Capítulo 23:
Cerré mi casillero y suspiré. Qué dura era mi vida. Estaba bastante confundida, pero al menos, no tanto como las noches del sábado y el viernes. Esas si habían sido un completo desastre.
Entonces Aaron y su familia eran vampiros y tenían poderes, pero no esos de volar, poderes raros, que no sabían de donde los sacaba. Jake y Key eran hombres lobo. No había hablado con ninguno de los dos así que ese tema no estaba aclarado, aunque no tenía ganas de aclararlo ahora también, ya tenía demasiado con el nudo en mi cabeza, prefería procesar esto primero y después hablar con Jake o Key para aclarar todo. Y además, Aaron me había mirado tan fijo y me había hecho sonrojar tanto que no le había preguntado sobre el ataque del bosque, el cual supuse que había sido un cazador, por lo que Aaron le había dicho a Jake. Tampoco le había preguntado qué había sucedido con el chico que había muerto en el bosque la noche de la fiesta. Pero pensar en eso solo me daba más dolor de cabeza, así que metí todo en una carpeta mental y lo puse en un cajón que tenía un cartel que decía 'preguntar luego'.
Tris había desaparecido buscando a Jake porque hoy no nos había traído a la escuela por no me acuerdo que excusa. Pero sabía que todos íbamos a vernos porque biología era la primer clase del día. Y no sólo estarían Jake y Tris, también iba a estar Aaron. Lo cual me ponía muy nerviosa e incómoda, sin contar la inseguridad que sentía. No sabía si debía hablarle o hacer como las demás clases en que él se hacía el desinteresado. No sabía si él quería hablarme después de haberlo obligado a saltar por la ventana. No sabía nada. Era tan estúpido que me ponía de los nervios y me daban ganas de tirar de mi cabello por la exasperación que sentía en esos momentos.
La campana me despertó haciendo que sacara mi espalda del casillero y caminara hasta el aula de biología.
¿Sería muy incómodo entrar y ver a Aaron allí? No Kelsey, no. Tú sabes de él y él sabe de ti. Compórtate como si nada hubiera pasado, ¿si? Como si él no hubiese estado a punto de besarte pero no pudo, porque la entrometida de tu mejor amiga entró por la puerta.
Despejé las imágenes de los labios de Aaron acercándose a los míos. Y también su majestuoso rostro tan cerca del mío que podría haber jurado que no tenía una maldita imperfección.
Seguí caminando a medida que notaba como los pasillos se iban vaciando de gente. No había ningún rastro de Tris o de Jake, tampoco de Aaron, pero imaginaba que él ya estaba dentro del aula, como siempre.
Doblé la esquina de un pasillo y divisé a la perfección la puerta de biología. Algunas personas entraban mientras hablaban y actuaban como adolescentes, y otras venían por los pasillos para amontonarse en la puerta.
Respiré profundo y me llené de valor para poder entrar a la maldita aula. Ni siquiera sabía por qué estaba tan nerviosa. Ni siquiera sabía si Aaron iba a estar allí.
Con mi ceño fruncido, me metí a la fila de adolescentes llenos de acné que me miraban como si fuera un extraterrestre mientras intentaba entrar al aula sin ser atacada por sus miradas.
Por supuesto que Aaron estaba allí. Y por supuesto que no estaba mirándome. Y por supuesto que estaba dibujando.
¿Habrá tenido otra visión? Ay por Dios Kelsey, ya estás hablando como si fueras una experta en el tema y ni siquiera sabes tu nombre.
Caminé hasta nuestra mesa y me senté a su lado, sin querer interrumpirlo.
- Hola. - Yo no era ninguna maleducada. Bueno, nunca me habían educado, pero sabía lo que era ser cortés, así que haber saludado había sido mi mejor logro en el día.
Aaron levantó su vista de su cuaderno, me miró, asintió con la cabeza y sus ojos volvieron a quedar fijos en sus dibujos.
¿En serio? ¿Esto era en serio? ¿O estaba bromeando?
No sabía por qué, pero de repente un calor había invadido todo mi cuerpo y tenía unas tremendas ganas de golpearlo con todas mis fuerzas. Aunque sabía que no tendría sentido, porque lo más probable era que me rompiera la mano, como cuando Bella golpeaba a Jacob en Crepúsculo.
