Capítulo 48:
- Este es el plan. - Tris susurró. Era miércoles por la noche, y el tiempo se nos acababa. Supuestamente había tenido una muy buena idea para escapar, y habíamos esperado a que Tony oyera el plan con nosotras, detrás de la puerta por supuesto. - Mañana en la noche, cuando Polland esté preparándose para irse, Tony vendrá a buscar a los que estén cuidando nuestra puerta, les dirá que Rick quiere hablar con ellos, se irán, y tendremos el pase libre para abrir la puerta.
- Pero estará cerrada, ¿cómo se supone que van a salir? - Tony me había robado las palabras de la boca. Tris me miró, y la luz blanca de la luna hizo destellar más su sonrisa.
- Kelsey sabe hacerlo. - Está bien, no era una habilidad de la que estaba orgullosa, pero era cierto.
- Necesito herramientas, no puedo sólo hacerlo con los dedos. - Dije frunciendo mis cejas.
- Ahí es cuando entro yo... - La voz de Tris sonaba más entusiasmada de lo que en realidad tendría que estar. - Mañana me encargaré de robar lo que necesites de la cocina, sólo tienes que pedírmelo. - Asentí con la cabeza, haciendo una pequeña lista de lo que necesitaría para hacer mis herramientas de manera casera. - Polland y los demás se irán, lo cual significa que nuestra única preocupación, son Rick y sus amigos, que rondarán por todo el lugar cuidando que todo esté en orden. La idea es evadirlos, lo más que podamos. - Tris se acercó a mi oreja y usó un tono que fue extremadamente bajo, apenas audible para mí. - Iremos a la habitación de los niños, y llevaremos a Zoe con nosotras. - Asentí con la cabeza cuando se alejó. Ninguna de las dos quería que Tony se pusiera mal al hablar sobre eso.
- ¿Pero cómo van a salir? Sólo hay una salida. La puerta principal. Y es en frente de la oficina de Polland, si alguien está cuidándola, es imposible escabullirse sin que las vean. Además, está cerrada con llave y candados. Tendrían que tener el camino demasiado libre por mucho tiempo como para que Kels las abra. Es imposible. - Miré a Tris negar con la cabeza.
- No vamos a salir por la entrada principal. - Fruncí mis cejas otra vez.
- ¿Entonces por dónde? - La sonrisa de Tris se hizo más grande mientras me miraba, incluso parecía macabra.
- El sótano. - Mi cara generó una mueca de confusión completa.
- ¿El sótano? - La voz de Tony había sincronizado con la mía, no sólo con la oración, sino que también con la confusión.
- El sótano. - Negué con la cabeza, esperando a que Tris se explique. - ¿Recuerdas que cuando éramos pequeñas, casi siempre desaparecía?
- Sí, cuando Polland nos llamaba para asignarnos las áreas que teníamos que robar... ¿Qué tiene eso que ver? - Pregunté, aún confundida.
- Como no quería estar ahí, recorría el orfanato hasta que me aburría y volvía a la habitación. Un día, mientras vagaba por las habitaciones abandonadas, las que Polland usa para dejar las cosas del orfanato, encontré una pequeña puerta detrás de unas estanterías, y cuando pasé, baje unas escaleras de madera y ahí estaba el sótano. Era pequeño y húmedo y estaba lleno de telarañas. Pero había juguetes. Muñecas de porcelana y pelotas, también ropa. Supongo que eran cosas que los asistentes del gobierno enviaban de vez en cuando, como regalo o donación, y Polland las ponía ahí. - Abrí los ojos sin poder creerlo.
Ese maldito bastardo. Había usado la misma camiseta por tres semanas. Había tenido que robar una porque la otra se había arruinado de tantos lavados.
- Hay una pequeña ventana. Tiene cerrojo y toda la cosa, pero sé que podrías abrirlo si lo hacemos con rapidez. Espero que quepamos. - No pude evitar sonreír. Me abalancé sobre Tris y besé su frente mientras reía.
- ¡Tú, pequeña Dora la exploradora! ¡No sé si besarte o abofetearte por ser la responsable de que estemos aquí adentro! - Tris me sonrió un poco tímida mientras me abrazaba.
- Te dije que nos sacaría de aquí. Era lo mínimo que podía hacer. - Estábamos adelantándonos, obviamente, pero las esperanzas no dejaban de crecer dentro de mi corazón.
Volvería a ver a Aaron. Volvería a sentir sus brazos a mí alrededor cuando me abrazaba. Volvería a besarlo. Volvería a tenerlo junto a mí.
- ¡Oye, tú! - Tris y yo nos miramos alarmadas al oír una voz que no era la de Tony detrás de la puerta. - ¡No puedes estar aquí! - Pegamos nuestras orejas contra la puerta para escuchar mejor.
- Creí que era mi turno de vigilancia, lo siento. - Tony mintiendo. Era una extraña sensación y me sentía mal por decirlo, porque no estaba bien, pero, por Dios, cómo había extrañado al Tony mentiroso. Era un actor de primera. - Me iré y ya no causaré más problemas. - Miré a Tris, conteniendo la risa y los nervios de que lo descubrieran. Nos descubrieran. - Adiós. Y vigílalas bien, están bastante revoltosas. - Distinguir los pasos de Tony por el pasillo, se había convertido en un pasatiempo.
Tris golpeó mi brazo en el momento en que escuchaba el ruido de la cerradura. Corrimos como animales hambrientos a un plato de pasta y nos sentamos en nuestras camas. Tris tomó el cobertor de la cama y cubrió todo su cuerpo mientras un chico de unos quince años abría la puerta, con el ceño fruncido.
- ¡OH POR DIOS! ¡OH POR DIOS! ¡ESTOY DESNUDA! ¡DEGENERADO! - Gritó Tris, completamente histérica. Me quise reír al ver la cara de terror del niño, pero no lo hice.
- ¡OH POR DIOS! ¡QUIERE VIOLARTE TRIS! ¡OH POR DIOS! - Le seguí el juego y luego gritamos como dos chicas en plena película de terror. Tris tomó su almohada y la revoleó directamente a la puerta, golpeando en la cabeza al chico que ahora estaba horrorizado.
- Yo no... - Dijo, poniéndose rojo.
- ¡NO NOS VIOLES, POR FAVOR! ¡SOMOS VÍRGENES! - Gritó Tris otra vez. El chico, al ver tremenda escena, tragó saliva y dejó la almohada dentro de la habitación, levantando las manos, como intentando decirnos que no nos haría daño. Luego, intentó hablar una vez más, pero yo chillé agudamente y simplemente cerró la puerta detrás de él.
Tris y yo estallamos en carcajadas silenciosas.
Extrañaba nuestros momentos.
(...)
