Capítulo 42:
- ¿Estás segura? - Le pregunté como por décima vez. Tris respiró irritada.
- Sí, estoy segura. Lo llamé más de veinte veces pero no me contesta y tampoco fue a la escuela. Así que no sé en donde está. - Seguí caminando en círculos en el patio delantero de los Lawrence mientras Alex me observaba con los brazos cruzados. Tomé mi frente y la froté esperando poder disipar mis pensamientos y preocupaciones. - Pero no te preocupes, ya ha hecho esto unas cuantas veces, las primeras me preocupé al igual que tú, pero luego él me explicó que de vez en cuando se va a visitar a su tía enferma en no sé dónde, y que no me avisa porque siempre surge de imprevisto. - ¿En serio Tris se creía la historia de la tía enferma, o sabía hacerse muy bien la tonta? - Llama a su madre, si no me crees.
- Sí confío en ti, es sólo que me parece tan extraño que... Haya desaparecido así... - Claro que me parecía raro porque yo en realidad sabía en dónde estaba. Aunque no confiaba en Mason, y como Aaron había dicho, tal vez era una trampa para que le demos lo que quería. Y ni siquiera sabía qué era eso.
- Oye, yo soy la novia. Déjame preocuparme a mí, ¿de acuerdo? Si puedo hablar con él le diré que te volviste completamente loca buscándolo y me aseguraré de que te llame a pesar de que sea la última cosa que se le ocurra hacer. - Me quedé quieta en mi lugar y miré al cielo, que estaba más nublado de lo normal. Temblé por el frío y un rayito de luz que se escapaba entre las nubes me iluminó a mí sola, como si Dios estuviera llamándome. Le sonreí a Alex que ahora estaba sentado mirando al cielo.
- De acuerdo.
- Cambiando de tema, ¿con quién irás a la fiesta de Halloween?
¿En serio Tris? ¿En serio?
- ¿Qué fiesta de Halloween? - Fruncí mis cejas sin poder creerlo.
- La que organiza la escuela. ¡OH POR DIOS! - Gritó y tuve que alejar el teléfono de mi oreja para no aturdirme, aunque fue imposible. - ¡TENEMOS QUE CONSEGUIR DISFRACES! ¿Qué tal enfermera y sirvienta?
- Adiós Tris. - Sonreí mientras revoleaba los ojos.
- Pero... - Le corté antes de que siquiera pudiera poner alguna estúpida excusa y caminé hasta Alex, mientras el pequeño rayo de luz me seguía. Obviamente desapareció cuando me senté junto a él.
- Tris no sabe en dónde está Jake. - Alex miró al horizonte y tiró el aire que tenía dentro de sus pulmones mientras una nube blanca se formaba por el frío que estaba comenzando a hacer. - ¿Podrías dejar de hacer que hiele jodidamente tanto?
- Puedo controlar los elementos, no el frío. - Me acerqué un poco más a él para mantener el calor. - Una cosa es correr o hacer que aparezca una nube, que es agua en estado gaseoso, y otra cosa completamente diferente es el frío. O el calor. Hago lo que puedo. - Suspiré cansada conmigo misma.
- Lo sé, es sólo que... No puedo evitar pensar que todo esto es culpa mía. - Observé cómo Alex juntaba sus cejas, confundido. - Mason me atacó a mí en el bosque, y quería matarme a mí. Tal vez si lo hubiera hecho nos hubiese dejado en paz a todos.
- O sea, que todo esto es tu culpa porque no querías que te maten... ¡Eres tan mala persona Kelsey Brooks! - Sonreí y golpeé a Alex en el hombro. - Vamos adentro antes de que te congeles. La calefacción si puedo controlarla. - Revoleé los ojos.
- Ja, ja. Qué gracioso. - Nos levantamos y entramos a la casa, en donde una repentina brisa de aire cálido me golpeó la piel y me hizo tener escalofríos. - Esto es mucho mejor. - Caminé con Alex hasta la cocina, en donde Chad y Connor comían cereal y Gina limpiaba unos platos con mucha energía. - ¿Y cómo está? - Ella ni siquiera se volteó a verme. Parecía tan nerviosa que me ponía a mí igual.
- Duncan está ayudando a Jon a coserlo otra vez, me sorprende que no haya gritado todavía. - Fruncí mi cara al imaginarme a Aaron sufriendo. Yo no podría soportarlo.
- No está gritando porque sabe que Kelsey está aquí y no quiere verse débil. - Revoleé los ojos mientras Gina lo golpeaba en la cabeza. Me senté en la barra en donde ellos estaban comiendo y jugué con mis dedos para pasar el tiempo, mientras veía a Alex hacer lo mismo.