Saqué todo el aire que contenía por mi nariz haciendo un horrible sonido de búfalo que no había podido evitar, apreté mi mandíbula y abrí mi cuaderno.
Sentí la mirada de Aaron en mí, pero él me ignoraba, así que yo iba a hacer exactamente lo mismo.
Subí mi mirada que podía matar a la persona que fijara sus ojos en mí y observé a los alumnos entrar por la puerta. No sabía cuántos éramos, pero no veía a Jake ni a Tris por ningún lado.
Lo más probable es que estén en algún armario follando.
Quité esa horrorosa imagen de mi cabeza y presté atención al frente en donde se encontraba la secretaria que nos había atendido el primer día. Se dirigió a la clase muy brevemente, excusando al señor Young ya que no podría venir a la clase porque se encontraba enfermo, nos dio la hora libre y salió del aula. Por supuesto que todos comenzaron a gritar como los adolescentes que eran, y sí, estaba algo feliz porque no había hecho la tarea de hoy. Por supuesto que todos salieron del aula corriendo como animales en la jungla. Claro, todos menos yo, que en cuanto vi a Aaron juntar sus cosas para salir, lo tomé del brazo haciendo que se girara para verme.
- ¿Es la clase de Biología lo que te vuelve autista? Dímelo ahora por favor, así dejo de intentar que me hables una vez en la vida. - El maldito cara rota sonrió.
Claro, porque él sabe el efecto que eso tiene en ti. Como te pone toda idiota y olvidas todo lo que vas a decir. Como ahora.
- Estás enojada. - ¡NO ME DIGAS! Apreté más mi mandíbula y solté el mayor veneno que pude a través de mis ojos.
- No. - Dije lo más cortante que pude haciendo que él sonriera todavía más.
- Estás MUY enojada. - Estúpido Aaron. - Todo tu cuerpo lo está diciendo. - Acercó su mano a mi cintura haciendo que los elefantes bailarines de break dance volvieran a mi estómago. - Todo tu peso está en tu cadera... - Pasó su mano por mi cadera haciendo que inmediatamente me pusiera derecha, porque bueno, no me gustaba que me toquetearan. - Tienes los brazos cruzados... - ¿Qué? Ni siquiera me había dado cuenta. Con sus manos desató mis brazos haciendo que cayeran sin vida a mis costados. - Y tu mandíbula esta apretada, haciendo que tus labios se metan para adentro. Me encanta cuando haces eso con tus labios. - Su mano subió a mi cara mientras hablaba, pasando por mi mandíbula hasta mis labios, tocando muy ligeramente mi boca. Corrí mi cara al instante.
Sí, sí, llámenme idiota, pero estaba cansada de la actitud de este chico. Cuando estamos a solas es una persona y cuando estamos cerca de gente tiene complejo de autista. ¿Es que acaso todos los chicos eran así?
- ¿Terminaste con el psicoanálisis? Porque tengo preguntas que hacerte. - Su sonrisa siguió intacta pero su mano cayó al instante a su costado.
- Lo que quiera la princesa.
Agh, lo odio profundamente. Con toda mi alma. Lo odio, lo odio, lo odio, lo odio. Odio que tenga este maldito efecto en mí.
- ¿Qué fue lo que pasó con el chico de la fiesta? - Directo al grano, así él no podía dar vueltas en el asunto.
- ¿El chico de la fiesta? Había muchos chicos en la fiesta, aunque me gusta pensar que tus ojos solo estaban en mí. A pesar de que hayas bailado con el idiota de Contray. - Uno de sus musculosos brazos se apoyó en la mesa haciendo que las venas resaltaran a través de su piel.
Madre santa.
- ¿Podrías por un segundo dejar de hablar como si estuvieras bromeando y responderme lo que te estoy preguntando? - Su sonrisa ya empezaba a sacarme de mis casillas y era un logro por el cual debería recibir un premio, porque no pasaba muy a menudo.
Mentira Kelsey, creo que eres la persona menos pacífica que conozco en toda mi existencia.
- Creo que ya te dije que no soy un hombre de bromas, todo lo que digo lo digo en serio.
Genial, de autista al galán de las telenovelas. Cada vez se tornaba mejor.
- Pero está bien, voy a responder a todas tus interrogantes. Siempre y cuando pueda responderlas. - Creo que finalmente nos estábamos entendiendo.
