Aaron CAP: 50

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Capítulo 50:

Me sentía una prostituta.
Una reveladora pero sensual prostituta.
No entendía cómo esto podía ser un disfraz de bruja. No cabía en mi cabeza que las brujas del siglo XII llegaran a vestirse de la manera en que estaba vestida en este momento. Y toda la culpa recaía en Tris, o tal vez en mí, por dejar que ella se hiciera cargo de los disfraces.
Tendría que haberme imaginado que algo como esto pasaría.
- Te ves genial. - Me giré hacia la puerta de mi habitación y noté a Tris con su disfraz de gato. No pude evitar reír al ver que Blaze saltaba para alcanzar su cola. - Ha estado haciendo eso desde que lo saqué de la funda... ¡LEJOS BESTIA! - Tris le hizo el típico sonido de gato enojado y Blaze se echó a correr hacia mí.
- Explícame por qué tengo que usar tacones. Las brujas no usan tacones. - Tris se paró detrás de mí y ambas nos vimos en el espejo.
- Tú no eres una bruja. Eres una chica linda que lleva un disfraz sensual que parece el de una bruja. - Tris me sonrió mientras suspiraba. - Y luego estoy yo. Que sólo quiero fastidiar a mi novio lobo y por eso me disfracé de gato. - Reí al notar que Tris acomodaba sus orejas. Su disfraz era de una sola pieza, completamente ajustado al cuerpo, y era naranja, como Garfield. Tenía orejas en la cabeza, tacones animal-print, y se había comprado uñas postizas para que parecieran garras. Su cara estaba pintada con bigotes y una nariz simpática y su cabello estaba lleno de ondas, muy extraño en ella, ya que era naturalmente liso.
- Me siento una ridícula. - Confesé, al verme detalladamente. Mi vestido, era extremadamente pequeño y no quedaba para nada bien con mis piernas cortas, a pesar de que con los tacones, parecían más largas. La falda era acampanada y estaba llena de tul negro y violeta que brillaba. La parte de arriba era algo así como un corsé negro, que no me dejaba respirar. Mis niñas se sentían asfixiadas y al no tener espacio, iban hacia arriba. Y no me gustaba para nada. Lo único que sí me gustaba de mi disfraz, era el gorro que tenía en la cabeza, porque era lo que más cubría de todo mi atuendo. Agradecía a Dios que Tris hubiera comprado de esas medias de látex para las piernas y que fueran negras. Al menos todo se veía un poco menos. Me había maquillado y me había peinado, y aún así parecía una prostituta, y no una bruja.
- Estás linda. - Tris subió un poco más mi falda y yo la bajé, exasperada. No entendía cuál era su capricho de querer hacer que muestre cada centímetro de mi piel. Rió mientras me gritaba algo que no escuché porque el timbre tapó su voz. Tomé la escoba que completaba mi disfraz, y que sólo hizo que me sintiera más ridícula de lo que ya me sentía y caminé hasta la sala.
- ¡Wow, Kelsey! Estás... - Levanté una mano sin dejar que Jake terminara la oración.
- Ni me lo digas. - Su sonrisa se hizo más grande y noté su disfraz de repente. - Te faltó el caballo. - Él se encogió de hombros.
- ¿Cómo iba a meterlo en el departamento? - Reí mientras golpeaba su sombrero de vaquero que me causaba mucha gracia.
- Veo que notaste el disfraz de Tris... - Le guiñé el ojo mientras él sacudía la cabeza y ella desfilaba por el departamento como una modelo de pasarela.
- Estás bellísima. - Le dijo. Estaba segura de que Jake se lo estaba tomando como una broma, más que con fastidio. Tris solía hacer este tipo de cosas para enojarlo, pero nunca funcionaban. Él parecía tener un autocontrol impresionante cuando observaba que Tris se ponía faldas cortas o usaba ropa lo bastante reveladora como para hacer que la gente se volteara a mirarla. Como ya había dicho antes, Tris amaba ser el centro de atención, pero le gustaba más aún, llamar la atención de Jake. Recordaba que alguna que otra vez me había revelado que tenía miedo de que Jake se aburriera de ella, así que constantemente intentaba hacerlo enojar porque supuestamente, se mantendría vivo el sentimiento de no sé qué mierda. Tris estaba desquiciada, eso era algo que sabía. Y otra cosa que también sabía, era que Jake estaba completa y totalmente loco por ella.
