Capítulo 41:
- ¿Ves? No puedo. - Alex se rió de mí una vez más mientras seguía tocando mis cejas con mis dedos, intentando hacer que una esté erguida.
No era gracioso. Era un serio problema que no tenía solución.
- Es imposible que no puedas hacerlo. - Miré a Chad que estaba parado mirándome con sus cejas fruncidas. - A ver, déjame a mí. - Caminó esos pocos pasos y tomó mi rostro entre sus manos. - Sube las cejas. - Le hice caso, a pesar de que me diera asco que sus manos estuvieran en mi cara.
¿Quién sabe dónde pudieron haber estado?
- ¿Y ahora qué? - Él movió mis cejas de manera brusca. Es más, creo que hasta me dio una depilación gratis. - ¡DESPACIO CHAD, MALDICIÓN!
- Ya está... Quieta. - No me moví y apenas respiré. Él se alejó con una gran sonrisa y moví mi cuello con cuidado hacia la dirección de Alex.
- ¿Qué tal? ¿Ahora parece que te golpearé el trasero o que soy una chica peligrosa?
- Parece que hace como una semana que no vas a hacer del dos. - Puse cara de indignación dejando que mis cejas se fueran a la mierda. Chad se rió con fuerza y su risa me hizo casi hacerme pis encima.
- ¿Escapando de clases acaso? - Los tres nos congelamos como si fuéramos estatuas de hielo, hasta que Connor se sentó junto a mí y Alex.
- Hombre, ¿me quieres matar del susto o qué? - Empujé su hombro despacio y él sonrió.
- No podía escuchar ni una palabra más de mi profesor de Psicología. El tipo escupe cuando habla. Y estaba en la primera fila porque todos estos idiotas me hicieron llegar tarde. - Revoleó los ojos con indignación.
- Odio gimnasia. Odio correr. Odio moverme. - Les dije a los chicos que rieron.
- Yo tendría que volver a la clase de Matemática ahora, si no quiero que el profesor se dé cuenta que no estoy... - Lo golpeé en la cabeza por decir una idiotez. Alex tenía el promedio perfecto. No necesitaba una lección más de Matemática.
- Yo no sé qué se supone que tengo ahora. - Fruncí mis cejas al escuchar a Chad.
- ¿No sabes que clase te saltaste?
- Me las salté todas. - Reí con fuerza.
Este chico era un idiota.
- Deberías ir a tu aula, Chad. - Le dijo Alex.
- ¿Para qué? ¿Sabes cuántas veces tomé el mismo curso y la misma clase y la misma lección y la misma prueba? Sé todo de memoria. No lo necesito. - Chad sonrió con autosuficiencia.
- Cada año agregan nuevos contenidos y nuevos temas.
- Mis bolas. - Volví a reír con fuerza y esta vez Connor me acompañó. Nos detuvimos cuando escuchamos el timbre sonar y revoleé los ojos con molestia.
- Ustedes no me conocen, y yo creo que son unos retrasados imbéciles que se fugaron al haber asesinado a diez ancianos, ¿de acuerdo? - Los tres asintieron desde su lugar y yo sonreí. - Adiós chicos. - Desordené el cabello de Alex que me sonrió y corrí hasta el final del pasillo antes de que algún alumno se atreviera a salir del aula y hacer correr el rumor de que, no sólo se la chupaba a Alex, sino que también a Chad y a Connor.
Menos mal que no me importaba lo que la gente dijera de mí, a menos que se tratara de alguien especial en mi vida.
Llegué a mi casillero y lo abrí al poner la combinación. Como si se tratara de una sorpresa, el cuerpo de un peluche parecido a un perro yacía sobre mis libros. Sin cabeza. Completamente terrorífico.
Revoleé los ojos segundos después. Seguro que Chad lo había hecho, o incluso Connor.
- Hola Kelsey. - Salté al escuchar una voz desconocida justo en mi oído.
Yo no entiendo por qué a la gente le gusta asustarme.
Me volteé, sin saber qué esperar, y me sorprendí, mucho, MUCHÍSIMO, cuando vi al capitán del equipo de fútbol del colegio, Kyle Backster, sonriéndome y levantando una ceja. Levantando una maldita ceja.
- ¿Hola? - Dije algo confundida.
¿Qué estaba haciendo este tipo aquí y por qué insistía en invadir mi espacio personal?
Fuera bicho.
