Capítulo 31:
Agradecía con todas mis fuerzas que hubieran cocinado pasta. Lo agradecía con mi ser. Porque no sabía qué comían ellos normalmente. Tal vez una pata de ciervo o la cabeza de un puma. No lo sé. Pero yo no iba a comer eso, así que cuando vi entrar el plato de pasta, suspiré con tranquilidad.
- Sé que piensas que nadie sabe que estás nerviosa, pero créeme, tu corazón es lo primero que escuchamos. Tienes que calmarte, te prometo que no somos carnívoros... O no tanto. - Aaron susurró en mi oreja y yo asentí.
Gina estaba sirviendo la comida en los platos vacíos de los demás. Aaron y yo habíamos sido los primeros en llegar a la mesa que se hallaba en el comedor, justo al lado de la cocina, y nos habíamos sentado a uno de los costados, Jonathan estaba en la punta, junto a Aaron.
- ¡SAL DE MI CAMINO IDIOTA! - Connor empujó a Chad haciendo que esté cayera al piso. Pero claro, Chad lo tomó del pie haciendo que él caiga junto a su hermano que ya se encontraba en el suelo. Chad se paró mientras reía y luego miró a Gina, que lo fulminaba con la mirada, su sonrisa desapreció al instante.
- Él empezó. - Señaló al chico que comenzaba a levantarse del piso mientras se sobaba la cabeza.
- Y yo voy a terminarlo si no se comportan. - Gina los amenazó. Ambos bufaron y se empujaron un poco, echándose la culpa indirectamente. Se sentaron junto a Gina y ella los miró mal otra vez, intentando controlarlos. No quería sonreír, pero me parecía una situación divertida. Y la sonrisa burlona que Aaron tenía en el rostro, me decía que a él también le parecía divertido.
Alex apareció mientras Chad y Connor se peleaban por estupideces y se sentó junto a mí, sonriéndome.
No podía creer que a pesar de llevar algunos meses junto a él, que me sonriera me causaba un extraño calor que subía a mis mejillas. Bueno, que cualquiera de ellos lo hiciera me causaba calor.
- ¿Duncan no ha llegado todavía? - Alex negó con la cabeza hacia Jonathan.
- Debe de estar por llegar en cualquier momento. No te preocupes. - Chad y Connor rieron.
- Sí, no te preocupes mamá, seguro está viniendo. - Gina los miró mal.
- Chad... Que ni se te ocurra... - Dijo en tono amenazador.
- ¿Qué? ¿Qué se me podría ocurrir? - Gina iba a decir algo, pero nos sorprendió a todos un fuerte portazo. Supuse que había sido la puerta principal, porque todos estaban mirando hacia allí. Luego, unos pasos. Fuertes y firmes. Chad y Connor seguían conteniendo sus risas, pero de a poco, las iban soltando sin poder evitarlo.
Duncan apareció de la nada y se quedó parado a un par de pasos de la puerta que llevaba a la cocina. Estaba completamente rígido, con sus manos a los costados y sus labios haciendo una línea recta. Su mirada perdida me causaba unos raros escalofríos. Chad y Connor soltaron todas las carcajadas contenidas mientras Alex se tomaba la frente, demostrando lo cansado que estaba.
No entendía nada, y no procuraba entenderlo tampoco, pero todo me llamaba la atención de una manera particular.
- Ya déjalo Chad. - Alex lo miró y luego a Duncan.
- ¿Qué? ¡Yo no estoy haciendo nada! - Gina lo miró mal.
- Te apuesto a que ahora todo es ponys y color rosa, sin contar los arcoíris. - Connor le dijo a Gina mientras reía, Chad le dio un codazo.
- Chad, pon a tu hermano de vuelta en la realidad, ahora. - Chad se encogió de hombros.
- No es mi culpa que él consuma drogas raras mamá, yo no estoy haciendo nada.
- Chad. Hazle caso a tu madre. - Jonathan usó un raro tono autoritario que nunca había escuchado, pero imaginé que así sonaría mi padre, claro, si es que tenía uno.
Era una extraña sensación de estar en familia. Me gustaba, a pesar de ser extraña.
- Bien. - Chad bufó y sus ojos se volvieron de un nítido verde por un segundo. Como si hubiese sido un destello en sus ojos, y luego volvieron a la normalidad.
Duncan subió sus hombros y pestañeó un par de veces. Supuse que Chad lo había hipnotizado o algo así, y por lo que veía, Duncan estaba jodidamente furioso. Pero claro, miró a Gina y a Jonathan y simplemente se sentó en la punta de la mesa sin decir una palabra. Chad y Connor seguían riendo mientras Duncan los fulminaba con la mirada.
- Cuéntame sobre ti Kelsey. - Miré directo hacia Gina y tragué la masa de fideos que tenía en la boca.
Ya me esperaba esto.
