenía una sonrisa en la cara, pero sus ojos destellaban un poco de decepción. Supongo que nunca pensó que sería tan superficial.
- Sólo mírame a mí. - Me susurró de una manera tranquilizadora. Respiré profundamente e intenté decir algo, incluso asentir con la cabeza, pero me fue imposible moverme. - Si tú quieres que no te bese más, sólo tienes que decirlo. Pero dime, Kelsey Brooks, ¿no te parece un poco injusto el hecho de dejar que todos estos idiotas nublen tu juicio por el simple acto de un inocente y para nada planeado beso? - Mordí mi labio inferior para no sonreír y él lo notó. Tragó saliva, y no estaba segura si era porque mi acción le había afectado, o si todavía quedaba un poco de manzana en su boca. - Yo creo que deberías besarme para que quede claro que yo soy tuyo, y que tú eres mía, por supuesto. - Y ahora sí sonreí. - Vamos, ¿a quién le importa lo que estos imbéciles piensen? Dentro de cinco años ni siquiera recordaras sus rostros. Sólo seremos tú y yo. Así que sólo bésame. Vuela mi mente regalándome uno de tus besos, como siempre haces. - Su sonrisa se hizo más amplia y uno de sus dedos movió un poco de cabello que caía sobre mi cara y lo puso detrás de mi oreja. Su tacto me puso la piel de gallina y lo notó, porque sus dedos se quedaron pegados a mi piel por unos cuantos segundos, haciendo que mi cuerpo tiritara como si estuvieran pasando un cubo de hielo por mi rostro.
¡A la mierda!
Me incliné y mis labios buscaron los suyos encontrándolos de inmediato. Un par de aplausos y gritos a mi espalda me hicieron sonreír y reconocí a Alex, Chad y Connor como si hubiese vivido toda una vida con ellos. Aaron tomó mi cintura con más fuerza y tiró de mis piernas para acercarme a él todo lo que podía. Rodeé su cuello con mis brazos y sentí que me elevaba de repente, a pesar de que Aaron seguía besándome y sosteniéndome con fuerza. Me alejé de él riendo y observé que comenzaba a caminar, ignorando a los chicos, que seguían gritándonos cosas que no tenían sentido alguno.
- ¿A dónde me llevas? - Le dije cuando pude calmar mi risa, él me miró, se encogió de hombros e hizo una extraña mueca con sus labios.
- Lejos de la mirada de todas estas personas que no se merecen una demostración de amor verdadero. - Reí más fuerte cuando hizo que saltara un poco en sus brazos y volvió a besarme.
- ¡Te volviste loco! - Dije entre risas. Aaron aún me levantaba en el aire y daba unos cuantos pasos dirigiéndose a la puerta principal de la cafetería.
- Tú eres la responsable de eso también. Me he vuelto loco, pero sólo porque te tengo a mi lado. - Seguí riendo y lo abracé por el cuello, posicionando mi cabeza sobre su hombro. Tuve una clara vista de todos los estudiantes completamente anonadados y observándonos como la atracción principal. Los vi susurrar, reírse, mirarme mal, incluso susurrarme cosas, pero en ese momento me importó tan poco. Estaba en los brazos de Aaron, y su sonrisa, la que tenía en ese momento, de completa y plena felicidad, lo valía todo e incluso más. Busqué a Tris entre la multitud, y la descubrí sonriendo. En cuanto se dio cuenta de que la observaba, negó con la cabeza, aún con una sonrisa y apoyó su cuerpo sobre el de Jake, que a pesar de que no parecía contento por lo que estaba pasando, estaba segura de que podría haber sido mil veces peor. - Oh, hola Profesor Young. - Las palabras de Aaron hicieron que me despertara de mi cuento de hadas y al observar al frente, descubrí a nuestro profesor de Biología, el Señor Young, entrando a la cafetería y mirándonos a ambos como si fuera la última cosa que creería que jamás vería.