Me sentía tan agotada. Y ni siquiera tenía sentido porque había faltado a la clase de gimnasia, otra vez. Estaba así por Aaron. O tal vez por Mason. Estaba así por ambos. Mi cerebro no dejaba de pensar en Jake y en Mason y en Aaron. Y en mí también. Estaba preocupada por todos y por todo. Necesitaba un jodido descanso y no podía esperar para que lleguen las benditas vacaciones de una vez. Sabía que probablemente nada cambiaría, pero al menos no estaría pensando en la escuela, que era un pequeño peso que cargaba en mi espalda. Pequeño, pero un peso de todas maneras.
- Está exhausto. Duncan se quedó con él un rato por si necesitaba algo. - Levanté mis ojos hacia Jonathan que ahora abrazaba a Gina por detrás y tomaba sus manos intentando tranquilizarla. - Ya está bien. - Le susurró al oído mientras ella apoyaba su cabeza en su hombro y sonreía.
- Puedo... ¿Puedo verlo? - Pregunté cortando su hermoso momento de pareja. Ambos me miraron y Jonathan asintió.
- Sólo no dejes que se mueva mucho. Todavía no entiendo que eso tardará en sanar. - Me levanté de mi lugar mientras sentía la mirada de todos en mí y caminé hasta el final del pasillo, bajando las escaleras y pasando por la puerta de la habitación de Duncan, en donde me volví a quedar congelada al escuchar su voz.
- Hay algo raro... - Decía susurrando.
A pesar de haber escuchado su voz una sola vez, se me hacía inconfundible. Era ronca y gruesa, y hablaba como si se tratara de un militar.
- Lo sé. Pero no puedo descubrir qué es. Sólo espero que no sea nada grave... - Aaron parecía preocupado mientras susurraba.
No entendía cómo no habían escuchado mis pasos o me habían olido o lo que sea que hicieran los vampiros para detectar a una persona que estuviera a unos cuantos metros, como yo lo estaba.
Me hice más chiquita, intentando que ellos no me descubran para poder seguir escuchando su conversación.
- ¿Crees que...? - Duncan lo interrumpió.
- No. Ya nos hubiéramos dado cuenta. Es científicamente imposible.
- Nosotros somos científicamente imposibles. - Escuché a alguno de los dos suspirar con fastidio e imaginé que era Duncan porque nunca había escuchado a ese sonido salir de la boca de Aaron.
- Ya sabes lo que quiero decir. Si un vampiro estuviera revoloteando a nuestro alrededor, ya lo hubiéramos sabido.
- ¿Y si no es un vampiro? - La voz de Aaron me causó escalofríos.
- Nos hubiéramos dado cuenta también... ¿No crees? - Duncan comenzaba a dudar.
- Lo único que creo es que si es quien pensamos que es, debemos actuar antes de que vuelva a matar a quién sea. - ¿De qué mierda estaban hablando? - Sé que te dolerá al igual que a mí, pero tenemos que hacer algo al respecto. - Tragué saliva.
¿Se referían a matar a alguien?
- ¿Y qué hacemos con...? - Aaron interrumpió a Duncan.
- Yo me estoy ocupando de eso. No estoy cien por ciento seguro de nada todavía. - Aaron parecía cansado. - Es un camino de mierda y las pistas son demasiado pocas, pero algo sucede y cada día mi presentimiento crece un poco más sobre lo que está sucediendo. Sólo debes confiar en mí.
- Es que... - Duncan suspiró y me dije a mí misma que jamás lo había visto o escuchado tan inseguro. A pesar de que no hablaba nunca, parecía una esas personas que no dudaban de sí mismas y hacían lo que sea para conseguir lo que querían. Pero ahora parecía tan... Vulnerable. Tenía que descubrir de lo que hablaban. - ¿Y si no es?
- ¿Y si sí es? - Replicó Aaron. - No pierdes nada en averiguarlo. En todo caso yo lo haría. Y si llego a perder, voy a matarte. Hablo en serio. - Aaron gruñó de dolor, como si hubiera hecho un movimiento que le causó dolor. - Sólo necesito más tiempo. Y más información que no sé de dónde voy a sacar... ¡Maldita sea! ¡Los jodidos puntos me están matando! - Escuché una ligera risa y sabía que no era de Aaron porque se estaba quejando. Era de Duncan.
Duncan acababa de reír.
Duncan. Acaba. De. Reír.