- ¡SÓLO PEDÍ UNA JODIDA DUCHA! ¡Y ME DIERON DIEZ MÍSEROS MINUTOS! ¡NO TUVE TIEMPO DE ENJUAGAR MI CABELLO! - Rick empujó a la Tris chillona dentro de la habitación.
- Estuviste metida ahí adentro como media hora. - Bufó frustrado.
- Que tú no estés familiarizado con lo que 'ducha' significa, no es culpa mía. - Rick apretó sus puños, conteniendo sus ganas para golpearla, pero en vez de hacerlo, cerró la puerta con fuerza. Tris se volteó hacia mí con una sonrisa y metió su mano dentro del bolsillo de su pantalón. Una tijera se deslizó por el piso. Cuando levantó su remera, pude notar un alambre alrededor de su estómago. De la cintura de su pantalón se asomaba un cuchillo que también se deslizó por el suelo junto con el alambre. - No conseguí una lima, pero supongo que esto sirve. - Metió la mano debajo de su blusa y sacó un afilador de cuchillos de su ropa interior. La miré horrorizada. Ella sólo se encogió de hombros. - Los compro más grandes para que parezcan más grandes. - Sonreí y negué con la cabeza. No tenía remedio. - Oh, casi lo olvido. - De su cabello, sacó unos cuantos clips que se había enganchado, generando un bonito peinado. - Creo que voy a plantarlos como una nueva moda. - Me dijo mientras los ponía en mi mano. - ¿Crees que podrás terminarlo para esta noche? - Tomé las cosas y las esparcí en mi cama, intentando crear una ganzúa casera que soportara unas cuantas cerraduras.
- Eso espero. - No estaba segura de mis manos hábiles, porque últimamente estaban muy torpes. Hacía unos cuantos meses que no hacía esto, hasta parecían años, y antes sólo la había usado para abrir las alacenas en donde Polland guardaba la buena comida. Dulces, principalmente. Los dulces valían el riesgo.
Suspiré intentando recordar todos y cada uno de los pasos. No podía cometer un solo error, porque un error significaba encerradas para siempre. Significaba Polland y Rick furiosos. Significaba golpes.
Agité la cabeza y me obligué a concentrarme mientras me ponía manos a la obra.
Había pasado toda la tarde dedicada a llevar a cabo nuestra única esperanza de salir de este lugar. Había tenido que esconder mi creación, de la cantidad de veces que Rick y sus amigos habían abierto la puerta, y me sorprendí a mi misma cuando Polland no había venido a visitarnos. Hacernos sufrir era su pasatiempo favorito. Pero supuse que estaba muy ocupado. Tris se había encargado, además, de traer la comida y de ayudarme cuando se lo pedía. Generalmente, con las herramientas correctas, en el lugar correcto, de la manera que quería, sólo tardaba media hora para crear la ganzúa. Pero en este caso, había hecho más de cuatro, y ninguna parecía ser lo suficientemente resistente como para no romperse mientras intentaba abrir la cerradura de alguna puerta. Las guardé en mi bolsillo, sólo para tener unos cuantos repuestos.
- ¡Chicas! - La voz de Tony me hizo entrar en pánico. Aún no había terminado la que tenía en la mano. Tris abrió los ojos en mi dirección, mientras veía que me volvía loca y que mis dedos se movían con más velocidad que de costumbre. - Tienen diez minutos hasta que se den cuenta que Rick no los ha llamado de verdad. Debo irme en este mismo instante o Polland mandará gente a buscarme. Ya se están subiendo todos a la camioneta. - Sentía que me ponía a llorar. Porque mis manos parecían más torpes que nunca, y porque Tony se estaba yendo y no había manera de que nosotras podamos ayudarlo. - Adiós, y buena suerte. - Miré a Tris que luchaba, al igual que yo, por no llorar. - Las amo. - Esa fue la gota que rebalsó el vaso. Limpié mis lágrimas con mis brazos, porque mis manos estaban ocupadas.
- Nosotras también. - Dijo Tris por ambas. Sorbí mis mocos, y asentí, sin poder decir una sola palabra. Se me partía el corazón en un millón de pedazos mientras Tris limpiaba sus lágrimas y se sentaba junto a mí. Las dos escuchamos al mismo tiempo los pasos de Tony por el pasillo. Corriendo. Agité mi cabeza para sacar la imagen de él de mi cabeza. Tenía que concentrarme para que todo saliera bien. - ¿Te falta mucho? - Fulminé con la mirada a Tris y se alejó de mí con cuidado. Rápidamente, doblé el alambre como pude con la tijera y mis manos, intentando hacer un ángulo recto.
- Ya está. - Le dije mientras corría hacia la puerta y me agachaba a la altura de la cerradura. Tris se quedó parada junto a mí. Apenas intenté poner la herramienta que había creado en el encaje donde debería ir la llave, el alambre se quebró en mis manos. - ¡Vamos! - Dije enojada mientras tomaba otro de mi bolsillo trasero.
- ¿¡Qué estuviste haciendo toda la tarde!? - Dijo Tris, histérica. Pero ni siquiera le presté atención. Estaba demasiado ocupada intentando abrir la puerta. Habían pasado cinco minutos, o lo que yo pensaba que habían sido cinco minutos, con una Tris incómoda y nerviosa a mi lado, que no dejaba de comerse las uñas.
Mis manos sudaban mientras movía la ganzúa dentro de la cerradura, intentando abrirla. Sentía un suspiro a mi lado, cada vez que hacía algún ruido. Ambas esperábamos que se abriera cuanto antes.
Sonreí como nunca antes había sonreído y tiré del picaporte, abriendo la puerta. Tris contuvo un grito de emoción mientras salíamos con rapidez de la habitación. Corrimos hasta el final del pasillo, cuando escuchamos una serie de pasos venir en nuestra dirección. Me pegué a la pared, y tiré de Tris para que hiciera lo mismo. Ella me miró confundida y yo tapé su boca e hice una señal para que entendiera que alguien venía hacia nosotras. Sus ojos me demostraron el pánico que corrían por sus venas y los míos no hacían otra cosa que mirar para todos lados, buscando una solución. Y sólo se me ocurrió correr. Pero, ¿hacia dónde? No era como si tuviéramos muchas opciones. Correr hacia quien sea que estaba muy cerca de nosotras o correr hacia el otro lado, y quedarnos atrapadas, porque el pasillo terminaba a unos cuantos metros de nosotras. Y las habitaciones que teníamos en frente estaban cerradas con llave. Todo se cerraba con llave por la noche.
Miré a Tris una vez más, quedándonos sin tiempo. Y sólo se me ocurrió hacer una cosa.