- ¿Cómo es tu familia? Aaron no me ha contado nada de ese tema. - Miré a Aaron que había dejado de comer de repente.
- Somos una familia normal. Ya sabe, mi madre y mi padre siguen casados, y tengo a mi hermana Tris, que viene a nuestro instituto. - Me encogí de hombros y sonreí como si no estuviera mintiendo o como si fuera lo más normal en la existencia.
- ¿En serio? No sabía que tenías una hermana... Jonathan, tú... - Alex me tocó el hombro mientras Gina comenzaba a hablar con Jonathan de cosas que probablemente no me importaban. Alex me hizo una "seña" con sus ojos mientras intentaba actuar con normalidad. Mis cejas estaban juntas mientras observaba lo que él me había señalado. Duncan. Era Duncan perfectamente concentrado, escribiendo un papel o una servilleta, no estaba muy segura, con un marcador que no tenía la más mínima idea de dónde lo había sacado. Podía escuchar la voz de Gina de fondo y juraba que ella era igual de habladora que yo, sabía que nos llevaríamos bien. Obviamente, si yo no cometía ninguna estupidez. Alex comenzó a intentar contener la risa y no sabía por qué, pero su risa me hacía reír a mí. Juro que intentaba mantenerme callada, porque me estaba riendo de una idiotez, pero no podía. Nuestros extraños ruidos llamaron la atención de todos en la mesa, menos la de Gina y Jonathan que seguían hablando, y Duncan, que había terminado de escribir su propósito en la servilleta y estaba tapando el marcador. Con mucho cuidado, levantó el papel dejándonos ver qué era lo que había escrito.
"Voy rebanar el pene de ambos mientras duermen."
Escuché a Aaron casi escupir lo que estaba tomando a mi lado. Alex comenzaba a ponerse rojo por contener las risas. Chad y Connor tragaron saliva y hasta pareció que se habían puestos blancos como un papel. Duncan sostenía la servilleta con una mano, mientras llevaba el tenedor a su boca con la otra. Su cara era la mismísima cara de póquer de la que todos hablan. Siempre tenía la misma cara, no sabía si estaba satisfecho o enojado o preocupado o lo que sea. Era genial.
Y bueno, obviamente, yo estaba intentando que los fideos no salieran por mi nariz, porque en el momento en el que Duncan había mostrado lo que estaba escribiendo, a mí se me había ocurrido comer. Parecía que estaba teniendo convulsiones o algo parecido. Mi escándalo hizo llamar la atención de ambos adultos en la mesa que nos miraron inspeccionándonos. Una rara luz apareció de repente sobre la mesa.
- ¡ALEXANDER! - gritó Gina mirándolo. Alex hizo apagar las llamas que crecían en el papel que Duncan había escrito.
- Lo siento mamá. Sabes que no puedo controlarlo a veces. - Se excusó, mintiendo.
- Simplemente apágalo. - El papel ya era historia pasada, o lo eran sus cenizas. Chad miró a Gina que estaba a su lado con indignación.
- ¿Dónde está esa actitud cuando NOSOTROS no podemos controlarlo? - Gina entrecerró los ojos.
- Resulta que ustedes NUNCA pueden controlarlo. - Chad y Connor replicaron un par de veces en voz baja mientras Duncan golpeaba su puño con Alex.
Mirá Duncan. Calladito y bonito. ¿Quién diría?
- Kelsey. - Me giré con una sonrisa hacia Jonathan que me había llamado. - ¿De qué me dijiste que trabajaban tus padres? - La sonrisa se borró por completo de mi cara.
- Trabajan en una empresa en California. Son oficinistas empresarios o algo así. Es por eso que no los hemos visto mucho por el pueblo. Se quedan allí la mayoría del tiempo.
¿Por qué todo parecía más creíble si salía de los labios de Aaron? Hasta yo me lo había creído. Y eran mis supuestos padres.
Le agradecí con la mirada a Aaron. Si yo hablaba de eso, probablemente notarían los latidos de mi corazón al mentir y me tomarían como una maldita mentirosa y me odiarían para siempre.
- Oh, ¿y te quedas sola en tu casa siempre que ellos no están? - Gina parecía malditamente preocupada por mí, y ni siquiera sabía por qué.
- No, me quedo con mi hermana Tris en nuestro departamento. - Dije con una sonrisa. Porque eso no era mentira. Así que estaba tranquila.
- Bueno Kelsey. Eres completa y totalmente bienvenida a pasar las tardes a mi casa si no quieres estar sola, por supuesto, tu hermana también está invitada. - Sonreí. Todo parecía estar saliendo bien.
- Sería un placer. - Le sonreí y observé a Aaron que parecía estar malditamente feliz. Creo que jamás lo había visto sonreír de esta manera. Al parecer, sintió mis ojos sobre él porque se giró y me sonrió mirando directo a mis ojos, dejándome hipnotizada por unos cuantos segundos en los que había olvidado que toda su familia estaba observándonos.