No sabía por qué yo estaba sonriendo de ésta manera. Tal vez por el hecho de descartar que Duncan vivía en una especie de depresión de la cual no podía salir y por eso nunca hablaba.
- Al menos sonríes. Hace mucho que no te veíamos sonreír.
- No le cuentes a Chad. Va a pensar que eres mi favorito porque no me río con sus malditos chistes. Estará revoloteándome por meses hasta que me vea reír.
Kelsey no te rías porque te mato. Ni siquiera sé por qué no han escuchado tu respiración. Cierra la boca.
- De todas maneras soy tu favorito.
- Descansa, idiota. - Escuché el sonido de la cama moverse y luego pasos que arrastraban un par de pies.
Te van a descubrir. Te van a descubrir. Te van a descubrir.
Antes de que Duncan saliera de la habitación de Aaron, corrí hasta la puerta para que ambos pensaran que acababa de llegar.
- Oh, lo siento. Jonathan me dijo que podía verte. Pero puedo volver después. - Duncan miraba al suelo, y me sorprendió bastante que no esté acechándome con su mirada intimidante. Aaron me observaba con las cejas fruncidas.
- Ni siquiera te escuché bajar por las escaleras, ¿por qué estás tan agitada?
Diablos.
Cuando miento mi corazón va más rápido.
- Emmh... Ya sabes. Bajé corriendo, ¿estás seguro que no me escuchaste? Casi me caigo en los escalones, hasta creo que grité. - Reí de una manera tímida y Aaron subió sus hombros.
Cambia de tema.
- En fin, si estaban ocupados puedo irme a casa y venir mañana...
- No. Está bien. Duncan ya se iba. - Duncan salió de la habitación como alma que lleva el viento y ni siquiera tuve tiempo de ver su rostro para intentar leerlo y averiguar de qué estaban hablando. No sabía por qué, pero estaba segura que a Aaron no se lo sacaría ni aunque lo amenazara de muerte. Éste era un tema que tenía que descubrir por mí misma.
- ¿No va a hablarme nunca? - Señalé por detrás de mi espalda en donde recién escuchaba el portazo que imaginé que era el de puerta de la habitación de Duncan.
Sin contar con nuestro infortunado encuentro la vez que husmeaba en su habitación, él nunca había dirigido una palabra hacia mí. Más que miradas que me ponían incómoda y de vez en cuando algún gruñido cuando decía alguna cosa estúpida y él estaba presente. Por supuesto que luego de sentir las miradas de regaño de Gina, se retiraba de la habitación en un silencio mezclado con rabia y no lo volvía a ver hasta los tres días de nuestro pequeño inconveniente.
Le caía mal, era muy evidente. Y era estúpido decir que no me importaba, porque sí lo hacía.
- Sólo dale tiempo. No está acostumbrado a mujeres humanas rondando por la casa. Necesita acostumbrarse.
- Pasaron como cuatro meses. - Mi voz era casi un regaño.
- Cuatro meses son como dos días en vida de vampiro. - No pude evitar reír. Cerré la puerta detrás de mí y me acerqué a él.
Aunque generalmente la imagen de Aaron sin camisa me ponía incómoda y me hacía sonrojarme por su hermosísimo torso, ésta vez lo estaba disimulando bastante bien. Y creo que era porque había alrededor de once puntos que iban del lado derecho de su cintura hacia el centro de su hermosísima 'V', que cada día me convencía más de que la habían tallado a mano.
Había un Aaron Lawrence sin camisa; con el cabello despeinado y un poco sudado; los pantalones algo bajos dejando ver un poco más de lo normal de su bóxer, tirado en una cama en frente mío.
No podía pedirle más a Dios.
- Estás babeando. - Me dijo con una sonrisa de lado. Froté mi cara para despegar mis ojos de él y para disimular el rojo en mis mejillas. Claro que no lo estaba haciendo. O al menos eso creía.
- Acabo de notar que te pareces a un ex, eso es todo. - Retuve la sonrisa mientras me cruzaba de brazos dándole poca importancia. Aaron sonrió aún más.
- Eres toda una mentirosa. - Despeinó su cabello y pasó sus brazos por detrás de su cabeza. Sus brazos se hicieron el doble de grandes y sonreí cuando me imaginé a mí misma haciendo trenzas con el cabello que tenía debajo de sus axilas.
Eso podía ser divertido.
- No tienes ningún ex. Y además, ningún mortal puede igualar mi cuerpo de lujurioso hijo de Lucifer. - Reí con fuerza. - Es una ley, los vampiros deben ser jodidamente candentes.
- Eres un demonio despreciable. - Le dije con gracia.