- Tú corres. Yo los distraigo. - Tris negó con la cabeza al escuchar lo que acababa de decir. Sin dejarla hacer una sola cosa ni decir nada más, me di vuelta y corrí por el pasillo, llevando con mi cuerpo a una persona que estaba de espaldas. No escuché a Tris correr y la odié por no seguir mis indicaciones. Golpeé con todas mis fuerzas la espalda de quien sea que estaba debajo de mí mientras un par de brazos me tomaban y me separaban como podían del chico en el suelo. - ¡Aléjate de mí, idiota! - Con mi codo, golpeé el costado de quien estaba agarrándome y me sorprendí al sentirlo tan fuerte y duro. Me soltó de repente y me volví para ver a quién golpearía en el rostro.
- ¡Kelsey! - Me giré confundida al escuchar el grito susurrante de Tris. Ella hizo una seña con su cabeza hacia el chico que estaba contra la pared, tomándose el costado. Lo miré y al segundo se me cortó la respiración.
- ¡CHAD! - Grité, sin privarme del derecho de sentirme feliz al tenerlo frente a mis ojos. Me abalancé sobre él y lo abracé con toda la fuerza que existía en mis brazos. Chad me correspondió con delicadeza y alivio. - ¿Qué estás haciendo aquí? - Dije, mi voz ahogada contra su pecho. Sentía su respiración pesada sobre mi cabeza mientras movía sus manos sobre mi espalda, intentando tranquilizarme. Me alejó de él y sentí que sus ojos buscaban los míos en la oscuridad. Sonreí.
- No tienes idea de lo feliz que estoy de verte. - Sus dedos pasaron por debajo de mis ojos y no me había dado cuenta que estaba llorando hasta que él secó mis lágrimas.
- Emmh, hola. Chico herido, por puños de acero de chica loca, en el suelo. - Me giré al escuchar la voz de Connor detrás de mí. Lo ayudé a levantarse y cuando estuvo parado, sus brazos me rodearon sin esperarlo, asfixiándome. Hice lo mismo y cada vez sentía más que el vació en mi corazón se pasaba. - ¿Cómo es posible que al herido no le den el amor que le han dado al idiota que no hizo nada? - Reí en su cuello.
Se habían acordado de mí... No me habían olvidado.
- Porque el supuesto idiota es mucho más guapo. - Me alejé de Connor, aún con más lágrimas en mis ojos y lo golpeé en el hombro. - ¡Ay! - Se quejó. - ¿Por qué fue eso?
- ¡Se tardaron jodidamente demasiado! - Dije entre enojada y divertida. Chad sobó su brazo, aunque sabía que no le había dolido. Un carraspeo de garganta nos interrumpió.
- ¿Kelsey? - Tris dio un paso adelante. Estaba nerviosa y movía sus manos detrás de su espalda. Negué con la cabeza, haciéndole saber que no había nada que temer.
- Está bien, son idiotas, pero son confiables. - Le dije con una media sonrisa. Tris aún parecía aterrada, pero bajó sus hombros, intentando parecer menos a la defensiva. Agradecí a Dios y a cualquier ángel que hubiera escuchado mis plegarias, por la confianza ciega que Tris estaba teniendo en mí.
- Hola, señorita. - Dijo Chad, en español, pronunciando de sobremanera la 'r'. Lo golpeé en la cabeza cuando intentó acercarse a Tris con una sonrisa. - Estás malditamente agresiva, Brooks. - Lo miré mal.
- Tris... Connor, Chad. - Los señalé a ambos con mi mano y ella asintió con un movimiento de cabeza.
- Los vampiros. - Dijo, entre asustada y sorprendida. Chad subió las cejas e hizo un ademán con su mano.
- Preferimos el término 'candentes-criaturas-del-infierno'. - Volví a golpearlo.
- Es mi hermana. - Les dije a ambos, para que supieran quién era.
- Quieres decir, tu mejor amiga, la que se escapó contigo de aquí hace un tiempo. - Miré a Connor sorprendida, él se encogió de hombros. - Aaron nos contó. - La mención de su nombre, hizo que mi corazón diera un vuelco. Connor se dio cuenta. - Está como loco buscándote por todo el edificio. - Contuve las ganas de llorar un poco más y sonreí con ganas. - Y tu novio también, el lobo. - Miré a Tris que parecía que acababan de abofetearla con un pescado.
- ¿Jake está aquí? - No sabía si la palidez de su cara se debía a la luz de la luna que entraba por algún lado del pasillo o si simplemente el nombre de Jake lo había producido. Connor asintió.
- Llorando, y echándose la culpa. Está insoportable. - Volví a reír mientras una lágrima se caía por mi mejilla y la limpiaba con rapidez, para que no lo notaran. - Estaba tan desesperado por encontrarte que hizo un trato con nosotros... Al parecer no confiaba que las encontraríamos, pero ya ves, en su cara. - Tris me miró y escuché su respiración agitada a pesar de que estaba a unos cuantos pasos de distancia. Ambas pensábamos lo mismo.
- Tenemos que encontrarlos. - Chad y Connor se miraron y asintieron al vernos tan decididas. Comenzamos a caminar con sigilo por detrás de ellos. Sentía que mi corazón explotaba de lo fuerte que latía contra mis costillas. Apenas podía escuchar lo que sea. Mi pulso se había vuelto loco al pensar en Aaron. Intenté calmar mi respiración de alguna forma, pero me parecía imposible.
Mi cerebro llegaba a un montón de conclusiones mientras apurábamos el paso y evitábamos a un par de chicos que rondaban los pasillos del orfanato. Chad y Connor iban al frente, dándonos indicaciones o diciéndonos si alguien venía, mientras nosotras dábamos las órdenes hacia dónde ir. Ninguno de los dos sabía en dónde estaban Aaron y Jake, sólo sabían que se encontraban dentro del edificio. Recorrí todos y cada uno de los pasillos con el corazón en la boca, y juraba que este lugar jamás me había parecido tan grande como ahora.
- Esperen aquí. - Connor hizo que ambas nos pegáramos a la parte oscura que daba en la pared, intentando pasar más desapercibidas. Ambos caminaron con cuidado por el pasillo que se abría frente a nuestros ojos y por un segundo, sentí que estábamos en misión imposible.
- ¡Hey! - Mi cuerpo se paralizó al escuchar una voz detrás de nosotras. - ¡Ustedes no pueden salir de su habitación! - El chico caminó furioso hacia ambas y justo cuando estuvo a punto de tomar a Tris por el brazo, cayó al suelo como una bolsa de papas. - No... No puedo moverme. - Dijo completamente asustado, intentando mirarnos a los ojos. - ¡No puedo moverme! - gritó, ahora completamente desesperado. - ¡AYU...! - Y cerró la boca de repente. Miró hacia todos lados, preso del pánico. Observé a Tris, confundida y ella hizo lo mismo.
- Cállate. - Connor le sonrió mientras sus ojos brillaban de un color azul intenso, su mueca macabra me dio escalofríos.