- ¿Qué hay? - Probablemente quería mi tarea de Historia. Sí, definitivamente lo había visto en mi clase de Historia y él iba a pedir mi tarea para hoy.
- Nada, ¿y tú? - Me di vuelta. La mitad porque quería ignorarlo y la otra mitad porque me causaba rechazo. Pero claro que él no se rindió, apoyó su hombro en el casillero junto al mío y miró al horizonte como si se tratara de un modelo.
Entiéndelo, no he hecho mi tarea de Historia. Vete.
- Oh, nada, ya sabes, mucho tiempo en el gimnasio y entrenando para el próximo partido. - ¿En serio él estaba alardeando sobre eso? El equipo era una mierda. Y aunque él jugara más o menos bien, seguía jugando para la mierda.
- Oh sí, ¿qué tal eso? ¿Cuándo es el próximo partido? - Está bien, no quería ser grosera. La verdad era que me sorprendía que Kyle Backster supiera mi nombre. Me sorprendía que Kyle Backster supiera de mi existencia. Él, era el chico por el cual todas las chicas de la escuela se volvían locas. Pero no porque fuera lindo, ni porque tuviera dinero, no. Simplemente era porque siempre tenía la actitud de intentar llevarse al mundo por delante y que, además, él estaba por encima de todos porque era el capitán del equipo de fútbol. Pero, al parecer, no estaba enterado que el equipo era una mierda. En fin, las chicas lo querían porque veían en él material de esposo. Aquel al que pueden cambiar a su gusto hasta convertirlo en el hombre más infeliz de la tierra para luego dejarlo atrapado con tres hijos. Era cierto, no estaba exagerando. Incluso Tris coqueteó con él una vez. Luego Jake se enteró y se pelearon. Pero Tris era así, el coqueteo le salía hasta por el cabello, era imposible no hablar con ella y sentir que estaba detrás de ti.
- La semana que viene. El viernes... Pensé que te interesaría porque te vi en el partido anterior. - Dejé de guardar mis libros y lo miré.
- ¿Me viste? - Está bien, este chico quiere algo.
- Sí, fuiste a ver a tu hermana, Tris. Está en el equipo de porristas, de ahí la con conozco.
Oh, ya va, él quiere con Tris.
- Ya entiendo. - Guardé el muñeco escalofriante de manera muy disimulada en mi mochila, para que él no lo viera.
Luego asesinaría a Chad y a Connor por hacer esta estupidez.
- ¿En serio? - Me dijo y se acercó otra vez a mí, invadiendo mi espacio personal. Sus ojos parecían ilusionados.
- Sí, mira, Tris tiene novio. Así que por más de que te pase su número no creo que... - Me interrumpió mientras reía.
- ¿El número de Tris? No, no lo quiero. Además podría obtenerlo por mí mismo.
¿Por qué me estaba guiñando un ojo?
- Bueno, entonces te aviso que no hice mi tarea de Historia, puedes pedírsela a Sophie, siempre la hace. - Él negó con la cabeza.
- No, no es eso tampoco. - Fruncí mis cejas y miré al pasillo. Ya había sentido que nos estaban mirando, pero ahora todos estaban haciendo comentarios en voz baja.
Agh, los odiaba tanto.
Cerré mi casillero con fuerza, intentando desquitarme por estos idiotas. Me crucé de brazos y lo miré, intentando afrontar el problema de una vez. Quería sacarme de encima a este pesado chico que no sabía por qué seguía fastidiándome.
- ¿Entonces qué quieres Kyle? - Él me sonrió y yo fruncí mi ceño aún un poco más.
- Quiero que salgamos.
Esperen, ¿qué?
- Espera, ¿qué? - No podía evitar estar sorprendida.
- Yo, tú, cena. Una cita. - Casi me río. Casi me río con tanta fuerza hasta hacerme pis en mis propios pantalones en frente de todos, en este mismo pasillo. Pero estaba demasiado estupefacta como para emitir sonido alguno.
- ¿Qué? - Volví a repetir sin poder creerlo. ¿Es que acaso mi indiferencia hacia este chico no estaba clara?
- Vamos Kelsita...
Me. Dijo. Kelsita.
Me voy a orinar.
- Veo como me miras en clase y en los pasillos. - No sabía por qué no me había reído en la cara de este individuo hasta ahora, lo estaba aguantando muy bien.
- Yo te miro. - No quise que fuera una afirmación. Quería que él se diera cuenta que las palabras que su boca estaba escupiendo eran un completo disparate.