Últimamente habíamos estado bromeando mucho sobre la sangre infernal que corría por sus venas. Y me encantaba que ambos pudiéramos ser así de hirientes el uno con el otro sin ofendernos de ninguna cosa horrible que nos dijéramos.
- Y de la mejor clase. - Ahora fue él el que rió de manera leve. Sacó un brazo por debajo de su cabeza y me hizo una seña para que me acercara a la cama. - Ven aquí. - Me susurró mientras empujaba mi cuerpo hacia el colchón.
- No quiero lastimarte otra vez. - Le dije con toda la sinceridad del mundo. Yo era demasiado torpe, ya todos sabían eso. Y si volvía a abrirle la herida me graduaría de idiota. Además de que estar acostada al lado de Aaron sin remera me causaba una rara y linda sensación en el estómago.
- No vas a lastimarme, pequeña boba Brooks. Jonathan se aseguró de hacer el jodido doble de puntos para que pudiéramos jugar en la cama todo lo que queramos. - Dijo cuando ya estaba acostada junto a él. Le di un codazo en las costillas mientras mordía mi labio para no sonreír. Él gimió de dolor. - Hablaba del Monopolio, descarada mente sucia.
- Prefiero el Pictionary, gracias. - Él pasó un brazo por mi hombro y yo apoyé mi cabeza en su pecho con cuidado, intentando no tocar con mi mano o con ninguna parte de mi cuerpo, su herida.
- Soy un asco en ese juego. - Dijo con una sonrisa. Lo miré mientras pasaba una pierna por encima de la suya. Desde pequeña tenía esa manía de enredar mis piernas con las de Tris siempre que dormíamos juntas. A Aaron le gustaba porque decía que le gustaba sentirme lo más cerca de él posible. Yo decidí dejar ese pensamiento como algo romántico, más que pervertido.
- Eres un asco en todo. - Me miró sonriendo y noté como se le hacía un pequeño rollito debajo del cuello que me hizo reír cuando lo apreté entre mis dedos. - Sabes que puedes operarte eso, ¿no? Conozco un muy bien cirujano plástico. - Le dije con una sonrisa mientras él movía la cabeza para que dejara de pellizcarlo.
- ¡Sabía que no eran reales! - Exclamó mientras dirigía sus ojos a mis pechos.
- Eres un idiota. - Le dije entre risas. Él se rió conmigo. No sé si por lo que había dicho, o por mi risa, que comenzaba a descontrolarse.
Luego de unos segundos, ambos nos quedamos callados. Yo mirando los dibujos que mi dedo índice había comenzado a hacer involuntariamente en su pecho. Y supuse que Aaron estaría viendo al techo. Ambos pensábamos, o al menos yo, que estaba feliz con él. Y que las cosas eran perfectas así como estaban. Y deseaba que no cambiasen.
Suspiré profundamente, dejándome ver a mí misma que la vida me demostraba en dónde se encontraba mi felicidad. O al menos parte de ella. Recordé las miles de risas que Aaron me había causado y también nuestras hermosas y a la vez horribles discusiones o peleas, sus besos y sus brazos alrededor de mi cuerpo. Mi cerebro me dejó ver cada hermoso momento que había vivido con Aaron.
Pensé entonces, que la felicidad está hecha de retazos de vida en los que el tiempo se detiene para demostrarnos la plenitud que nos rodea.
Exhalé con fuerza. Me sentía una completa mierda por estar aquí tirada en la cama con Aaron, pensando en la felicidad, mientras que Jake había sido raptado por Mason. O al menos eso creíamos.
Pero la verdad era que no sabía qué hacer. Ni por dónde comenzar a buscar. O a quién avisarle de la estúpida llamada que Mason me había hecho. No sabía si los chicos me ayudarían a encontrarlo o si Mason lo estaría torturando o si lo estaría tratando bien o si ya lo había matado.
Tal vez éste momento con Aaron, era la calma que precedía a la tempestad.
Suspiré una vez más mientas dejaba mi dedo quieto y me mordía el labio con fuerza. Pensando. Y preocupándome.
- Lo vamos a encontrar. - Seguía sin entender cómo Aaron podía hacer eso de leerme la mente. Aunque probablemente se notaba a kilómetros que ya no tenía una sonrisa en la cara, y que estaba preocupada.
- ¿Cómo lo sabes? - Sabía que intentaba tranquilizarme, pero una simple frase no me calmaría. Necesitaba hechos concretos. Un plan. Que me dijera que Jake en realidad estaba escondido debajo de su cama. Sí, eso necesitaba.