Estaba controlándolo como a un muñeco.
Chad se dio cuenta de lo que sucedía y tomó al chico en sus brazos para sacarlo del medio del pasillo.
- ¿Dónde podemos dejarlo? - Me preguntó. No respondí por unos segundos. Estaba demasiado atónita como para hablar. Ver a Connor controlando a un humano de esa manera, me había revuelto el estómago. Ya lo había hecho, lo había visto haciéndoselo a los chicos unas cuantas veces, pero a un niño... No sabía qué me sucedía. Al parecer estaba demasiado sensible. O simplemente recordé esa vez que él me dejó ciega temporalmente y no pude evitar sentirme identificada por el terror que veía en los ojos del chico que Chad cargaba en el hombro.
- Abajo, en las habitaciones vacías. - Respondió Tris por mí al ver que no podía hablar. - Es por aquí. - Tomó la delantera y nos condujo por unos cuantos pasillos hasta llegar a las escaleras.
- Él va a estar bien. - Me susurró Connor al ver que seguía horrorizada. Asentí con la cabeza, sabiendo que tenía razón y me obligué a reaccionar y a ser útil para algo. No servía para nada en estado de shock.
- Viene alguien. - Chad se puso por delante de Tris mientras bajaba por las escaleras y nos hizo retroceder y pegarnos a la pared. Un amigo de Rick, que reconocía por haber vigilado nuestra puerta cuando Rick no estaba, se hizo presente a unos tres escalones de nosotros. Tris apretó mi brazo, entrando en completo pánico mientras se hacía más pequeña contra la pared, yo hice lo mismo. Pero él ni siquiera nos dio una mirada, subió las escaleras como si no nos hubiera visto y recorrió el pasillo que nosotros habíamos dejado atrás hacía mucho tiempo. Observé los ojos de Chad, y no me sorprendí al verlos brillar, volviendo el verde de sus ojos, aún más esmeralda.
- Eso ha sido lo más raro que he visto jamás. - Dijo Tris, susurrando. Chad le sonrió mientras seguíamos bajando por las escaleras.
- Lo haría siempre, pero no es tan fácil como parece. - Todos doblamos a la derecha y Tris nos condujo a una puerta que estaba cerrada. Me agaché a la altura de la cerradura y luego de tres minutos, estaba abierta. - Definitivamente, tienes que enseñarme a hacer eso.
- Todo a su debido tiempo, Daniel San. - Corrimos dentro de la habitación al escuchar unos pasos por el pasillo. Cerré la puerta detrás de mí, mientras Chad dejaba al chico entre unas cuantas cajas. Sus ojos seguían moviéndose por todos lados, en completo pánico.
- Necesitamos algo para atarlo, cuando me vaya y lo deje aquí, va a recuperar todos los sentidos. - Chad tomó un cable de una de las cajas, y lo ató entre sus muñecas y sus pies. Yo tomé una tela que anteriormente había sido una camiseta e hice un bollo para metérsela en la boca. - Alguien viene, escóndanse. - Tiré del brazo de Tris para ponernos detrás de una estantería. Perdí de mi vista a Chad y Connor cuando la puerta de la habitación se abrió, llenando todo el cuarto de luz. La sonrisa de Chad destelló en la oscuridad.
- ¿Dónde están? - Su voz me heló la sangre y sentí que las rodillas me temblaban. La puerta se cerró detrás de ellos y me asomé con cuidado, intentando saber si mi cerebro estaba en lo cierto. Pero era imposible para mí no reconocer su voz. Tris seguía sosteniéndome del brazo, ella no tenía ni idea. - ¡Kelsey! - Dijo su voz llamándome una vez más. Mis piernas reaccionaron antes que yo y salieron corriendo en su encuentro. Se volteó cuando me sintió cerca de él. Mis brazos se apoderaron de su cuello mientras él tomaba mi cintura con fuerza y delicadeza y me levantaba del suelo, estrujándome. Mis ojos se cerraron al sentir su respiración volverse pesada en mi cuello. Sentía el alivio que manaban sus músculos, relajados por al fin haberme encontrado. Un sentimiento de seguridad me recorrió todo el cuerpo mientras sentía cada fibra de su ser a mí alrededor, sin soltarme. - Nunca vuelvas a irte. - Me susurró, con la voz quebrada. Más lágrimas salieron de mis ojos sin querer, e hice lo que pude para tragarme todos mis sollozos.
- Sabía que vendrías. - Mi voz salió completamente estrangulada de mi garganta. Enterré mi cara en su cuello y me embargó su olor a nada en particular que me volvía loca. Mis labios le dieron un pequeño beso en el cuello, y sentí cómo su piel se erizaba debajo de mi boca. - Sabía que no me dejarías. - No sabía cuánto tiempo habíamos estado abrazados. Sólo sabía que todo lo que había alrededor se había borrado y sólo existían sus brazos tomándome como nunca antes lo había hecho.
- Lamento ser el que rompa el hermoso momento que se ha creado, pero si no nos movemos rápido, van a atraparnos. - Abrí los ojos en el momento que Aaron me soltaba de a poco. Sus brazos viajaron hasta el final de los míos y me tomó de la mano, entrelazando nuestros dedos.
Era la primera vez desde que lo conocía que me tomaba de la mano.
- Tenemos que buscar a Zoe. - Dije de repente, cayendo en el mundo real en que todavía teníamos que escapar de Rick y de Polland, que volvería en cualquier momento.
- Y hay que encontrar a Alex y Duncan. - Respondió Aaron, mirándome a los ojos.
- ¿Alex y Duncan están aquí? - Él apretó su agarre un poco más y juro que estaba sonriendo.
- Claro que sí, Duncan fue el responsable de todo esto. - Abrí la boca sin poder creerlo.
- ¿Qué? - Dije en completo modo de irrealismo.
- Él tuvo la idea, dirigió el plan. Y, bueno, Alex no se lo perdería ni loco. - No podía salir de mi asombro. Agité la cabeza intentando reaccionar.
- Tenemos que buscar a Zoe. - Ninguno me entendía, así que sólo me giré hacia Tris y ella asintió con la cabeza, entendiendo con la mirada lo que estaba a punto de decir. - Ve tú, Tris. Yo... Tengo algo pendiente que hacer. Nos encontramos aquí en media hora.
- Yo te acompaño. - Ni siquiera me había dado cuenta que Jake estaba detrás de Aaron. Me había quedado demasiado embobada al tenerlo cerca de mí, como para haberlo visto. Observé cómo Tris se ponía rígida en su lugar, pero no dijo nada. Sólo salió por la puerta, y Jake la siguió, ambos con los ojos en el suelo.
Que par de estúpidos.
- Nosotros vamos a buscar a Alex y a Duncan. Esperemos que no hayan matado a ningún niño. - Connor arrastró por el brazo a Chad, que seguía mirándonos con una sonrisa. - Déjalos en paz.