- Sí. - Kyle mordió su labio sin motivo alguno y me acorraló contra los casilleros, otra vez invadiendo mi burbuja de espacio personal. - ¿Qué dices del viernes? - La verdad, era que no sabía por qué todavía no lo había mandado a volar.
Tal vez es porque no eres tan grosera y quedan un poco de modales dentro de ti.
- Mira, Kyle... - Apoyé mi mano en su pecho y lo empujé haciendo que se aleje un poco de mí, ya había empezado a ponerme nerviosa. Su cara seguía siendo de feliz cumpleaños, y supuse que no estaría feliz cuando lo rechazara, pero tampoco debería ser la primera chica que le decía que no, y no sería la última si seguía con esa actitud.
- Brooks. Necesito hablar contigo. - Estaba demasiado concentrada intentando encontrar las palabras correctas para rechazar a Kyle de la mejor manera, que no me di cuenta de que Aaron estaba parado a mi derecha.
Me giré al igual que Kyle para mirarlo, con la boca abierta.
Por la manera en que se veía, con grandes ojeras bajo sus ojos y la piel un poco brillosa por la transpiración, no parecía muy contento. Sin contar, por supuesto, que su mandíbula estaba apretada a tal punto que pudo haberse roto una muela por tal presión, mientras nos veía a Kyle y a mí de una manera muy despectiva.
Esto no me gusta para nada.
Hubiera hablado. En serio. Hubiera mandado a la mierda a Kyle y me hubiera ido con Aaron un millón de veces. Pero estaba demasiado sorprendida. No podía salir de mi asombro.
Aaron jamás me hablaba en la escuela. JAMÁS. Excepto por las veces que llegábamos al aula más temprano para poder quedarnos a hablar antes de que todos llegaran. O las veces que hablábamos en el estacionamiento de la escuela, pero su auto siempre estaba estacionado al fondo, donde casi nadie nos veía, y los alumnos que se encontraban ahí, estaban ocupados en otras cosas como para prestarnos atención a nosotros. Teníamos un estricto horario y lugares en los cuales podíamos encontrarnos a hablar si había alguna emergencia.
¿Pero en un pasillo de la escuela? ¿En pleno intercambio de clases? ¿Con tanta gente mirándonos y en frente del capitán del equipo de fútbol de la escuela? Jamás. Ni en nuestros más locos sueños. Algo estaba pasando.
- Kelsita no puede hablar contigo ahora, ¿qué tal si vuelves después? - Él estaba empeorando las cosas, lo sabía por la mirada de Aaron. Estaba fastidiado. No, estaba furioso.
- ¿Kelsita? - Se giró a mí subiendo sus cejas y con una sonrisa que no tenía nada de alegría en su cara.
Di algo estúpida, lo que sea que te salve de esta situación.
- Yo...
Genial.
- Tengo que hablar contigo sobre el trabajo que tenemos que entregar la semana que viene. - Miró a Kyle como si esperara algo. - ¿Te importa? - Kyle negó con la cabeza.
- No. Hablen tranquilos, yo espero.
¿Por qué nadie mataba a este chico? ¿Por qué yo no lo mataba?
Aaron lo miró mal, porque obviamente no había captado el mensaje. Mis ojos no se podían despegar de él mientas seguía estupefacta. ¿De qué trabajo estaba hablando? ¿Era una mentira para hacer que Kyle se vaya?
- Nos juntamos el viernes. - ¿De qué estaba hablando?
- Ups, lo siento campeón, el viernes no puede. Tenemos una cita.
Cállate, ¡Cállate! ¡CÁLLATE!
- ¿Vas a salir con él? - No puedo explicar con palabras lo que me dolió ver los ojos de Aaron sobre los míos, completamente confundidos y perdidos, con su ceño fruncido.
- Yo no le dije que sí. - Escupieron mis labios lo más rápido posible, intentando enmendar la situación.
- Todavía... - Kyle rió y pasó un brazo alrededor de mis hombros.
Lo quiero golpear tan fuerte.
- Suéltala. - Noté que Aaron estaba mordiendo su labio con muchísima fuerza, y sus brazos estaban liberando la tensión sobre sus puños apretados. Necesitaba calmar la situación, pero no sabía cómo.
- ¿Qué dijiste? - Kyle se aferró un poco más a mí y me acercó de un fuerte empujón a su costado. Hice fuerza para que me soltara. - ¿Y si no quiero?
- Basta. - Logré articular mientras apretaba su mano para que la sacara de mi hombro. No funcionó.