Pensando en esto, nunca me había dado cuenta de lo insegura que era Tris... ¿Quién lo diría?
- Como siempre. - Agitó sus pestañas postizas con gracia y lo besó en los labios mientras reían.
Necesitaba a Aaron.
Suspiré rendida y tiré de mi falda una vez más porque, al parecer, quería subirse hasta mi cabeza. Mi frustración se hacía un nudo en mi garganta y me daban ganas de desgarrar cada parte de este vestido hasta dejarlo hecho trizas. Lo detestaba. Estaba fastidiosa e insoportable. Si yo fuera Tris o Jake, ya me habría golpeado en la cara unas cinco veces, como mínimo.
- Oh, no... - Jake susurró en el momento en que se separaba de Tris y fruncía el entrecejo. Blaze comenzó a ladrar como loco mientras corría a mí alrededor. Lo tomé en mis brazos y observé que Tris iba a abrir la puerta, porque había sonado el timbre de nuestra puerta.
No recordaba darle la llave del edificio a alguien que no fuera Jake.
- TODOS PARA UNO... - Sonreí al instante y corrí hacia la puerta. Blaze aún gruñía, pero había dejado de ladrar en el momento en que lo había tomado en mis brazos. Ante mis ojos, Chad levantaba una espada en el aire, con sus ojos cerrados, y vestido de una forma extraña que parecía del siglo pasado. Tenía un gracioso sombrero que tenía una gigantesca pluma. Se veía más ridículo que Jake. Tris se había cruzado de brazos por delante de mí, y yo veía todo por encima de su hombro. Sentí que Jake se paraba detrás de mí, y respiraba enojado. Tan enojado, que su aliento chocaba contra mi hombro. - Chicos... - Susurró Chad mientras hacía una seña con la mano que tenía desocupada y abría los ojos. Connor y Alex aparecieron de repente a sus costados, vestidos igual que Chad, subiendo una espada, idéntica a la de Chad, al aire, de mala gana.
- Y uno para todos. - Murmuraron ambos, completamente fastidiados. Alex tapó su cara con vergüenza y Connor golpeó su frente contra el marco de la puerta de nuestro apartamento.
Eran los tres mosqueteros más patéticos que había visto jamás.
- Buenas noches, damiselas. - Chad guardó su espada en el cinturón de su disfraz y nos miró a ambas. Hizo una reverencia que me hizo reír, mientras Connor y Alex luchaban con sus respectivos sombreros. No se veían para nada felices.
- Esto es demasiado. - Tris negó con la cabeza, levantó sus manos y se llevó a Jake arrastrando hasta su habitación. Reí con sutileza mientras los escuchaba discutir y dejé a Blaze en el suelo, que salió corriendo hacia el sofá, reclamando su territorio. Acomodé mis tacones y mi falda porque seguía subiéndose y levanté mi vista hacia los tres individuos que me observaban como si fuera una alienígena que acababa de salir de su nave espacial. Sus ojos estaban abiertos como platos y juraba que todos tenían la boca abierta. Veía baba, incluso. Me sentí incómoda y carraspeé con la garganta, esperando que alguno reaccionara, pero parecía una posibilidad tan lejana.
- Bueno, tampoco estoy tan fea. - Fruncí las cejas y me crucé de brazos, cuando sus miradas lograron exasperarme. Tampoco quería tratarlos tan mal. No tenía idea de que vendrían a la fiesta, y ahora, al menos no estaría sola. Connor pareció reaccionar de repente, pero con un tic. Sus ojos pestañeaban más de lo normal y se iban a cualquier lado en donde yo no estuviera.
- No. No, no, no, no. N-o. N-no. Es decir, no... Quiero decir... - No sabía si debía reír, o simplemente largarme a llorar.
- T-tú... T-ú... Tú, tú, tú-ú. - Alex me señaló y yo volví a ver mi atuendo una vez más.
No. Definitivamente no se me había salido una teta hacia afuera.
- Estás muy... - Connor seguía con su tic y pensé que tal vez tenía algo en los ojos que no dejaba de molestarlo.