- Señor Lawrence, Señorita Brooks. - Dijo, completamente pasmado. Contuve las risas como pude y noté que Aaron intentaba hacer lo mismo. - ¿Se encuentra todo en orden? - Aaron me miró y sonrió como nunca antes lo había visto sonreír.
- Todo está más que perfecto. - Y luego siguió caminando, sin dejar de mirarme. Se dirigió al estacionamiento y supe que ese día no volvería a la escuela.
Este chico estaba comenzando a interferir con mi educación...
¿A quién le importaba?
(...)
Bill volvió a darme una extraña sonrisa desde detrás de la barra cuando terminé de pasarle mis pedidos y no pude soportarlo más.
- ¿Qué diablos te pasa? - Ni siquiera me controlé pensando que era mi jefe. Desde el momento en que había llegado al bar, hasta el momento en que mi turno estaba a punto de terminar, es decir, ahora, él me había visto extraño, sonreído extraño, hablado extraño y un millón de cosas más que no podía describir.
- ¿Quieres contarme algo, Kelsey? - Entrecerré mis ojos y me quedé callada, intentando averiguar de qué hablaba. Una idea que me puso nerviosa se me vino a la cabeza, pero no me controlé tampoco como para escupírselo como vómito verbal.
- Está bien. La semana pasada no estaba enferma. Tuve unos problemas personales y Tris... - Él levantó las manos interrumpiéndome y negó con la cabeza mientras tomaba un vaso y un trapo para secarlo. No podía contarle a Bill lo del orfanato, no cabía ninguna posibilidad.
- ¡Ya sé que no estabas enferma! Ya sé que siempre que me dices que no puedes venir, no estás enferma, o no estás estudiando, o no te has roto un brazo. Lo sé. Pero prefiero hacerme el tonto, porque me caes bien, y porque Tris me ha pedido un montón de veces que te perdone, y porque al bar le está yendo mucho mejor que nunca al tener a dos lindas meseras jóvenes. Además de que casi siempre descuento tu paga los días que no vienes... - Me senté en una silla en frente de él, porque todas las pocas mesas que quedaban estaban atendidas y no veía que nadie necesitara de mis servicios. Bill me guiñó un ojo, de forma cómplice y se apoyó sobre la barra. - Lo que quiero, es que me digas la verdadera razón por la que no vienes. - Mis manos se juntaron sobre la mesa y mis dedos se enrollaron y estrujaron entre sí, sin mi consentimiento.
- Y esa razón es... - Alargué cada palabra de la oración, esperando que Bill no supiera lo que pensaba que sabía. Porque si lo sabía, estaba jodida. Él se quedó en silencio, como si intentara darle suspenso al asunto, haciendo que mis dedos se pusieran más inquietos y ya podía sentir cómo comenzaba a sudar.
- ¡Que sales con Aaron! ¡Por supuesto! - Mi cuerpo se relajó en la silla y mis manos se desenlazaron al instante.
- Ah, sólo era eso. - Bill juntó las cejas.
- ¿Cómo que "sólo era eso"? - Sacudí la cabeza y sonreí.
- Nada, sólo... ¿Cómo te enteraste? - Él se encogió de brazos.
- La pregunta sería, ¿cómo no me enteré? Todo el pueblo está hablando de eso. - Tragué saliva mientras sentía que mis ojos se abrían más de lo normal. - Resulta que los Lawrence son algo famosos cuando se trata de relaciones. Y cuando las madres escucharon que uno de los hijos de Gina y Jonathan se había estado besuqueando con la chica nueva del pueblo, a la cual la tienen como bastante misteriosa, por el simple hecho de que no se han corrido chismes de ella sólo a partir de éste, la gente lo ha convertido en un festín. Eres la charla que alimenta las cenas de todas las casas del pueblo, Kelsey. - Suspiré y tomé mi frente.
- Me sorprende que no lo hayan puesto en el periódico. - Bill rió.
- Espera a mañana, princesa. Yo creo que son muy capaces. - Sonreí, porque si no me largaría a llorar.