- Te dije, que la sueltes. - Aaron dio un paso acercándose a ambos. Como si la fuerza se hubiese liberado de mi cuerpo de repente, me libré de Kyle y lo empujé un poco para mantener la distancia entre los dos, que parecía que estaban a punto de irse a las manos en cualquier segundo. Y estaba segura que Aaron lo mataría sin dudarlo ni tres segundos. Estaba demasiado enojado.
- ¿Qué está pasando aquí?
Lo que me faltaba.
Los chicos, incluso Duncan, aparecieron por detrás de Kyle y nos rodearon a los tres. Sólo en ese momento, y juro que no lo había visto antes, me di cuenta que éramos la atracción principal del pasillo. Y me animaba a decir que de la escuela también.
Chad tomó a Kyle por los hombros y lo sacudió, fuerte, pero de manera amistosa, con una sonrisa macabra en el rostro.
- ¿Qué tal, capitán? ¿Cómo está el equipo? ¡Prometo ir al próximo juego! - Él sonrió de manera forzada mientras Connor golpeaba su hombro, con mayor fuerza de la normal.
- ¡Prometemos ir todos! - Connor tenía la misma sonrisa que Chad. Alex se paró junto a mí, y Duncan se quedó con los brazos cruzados, mirando a otro lado, por detrás de Aaron, que ahora miraba al suelo.
- Genial. - Dijo Kyle entre dientes.
- Podemos llevar a Kelsey... ¿No crees Connor? - Chad me miró y me guiñó un ojo.
- ¡Claro! ¿Qué dices Kels? ¿Vienes con nosotros? - Si otra hubiese sido la situación, estaría condenadamente agradecida con los chicos por defenderme. Pero se suponía que no me conocían, y que yo pensaba que estaban locos. Ahora la escuela tendría rumores sobre mí que podrían sacarse hasta por el culo. Y tendría que soportar a Tris, eso era lo peor de todo.
El timbre sonó una vez más, indicando que los alumnos tenían que dispersarse e ir a sus aulas. Y así lo hicieron, cuando uno de los profesores se cruzó por el pasillo en donde se encontraba media escuela mirándonos y les pidió que siguieran su camino.
Sabía que los Lawrence no se irían a menos que Kyle se vaya primero, así que le rogué a Dios para que eso pasara.
- Mejor hablamos después, adiós Kelsey. - Kyle parecía entre enojado, fastidiado y desilusionado. Me miró una última vez y se fue caminando por el pasillo, con la cabeza gacha.
- ¡ADIÓS GUAPO! ¡NOS VEMOS! - Chad agitó su mano y sonrió con gracia. Luego se dio vuelta y nos miró a todos, casi riendo. - Lo asustamos como la mierda, ¿eh? - Y luego él y Connor partieron en risas en el pasillo prácticamente desierto.
Mis ojos se dirigieron directo a Aaron, que me miraba con decepción mientras negaba con la cabeza.
- Yo... - No me dejó hablar porque dio media vuelta y caminó con pisadas firmes y fuertes hasta el final del pasillo. Suspiré con irritación y golpeé mi casillero con una patada que me dolió más a mí. Apoyé mi cabeza despacio contra el mismo y resoplé una vez más. - Mierda. - Estaba enojada. Con Kyle por cagar todo. Con los chicos por dejar en evidencia que nos conocíamos. Con Aaron por no dejarme explicarle lo que estaba pasando. Y conmigo, por ser tan jodidamente idiota. - Gracias chicos. - Dije entre sarcástica y sincera. Tomé mi bolso sin dejarlos decir una palabra y corrí detrás de Aaron, que ya había salido de mi vista hacía rato.
Sólo esperaba que no haya usado la súper velocidad porque si no, sí estaba jodida.
- ¡Aaron! ¡Aaron espera! - Le grité cuando lo encontré vagando por los pasillos, caminando igual de furioso que antes. No se detuvo, obviamente, y quise gritarle más fuerte, pero era lo más fuerte que podía gritarle por un pasillo. Corría el riesgo que algún profesor nos escuchara y nos encontrara allí, y nos suspendiera o algo peor. Corrí lo más rápido que pude y me interpuse en su camino, ni siquiera me vio venir y casi me lleva puesta en su caminata del enojo oficial.
- Kelsey, sal de mi maldito camino. - Fruncí mis cejas.