- Perfecto. Dime que sucedió con el chico que asesinaron en el bosque. - Mis brazos volvieron a cruzarse mientras él se sentaba en una silla.
- No puedo decírtelo. - Mis dientes se apretaron involuntariamente.
¿Esto era una broma?
- ¿Y se puede saber por qué no puedes decírmelo? - Aaron, que tenía su vista en cualquier otro lado, dirigió sus ojos a mí.
- Porque no lo sé. - Se encogió de hombros.
- ¿Cómo que no lo sabes?
- No. Lo. Sé. ¿Quieres que te haga un dibujo?
Ah no. Por supuesto que no. Una silla iba a volar por los aires y clavarse en su cabeza de vampiro asqueroso y podían llamarme 'culpable' si les parecía la palabra adecuada.
- No hace falta divino, lo comprendí la primera vez que lo dijiste. - Esto era inútil, hablar con él era inútil. Era como si siempre que yo quería averiguar algo, él hacía que las cosas se dieran vuelta de una retorcida manera para beneficiarlo o incluso para que yo le cuente mis secretos. Era una locura.
- No me gusta 'divino' como apodo, dime de cualquier otra forma... A ti te voy a llamar... Mmhmm... Osito, osito me gusta. Hola mi osito, ¿cómo estuvo tu día hoy?
En serio. ¿Este chico estaba bromeando? Porque lo había dicho demasiado serio, y teniendo en cuenta que él no era 'un hombre de bromas', ya no sabía cómo tomar lo que me decía.
- Los apodos de parejas son estúpidos. Y creo que 'osito' es uno de los apodos más estúpidos que alguna vez he escuchado en mi vida entera. Y si tengo que ponerte un apodo, no sé por qué, pero la palabra 'imbécil' me viene a la cabeza. - Sonreí burlona mientras él soltaba una carcajada.
- De acuerdo, sin apodos. Kelsey me encanta. Pero Kels es mucho más sexy. - Suspiré sonoramente, cansada de esta conversación de locos, haciendo que él riera otra vez. - Creo que no me reía hacía más de un siglo Kelsey Brooks, me había olvidado de lo bien que se sentía. Supongo que tengo que agradecerte que me hayas devuelto la hermosa satisfacción de volver a sentir uno de los placeres más maravillosos de la vida.
Bueno, eso me había hecho sentir un poco mejor. Pero seguía enojada por la actitud que siempre tenía. Era lindo, Aaron era lindo y romántico a su manera.
- No tienes que agradecerme nada, simplemente me gustaría saber qué fue lo que pasó con ese chico, eso es todo. - Me fui por el lado menos autoritario para intentar conmoverlo un poco, aunque no sabía si lo lograría, pero valía la pena intentarlo.
- En serio, que no sé qué le sucedió, pero sospechamos que fue el cazador del bosque. - Mi sangre se heló al escuchar la palabra 'cazador' que me hizo recordar automáticamente el desagradable episodio en el bosque.
- ¿Hablas del mismo chico que me atacó? - No sabía por qué, pero la sonrisa que Aaron había tenido antes había desaparecido completamente, para ser reemplazada por una mueca que demostraba lo no-muy-feliz que esos recuerdos lo hacían.
- Sí, del mismo. - Creo que empezaba a entender un poco más el mecanismo bipolar de los sentimientos de Aaron. Cuando estaba enojado, disgustado o incluso fastidiado, se cerraba como una almeja y no hablaba. Y cuando estaba feliz, él era... Él era todo agradable y seguro de sí mismo y me daban ganas de matarlo y besarlo al mismo tiempo.
Acabas de admitir que tienes ganas de besarlo Kelsey, esto no está yendo por el buen camino.
- ¿Y qué vamos a hacer entonces? No podemos permitirle que siga matando a personas así como así. - Aaron desvío sus ojos de la mesa y me miró a mí por lo menos diez segundos que me parecieron una eternidad y luego sonrió con sus perfectos y blancos dientes que eran probablemente los únicos dientes que podían hacer que mi corazón latiera así de rápido.
Dios santo, tienes que aprender a calmarte, él probablemente escucha los latidos de tu corazón.