- Los dejamos... Solos. - No era momento de bromear, pero el baile de cejas que Chad nos había dado me hizo sonreír aún más. Connor tiró de él una vez más y lo hizo desaparecer al cerrar la puerta.
- Juro que casi me muero. - Empezó Aaron al ver que lo miraba. - Cuando fui a tu apartamento y no te encontré por ningún lado, me volví loco. Y luego apareció Jake, y casi lo mato a él. Revisé todo intentando encontrar alguna pista, y cuando vi tu nota... Te lo juro Kelsey, no sabía cómo hacer para encontrarte. Estaba volviéndome loco de a poco y...
- Ya cállate. - Dije con una sonrisa mientras me soltaba de una de sus manos y lo tomaba de su camiseta para arrastrarlo contra mis labios.
Me besó con necesidad, con desesperación, pero más que nada, me besó extrañándome. Sus labios se movían como si hubiese pasado demasiado tiempo para recordar cómo hacerlo. Me besó con tanto amor, que creí que se estaba despidiendo. Pero era todo lo contrario. Me daba la bienvenida, me decía cuanto me amaba, cuanto me quería, cuando me extrañaba en cada segundo que no había estado junto a él. Me decía que había estado preocupado, que estaba feliz de tenderme de nuevo en sus brazos. Sus besos me decían tantas cosas, algunas había podido descubrirlas, otras sólo se habían quedado atrapadas en nuestros labios y nunca descubriría su significado. Serían un secreto que nuestras lenguas compartirían hasta que ambos nos fuéramos a la tumba, yo antes que él, por supuesto.
Me dijo todo eso en un simple beso.
Me alejé sin quererlo, y por la manera en que Aaron seguía acariciándome, supuse también, que él tampoco lo quería.
- ¿Qué te parece si salimos de aquí y luego me besas todo lo que quieras? - Sonreí cuando sentí que besaba mi nariz con ternura.
- Me parece más que perfecto... Me parece Kelsey Brooks. - Reí y tapé mi boca para que nadie pudiera escucharme.
Seguía siendo un idiota. El idiota más lindo que había conocido, pero un idiota al fin y al cabo.
- Vamos. - Sin soltar su mano, salimos por la puerta y corrí por el pasillo, sabiendo exactamente a dónde me dirigía.
Rick iba a pagar todas y cada una de las maldades que me había hecho, y las iba a pagar ahora.
Aaron apretó aún más la mano al ver que no sabía a dónde nos dirigíamos, pero no le hice caso, estaba demasiado cegada por la venganza, y con Aaron a mi lado, no había nada que pudiera detenerme.
Son esos pequeños beneficios que una chica tiene al poseer un novio vampiro.
Sabía perfectamente en dónde estaba la habitación de Rick, no sabía si él estaría adentro o no, no me importaba tampoco. No me iría de ese lugar sin antes haberle dado lo que se merecía.
Intenté abrir la puerta, pero obviamente estaba cerrada, así que me tomó unos dos minutos abrirla, mientras Aaron me miraba de arriba, como si no pudiera creer lo que estaba haciendo.
- Así que eres ágil con las manos... - Abrí la puerta y lo miré con mis cejas levantadas.
- ¿Tienes una idea de lo mal que sonó eso? - No sonreí, pero quería. La cara de vergüenza fue monumental, y revolvió su cabello nervioso.
- Yo no... Quiero decir... No... - Lo interrumpí revoleando los ojos y abriendo la puerta sigilosamente. Rick no estaba adentro.
Encendí la luz y cerré la puerta detrás de Aaron.
- ¿Qué hacemos aquí? - Dijo, aún avergonzado por lo que antes había sucedido.
- Esperamos a que el comandante idiota se haga presente y yo tenga la venganza que Tris y yo nos merecemos. - Hubiera deseado poder vengarme de Polland, pero él no estaba en el edificio, e intentar esperarlo sólo complicaría las cosas.
- ¿No dicen que el asunto de la venganza no es bueno? - Examiné las cosas que Rick tenía en su escritorio y no me sorprendió descubrir revistas porno. Probablemente Polland se las había pasado al hijo no legítimo.
Me dieron ganas de vomitar.
- ¿Desde cuándo te importa lo que digan? - Estaba a la defensiva. Pero sabía que todo el tema de seguir encerrada aquí me afectaba.
- Desde que se trata de ti... ¿No preferirías dejarlo? ¿Olvidarlo? Sabes que tengo razón. La venganza no es buena para nadie. - Lo pensé. De verdad lo pensé. Sólo porque Aaron era el que estaba diciéndolo. Y llegué a una conclusión.
- Me importa un comino. Voy a hacerlo pedazos. - La cerradura interrumpió a Aaron de intentar decir lo que sea en contra de mi causa. Lo tomé del brazo y lo arrastré detrás de la puerta, junto a mí. Su cuerpo se apretó aún más contra el mío, mientras la puerta se abría y dejaba ver la sombra del apestoso Rick en el umbral. Dio unos cuantos pasos, observando todo como si viviera en otro planeta, y recordé que había estado tocándolo todo y no lo había acomodado. Cerró la puerta, a pesar de que aún no podía vernos, ya que estaba de espaldas. Contuve mi respiración mientras sentía los ojos de Aaron hacerme un hoyo en la cara de lo mucho que me miraban. Pero no me importo.
Dando un grito de guerra épico, y haciendo que Rick se girara asustado, lo derribé mientras lo ahorcaba. Mi intención no era matarlo... Por ahora.
- ¡Maldita escoria! - Dije mientras él tomaba mis manos y hacía fuerza intentando que dejaran de rodear su cuello. Seguía sin importarme que su rostro estuviera rojo y que estuviera tosiendo, y aún menos, que sus ojos estuvieran muy abiertos. - ¡Vas a pagar todo lo que me hiciste! - Antes de que pudiera golpearlo como se lo merecía, las manos ágiles de Aaron, me tomaron, haciendo que lo soltara. - ¡Déjame matarlo Aaron! ¡Se lo merece! - Grité revolviéndome entre sus brazos y dando patadas, pero él no se rindió. Observé a Rick sonreír mientras tosía y se apoyaba sobre sus codos.
- ¿Quién lo diría? Kelsey trajo un héroe, pero veo que perdió su capa. - Apreté mi mandíbula mientras me relajaba al escuchar a Aaron susurrarme en el oído cosas que no podía entender porque estaba muy enojada. - Tony estará feliz de saber que lo has reemplazado, aunque con un modelo de no muy buena calidad, al parecer. - Me zafé del agarré de Aaron, pero no hice nada. Sólo me quedé quieta junto a él observando al idiota que seguía en el piso.