- Diaj. Ya dejen de ser tan malditamente tiernos, me dan arcadas. - Disimulé mi sonrisa lo mejor que pude y acomodé mi cabello mientras sentía el calor subir por mis mejillas. Miré a todos en la mesa que nos observaban atentamente. Alex con una extraña sonrisa de satisfacción en el rostro, definitivamente iba a preguntarle qué significaba eso después. Connor y Chad tenían su nariz arrugada como si de verdad fuéramos la cosa más repugnante en toda la sala. Gina tenía una sonrisa llena de dulzura y hasta podría jurar que sus ojos estaban empañados. Jonathan sonreía como una persona normal, tal vez, orgulloso.
Ya tranquilícense familia, no es como si nos fuéramos a casar o algo así.
Sentía la mirada de Aaron en mí mientras bajaba la cabeza avergonzada por lo que estaba pasando. Cuando mis ojos intentaron volver a mi plato, no pudieron evitar desviarse al encontrarse con la mirada de Duncan. Bueno, no exactamente. Él estaba mirando a Aaron, con su cara de póquer que a veces me transmitía paz y, casi siempre, me causaba escalofríos. No sabía por qué, pero su mirada tenía algo atrás. Escondido. Que no sabía lo que era. Y me ponía de los malditos nervios.
(...)
- Es un chico muy especial, creo que ya lo sabes. - Gina susurró, mientras me pasaba un plato para que lo secara.
Habíamos terminado de comer y había insistido un millón de veces en ayudarla y después de unos cuantos minutos, ella había aceptado. Gina lavaba y yo secaba. Era un trabajo simple. Pero conociéndome, un plato podía resbalarse de mis manos, caer al suelo y causar una guerra civil. Y no, no estaba exagerando.
- ¿Especial? El primer mes en el que no conocimos ni siquiera me dijo 'hola'. - Gina rió mientras yo sonreía.
- Es muy cerrado Kelsey. Ya sabes, no le gusta compartir. Ni siquiera conmigo ni con Jonathan. Llevo años intentando hacer que me diga mamá y no lo he logrado ni una sola vez. - Paré mis movimientos en seco.
- ¿En serio? - Gina asintió mientras suspiraba. Se notaba que era un tema del que le dolía hablar. - ¿Por qué? - dije horrorizada. Ella volvió a suspirar.
- No es una vida fácil la que llevamos, linda. Todos hemos sufrido. Cuando comienzas tu nueva vida como lo que somos ahora, tienes que tomar en cuenta, que toda la gente que quieres, va a dejarte en algún momento. O tú vas a dejarlos a ellos. La gente nueva que comienzas a conocer no te entiende o cree que eres raro. En otras épocas, y las he vivido en carne propia, eran capaces de matarte, amor. Y hablo de hogueras y antorchas. Comienzas a tener un extraño miedo de ser quién eres o a que no te comprendan. Es que nadie entiende que no hemos decidido ser lo que somos en realidad. Ninguno de nosotros. Nos lanzaron a este mundo sin preguntarnos nada de lo que pensábamos, Kelsey. Pero no me quejo. - Sonrió. - Tengo un marido maravilloso y unos hijos estupendos que, a pesar de ser algo traviesos, son la mejor cosa que se pudo haber topado en mi camino, al igual que Jonathan. Es por eso que estoy tan feliz de que Aaron te haya encontrado. Me pareces una chica estupenda y se nota que lo haces feliz, y más después de todo lo que ha sufrido en su vida...
- Pera Aaron y yo no somos... - el ruido de la puerta abriéndose me interrumpió.
- Kelsey, ven. Quiero mostrarte algo. - Aaron hizo un gesto con su cabeza para que saliera de la cocina junto a él.
- Pero yo... - Gina me interrumpió.
- Está bien linda, puedo terminar yo sola. - Jonathan se hizo presente en la cocina pasando junto a Aaron. Caminé hasta la puerta mientras veía cómo Jonathan tomaba a Gina por la cintura y enterraba su rostro en su cuello mientras ella reía.
¿Qué tan tiernos eran?
Aaron tiró de mi brazo alejándome de la conmovedora escena que estaba ocurriendo en la cocina. Me arrastró hasta la sala y nos hizo pasar por una puerta que antes no había visto.
- ¡HEY! ¡LAS CHICAS NO PUEDEN ENTRAR AQUÍ! - Connor fulminó a Aaron con la mirada mientras ponía pausa al videojuego que estaba jugando junto a Chad.
- Deja de molestar. Que tú seas un maldito solitario que necesita del sexo pero nadie quiere dárselo, no significa que Aaron no pueda traer una chica aquí. - Alex me defendió mientras cerraba el libro que estaba leyendo y se acomodaba mejor en el sillón.