- ¿De qué hablan? - Tris se sentó en la silla junto a mí y nos sonrió.
- De que tu hermana está saliendo con Aaron Lawrence. - La sonrisa de Tris se borró por completo de su rostro y el fastidio se posicionó en su lugar.
- ¿Otra vez de Argon? Todo el mundo me ha preguntado por ustedes dos en la escuela. No los soporto. - Ya éramos dos. - Oh, y hablando de eso, ¿a dónde se fueron? Porque no te volví a ver después de clases y Jake y yo te esperamos pero no regresaste. - Mi teléfono sonó de repente en el bolsillo delantero de la falda de mi uniforme y nunca jamás me había alegrado de que Bill nos dejara usar el celular si se trataba de una emergencia. Y ésta definitivamente lo era. Haría lo que fuera con tal de no soportar los interrogatorios de Tris, y ahora que sabía la verdad sobre Aaron y yo, estaba convencida de ser la mejor amiga en el universo y quería que se lo contara absolutamente todo. Hasta el último y más preciso detalle. Pero evitando el nombre de Aaron, seguía sin soportarlo.
- Oh, mira. Una emergencia. - Sonreí al ver la foto que le había sacado a Aaron hacía unas semanas, mientras él conducía y me pedía que no le sacara ninguna foto porque me mataría.
- ¿Acaso son tus padres? - Me preguntó Bill, un poco preocupado.
- No, es Argon. Siempre sonríe de esa manera cuando es él. - La miré mal y atendí.
- Yo no sonrío de ninguna manera especial. - Bill rió y Tris revoleó los ojos.
- Sí lo haces. - Me respondieron al mismo tiempo. Reí un poco y escuché la respiración pausada de Aaron al otro lado del teléfono.
- ¡Hola! - Dije feliz y con un tono de voz algo insoportable.
- Creo que mejor te llamo cuando estés menos radiante. - Entrecerré mis ojos y sonreí sin comprender de qué hablaba.
- ¿Radiante? Estoy igual que siempre. - Oí un suspiro del otro lado del auricular.
- No puedo ir a la fiesta de Halloween contigo. - Mis hombros decayeron repentinamente y me quedé muda. - Lo siento, de verdad. Pero le prometí a Duncan que resolvería un problema que tenía hace mucho tiempo atrás, y resulta que tenemos la oportunidad perfecta de hacerlo el mismo día que la fiesta. - Seguí sin responder. No estaba enojada, ni nada parecido. Sólo un poco desilusionada. - ¿Kelsey? ¿Estás enfadada? - Reaccioné poco después de que Aaron me preguntara y cuando hablé, intenté poner la mejor voz de superación que me podía llegar a salir.
- Oh, sí. Sólo estaba pensando en otra cosa. Pero está bien, me parece perfecto, no quiero interferir en sus cosas de hermanos.
- Kelsey, no... - Lo interrumpí.
- En serio, Aaron, estoy bien. Pero tienes que prometerme que nos veremos después de que arregles tus asuntos con Duncan. - Intenté sonreír, aunque fue en vano.
- ¿Alguna vez te he dicho que eres la mejor novia del mundo? - Una oleada de tristeza me recorrió el cuerpo. - Lo siento mucho. Te amo.
- Adiós. - Y corté. Sin siquiera decirle que lo amaba de vuelta. Y en serio no estaba enojada, me parecía perfecto que Aaron pusiera los problemas de Duncan sobre un estúpido baile al que Tris me estaba obligando a ir, era sólo que... No lo sabía. Era algo, que me molestaba y no lo hacía al mismo tiempo.