- No te atrevas a pronunciar el nombre de Tony. Es demasiado bueno como para que tú intentes ensuciarlo con tu asquerosa boca. - Rick sonrió. Parecía no entender nada de lo que pasaba. Mi respiración era agitada y mi pecho subía y bajaba de manera irregular, hasta que sentí el peso de las manos de Aaron en mis hombros. Sus manos bajaron por mis brazos y me tomaron con delicadeza, intentando tranquilizarme. Respiré una vez más y sentí la respiración de Aaron caer sobre mi cabeza. Rick había observado todo y su sonrisa había desaparecido, sólo mordía su labio inferior.
- Oh... - Dijo, entre divertido y enojado. - Ya veo. - Rió apretando sus dientes. - Veo que has comenzado un pequeño negocio desde que te fuiste... Dime amigo, ¿cuánto cobra la hora? Estoy seguro que puedo costearlo, ya sabes, parece ser una puta bastante barata. - Ni siquiera me había dado cuenta que Aaron no estaba detrás de mí, sólo lo noté cuando vi que un cuerpo gigante tomaba a Rick del cuello y lo estrellaba contra una pared, levantándolo en el aire. Esperé unos segundos, disfrutándolo, antes de caminar con lentitud y una sonrisa de victoria en el rostro y tocar su hombro para que parara.
- ¿Qué dijiste? - Sentí una extraña sensación en el estómago al verlo defendiéndome de esa manera. Rick movía sus piernas en el aire, intentando zafarse. Pero claro que no podía. Mi Aaron era un súper vampiro y le patearía el trasero cuando quisiera.
- Na-da. - Dijo Rick, con la voz estrangulada por las manos de Aaron.
- ¿Estás seguro? Porque creo que escuché que me llamaste 'puta barata', ¿no es verdad, Aaron? - Sonreí como él me había estado sonriendo desde que me había atrapado en mi departamento y me había encerrado aquí adentro.
- No estoy cien por ciento seguro, por eso necesitaba que me lo aclare. - Dijo Aaron, sin despegar sus ojos de Rick. - ¿Acaso le dijiste 'puta barata' a mi novia? - Una sonrisa gigantesca se plantó en mi rostro.
Oh. Mi. Dios.
OH MI DIOS.
Había usado la palabra con 'N'.
La temida palabra con 'N' que hacía meses esperaba que saliera de su hermosa boca.
No sabía si ponerme a gritar de la emoción o si debía besarlo, o si debía arrancarle la camisa en ese mismo lugar en ese mismo momento sin importarme una mierda Rick.
Sus ojos volaron a mí, completamente asustado. Él tenía el mismo miedo que yo tenía de llamarlo de esa manera. Pero no dije nada. Sólo sonreí y miré a Rick, poniéndome completamente roja mientras él juntaba sus cejas.
- N-o lo hi-ce. - Me encogí de hombros.
- Creo que merezco unas disculpas, de todas maneras. Ya sabes, el maltrato... Los gritos... Los golpes. - Vi cómo Aaron apretaba más su cuello mientras que de la garganta de Rick salía un grito ahogado.
- Ya escuchaste a la chica. Pídele disculpas. - Dijo fulminándolo con sus ojos.
- Lo s-ient-o. - Su voz salió en un pequeño hilo y borré mi sonrisa mientras tomaba las llaves de su habitación y le hacía una seña a Aaron para que lo soltara. Obviamente, se tomó su respectivo tiempo para revolearlo con toda su fuerza hasta la cama. Escuché la respiración por fin libre de Rick. Comencé a caminar hacia la puerta, pero algo simplemente no se sentía bien.
- Oye, Rick... - Dije deteniéndome y volteando hacia él, que tomaba su cuello y tosía. Con rapidez, y mientras me observaba acercarme a su persona, mi puño se apretó aún más y, con todas las ganas que alguna vez había tenido de golpear a alguien, se plantó en su cara con toda la fuerza que me embargaba. Lo vi caer, completamente ido y tomando su nariz, en el colchón mientras sacudía mi mano y arrugaba mi cara. Un calor inminente había recorrido todo mi brazo, seguido de un agudo dolor. Me giré a Aaron, que me sonreía mientras yo tomaba mi mano, intentando parar el dolor. - ¿Cómo hacen los hombres para hacer eso siempre que se pelean? Duele como los mil demonios. - Salí de la habitación, dejando a un dolorido Rick, quejándose, y sí señores, llorando en su cama.
Me sentía muchísimo mejor.
Cualquiera que dijera que la venganza no era buena, era sólo porque nunca la había probado.
Cerré la puerta con la llave que había tomado del bolsillo de Rick detrás de mí y miré a Aaron, que me sonreía con sus brazos cruzados. Estaba un poco colorado. Eso, o yo era daltónica.
- ¿Qué? - Dije de mala gana, corriendo la mirada de repente, completamente avergonzada.
- Nada, nada. - Dijo él, y comenzamos a caminar hacia el cuarto en donde tendríamos que encontrarnos todos.
Lo primero que vi, al abrir la puerta, fue a dos policías de espaldas. Y mi respiración se cortó, hasta que ambos se voltearon y reconocí, a pesar de la semi-oscuridad, el rostro de Alex sonriendo.
- ¡Kelsey! - Entre aliviado y feliz, Alex se abalanzó sobre mí, abrazándome.
- ¿Qué mierda haces disfrazado de policía? - Podría haber disfrutado un poco más de su amor, pero la duda estaba comiéndose mi cerebro. Él se separó, casi riendo.
- Es una larga historia para la cual no tenemos tiempo. - Miré detrás de él, y noté a un muy enojado Duncan, también disfrazado de policía. Connor y Chad estaban hablando con él y, al mismo tiempo, jugando con los pies del chico que habíamos atado y secuestrado minutos antes.
Se veía incluso más tierno de policía.
¡SE SUPONE QUE NO TENGO QUE PENSAR ESAS COSAS!
- Tenemos que irnos. - Dijo, seco y aún más colérico. Obviamente no hablaba conmigo, sólo se dirigió a Aaron, pero no me importó.
- No podemos. Tris y Jake tienen que... - La puerta golpeando mi espalda me interrumpió. Alex me tomó para que no cayera al piso.
- Tenemos que irnos. - La voz de Jake retumbó en mis oídos mientras me volteaba y veía una melena llena de rulos y rojiza, enroscada en el cuello de Tris. Sus pequeños brazos caían completamente muertos a sus costados, a pesar de que uno sostenía un pequeño conejo de peluche, casi destruido por el tiempo y su uso. Sus piernas y su diminuto cuerpo se aferraban a Tris como podían. Las lágrimas habían vuelto de repente a mis ojos al distinguir a Zoe.