- ¿Desde cuándo quieres que yo salga de tu camino? - Me faltaba el aliento por mi espléndida carrera con obstáculos que había hecho para encontrar a Aaron, pero aún así, estaba fastidiada porque no me dejaba explicarle cómo habían sido las cosas. Yo sabía que él quería explicaciones y que no quería pedírmelas porque sería fácil para mí mandarlo a la mierda. Sabía que podría responderle que no éramos absolutamente nada, y que yo no le debía explicaciones a nadie. Y era por eso que estaba tan enojado. No porque me vio hablando con otro chico, ni porque me tocó, ni porque le dijo que saldríamos en una cita. Tal vez, esa era una de las razones, pero no era la principal. No. Él estaba enojado porque alguien más se le había adelantado, porque que yo recuerde, no habíamos tenido ninguna cita, y él no me había hecho ninguna pregunta con respecto al tema 'novio, novia'. Estaba tan segura de eso, que hasta apostaría mis brazos, y yo amo mis brazos.
Quería explicarle, porque no quería perder a Aaron por una idiotez, y menos porque esa idiotez se llamara Kyle Backster.
- Desde ahora. Quítate. - Me empujó con cuidado y de manera brusca a la vez y siguió caminando. Más rápido que antes, para que no lo alcanzara.
El problema era, ¿cómo mierda hacía, que Aaron Lawrence, la persona más cabeza dura que conocía, más cabeza dura que yo, se detuviera a escucharme?
Suspiré con fastidio y sobé mi frente. Sólo había una manera de hacerlo, y no era mi opción favorita, porque Aaron podía llegar a asustarme cuando estaba así de enojado. Ya lo habíamos comprobado y no era para nada sano quedarse cerca de él cuando estaba enojado. Pero ahora, eso era lo que menos me importaba.
Corrí como una salvaje, porque estaba segura que él ya no estaba más en el colegio. Así que no me sorprendí cuando lo vi casi rompiendo el piso con sus pasos en el estacionamiento. Sin decirle absolutamente nada, corrí hacia él y volví a interponerme en su camino.
Mis manos se posaron en su pecho, ambas, e hice fuerza para que parara. No le dije nada, porque sabía que no iba a escucharme. Simplemente lo miré, directo a los ojos, a pesar de que él estaba mirando a otro lado porque no podía soportar tener sus ojos sobre los míos.
Él sabía que yo quería que me mirara, y luego de unos cuantos segundos sin demostrarme absolutamente nada de humanidad, Aaron me miró a los ojos, con sus cejas fruncidas. Su pecho subía y bajaba con rabia, más que nada. Le pedí perdón con mis ojos, y él me demostró con los suyos que no iba a perdonarme, o que por lo menos, por ahora, no estaba listo para hablar conmigo. Sus ojos estaban llenos de furia y ella misma hablaba por él. O al menos eso era lo que me transmitían.
Aaron me evadió otra vez y me hizo salir de su camino para volver a andar, ahora no tan enojado, sino que se lo notaba más triste y cabizbajo.
Está bien, me sentía como la mierda mientras lo veía irse lejos de esa manera. Estaba rompiéndome el corazón en un millón de pedacitos que se paraban en su camino, intentando detenerlo, mientras él los pisaba uno por uno sin siquiera inmutarse.
Me estaba deshaciendo y él no se daba cuenta de eso.
Pero yo no iba a rendirme. 'Rendirme' era la palabra que, junto con sus derivados, no existía cuando se trataba de algo que de verdad me importaba. Y Aaron me importaba muchísimo. Más de lo que me imaginaba que alguna vez me importaría. Y me di cuenta cuando lo vi irse junto con mi corazón.
La tercera es la vencida, ¿no?
Corrí hacia él sin importarme una mierda parecer una desesperada o una pesada o lo que sea. Necesitaba decírselo. Necesitaba que él lo supiera. Y luego, que decidiera si me dejaba o se quedaba conmigo.
Lo abracé por detrás con muchísima fuerza, haciendo que se detuviera un poco.
- Basta Kelsey, no lo hagas más difícil. No quiero hablar contigo. Y mucho menos ahora. Kyle Backster es el chico para ti y tú lo sabes. - Aaron me arrastraba a su paso mientras intentaba seguir caminando. No me solté, a pesar de que ya me hubiese revoleado al piso hace mucho. Apoyé mi cabeza en su espalda y cerré los ojos con fuerza. - Suéltame. - Casi me gritó. Agradecí con toda mi alma que estuviéramos solos y que todos los demás siguieran en clases.