Aaron me había traído a esta especie de sala de juegos que era jodidamente genial. El cuarto era bastante grande. Podrían entrar unas treinta personas si querían hacer una fiesta privada. Junto a la puerta, un poco alejado de allí, había dos sillones que se veían realmente cómodos. Alex estaba sentado en uno de ellos, en el medio había una hermosa mesa de madera oscura en la que se encontraba una computadora de último modelo (o eso creía) y luego el otro sillón en el que estaba sentado Duncan, leyendo tranquilamente, ignorándonos a todos, como usualmente. Una gran biblioteca llena de libros se encontraba a su lado izquierdo que, de verdad, me tenía sorprendida. A unos cuantos pasos de donde me encontraba, había unos tres escalones que daban paso a un desnivel en donde se encontraban Chad y Connor sentados en unos extraños y negros sillones-almohadones que prácticamente los dejaban sentados en el piso y parecían ser cómodos y mullidos. Estaban geniales. En frente de ellos una gigantesca televisión se alzaba en su lugar, en donde un videojuego estaba en pausa. Las paredes estaban empapeladas de negro con unos pequeños detalles en blanco que le daban un detalle más moderno a todo el cuarto y el piso de madera recién encerado me encantaba. Unos grandes ventanales polarizados se alzaban detrás de la televisión, mostrando los árboles del bosque. El sol se ocultaba y la luna comenzaba a salir. Una hermosa media luna. Todo generaba un ambiente sensacional.
- No es nada personal preciosura, pero este es un sitio de hombres. - Chad respiró sonoramente por la nariz e hizo un ademán con su mano tirándose aire hacia la cara. - Puedes respirar el olor de la hombría. - Reí.
- Es una estupidez, Kelsey puede entrar aquí. - Alex volvió a defenderme. Aaron y yo seguíamos parados en el medio de la sala. No pensaba hablar. Si yo estaba molestando aquí, iba a irme. No lo dudaba ni un segundo.
- Miren, si les incómoda que esté aquí, puedo irme, no tengo ningún...- Aaron me interrumpió.
- No es tu culpa que Chad y Connor no tengan una novia que los satisfaga y se sientan incómodos cerca de una chica Kelsey. - Connor tiró un almohadón al rostro de Aaron mientras Alex reía por lo que había dicho. Obviamente, Aaron lo atrapó centímetros antes de que tocara su cara.
- ¿Y por qué nos dices a nosotros que no tenemos una novia? ¿Acaso tú sí tienes una? ¿Kelsey es tu novia, Aaron? - Chad sonrió con malicia mientras nos miraba a ambos. Podía sentir, otra vez, cómo mis mejillas se tornaban rojas.
¿Por qué estos chicos tenían que ser tan... ellos?
- Ya cierra la boca. - Aaron volvió a tirar el almohadón hacia Chad, que no lo había visto venir y había caído al suelo por tal impacto. - Vámonos Kelsey, son unos idiotas. - Asentí. De verdad que estaba demasiado avergonzada. Pero más me preocupaba el hecho de que Aaron no había respondido con un 'no' a su pregunta. O tal vez me preocupaba qué significaba que él haya evadido la respuesta. Salí callada delante de Aaron que me siguió sin decir una palabra.
- ¡NOS VEMOS AMOR! ¡TAL VEZ ALGÚN DÍA TE DEJEMOS ENTRAR EN NUESTRO FUERTE DE HOMBRES, PERO SÓLO SI ENTRAS SIN ROPA! - Chad gritó cuando Aaron había cerrado la puerta. Sabía que a él no le había gustado nada lo que su hermano acababa de decir.
- ¿Sabes por qué no voy a golpearlo? Porque tú estás aquí y si Gina llega a enterarse, hará un escándalo. - Sonreí y levanté mis hombros, demostrándole que en realidad no me importaban los comentarios de Chad. No me acostumbraba a ellos, pero no me molestaban. Sabía que si alguna vez intentaba "pasarse" conmigo, podía ponerlo en su lugar. Aunque sabía que jamás se atrevería a hacerlo. - ¿Vamos a mi habitación? - Me quedé congelada al no saber qué responder.
- Yo... Emmh, no sé si... Es decir... Yo...
¿Por qué tenía que tartamudear siempre? ¿Qué clase de estúpida era?
- Está bien Kelsey, no es como si fuera a violarte... - Sonrió e hizo una seña hacia las escaleras para que caminara hasta su habitación. Asentí y comencé a subir por las escaleras con Aaron detrás de mí. - O al menos voy a intentarlo...
¿Qué?
Paré en mi lugar y me giré directamente hacia él con mis cejas levantadas. - ¿Qué dijiste? - Aaron abrió los ojos y me miró.
¿Acaso Aaron Lawrence estaba avergonzado?
- ¿Qué? ¿Yo? No dije nada... No... No hablé, lo juro.