- Porque lo sé.
Muy buen argumento Aaron, ya puedo quedarme más tranquila.
- Si Mason lo hubiese querido muerto, ya lo estaría. Como el otro lobo de la manada. Para él no nos llamó y nos dijo que lo tenía capturado. Quiere algo y no estoy muy seguro de saber qué es. Tampoco creo que podamos dárselo tan fácil. - Dijo después. Me di vuelta sobre mi cuerpo para verlo, y apoyé mis dos brazos sobre su torso para después dejar caer mi barbilla sobre ellos. Aaron me miró, otra vez.
- ¿Debería avisarle a la manada? ¿A su familia? - Pregunté, intentando aclarar la duda que me carcomía el cerebro desde que habíamos llegado a su casa.
- Sería lo correcto... - Cerré los ojos, escuchando su voz con atención y pensando en la reacción que podían llegar a tener. Probablemente pensaban que Jake seguía convertido en lobo, corriendo por el bosque con los demás. ¿Quién quería decirle a una manada que un vampiro, más bien un cazador, había capturado a su hijo? Estarían furiosos, y no creo que acepten razonar con los Lawrence otra vez. No creo que tengan paciencia para eso. Me había dado cuenta, con el tiempo que pasaba con Jake, que era una persona muy temperamental, y Tris siempre decía lo mismo. Imaginé que su familia era igual, por lo que las mujeres de la familia me habían contado. - Aunque con sinceridad, yo no lo haría. Esperaría a ver qué es lo que Mason quiere, y luego, si no podemos dárselo, avisar a la manada y que ellos se arreglen. - Lo miré mal. - Obviamente tú vas a estar metida en el medio porque siempre estás metida en el jodido medio.
- Es uno de mis mejores amigos y el novio de Tris. - Aaron dejó de mirarme. - Claro que voy a estar metida en el medio.
- Sabes a lo que me refiero. Todo el tiempo estás metida en problemas, ¿no puedes quedarte quieta una vez? - Junté mis cejas mientas apoyaba mis manos en el colchón y me sentaba en la cama.
- ¿Estás diciendo que esto es mi culpa? - Aaron hizo un esfuerzo, que le dolió bastante, para sentarse al igual que yo.
- No, estoy diciendo que dejes que los demás se encarguen de las cosas para que tú puedas estar aquí conmigo. - Con su mano puso mi cabello detrás de mi oreja. - Te amo. Y no quiero que nada te pase. Pero no puedo estar todo el tiempo corriendo detrás de ti para asegurarme de que estás bien. - Sentí que me derretía.
- Entones no lo hagas. Sé cuidarme sola. - Aaron comenzó a reír y yo golpeé su brazo. - ¡En serio sé cuidarme sola imbécil! - Él me sonrió.
- Lo sé. - Acercó su cara a la mía y entreabrió sus labios. Cerré los ojos esperando el beso, pero mi teléfono sonó interrumpiéndonos. Aaron suspiró con cansancio.
Saqué mi teléfono de mi bolsillo trasero y miré la pantalla.
Número privado.
- Atiende. - Me dijo Aaron. Su cara delataba que había leído lo mismo que yo. Le hice caso.
- ¡KEEEELSEEYYY! - Escuché gritar a Mason detrás del auricular. Apreté mi mandíbula por la rabia que me daba escucharlo tan risueño. - Como supongo que tu estúpido novio está escuchando esto, ponme en altavoz de todas maneras. - Omití completamente la palabra con 'n'. Mason no quería mis explicaciones y yo tampoco quería dárselas. Además de que no sabía cuáles serían esas explicaciones.
- ¿Y si no quiero? - Lo desafié.
- Y si no quieres tu amigo se muere. - La voz de Mason no tenía ni una pizca de gracia mientras escuchaba un grito que era claramente de Jake, al fondo.
Tragué saliva y respiré tres veces de una manera profunda para pensar con claridad la cantidad de maneras en las que me gustaría matarlo. Saqué el teléfono de mi oreja y apreté el botón que encendía el altavoz.
- ¿Listo? - Preguntó Mason desde el otro lado. Ni Aaron ni yo le contestamos. - Supongo que eso es un sí. - Cada palabra que salía de su asquerosa boca, hacía hervir mi sangre un poco más. Ni siquiera tuve el coraje para ver a Aaron. Estaba segura que estaría igual o un poco más loco que yo. - Ya que veo que están bastante dispuestos a conservar a su amigo y que él ya empieza a apestar todo el lugar con su olor a perro salvaje, he decidido regresárselo. Con una condición, por supuesto.