- ¡Te amo! - Pensé que lo había expulsado de mis labios como un ligero susurro, por la timidez que me causaba usar esas palabras con otra persona que no sea Tris.
Si a principio de año, alguien se hubiera acercado a mí y me hubiera dicho que, luego de medio año y bastante más, estaría diciéndole a un vampiro que lo amaba, me le hubiera reído en la cara, luego lo hubiese llamado imbécil, luego habría pateado su trasero y luego lo hubiera empujado lejos mientras corría a contárselo a Tris para que ambas nos descostillemos de la risa.
Aaron, al escuchar mis palabras, se quedó estático. Pero no del 'estático' bueno. No. Estaba completamente paralizado, dudaba si siquiera respiraba. Me arrepentí de todo lo que había dicho en aquel momento. Probablemente había quedado como una estúpida y ahora él correría muy lejos de mí.
Y esa es la razón por la cual las chicas no decimos LAS palabras primero, señoras y señores.
Pero yo no aprendería esa lección nunca, o tal vez después de esto sí.
Me quería sacar una pierna y patearme en la cara hasta perder el conocimiento. Uf, quería sacarme una mano y darme puñetazos hasta que los ojos me quedaran violetas e hinchados como dos ciruelas. Quería comerme el cemento del estacionamiento y enterrarme ahí adentro. Quería cavar mi propia tumba. Quería que la tierra me tragara. Quería que Aaron me contestara 'yo también'.
Con cuidado, y sin soltar mi agarre en él, porque sentía que en cualquier momento se me escaparía de las manos y no podría hacer nada, y siendo sincera, era lo último que quería en el día de hoy, lo rodeé hasta quedar cara a cara.
No puedo explicar el vacío que sentí en mi corazón cuando vi su cara petrificada, con sus ojos abiertos de la sorpresa al igual que su boca, mirando hacia arriba. Confirmé que no estaba respirando y me asusté por unos segundos, hasta que me acordé que Aaron podía contener su respiración hasta seis minutos, o tal vez un poco más.
Esperaba una respuesta, o al menos esperaba una respuesta que me gustara, porque si no, no tendría el coraje para mirarlo a los ojos nunca más.
Tomé su cara con una mano, mientras la otra descansaba en su cintura, y lo hice mirarme, pero sus ojos parecían perdidos, como si estuvieran en otro lugar, viviendo otra vida, en otro tiempo.
Me asusté. Mucho, a decir verdad, y no me quedó otra cosa que tragarme las lágrimas, literalmente, y abrazarlo otra vez. O por última vez. No quería, además de decirle que lo amaba, ponerme a llorar en su cara porque eso pasaba el nivel de patética. Incluso para mí.
Sentía como que mi corazón se estaba yendo en ese abrazo. Sentía como que necesitaba tenerlo rodeado porque era como si lo tuviera atrapado, y así no se iría. Y tal vez podríamos olvidar esta estupidez. Tal vez él había caído en tal shock que había olvidado lo que sucedía. Tal vez hasta tenía un lapso desmemoriado por mis palabras y tal vez hasta podía mentirle y decirle que de repente se había quedado duro sin razón aparente.
Pero sabía que eso no pasaría. Porque primero, eso era estadísticamente imposible. Y segundo, porque eso solo le pasaría a gente con mucha suerte. Y mi suerte estaba demostrando ser una mierda. La más grande mierda de todas las mierdas.
Antes de rendirme y soltarlo para salir corriendo y mudarme a Japón, sentí una ligera presión en mis hombros. Una linda presión que me hacía sentir bien y me reconfortaba.
Los brazos de Aaron, abrazándome por los hombros.
Esperé unos segundos, procesando que él estaba reaccionando, tragué saliva y sentí como que un ancla bajaba por mi garganta. Y luego miré hacia arriba. Sus ojos seguían algo perdidos, sin mirarme, pero ahora, por lo menos pestañeaba y vi su pecho subir y bajar, confirmándome que ahora respiraba.
Me sentí aliviada y a la vez asustada, mientras lo veía cerrar su boca y tragar saliva.
No sentía como si esto fuera a terminar bien.
- ¿Aaron? - Dije. Mi voz rasposa y quebrada. Me quería morir, pero necesitaba una respuesta. Cualquier respuesta.
"Yo también te amo."
"Lo siento Kelsey, no creo que sienta lo mismo."
"Podríamos ser amigos."
"Nos mantenemos en contacto."