¿Por qué era tan tierno y lindo, y tenía tantas ganas de besarlo?
- Oh, bueno, tal vez escuché mal. - Levanté mis hombros y volví a caminar. La satisfacción se reflejaba en mi rostro. Esta sonrisa jamás la olvidaría.
- Sí, eso.
Esto es tan genial.
Hicimos de nuevo todo el recorrido hasta llegar a la habitación de Aaron en completo silencio. Sentía su vergüenza como si estuviera sucediéndome a mí. Y seguía sin poder borrar la sonrisa de satisfacción de mi rostro por lo que había pasado anteriormente.
- ¿Qué quieres hacer? - Le pregunté mientras me lanzaba a la cama y mantenía mis ojos directamente en los suyos, con la sonrisa que no podía borrar a pesar de que lo había intentado. Aaron cerró la puerta y me miró por unos cuantos segundos. Examinó toda mi anatomía y aunque me ponía incómoda que sus ojos me analizaran de esa forma, se sentía bien. Luego desvió su mirada a la cama y podía jurar que sus mejillas estaban a punto de ponerse rojas, claro, si eso era posible en un vampiro.
- No... Yo no... No lo sé. - Sacudió su cabeza y de verdad que me dije a mi misma que no tenía que reírme, pero lo hice, era imposible que no lo hiciera. - Ya basta. - Dijo luego de unos minutos en los que seguía riendo tirada en la cama sin poder recuperar la compostura.
La risa de foca desnutrida, ha vuelto.
- Tendrías que haber visto tu cara. - Suspiré y reí una última vez. - ¿Me tienes miedo, Aaron Lawrence? - Subí mis cejas juguetonamente mientras él apoyaba su cuerpo contra su escritorio y cruzaba sus brazos sobre su pecho, resoplando.
- Por favor. - Volvió a resoplar. - Yo no le tengo miedo a nada. - Intentó parecer relajado a través de su postura, pero no funcionó. Estaba demasiado ensayada.
- Sin embargo, Aaron Lawrence, estás a la defensiva. - Él juntó sus cejas e inclinó la mitad de su cuerpo hacia mí.
- Claro que no. - Me paré y di un lento paso hacia él.
- Tus brazos están cruzados, primera señal de que estás a la defensiva. - Dije levantando mi dedo índice. Él puso sus brazos a los costados de su cuerpo inmediatamente haciendo que mi sonrisa creciera. Di un paso más.
- Claro que no. - Contestó.
- Te sientes atacado, segunda señal de que estás a la defensiva. - Subí mi segundo dedo y di un paso más, quedando más cerca de lo que quería de su cuerpo. Sentí como se ponía rígido y tragaba saliva mientras examinaba mi rostro una vez más. Levanté mi tercer dedo. - Estás tenso, tercer señal de que estás a la defensiva. - Aaron se alejó de mí al instante y sonreí mientras me volteaba hacia él. Se encontraba de un lado de la cama, dejando un espacio grande entre nosotros. Levanté mi cuarto dedo. - Creas barreras o interpones objetos entre la persona que está hablando y tú, cuarta señal de que estás a la defensiva.
- Como si tú fueras psicoanalista. - Dijo con su mandíbula apretada. Sonreí y levanté mi quinto dedo.
- Utilizas el sarcasmo, quinta y última señal de que estás a la defensiva Aaron Lawrence. - Él revoleó los ojos haciéndome reír una vez más. - ¿Qué es lo que te pone tan incómodo? - Dije sentándome en la silla que había al lado del escritorio.
- Tú. - Bajó la mirada en el momento en el que yo subí mis ojos para verlo.
¿Era normal que estuviera muriéndome de ternura en este momento?
- Tú y tu psicoanálisis me ponen nervioso. Y el hecho de que hoy hayas conocido a mi familia no ayuda para nada. Sin contar que estamos solos en mi habitación. - Bien, estos ataques de sinceridad que Aaron tenía me gustaban. Bastante, para ser sincera.
- Bueno, me gusta analizar a las personas. Intento aplicar el método de Sherlock Holmes para ser la mayor detective de la historia, ¿sabes? - Me levanté de la silla y caminé hacia él. - Y si de verdad te preocupa que haya conocido a tu familia, bueno, debo decirte que son personas realmente simpáticas y agradables y me encantaría volver cuando tú quieras invitarme, por supuesto. - Cuando llegué a su lado, busqué su mirada con mis ojos y sonreí. - Y si te pone nervioso que estemos en tu habitación, solos... Sólo puedo decirte que no voy a violarte... O al menos voy a intentarlo. - Sonreí mientras escuché su risa llegar hasta mis oídos. Su dulce y melódica risa que me encantaba.
- Eres increíble. - Dijo mientras su risa comenzaba a apagarse y su sonrisa con sus perfectos y blancos dientes se hacía presente. Si su risa me gustaba, su sonrisa me volvía loca.