Asentí sin decir absolutamente nada mientras miraba a Tris y ella me miraba a mí, entendiendo completamente el sentimiento. Noté sus ojos algo rojos y me imaginé que había llorado bastante. Mientras todos se dirigían a la puerta que Tris les indicaba, me acerqué a ella, y por ende, a Zoe, que dormía en sus brazos. Limpié las lágrimas que habían caído mientras le sonreía a Tris una vez más. Acaricié su cabello, haciendo que sus gigantescos ojos verdes se abrieran con sueño.
- Hey, enana... - Dije mientras ella escaneaba mi rostro. Al descubrir que era yo, su sonrisa se había plantado en su rostro al instante.
- Kelsey. - Dijo aún somnolienta. - ¿Por qué estás aquí? ¿Y dónde está Tony? - Tragué saliva y saqué los rulos salvajes que caían en su rostro.
- Él... Él está esperándonos afuera. Vamos a salir de aquí. - Zoe apenas sonrió, volvió a apoyar su cara en el hombro de Tris, cerrando los ojos con mucho sueño. Tris me dio una mirada de soslayo y yo sólo negué con la cabeza.
Zoe no se iría a ninguna parte si sabía que Tony no vendría con nosotras.
- Bien. - Su peluche colgaba de sus dedos con fuerza, sin soltarlo. - Cuando salgamos, quiero comer unos nachos. - Sonreí y contuve las lágrimas. Era una pequeña enana intuitiva, se daría cuenta que algo sucedía.
- Vamos. - Tris y yo corrimos al final del pasillo, en donde los chicos intentaban abrir la puerta, sin resultado alguno. Los empujé, sin una gota de tacto, y destrabé la puerta lo más rápido que pude. - Detrás de la estantería. - Duncan y Aaron, como los dos hombres fuertes que eran, la corrieron con cuidado, intentando no hacer mucho ruido. Una puerta de madera, del tamaño de una puerta para enanos, se hizo presente frente a nuestros ojos. Alex corrió las telarañas, y no me sorprendió nada cuando intentó abrir la puerta y no pudo hacerlo. Me arrodillé frente a la cerradura, y, como si fuera mi trabajo, mi pasatiempo, de lo que me ganaba la vida, la abrí en poquísimo tiempo, casi un record. La habitación, completamente en penumbras, no dejaba que ninguno de nosotros viera nada. Ni siquiera a Jake, que se suponía que tenía mejor visión en la oscuridad. - El interruptor está en la pared a la derecha, estúpidos. - Dijo Tris, al ver que todos nos amontonábamos en la puerta y nos peleábamos para ver quién podía descubrir qué había detrás de la oscuridad. Con una mano temblorosa pegada a la pared, me asqueé al sentir telarañas entre mis dedos, y casi caí al vacío por los escalofríos que me causaba pensar que arañas caminaban en mi mano. Sentí el plástico duro de una palanca pequeña y me juré un millón de veces que tenía que ser el bendito interruptor. La luz se hizo presente cuando lo impulsé hacia arriba y casi me dejó ciega.
- Mierda. - Escuché decir a Alex junto a mí. Y no había una expresión más acertada que la que acababa de decir.
- Mierda, mierda. - Dije yo, al notar que la escalera que se suponía que tenía que llevarnos al suelo no estaba.
- Mierda, mierda, mierda. - Tris se asomó por arriba de mi cabeza. Sentí que se me secaba la garganta al ver la distancia que tenía hacia el suelo. Probablemente eran unos dos o tres metros, pero desde mi punto de vista, sentía que estaba en un décimo piso.
- Bien, hay que saltar. - Alex pasó sus piernas por la puerta, dejándolas colgando y estaba a punto de tomar impulso en su disfraz de policía cuando lo paré, estrujando su brazo con mis dedos.
- ¿¡Pero es que acaso te volviste loco!? - Dije completamente histérica, él frunció el ceño mientras miraba mi brazo.
- ¿¡Quieres matarte!? - Susurró gritando Tris. Él la miró incómodo y luego me miró a mí, esperando que entendiera. Lo solté del brazo de inmediato.
Claro, vampiro súper ágil, lo había olvidado.
- Soy muy buen atleta... - Le dijo a Tris. - En quinto grado gané un premio por... - Lo interrumpí.
- Vampiro, Tris. - La vi asentir con la cabeza y mirar a todos incómoda. Bueno, la entendía. Todos, menos Jake que observaba al piso, y Chad y Connor, que ya la habían escuchado, la miraban con los ojos como platos y luego me miraban a mí.
- ¡KEL...! - Alex no tuvo tiempo de gritarme, empujé su hombro tan rápido que ni él se lo había visto venir. Un grito de sorpresa, para nada varonil, salió de su boca mientras caía. Se estrelló contra el piso de espalda, y se levantó fulminándome con la mirada y tomando su hombro.
- ¿Estás bien? - Estaba treinta por ciento arrepentida por haber hecho lo que hice, y setenta por ciento a punto de reírme en su cara como una loca maniática.
- Oh, claro. Sólo tengo el jodido hombro dislocado, y tal vez me rompí una estúpida costilla, pero descuida, estoy de diez. - Subió sus pulgares en mi dirección y me sonrió de la forma más irónica que podía. No le hice ni el mínimo caso a sus quejas.
- Bien, ¿quién sigue? - Pregunté mirando a los demás.
- ¡YO! - Chad y Connor no cuidaron su tono. Aún parecían no entender que estábamos escondidos. Comenzaron a empujarse y pelearse para ver cuál de los dos iría primero. Revoleé los ojos mientras Aaron se adelantaba y se tiraba al vacío, cayendo como una pluma y aterrizando como un gato, con sus piernas flexionadas. Caminó hasta Alex, que aún tocaba su hombro y lo revisó.
- Completamente fuera de lugar. - Dijo.
- ¡Gracias, Kelsey! - Alex tenía la mandíbula apretada mientras me miraba.
- No hay de qué, cuando quieras. - Chad había empujado a Connor lejos y se había preparado para saltar como si se tratara de una piscina. Me guiñó un ojo antes de tapar su nariz y tirarse, hizo una pirueta en el aire y cayó al piso dando una vuelta en el suelo y parándose al instante.
- ¡TA-RÁN! - Dijo mirando hacia arriba. - Gracias, muchas gracias. - Hizo reverencias y me repetí una vez más que Chad no había entendido el término 'escapando'.
- ¡YO QUIERO TAMBIÉN! - Connor hizo exactamente lo mismo. - ¡Soy tan genial! - No sabía si reírme o revolearles mi par de zapatos a los dos idiotas que habían comenzado a discutir sobre quién era más asombroso y quién era menos asombroso. Jake seguía, y no sabía cómo sería para él tirarse al piso así. Pero lo hizo perfectamente, en silencio, y cayendo en cuatro patas, o más bien, en cuclillas. Duncan saltó como si fuera de lo más normal para él, y cayó al suelo de pie, a penas flexionando sus rodillas. Me giré a Tris y me sorprendí al ver a Zoe de pie junto a ella refregando sus ojos y abrazando a su peluche.