"Aléjate de mí cosa fea."
"Me duele el pie."
Lo. Que. Sea.
Pero que algo saliera de su boca, por favor.
- Y-yo...
Genial.
Era igual de estúpido que yo.
Volvió a tragar saliva e intentó hablar, pero sólo salió tos al abrir su boca. Me estaba poniendo más nerviosa de lo que ya estaba.
- Yo-o...
Esto no iba a ir a ningún lado si seguíamos así.
Tomé su cara con una de mis manos e hice que me mirara. Ya estaba comenzando a perder la paciencia y la cordura. Y una Kelsey sin cordura no es buena para el mundo. No, señor.
- ¿Tú qué? - No quería presionarlo quería que dijera lo que sentía sin cuidados. Pero me parecía que necesitaba como un empujón, algo que lo hiciera salir de su trance hipnótico.
Aaron parecía una persona tan segura de sí misma cuando estaba conmigo. ¿Por qué ahora le estaba agarrando este ataque de timidez o autismo o lo que sea? Me iba a volver loca esperando una respuesta.
Aaron parpadeó otra vez mientras conectaba sus ojos con los míos y tragó saliva. Abrió su boca pero las palabras parecían estar trabadas en su garganta, y no se querían mover de allí.
Estaba trabado.
Y eso me causaba una ternura que me dolía en el pecho.
- Yo...
Vamos, dilo.
- Yo...
Escúpelo.
- Yo...
¡DILO DE UNA VEZ!
Sonrió de una manera tímida y acomodó mi cabello. Su sonrisa me estaba matando. Era la sonrisa más linda que Aaron me había dado jamás. No había duda.
¿Pero era una sonrisa de: "Que dulce de tu parte, gracias", o era una sonrisa de: "Yo también te amo, bésame hasta el amanecer"?
- Yo también te amo.
Mi mundo se paró. Se paró completamente.
Miré sus ojos y no pude evitar sonreír con todos y cada uno de mis dientes cuando pude procesar lo que estaba diciendo.
Él me amaba.
Él. Me. Amaba.
Aaron Lawrence dijo que me ama.
¡ME AMA!
Mi corazón iba condenadamente rápido mientras sonreía y él sonreía y ambos nos sonreíamos. De repente, todo era hermoso y tenía la necesidad de abrazar a todo el mundo con fuerza mientras vomitaba las mariposas que revoleteaban por todo mi cuerpo.
Me sentía tan fuerte y débil a la vez. Era como si sus palabras me causaran seguridad e inseguridad a la vez. Quería besarlo y salir corriendo. Estaba feliz y asustada. Supuse que de esto se trataba el amor. Era una especie de contradicción. Pero la más hermosa de todas las contradicciones.
- ¿Me amas? - Le pregunté a Aaron, sin poder creerlo. Lo abracé incluso más fuerte y él hizo lo mismo mientas asentía.
Me sentía tan plena. Como sí nada me faltara. Excepto la estabilidad, porque mis piernas estaban temblando como nunca antes.
- Te amo. - Me susurró con la sonrisa más grande que había visto jamás.
Grité de emoción como una niña de ocho años y me colgué de su cuello.
Está bien, tal vez era un poco inmadura por esto.
Pero Aaron me amaba así que no me importaba más nada.
Lo escuché quejarse mientras lo sacudía con fuerza y lo solté de inmediato.
- ¡Lo siento, lo siento, lo siento! ¿Te pegué en la herida? ¡Lo siento soy tan torpe! - Trastabillé mis palabras mientras él se tocaba el costado en donde la bala había atravesado su piel.
- Creo que se me saltó un punto. - Dijo mientras se tomaba con fuerza.
- ¡Soy una idiota! ¡Lo siento! Déjame ver. - Él subió su remera y no pude evitar dirigir mis ojos a sus abdominales otra vez.
Dios. Santo.
- Kelsey, la herida es aquí. - Él puso una mueca de dolor mientras sacudía mi cabeza, avergonzada.
- Sí, lo siento. Desvío ocular. Últimamente me pasa seguido. - Él revoleó los ojos mientras miraba su herida y definitivamente se le habían saltado unos puntos. - Vamos al hospital. ¿Puedes caminar? - Él asintió mientras yo tomaba su brazo y lo rodeaba por mi cuello para ayudarlo. - Jonathan me va a matar.