- ¿Problemas en el paraíso? - Me giré hacia Tris y noté que Bill ya no estaba del otro lado de la barra. Ni siquiera tuve fuerzas para contestarle con alguna ofensa, sólo suspiré, completamente rendida y me imaginé lo sola que estaría en ese baile. Todas las chicas que conocía tenían pareja y Tris y Jake estarían juntos toda la noche. No pensaba hacerles de mal tercio. Además, los Lawrence tenían muy en claro no ir, y ahora que Aaron y Duncan no irían, y eso estaba confirmado, entonces ninguno vendría. Mi única opción, sería rogarle a Alex de rodillas que me acompañara, pero sabía cuánto odiaba esas cosas, así que no era una verdadera opción. Mi destino parecía el futuro desastroso o la más horrible pesadilla que cualquier chica de mi edad tenía, cuando se trataba de un baile. - ¿Qué sucede? ¿Tengo que golpearlo? Porque lo golpearé si me lo pides. - Negué con la cabeza y sonreí un poco intentando indicarle a Tris que no se trataba de ninguna alarmante situación.
- Me ha dicho que no puede venir al baile porque tenía que ayudar a Duncan con algo importante. - Me encogí de hombros. - No me molesta... Sólo... Sólo... Sólo me molesta muchísimo. - Suspiré y tomé mi cabeza. No me entendía ni un poco.
- ¿Y por qué no se lo dijiste? - La miré y su cara de autentica preocupación me agarró por sorpresa.
- Porque Aaron ha dejado de hacer un millón de cosas con sus hermanos por estar conmigo, y si dice que es algo importante, entonces lo es. Es sólo que... - Volví a suspirar y sacudí mi cabeza. - ¿Nunca te has imaginado uno de esos bailes? ¿Como los de las películas? El vestido perfecto, la canción perfecta... Y el chico perfecto. - Tris apoyó una de sus manos en mi espalda y me aproximó a su hombro en donde apoyé mi cabeza y volví a suspirar. - Supongo que en mi cerebro sólo quería ser una chica normal por una noche. Y quería que Aaron estuviera conmigo cuando eso pasara. - Me encogí de hombros una vez más e intenté restarle importancia. - Creo que fue algo estúpido pensar en eso. Es decir... Mi novio es un vampiro. - Susurré, y Tris rió. - Sería imposible pedir una noche de normalidad si lo tengo junto a mí.
- El mío es un hombre lobo y le prohibí llevar su verdadero pelaje para esa noche. - Reí con fuerza y levanté mi cabeza de su hombro. - Está bien querer un poco de normalidad de vez en cuando. Nuestra vida ha sido un desastre desde el primer instante, y cuando ves a todas estas chicas planeando de qué van a disfrazarse y quién las invitara al baile... - Tris inspiró profundamente y soltó el aire de repente. - Mi mayor preocupación es que mi novio no se convierta en un lobo y la tuya es que tu novio no se coma a nadie cuando vas a buscar ponche. - Negué con la cabeza y sonreí.
- Era. - La señalé, y ella me miró por unos cuantos segundos. Fijamente. Logró asustarme, si debo ser sincera, y lo hizo aún más cuando se quitó su delantal, saltó de la silla de repente y caminó hacia donde se encontraban nuestras cosas. - ¿Qué estás haciendo? - Le pregunté ella apenas se detuvo para responderme.
- Jake viene a buscarme. Luego nos vemos en casa. - Miré el reloj que colgaba detrás de la barra y junté las cejas mientras veía a una apurada Tris correr por entre las mesas para llegar a la puerta principal del bar.
- ¡Pero aún faltan veinte minutos para que nuestro turno termine! - Ella se volteó, sin detenerse y se encogió de hombros.
- ¡Inventa algo! - Y luego desapareció por la puerta. No tenía ni idea de lo que le había picado, e intentar descubrirlo, era entrar en un pantano lleno de criaturas y fantasmas tenebrosos que no estaba dispuesta a enfrentar.
- Genial. Tú también me dejas sola. - Apoyé mi cabeza sobre mi mano y observé que alguna persona extraña que no conocía levantaba su brazo y me hacía una seña indicándome que quería la cuenta. Asentí con la cabeza y suspiré cansada cuando se volteó y dejó de verme.
Qué día.

Aaron Lawrence Donde viven las historias. Descúbrelo ahora