- Lo sé, me lo dicen siempre. - Asentí mirando mis uñas mientras él volvía a reír una vez más.
- No Kelsey, hablo en serio. - Lo miré a los ojos mientras su cara se acercaba un poco más a la mía y mi sonrisa desaparecía por los nervios. Oh por...
YA CÁLLATE Y ESCUCHA LO QUE EL CHICO INTENTA DECIR, MALDITA SEA.
- Eres... Realmente increíble. - Tomó un mechón de mi cabello y lo enredó en su dedo. - De verdad, -se acercó- de verdad, -se acercó más- de verdad increíble. - Su cara quedó a sólo unos centímetros de la mía. Y sabía que parecía una idiota con la boca abierta esperando que algo pasara. Y los ojos abiertos, sorprendida por su repentina cercanía tampoco ayudaban a que mi cara no fuera la de una imbécil en potencia. - ¿Estás nerviosa? - Asentí con la cabeza y tragué saliva mientras mis ojos se cerraban sin querer y veía cómo su rostro se acercaba mucho más a mí. - No lo estés. - Una extraña sensación recorrió mi cuerpo mientras sentía sus labios apoyarse en los míos.
Estás en el paraíso. No, yo estoy en el paraíso. Bueno, ambas estamos en el paraíso. MUEVE LOS LABIOS, ABRE LA BOCA, MÉTELE LA LENGUA HASTA LA GARGANTA NIÑA.
Sentí sus labios moverse encima de los míos dándome la señal de que debía moverlos yo también. Así que lo hice, al compás de los suyos. Esto iba a volverme loca. Era jodidamente hermoso besar a Aaron. Tal vez va a volverse uno de mis pasatiempos favoritos. Abrí mi boca mientras tomaba sus hombros para acercar su cuerpo más al mío. Simplemente lo quería cerca de mí. Quería sentirlo completamente cerca de mí. Sus brazos se enredaron alrededor de mi cintura y me acercó a él todo lo que pudo. Tiré mi cuerpo hacia atrás intentando separarme para reírme, pero él no me dejó. Llevó su cuerpo hacia adelante mientras mantenía sus labios pegados a los míos. Sonreí en el medio del beso al igual que él y seguí besándolo.
Podía quedarme así por un eterno infinito y juro que nunca me cansaría.
Sus brazos me tomaron más firmemente por la cintura, abrazándome contra su cuerpo mientras nuestras bocas se abrían al mismo tiempo y él dejaba entrar su lengua a mi boca con delicadeza, buscando la mía. Ambos movimos nuestras bocas al mismo tiempo, mientras nuestras lenguas se chocaban y se buscaban entre ellas. Era mágico. Era jodidamente mágico y esperaba que se repitiera siempre que Aaron y yo estuviéramos cerca. Luego de unos cuantos minutos en los que los movimientos se repetían y su lengua seguía enredándose con la mía, separó sus labios de los míos un poco, pero seguía dejando pequeños besos en mi boca. Mis ojos estaban cerrados y nuestros cuerpos seguían demasiado cerca, lo cual me encantaba.
- ¿Kelsey? - Lo escuché decir antes de que plantara un pequeño beso en sus labios y él me lo devolviera.
- ¿Mhmm? - Había olvidado cómo hablar mientras él depositaba otro beso.
Quisiera morir y volver a nacer, nada más, que para volver a probar sus labios, como en este momento.
- Tenemos público. - Depositó un último beso encima de mis labios y tardé unos segundos en comprender lo que había dicho. Abrí mis ojos mientras fruncía mi ceño. Aaron tenía una sonrisa plantada en su rostro y hasta juraba que se echaría a reír en cualquier momento. Escuché una pequeña risa ahogada y miré hacia la puerta.
Quiero estar muerta y no volver a nacer. Ya. En este mismo instante.
Solté a Aaron en un acto reflejo y lo empujé lejos de mí, haciéndolo tropezar y caer al suelo mientras reía. Claramente no me esperaba ver a toda su familia asomando la cabeza por la puerta, observándonos con una gran sonrisa.
¿Por qué todavía no estoy muerta?
- Oh tranquilos, sigan. No queríamos interrumpir. -
Chad sonrió como el gato de Cheshire mientras sentía que mi cuerpo entero tomaba un calor carmesí que no era normal. Sin contar el calor que me había agarrado de repente. Aaron apareció asomándose por encima de la cama y le sonrió a toda su familia.
Por favor, di algo inteligente que me salve de esto. Por favor, por favor, no seas un estúpido por una vez en tu vida.
- Lo hubieran pensado antes de aparecerse en mi habitación en el medio de nuestra exquisita sesión de besos con lengua.
Ya. Sabía que lo que pedía era imposible.
Golpeé a Aaron en su pierna lo más fuerte que pude. Probablemente me dolió más a mí que a él.