- ¿Qué quieres? - Escupió Aaron con furia. Estaba segura que Mason sonreía de la manera macabra que él siempre lo hacía.
- ¿Qué quiero? - Odiaba que hiciera eso. Que jugara con nosotros como si yo no tuviera el corazón en mi boca. Como si no estuviera hablando de la vida de una persona. ¿En serio le importaba tan poco terminar con la vida de alguien? ¿Tan poca humanidad corría por sus venas? - Oh, cierto. Lo que quiero. Lo que quiero... Lo que quiero es a ti, Kelsey Brooks. - Se me cortó la respiración. Miré el teléfono sin poder creerlo.
¿A mí? ¿Para qué me quería a mí?
(...)
- DE NINGUNA JODIDA MANERA. NO. - Revoleé los ojos. - ¡NO!
Como era de esperarse, Aaron se había vuelto loco. Cuando Mason dijo que me quería a mí, de manera explícita, ambos nos habíamos quedado petrificados. Solamente lo escuchamos decir que dentro de diez minutos pasaría por la casa de los Lawrence y si no tenía lo que quería, el final de Jake no sería para nada lindo.
Estaba muy dispuesta a que Mason me tomara a mí para que dejara a Jake libre, y eso estaba enloqueciendo a Aaron, que caminaba por el patio delantero, quejándose por su herida, ahora con una camiseta.
Los chicos lo miraban igual que yo, y todos habían expresado lo loco que era que yo me entregara a Mason. Pero no me importaba. Si Mason me quería a mí para dejar libre a Jake, me tendría. Confiaba mucho en mí misma. Sabía que podría escapar de Mason, no sería fácil, pero sabía que podría.
- Quédate quieto Aaron. - Le dijo Jonathan que estaba parado junto a Gina, detrás de los chicos y de mí, que estábamos sentados en la escalera de su porche. Aaron siguió caminando sin importarle lo que le dijeran.
- NI SE TE OCURRA DECIRME QUE LO VAS A HACER PORQUE SI TE ESCUCHO OTRA VEZ TE VOY A ENCADENAR EN EL SÓTANO KELSEY. - Me siguió gritando sin escucharme. Apoyé mi cabeza en el hombro de Alex, que también se veía un poco enojado.
- ¿Podrías dejar de gritar para que podamos buscar una solución? - Dijo Alex a mi lado.
- NO, NO PUEDO. NO PUEDO PORQUE ELLA ESTÁ LOCA. - Sonreí.
Yo era la loca, pero el que gritaba como desaforado y ponía cara de desquiciado, era él.
- Y ENCIMA SE RÍE. - Me puse seria otra vez.
- Tal vez podamos seguir un rastro. - Habló Connor. Vi a Duncan negar con la cabeza.
- ¿Y encontrarlo en menos de diez minutos? No lo creo. - Chad juntó sus cejas. - Además, no creo que estén en un lugar tan cerca de aquí. Es decir, si yo fuera Mason, lo tendría en algún lugar lo más alejado del pueblo posible.
- ¿Y los lobos? Podrían encontrarlo más rápido. Conocen su olor. - Connor era de más utilidad que Aaron. Ahora estaba lejos de nosotros, apoyado contra un árbol.
- Estoy segura que siguen convertidos. La luna llena no fue hace mucho. - Alex asintió, dándome la razón.
- ¿Y si lo atrapamos cuando vuelva? - Chad nos miró
- Mason es inteligente. - Jonathan habló detrás de nosotros. - No creo que trabaje solo. Probablemente si se dan cuenta que tarda demasiado, dañarán a Jake. No es una buena opción.
- ¿No es más fácil confiar en mí y listo? - Dije levantando mi cabeza del hombro de Alex.
- No. - Habían dicho todos. Incluso Aaron que estaba en la distancia y ahora volvía caminando hacia nosotros. Observé a Duncan, que estaba más serio, completamente distinto a como lo había visto cuando entré hacía unos cuantos minutos a la habitación de Aaron. Seguía sin hablar, pero su voz preocupada rebotaba en mi cabeza.
- Tal vez podríamos hablar con él cuando venga, y llegar a un acuerdo. - Había dicho Gina, con voz pacífica.
- No creo que quiera hablar, amor. - Jonathan hizo una mueca con sus labios.
- ¿Sabes lo que pasará si te vas con él? - Aaron me miró directamente a los ojos. Me habló como si toda su familia no estuviera en frente nuestro, escuchándolo. - ¡TE VA A MATAR! - Y volvimos a los gritos.