- No si le cuentas por qué te pusiste tan efusiva. - Sonreí mientras caminábamos con rapidez y cuidado hasta su auto. - Estoy seguro que puedo manejar. Pero debes ayudarme a subir al auto. - Asentí con la cabeza.
- ¿Cómo es posible que todavía no se haya curado? Pasaron dos días. - Aaron se quejó del dolor.
- Nuestros poderes no funcionan en heridas de luna llena, me tengo que curar como si fuera humano. Es una maldita mierda. - Lo ayudé a subirse a su jeep mientras me gritaba que lo hiciera con cuidado y yo le gritaba de vuelta que lo hacía con el mayor cuidado posible.
Definitivamente el tema de Kyle Backster había quedado olvidado. O al menos por ahora.
Me subí en el asiento del copiloto y miré a Aaron mientras ponía en marcha el auto con su ceño fruncido.
- ¿Puedes llamar a Gina? Mi teléfono está en mi mochila, atrás. - Me asomé al asiento de atrás y tomé su mochila. Busqué su teléfono, pero no había más que libros y...
- ¿Tú me hiciste la maldita broma? - Dije mientras sacaba la cabeza de un perro de peluche, que pertenecía a la otra mitad que tomé de mi mochila.
Sí, eran iguales.
- ¿De qué broma estás hablando? - Dijo mirándome mientras conducía.
- Encontré esto en mi casillero hoy, y aquí está la cabeza. - Dije mostrándole el peluche descuartizado. Él frunció sus cejas.
- Kelsey, no sé de qué estás hablando. - Fruncí mis cejas al igual que él sin poder comprender.
Si Aaron no había sido, ¿qué hacía la cabeza en su mochila? ¿Y quién era el responsable de esta estúpida broma?
Antes de poder sacar conjeturas o teorías terroristas, escuché sonar el teléfono de Aaron.
Me apresuré a contestar antes de que cortaran y atendí sin ver quién era.
- ¿Hola? - Pregunté esperando una respuesta.
- ¡KELSEY NO HAGAS NADA DE LO QUE TE DIGAN!
¿Por qué Jake estaba gritando? ¿Por qué estaba llamando al teléfono de Aaron?
Miré el identificador de llamadas del celular, pero sólo decía número desconocido.
- ¿Jake? ¿Qué pasa? - Sentí la mirada confundida de Aaron puesta en mí, mientras escuchaba del otro lado un grito desgarrador que provenía de Jake. De repente, mi felicidad plena desapareció y en vez de mariposas, sólo había ganas de vomitar. - ¡Jake! - Grité en el teléfono esperando una respuesta. Luego de unos segundos, escuché una respiración, combinada con una risa que estaba segura que no pertenecían a Jake.
- Hola preciosa. - Su voz. Me petrifiqué al igual que Aaron hace unos minutos y se me cortó la respiración.
Mason.
- ¿Qué quieres? - Dije con más rabia de la que en realidad sentía.
- ¿Qué quiero yo? - Rió. - ¿Qué quieres tú? - Comentó con gracia. - Me imagino que quieres a tu perro de caza de vuelta. Así que es mejor que escuches lo que te digo si quieres que te lo devuelva vivo. - Escuché otro grito que provenía de Jake mientras Mason volvía a reír.
- ¡BASTA! - Le grité, casi sintiendo el dolor que suponía le estaban causando a Jake. Aaron, ahora me veía más preocupado, mientras sentía que se me aguaban los ojos.
- ¿No entiendes que no estás en posición de hacer demandas, Kelsey Brooks? Harás lo que yo te digo si quieres a tu amigo de vuelta. - La gracia se había ido de su voz. Estaba enojado y se notaba a kilómetros. - Te llamo después, tengo una sesión de tortura pendiente.
- ¡NO, ESPERA! - Pero ya había cortado.
Miré el teléfono sin poder creer lo que estaba pasando.
- ¿Qué pasó? - Escuché la voz de Aaron a lo lejos. Estaba tan aturdida.
¿Podía ser posible que cada vez que estuviera bien, Mason se empeñara en arruinarlo todo?
Observé a Aaron que se veía demasiado preocupado.
- Mason tiene a Jake. - No sabía las consecuencias que tenían esas palabras. No sabía si podría pasar por esto. No sabía si a Aaron le importaría. No sabía cómo decirle a Tris. No sabía si era cierto. No sabía cómo salvar a Jake. No sabía nada.

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Aaron Lawrence
FantasiaHistoria de Lucía Aluminé Sacado de su página de Facebook: "Storytellers"