- Yo... No... Nosotros no... - Golpeé mi cabeza con mi mano intentando ocultarme. - No sé cómo explicar esto. - Y era verdad. Porque nos habían visto. Y era exactamente lo que habían visto. Era lo que era. No podía mentir. Cada segundo me ponía más roja y en cada momento me avergonzaba más. Sentía mi corazón ir más rápido por los nervios que mi cuerpo estaba sintiendo. Y sí, definitivamente estaba sudando.
- Tú no eres la que tiene que explicar nada, Kelsey. - Aaron se paró a mi lado y cruzó sus brazos mirando a su familia que seguía con una sonrisa de completa felicidad en su cara. - ¿Cuál es su excusa para estar espiándonos? - La sonrisa de los cinco comenzó a desvanecerse de a poco y pestañearon un par de veces cayendo en la realidad. Aaron se acercó un poco a mi oído y aunque me daba mucha vergüenza que se encontrara cerca de mí cuando su familia nos estaba mirando, lo dejé, porque me gustaba que se acercara a mí después de todo. - Esto va a estar bueno. - Susurró. Los miembros de la familia Lawrence que estaban frente a mí comenzaron a hablar todos al mismo tiempo intentando dar sus excusas de la mejor manera. Claro que hablaban todos menos Duncan, que era el único que no había estado sonriendo en el momento que descubrí que nos estaban mirando. Simplemente estaba allí, con su típica cara de póquer que no decía nada, observándome de una manera que me causaba escalofríos. - De a uno. - La voz de Aaron sonaba firme y dura, pero sabía que no estaba enojado y que simplemente fingía para hacer este momento un poco más incómodo.
- Yo estaba pasando por aquí con mi hermano Chad y de repente escuchamos una risa... - Dijo Connor gesticulando con sus manos.
- Y nos preguntamos '¿Será esa la risa de Aaron?'. Y luego escuchamos un poco más y sí era tu risa y... - Connor lo interrumpió.
- Dijimos, '¡Oh por el maldito diablo! ¡Aaron está riendo! ¡Hace siglos que no reía!', y curiosamente la puerta se encontraba abierta y bueno... - Connor negó con la cabeza como si no hubiera remedio para lo que había pasado.
Malditos mentirosos.
- ¡CHAD ME OBLIGÓ! - Dijo Alex cuando todos los ojos recayeron en él. Connor golpeó su cabeza mientras Chad suspiraba sonoramente.
- Que idiota eres. - Chad lo golpeó una vez más mientras Alex miraba al suelo.
- Yo escuché un tremendo alboroto desde la cocina y sabes cuánto odio que tus hermanos se peleen, así que vine aquí a ver qué era lo que estaba pasando y, bueno... - Aaron miró con una ceja a Jonathan que asentía mirando a Gina, como si diera por sentado que ella decía la verdad. Cuando Jonathan vio que todos lo mirábamos juntó las cejas.
- ¿Voy yo? ¡Oh bien! Emmh... Yo... Yo vine con tu madre porque tus hermanos no saben comportarse. - Levantó su dedo en el aire y miró a los hermanos Lawrence en la puerta. - ¡Chicos! ¡Deben comportarse y hacer lo que su madre les diga y... y... no usar drogas! - Gina se tomó la frente y negó con su cabeza. - ¡Y también sacar buenas notas en el colegio! - Chad y Connor intentaban contener la risa, mientras Alex veía al suelo y asentía, pareciendo la persona con el sentimiento de culpa más grande en la historia. Y claro, Duncan tenía sus espeluznantes ojos puestos en mí, todavía.
- Será mejor que nos vayamos. - Jonathan asintió mientras comenzaba a subir las escaleras y desaparecía de mi vista. Gina señaló las escaleras y los hermanos comenzaron a caminar. Connor nos miró, a Aaron y a mí, y nos guiñó un ojo antes de lanzar una gran carcajada y subir las escaleras, desapareciendo de mi vista. Seguía completamente roja.
Chad hizo una seña con su mano derecha, como si fuera un teléfono, la puso en su oreja, articulando la palabra 'llámame' con sus labios. En cuanto Gina lo vio, lo golpeó en la cabeza y lo escuché quejarse mientras subía las escaleras. Alex se paró dos segundos y nos miró con los ojos llenos de culpa.
- De verdad, de verdad lo siento. - Dijo y subió las escaleras. Duncan no dijo absolutamente nada. Solamente me miró todo el camino que pudo, hasta que las escaleras se toparon frente a él y las subió, sin decir una palabra. Gina nos sonrió por última vez y subió las escaleras, desapareciendo de mi vista.
- Bueno Kelsey, bienvenida al extraño círculo de la familia Lawrence. - Aaron me sonrió. Esas palabras me estaban empezando a causar dolor de panza.
Oh, mierda. Dios, ¿en qué me he metido?