- ¿'Vamos'? - asentí con la cabeza y mis ojos bien abiertos. Una suave risa se deslizó por su garganta. - Ningún 'vamos' Kelsey. Voy. Tú no estás metida en todo esto. - Se paró y caminó hasta la puerta.
¿Lo que acabo de escuchar fue machismo? Porque definitivamente voy a golpearlo si eso fue machismo.
Tomando mi bolso con mis cosas dentro, corrí tras él, porque definitivamente él no iba a tener la última palabra. Nunca jamás Aaron Lawrence me iba a dejar con las palabras en la boca.
- Hey, ¡Espera! - Seguía corriendo tras él. Por supuesto que no paró, pero disminuyó el ritmo de su paso para que pudiera alcanzarlo. - ¿Cómo que no estoy metida en todo esto? Tú me metiste en todo esto. - Fruncí mi entrecejo mientras caminábamos.
- No, tú te metiste en esto sola. Tu curiosidad y tu terquedad, sin contar que no escuchas a las personas cuando te dicen las cosas, te metieron en todo esto. No me eches la culpa a mí. Ya te has metido demasiado Kelsey, déjalo aquí. - Su mirada seguía al frente y me ponía de los nervios, porque otra vez sentía que me ignoraba. Por lo menos, ésta vez no había gente alrededor así que no tenía excusas. Los pasillos estaban vacíos porque todos los alumnos estaban en sus clases, la estampida iba a aparecer en el cambio de hora, así que era mejor que hable con Aaron en este instante antes de que se cierre como una almeja otra vez.
- No puedo dejarlo aquí, porque ese loco sabe mi nombre, o al menos no creo que lo haya adivinado de la nada. ¿Qué tal si viene a buscarme otra vez? ¿Y si sabe dónde vivo? ¿Y si ataca a Tris? - no había podido dormir por las noches ya que todas estas preguntas se presentaban ante mí. Y la respuesta que daba mi cabeza no era para nada agradable.
Aaron paró en su lugar al instante y me tomó del brazo haciéndome parar de repente y tirando de mí de tal manera que mis manos se estamparon contra su pecho al igual que todo mi cuerpo.
Ay Dios, que hermosos ojos tiene.
- Mira Kelsey, sólo voy a repetirlo una vez, así que escúchame bien... - Mi respiración agitada, mis ojos clavados en los suyos, su impresionante masa muscular pegándose a todo mi cuerpo, su olor entrando en mi nariz, toda la perfección de su cara tan cerca de la mía y sus hermosos labios que se movían mientras hablaba. Todo eso me daba ganas de besarlo hasta quedarme sin respiración, y ya no me importaba lo que dijera mi cerebro al respecto. - Yo, personalmente, no voy a dejar que nada te pase, nunca jamás. No es un trato, no te estoy mintiendo y no lo digo para que te quedes tranquila. Es una promesa, Kelsey. - Me había quedado sin respiración, aturdida y shockeada por su tremenda declaración.
Me dejó ir y recorrió lo que quedaba del pasillo para girar a la derecha. No tenía ni la más puta idea de lo que había pasado, pero Dios, mi corazón iba demasiado rápido.
(...)
No volví a ver a Aaron en todo el día, por supuesto, biología era la única clase que compartíamos pero sus palabras seguían corriendo a través de mi cabeza, como si estuviera diciéndomelo en este preciso instante. La campana del final de clases había sonado al menos hace unos diez minutos. Ya había visto a Tris, pero no a Jake. Tampoco quería cruzármelo demasiado, todavía no sabía cuál sería su reacción o qué me contaría.
- ¡KELSEY!
Yo conocía esa voz. Yo conocía esa voz perfectamente.
Cerré mis ojos y suspiré a través de mi nariz intentando calmarme.
No estaba preparada para esto. Necesitaba más tiempo.
Giré sobre mí misma para ver a un Key sonriente y al mismo tiempo tímido. Sus ojos reflejaban tristeza y los míos también, porque no quería hacerle lo que pensaba hacer a continuación.
- Hola. - Dijo cuando se acercó a mí. Quiso plantar un beso en mi mejilla pero me corrí al instante para que no lo hiciera. Ambos dirigimos nuestros ojos al piso, algo avergonzados. - Mira Kelsey... - lo interrumpí.