- No creo. - Expresé con sinceridad.
- ¿No crees? ¿¡NO CREES!? ¡No cree, chicos! ¡NO LO JODIDO CREE! - Tapé mis oídos ante sus gritos que ya empezaban a irritarme. Los chicos pusieron cara de fastidio y supuse que sentían lo mismo que yo.
- No, no lo creo. Tú mismo lo dijiste. Si Mason me quisiera muerta, ya lo estaría.
- ¿Yo dije eso? - Asentí con la cabeza. - Bueno, era mentira. ¡Era una jodida mentira! Probablemente lo hice para asustarte. ¡PORQUE YO NO DEJARÍA QUE NADA TE PASE! ¿ENTENDIDO? - No sabía si pararme y abrazarlo, o pararme para patearlo.
- Se nos acaba el tiempo y tus gritos no nos ayudan en nada. - Dijo Alex, tomándose la sien.
- Escúchame. - Me paré y caminé hacia Aaron. Sus ojos muy abiertos y su pecho subiendo y bajando con rapidez, me demostraban que estaba angustiado. Y hasta me animaría a decir que también estaba asustado. - Mason quiere algo de mí. Y yo quiero saber qué es. - Él negó con la cabeza como si lo que estuviera diciendo fueran los disparates más locos que jamás había oído. - Tengo que ayudar a Jake. Los dos podemos escaparnos. - Acaricié su mejilla. - Y confío en que me encontrarás. Tú siempre lo haces. - Aaron respiró profundamente. Sentí cómo se relajaba al escuchar mi voz, cómo la tensión se iba de los músculos de su cara ante mi tacto.
Nunca le había tenido tanta confianza a una persona que no fuera Tris.
- Te amo. - Le susurré, intentando transmitirle toda la tranquilidad y confianza que me invadían.
- ¿No son lindos? - Todos escuchamos la voz de Mason. Me imaginé que los chicos se paraban y buscaban de dónde venía su voz. Aaron se dio vuelta y me empujó por detrás de su espalda. Sonreí al sentir la seguridad que me causaban sus brazos y su cuerpo delante de mí.
Tú sonríes y probablemente en la próxima hora vas a estar muerta. ¿Quién carajo te entiende?
- Bien, vengo a buscar lo que pedí. - Mason se hizo presente mientras caminaba por el camino que llevaba a la entrada de la casa de los Lawrence. Llevaba unos jeans gastados y un par de botas negras en sus pies. Una camisa blanca y una chaqueta de cuero que colgaba de su brazo, sobre su hombro. Caminaba con una sonrisa, mientras los miraba uno por uno, buscándome. - Allí estás. - Aaron tomó mi brazo con fuerza y agudizó su vista hacia el individuo que estaba a unos diez metros en frente nuestro. Mason dejó de caminar y me sonrió. Su sonrisa seguía causándome escalofríos.
- No pienso dejar que se vaya si sé que vas a hacerle daño. - Dijo Aaron.
- ¡Wow, tranquilo niño! No voy a lastimarla. - Desvié mi mirada de él cuando sentí unos cuantos pasos detrás de mí. Los chicos, Jonathan y Gina me estaban rodeando.
Los ojos se me aguaron y sentí ganas de llorar. Hasta Duncan parecía decidido a pelear para que Mason no me llevara. Y Duncan me odiaba. Se sentía lindo tener un apoyo incondicional. Se sentía como si casi tuviera una familia.
- Prometo que no la voy a lastimar. - Ninguno habló, y Mason rió. - ¿Acaso no confían en mí? - Dijo con incredulidad. No obtuvo respuesta, otra vez. Borró su sonrisa mientras se colocaba su chaqueta. - Está bien, lo entiendo. Si yo estuviera en su lugar, tampoco confiaría en mí. - Mason llevó una mano a su mentón y juntó sus cejas. - Hagamos un trato... Si en cuatro horas, Kelsey no está con ustedes, sin un sólo rasguño, dejaré que me maten. - Miré a los Lawrence esperando que alguno le respondiera, pero no hubo caso. - Deben confiar en mí, o el lobo muere.
- Hecho. - Dije con firmeza y salí detrás de Aaron. Mason sonrió y sentí a todos mirarme como si estuviera loca.
- ¿Kelsey qué estás haciendo? - Escuché a Alex susurrar.
- Si en cuatro horas yo y Jake no estamos aquí sin un sólo rasguño en el cuerpo... Entonces... Ellos podrán matarte. - Dije 'ellos', porque no tenía el valor de decir 'nosotros'.