(...)
- Entonces... - mis llaves sonaron entre mis manos.
- Entonces... - La voz de Aaron me hizo sonreír.
Luego de esa extraña escena, me había quedado encerrada en el cuarto de Aaron reprochándole a él y a mí, lo irresponsable que habíamos sido, cuán avergonzada estaba por lo que había pasado y cómo vería a su familia ahora, después de todo esto. Él respondió a todas mis preguntas relajado y riéndose de mi preocupación, cuando en realidad no era gracioso. Cuando ya se había hecho algo tarde, Aaron se ofreció en llevarme a casa y acepté, aunque no sabía cómo saludar a su familia después de todo esto y hubiese preferido diez mil veces vivir bajo una roca que vivir aquella situación, pero tenía que afrontarla. Los saludé, Chad y Connor hicieron unos cuantos chistes al respecto, pero nada que un golpe de Aaron no pueda resolver, ¿cierto? Y luego simplemente me llevó a casa y aquí estamos, parados en frente de la puerta de mi apartamento. Ambos con una estúpida sonrisa en el rostro.
- Sabes que Chad y Connor van a joderte de por vida por lo que pasó, ¿cierto? - Le dije con mis cejas levantadas.
- Bueno, ellos harán lo mismo contigo, lo sabes, ¿cierto? - Reí.
- ¿Eso significa que voy a verlos de por vida? - Aaron subió su mano a su nuca para rascarse.
Era oficial. Aaron Lawrence era per-fec-to.
- Eso depende exclusivamente de ti. Ya sabes, si quieres seguir soportándome a mí, entonces tendrás que soportarlos a ellos. - Di un paso más cerca de él.
- Mmm... Creo que vas a tener que convencerme para que haga eso. - Entrecerré mis ojos mientras él reía.
- ¿En serio? ¿Y qué se te ocurre que puedo hacer para convencerte? - Negué con la cabeza.
- Mmm... No lo sé. Tendrás que pensar en algo y ser creativo.
- Creo que se me acaba de ocurrir algo. - Dio un paso hacia mí. - ¿Quieres saber lo que es? - Asentí con una sonrisa.
- Sí, la curiosidad está matándome. - Aaron acercó su cara a la mía mientras ambos sonreíamos como estúpidos.
- Tienes suerte de que Tris esté duchándose y de que yo sea el que abra la puerta, ¿tienes idea del escándalo que hubiera hecho? Hablando de eso, aléjense el uno del otro por favor. Ahora. - La voz de Jake se hizo presente en nuestros oídos cuando abrió la puerta, interrumpiendo el hermoso beso que iba a darme Aaron. Suspiré con cansancio.
- Jake, por favor. - Dije con cansancio mientras Aaron apretaba su mandíbula y miraba al suelo, por el odio que estaba sintiendo por Jake en este momento, o eso suponía.
- Sí, estoy pidiendo por favor. Que por favor te alejes de ella Lawrence, ¿No escuchaste? - No necesitaba una pelea ahora, así que en cuanto vi que Aaron iba a hablar, lo calle con mis palabras.
- Jake. Tienes dos opciones: Presenciarlo o no presenciarlo. Tú eliges. - Jake nos miró a ambos con su ceño fruncido más de lo normal y suspiró sonoramente.
- Tienes diez segundos Kels, no los desaproveches. Y tú -miró a Aaron- llegas a propasarte y juro que voy a romper tus huesos uno por uno. Lenta y dolorosamente. - Sin decir nada más, cerró la puerta.
- Siento eso. Últimamente se está portando como un idiota sobre protector todo el tiempo, y ni siquiera sé por qué. - Dije haciendo una mueca con mi rostro.
- Lo de idiota no debería sorprenderte.
- ¡ESTOY ESCUCHANDO! - Jake gritó a través de la puerta. Revoleé mis ojos.
- Entonces... - Dijo y sonreí.
- Entonces... - Dije.
- ¡SEIS SEGUNDOS! - Revoleé los ojos una vez más mientras Aaron tensaba su mandíbula.
- Nos vemos el lunes. - Me incliné plantando un pequeño beso en sus labios y abrí la puerta de mi apartamento con una sonrisa.
Ésta, había sido una noche interesante.
- ¿Aaron Lawrence? ¿En serio Kelsey? - Desvié mis ojos hacia Jake, que estaba parado con sus brazos cruzados a unos pasos de mí, con su ceño fruncido demostrando el asco que Aaron le causaba. Sabía que iba a decir algo más y en cuanto su boca se abrió, lo corté con mis palabras.
- No me jodas, Jake. - Y caminé a mi habitación con una hermosa y extraña sonrisa plantada en mi rostro.
ESTÁS LEYENDO
Aaron Lawrence
FantasyHistoria de Lucía Aluminé Sacado de su página de Facebook: "Storytellers"