- Escucha Key, sé que quieres explicármelo todo y que vas a decirme que esto no cambia nada y que podemos seguir siendo amigos y todo eso, pero sinceramente no estoy de humor en este momento para que quieras explicármelo todo.
- No, Kelsey, espera... - Volví a interrumpirlo.
- ¿Qué tal si me llamas mañana y me cuentas todo? O tal vez podemos arreglar para salir a tomar un café y tú me cuentas lo que quieras.
- Kels, déjame... - Volví a interrumpirlo.
- Perdón Key, pero de verdad tengo que irme. Nos vemos luego. - No le di un beso en la mejilla, pero intenté trasmitir el mayor amor que pude a través de mis ojos. Y luego me fui.
Caminé por el estacionamiento buscando a Tris y a Jake ya que él nos llevaría esta vez. No pude encontrarlos hasta que todos los autos del estacionamiento se habían ido. No sé cuánto tiempo pasó, pero en cuanto divisé el auto de Jake caminé hasta él, podía ver la silueta de Tris dentro del auto y el cuerpo de Jake en contra de la puerta del conductor buscando algo con la mirada. A mí, supuse.
- Hola Kelsey. - Dijo Jake en cuanto llegué a su lado. Me quedé quieta porque sabía que tenía algo que decir, sólo esperaba el momento adecuado para interrumpirlo e ignorar lo que tuviera que decir, al igual que con Key. - Creo que necesitamos hablar de... - lo interrumpí.
Como amaba interrumpir a las personas.
- Mira Jake, ya se lo dije a Key, no es necesario que... - él levanto la mano con el ceño fruncido haciéndome parar.
¿Qué? No vale, este era MI juego.
- ¿Key? ¿Cuándo hablaste con Key? - fruncí mi cejo al ver el suyo fruncido.
- Hace media hora tal vez, no sé, el estacionamiento es muy grande, no podía encontrar el auto. - Él miró su reloj.
- Es imposible, Key tiene que tomar un avión en veinte minutos, no llegaría...
- Espera, ¿qué? ¿Avión?
¿Qué? Mmm, esto no tenía buena pinta.
- Sí, avión. Se va a estudiar a Francia, su escuela le ofreció un intercambio, no va a volver hasta el año que viene.
- Espera, ¿qué? - No sabía por qué tenía un nudo en la garganta y en el estómago, pero no me gustaba para nada, era desagradable y quería que se fuera de inmediato.
- Él se fue Kels, no va a volver. - Esas palabras me chocaron, y demasiado. Sentí las lágrimas en mis ojos y no sabía por qué. No quería que nadie me viera llorar y no podía hacer que las lágrimas volvieran adentro, era una tortura. Así qué di media vuelta y corrí. No sabía a dónde o por cuánto tiempo correría, pero lo hice. Lejos, muy lejos. Corría mientras escuchaba los gritos de Jake para que parara. Pero no lo hice. Tenía una guerra de sentimientos dentro de mí que necesitaba resolver, sola.
(...)
Me senté en el banco mientras las pocas personas que pasaban por esa pequeña plaza veían a la patética chica del rimmel corrido que intentaba sacar sus lágrimas de sus mejillas y respiraba como una morsa resfriada. Dejé mi bolso a mi lado y subí mis piernas al pequeño banco en posición de yoga para intentar respirar mejor. Claro que no funciono y eso sólo hizo que rompiera más en llanto recordando lo estúpida que había sido.
Tenía una guerra de sentimientos dentro de mí que me estaba volviendo loca. Me sentía estúpida, triste, frustrada, enojada y más que nada frustrada. Muy frustrada. Y enojada conmigo misma porque no había dejado hablar a Key y ahora perdería a uno de los pocos amigos que tenía en este pueblo y no quería porque no quería y punto. Tomé el teléfono de mi bolso y busqué entre mis contactos a la única persona con la que quería hablar en este momento. Sentí un tono, dos tonos, tres tonos...
- ¿Hola? - su voz me llegó a través del auricular haciendo que más lágrimas cayeran por mis mejillas.
- ¿Por qué no me dijiste que te ibas? - Solté mientras sorbía mis mocos y retenía un sollozo.
- ¿Kelsey? ¿Estas llorando? - Su voz demostraba lo confundido y preocupado que estaba por mí, lo cual sólo hizo que otro sollozo viniera a mi garganta.