- Me parece justo. - Tragué saliva mientras Mason mordía su labio. - Aunque no puedo asegurarte que Jake no tenga ningún rasguño en este momento. - Agaché mi mirada y caminé, con piernas temblorosas, rodeando a Aaron. Él tomó mi hombro, deteniéndome. Saqué su brazo de mi cuerpo y lo miré.
- Te amo. Pero no intentes detenerme. - Él me miró por última vez y yo también. Di un sólo paso más, cuando sentí a Aaron nuevamente, tomando mi mano.
- Si algo le llega a pasar... - Empezó. Y me di cuenta que le hablaba a Mason. Sus ojos eran asesinos y tenían una furia impresionante. Pero su mano acariciaba la mía mientras la tocaba suavemente, como si lo tranquilizara. - Te juro por Dios, el Diablo, el Cielo y el Infierno que voy a encontrarte. Y cuando lo haga, no quedará una parte de ti que no desee jamás haberla tocado. Porque yo, personalmente, voy a despellejarte y coseré la piel de nuevo a tu cuerpo, pedazo por pedazo. Te ataré a una silla con las mismas malditas cadenas de plata por segunda vez, te pondré en este mismo patio y no te dejaré morir hasta que vea que el sol está a punto de salir. Y lo veré todo desde esa ventana que está ahí, y sonreiré, y comeré palomitas mientras te veo sufrir. Dejaré que te quemes lo suficiente y luego, antes de que te conviertas en polvo, voy a cortarte pedacito por pedacito, para después poner cada uno de ellos en una repisa, en mi habitación. - Si no estuviera cagada de miedo, me hubiera reído extremadamente fuerte. Pero Aaron estaba muy enojado. Y estaba cien por ciento segura que si Mason no mantenía su promesa, Aaron cumpliría todo lo que había dicho. - ¿Entendido? - A lo lejos, vi a Mason asentir una sola vez con la cabeza, y no sé por qué, pero tenía la sensación de que Aaron había logrado asustarlo. - Bien. - Terminó de decir. Él acarició mi mano una última vez, y no la soltó hasta que comencé a caminar, y la distancia había separado el roce de nuestros dedos.
Caminé sin mirar atrás, y sin mirar hacia adelante. Observaba mis pies y rogaba que Jake estuviera bien, que esto no fuera una trampa y que a mí tampoco me pasara nada. Aunque estaba segura que Aaron nunca dejaría que nada me pasara.
Llegué a estar enfrentada a Mason y me detuve. Él, dejó de mirar en dirección a los Lawrence, y centró sus ojos en mí. Ya no había gracia en su rostro y menos en sus ojos.
- Vamos. - Me dijo. Pero no se movió. Y yo tampoco.
- ¿Dónde está el auto? - Pregunté. Pero no obtuve respuesta, sólo una sonrisa de lado que me aterró más que su mirada. No dejaban de correr escalofríos por mi espalda desde que me había alejado de Aaron.
- ¿Auto? - Me miró sin poder creerlo. - No hay auto. - Junté mis cejas.
- ¿Y entonces cómo...? - No pude terminar mi pregunta porque él me estaba tomando de las piernas y ya estaba alzada sobre su hombro.
- ¡Suéltame! - Le grité mientras golpeaba su espalda y sacudía mi cuerpo al compás de mis piernas, intentando zafarme de su estúpido agarre. Él dio media vuelta y caminó unos pocos pasos.
- Lindo trasero, ya veo por qué le gustas. - Dijo, ahora riendo. De repente había recobrado su gracia y eso sólo lograba espantarme más. Subí mi mirada mientras seguía golpeando su espalda, y pude ver cómo Aaron intentaba correr hacia nosotros, pero los chicos lo sostenían e intentaban controlarlo. Pero no funcionaba. Porque cada vez podía verlos acercarse más.
Deseé que pudieran controlarlo. A pesar de mis miedos, tenía que encontrar a Jake y llevarlo a su casa otra vez. Sin importar qué.
- Agárrate fuerte muñeca. - Dijo antes de largarse a correr. Mi cuerpo se congeló y mis uñas se clavaron en su espalda. Estaba yendo muy rápido. Demasiado rápido. Cerré los ojos y reprimí un grito que quería salir del fondo de mi garganta. Oía los pasos de Mason corriendo, que eran como ligeras plumas que se movían sobre las nubes. Pero lo último que realmente escuché, fue el grito desgarrador de Aaron, llamándome.

ESTÁS LEYENDO
Aaron Lawrence
FantasyHistoria de Lucía Aluminé Sacado de su página de Facebook: "Storytellers"