- Tú sigues. - Le dije a Tris que negó con la cabeza de inmediato.
- Ni loca saltó desde ahí. No soy como ellos, yo muero con facilidad. - Fruncí mis cejas.
- Eres porrista. Estás acostumbrada a hacer estas cosas. - Ella se agachó junto a mí y miró hacia abajo. Volvió a negar con la cabeza.
- Estoy acostumbrada a mover los pompones con gracia y bailar como una estúpida para una audiencia de cien o doscientas personas. No estoy acostumbrada a tirarme desde el tercer piso de un edificio y caer al suelo sin romperme absolutamente nada. - Nuestro pequeño debate de 'prefiero que mueras tú primero, así puedo aterrizar en tu cadáver' se había vuelto popular en el piso de abajo.
- ¡Vamos! ¡Nosotros las atrapamos! - Miré hacia abajo al mismo tiempo que Tris.
- Ni drogada. - Dijimos ambas al mismo tiempo, mientras los chicos se ponían en formación para que cayéramos donde cayéramos, sus brazos nos detuvieran.
- ¿Puedo hacerlo yo? - Miré hacia atrás y la sonrisa radiante de Zoe iluminó, prácticamente en toda la habitación. No sabía qué decir, y Tris tampoco. Mi plan no era matar a la hermana de Tony, mi plan era salvarla. Se abrió paso entre ambas, aprovechando nuestro pequeño momento de sorpresa y antes de que pudiera detenerla, se lanzó al vacío. Gritando de alegría y riendo.
Estaba descerebrada.
Cuando miré abajo, noté que reía aún más fuerte en los brazos de Chad y Connor que la miraban sorprendidos y con una sonrisa.
- ¡Eso fue asombroso, niña! - Le dijo Chad, mientras aún la tenía en sus brazos. Zoe juntó sus cejas.
- Mi nombre no es niña, es Zoe... Niño. - Chad arrugó toda su cara mientras la dejaban en el piso.
- Fuiste muy valiente Zoe, estoy impresionado. - Le dijo Connor sonriéndole. Noté que las mejillas de Zoe se ponían algo rojas mientras abrazaba aún más a su conejo de peluche.
- Gracias. - Apenas la había escuchado, ya que su voz era obstruida por su muñeco.
- ¡PEDÓFILO! - Chad señaló a Connor y comenzó a reír solo. Hasta que notó que todos lo miraban absolutamente mal y cesó sus risas al instante. - Me caí de la cuna de cabeza cuando era un bebé. - Dijo, encogiéndose de hombros, intentando dar lástima. Pero todos los chicos ya estaban golpeándolo. Menos Jake. Jake sólo revoleó los ojos.
- Sigues tú. - Tris y yo habíamos hablado al mismo tiempo otra vez.
- ¿Piedra, papel o tijeras? - Le dije y preparé mi puño sobre mi palma.
- Esto es increíble. - Escuché decir a Alex.
- Hecho. - Me dijo Tris, mientras achicaba sus ojos y hacía lo mismo.
Piedra. Piedra. Piedra. Piedra.
- ¡JA! - Sabía que Tris iba a sacar tijeras. Siempre sacaba tijeras.
- Te odio malditamente tanto en este preciso instante. - Miró hacia abajo e hizo una mueca con sus labios. - Mierda. - Susurró. - ¿Qué tal si me quedó aquí? No está tan mal... - La miré mal.
- ¿En serio necesitas que te empuje?
- ¡NO! - Gritó Alex, que era el único que no tenía sus brazos alzados, ya que le había lastimado el hombro.
- Está bien, confío en él. - Tris lo señaló con el dedo y miró al piso otra vez.
- No tenemos todo el jodido día Tris. - Le dije y ella dio un pequeño grito mientras pasaba sus larguísimas piernas y quedaban colgando.
- No me pongas jodida presión Kelsey. - Cuando estuve a punto de empujarla a ella también, sentí un agudo gritito que era obvio que provenía de Tris y observé cómo Jake se acercaba hacia donde ella caía para atajarla, antes de que siquiera los demás lo intentaran.
La había atrapado en sus brazos como en las jodidas películas románticas y Jake le había susurrado algo al tenerla tan cerca, a lo que ella había asentido con la cabeza. Jake no la soltó y se siguieron viendo a los ojos por unos cuantos segundos.
- ¿Soy el único que piensa que eso fue jodidamente precioso a pesar de que Jake es el que está tomándola? - Dijo Connor, sonando como un gay de primera. Y Chad se había reído de él mientras Tris se removía algo incómoda en los brazos de Jake. Él la dejó en el piso con delicadeza y ambos habían corrido sus miradas él uno del otro como dos niños pequeños avergonzados.
Connor no era el único que se había conmovido por la escena.
- ¡Vamos Kels! - Sentí que Alex me gritaba. - ¡Es divertido! ¡Piensa, principalmente, que puedes dislocarte el hombro! - Lo miré mal.
- Vete a la mierda y supéralo de una vez, Alex. - Miré hacia abajo una vez más y tragué saliva. - ¿Están seguros que pueden atraparme? Porque no soy la persona más liviana del mundo en absoluto. - Dije mirándolos a todos, que ya parecían fastidiados.
- ¡Por favor! ¡Tengo hambre! - Noté la pequeña mirada de pánico que Tris le daba a Chad, y él también lo hizo. Le sonrió coquetamente. - No como chicas lindas, me divierto con ellas. - Le guiño un ojo y Jake le gruñó, completamente enojado. Chad levantó sus manos, disculpándose.
- ¿Están seguros de que no hay otra manera? ¿Por qué no buscan la escalera? - Sentía que las gotas de sudor caían por mi frente. Las limpié y lamí mis labios.
- Porque no está. - Dijo Alex, aún enojado.
- Vamos Kels, yo te atrapo.
Oh, Aaron, no me hagas esto. Por favor no me hagas esto, porque por ti salto del piso sesenta de cualquier edificio si me dices que vas a atraparme.
Completamente derretida por las palabras de Aaron, pasé mis piernas por el agujero de la puerta y las vi colgar como si se tratara de un par de fideos que tenían la capacidad de temblar.
- ¿Prometes atraparme igual de lindo que Jake hizo con Tris? - Dije, después de tragar saliva. Él sonrió con ternura.
- Incluso más bonito. - Alzó sus brazos e hizo una seña con sus dedos para que fuera hacia él. - Vamos bombón.
Ni siquiera tuve el valor de decirle que ese era el apodo más estúpido que me había dado desde que n
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Aaron Lawrence
FantasíaHistoria de Lucía Aluminé Sacado de su página de Facebook: "Storytellers"