- No estoy llorando. - Sabía que él sabía que yo estaba llorando, pero no iba a admitirlo ni aunque lo tuviera en frente de mí. - ¿Dónde estás?
- En el avión, ¿dónde estás tú? - Odiaba que aunque lo había tratado así de mal, él de todas maneras seguía siendo tan dulce.
- En una plaza, creo. ¿Puedes hablar por teléfono en el avión? ¿Sabías que el pueblo tenía una plaza? - sentí su risa llegar a través del auricular.
- Supongo que sí, porque lo estoy haciendo. Y sí, tenía planeado llevarte a la plaza para nuestra próxima cita. - Solté un 'aww' ahogado por un sollozo que hizo que mis lágrimas cayeran más rápido. Una señora que pasaba con su hijo me miró, y caminó más rápido, como si yo fuera una especie de fantasma.
Pues no. Era una chica estúpida llorando en el banco de una plaza porque uno de sus amigos se iba a Francia y ni siquiera había podido despedirse porque era una idiota que 'necesitaba su tiempo'.
- Yo hubiera ido. Y te hubiera pedido que vayamos a comprar algodón de azúcar y te hubiese quitado el tuyo cuando el mío se hubiera terminado y tú me lo darías, porque eres un caballero y porque sabrías que amo el algodón de azúcar. - Más lágrimas cayeron mientras intentaba reprimir mis sollozos haciendo un pequeño puchero con mis labios. Key volvió a reír. - ¿El avión ya despegó?
- No. Estamos esperando todavía, pero no creo que tarde mucho en irme. - Ambos nos quedamos callados por unos momentos mientras que yo intentaba que él no escuchara mis sollozos mordiéndome los labios.
- No quiero que te vayas. - Solté por fin escuchando el suspiro de Key al otro lado de la línea. Sequé mis lágrimas.
- Yo tampoco quiero irme, si tan sólo te hubiese conocido antes... - Otro suspiro se escapó de sus labios interrumpiéndolo. - Este viaje estaba planeado hace mucho tiempo Kels, tengo que ir. Pero te prometo que no vas a salvarte de mí tan fácil Brooks. Vamos a volver a vernos.
- No hagas promesas que no sabes si podrás cumplir.
- Pero esas son las mejores.
- No vale que cites líneas del sorprendente hombre araña, sabes que amo a Andrew Garfield. - Él se echó a reír fuertemente haciendo que una sonrisa se formara en mis labios.
Al menos había dejado de llorar y la gente ya no me veía tan raro.
- Como tú quieras. Pero cuando vuelva, tienes que prometerme que saldrás conmigo, y no como amigos. - Reí un poco ante su notable tono pervertido.
- Está bien Contray, pero tienes que prometerme que vas a volver.
- Lo prometo, ¿tú lo prometes?
- Lo prometo.
- Y también tienes que prometerme que no vas a cambiarme por ninguna zorra francesa, porque si llego a enterarme de que lo hiciste, iré caminando hasta Francia y arrastraré tu culo hasta aquí a patadas. - Él siguió riendo.
- Y tú también prométeme que no dejarás que Lawrence rompa tu hermoso y gran corazón.
- Bien. - Omití esa oración porque obviamente no pasaría y luego ambos nos quedamos callados, no queriendo terminar esa llamada. No queriendo que él se vaya. No queriendo que otra persona abandonara mi vida otra vez.
- Nos vemos, Kelsey Brooks. - Podía sentir la sonrisa en sus labios y recordar la manera en que sonreía hizo que una última lágrima cayera de mis ojos hasta mi mejilla. La limpié.
Iba a extrañarlo. Y mucho.
- Nos vemos, Key Contray. - Me quedé unos segundos con el teléfono en la oreja escuchando sus últimas respiraciones, las últimas que oiría en un largo tiempo. Y luego los tonos que indicaban que la llamada había terminado.
Nunca pensé que podría estar tan triste por un chico que había conocido hace sólo unas semanas.
Sorbí mis mocos una vez más, tomé mi bolso, intenté acomodar lo más que pude mi maquillaje corrido y luego me paré para caminar a casa. Sola. Triste. Y extrañando a Key, que ni siquiera se había ido, pero que ya estaba necesitando.
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Aaron Lawrence
FantasiHistoria de Lucía Aluminé Sacado de su página de Facebook: "Storytellers"