-Hermosa. - Miré a Chad, que me contemplaba como si fuera algún tipo de estrella de cine. Los ojos le brillaban y detallaban cada parte de mi cuerpo. La incomodidad se desvaneció, y en cambio, me sentí halagada. Sonreí como una estúpida y negué con la cabeza, sin saber qué decir.
- Pasen. - Les dije mientras abría la puerta aún más. Ellos no tuvieron mejor idea que pasar los tres juntos y, obviamente, se chocaron los unos a los otros. Se golpearon, se vieron mal y se susurraron cosas que no escuché. Estaban más idiotas de lo normal, pero esperaba con todas mis ganas que no siguieran así en el baile porque me moriría de aburrimiento. - ¿Qué están haciendo aquí? - Ellos se quedaron parados, completamente estáticos en el medio de la sala. Los tacones me estaban matando, así que decidí sentarme junto a Blaze, que ahora dormía una preciosa siesta, la cual yo también anhelaba en ese momento.
- B-bueno... - Comenzó Alex. El hecho de que tartamudeara, estaba comenzando a causarme demasiada gracia. Me tragué las risas como pude y me obligué a mí misma a recordar este momento para siempre. - A-Aaron quería q-que vengamos p-porque... - No entendía por qué se ponían de esa manera. Era yo. Kelsey. La misma Kelsey que los vencía en los videojuegos y los incitaba a que faltaran a clases porque estaba aburrida. La misma Kelsey que hablaba de ellos sobre la cantidad de vampiras que Chad se había tirado, de las ex-novias de Connor y de las hermosas cosas que había hecho por ellas, y del hecho de que Alex necesitaba conseguirse una vampira linda y simpática para no pasar toda su eternidad solo. Y decía vampira, porque les había prohibido estrictamente que incorporaran a una humana a sus vidas. Yo debía ser la única.
- Porque no quería que te dejáramos sola. Estaba paranoico. - Connor seguía sin mirarme a los ojos y no pude evitar reír.
- ¿Paranoico? - Miré a Chad, que parecía ser el único lo suficientemente normal como para responder con sensatez. A pesar de que seguía viéndome demasiado.
- Por los chicos de la escuela. Yo le dije que estaba viendo demasiadas películas de adolescentes, pero él insiste en que te mantengamos un ojo toda la noche... - Chad me sonrió. - Pero ahora que te veo, un ojo no será suficiente. - Reí ante su intento fallido de coqueteo y pateé su pierna despacio.
- Bien. Reglas para esta noche. - Chasqueé mis dedos, intentando llamar la atención de todos, y al verme a los ojos, noté que Alex y Connor se sonrojaban. - Primero lo primero: dejen de actuar extraño. - El tic de Connor comenzó a disminuir de a poco y Alex respiró profundamente, intentando relajarse. - Es la primera vez que me ven vestida como si fuera una verdadera mujer, y su reacción es de lo peor. Sigo siendo la misma Kelsey que les patea el trasero en Mario Kart siempre que se lo propone, así que deténganse. Tris jamás será mi estilista otra vez. - Susurré para mí misma. - Regla dos: nada de parecer guarda espaldas del presidente. Los golpeo. Regla tres: me dejan sola y los mato. Regla cuatro: el que no sea divertido, es el encargado de acompañarme al baño de chicas y esperarme afuera, ¿de acuerdo Alex? -Él revoleó los ojos y observé que Tris y Jake se asomaban por el pasillo, ambos hablando de lo que sea. - Regla cinco, y ésta es para todos: no quiero ni una sola pelea. De lo que sea. ¿Quedó claro? - Observé que todos me miraban mal y achiqué mis ojos. - ¿Quedó claro? - Volví a repetir. Todos asintieron y susurraron cosas, incluso insultos. Sonreí. - ¡Hora de la fiesta! - Tris y yo gritamos de emoción y nos tambaleamos un poco mientras tomábamos nuestros bolsos y abrigos y salíamos del departamento, con Jake y los Lawrence detrás de nosotras, renegando y quejándose sobre lo que sea.
(...)
Esto era un desastre. Era un desastre desastroso.
En el momento en que entramos, Jake y Tris se fueron por su lado, saludaron a sus amigos y a las porristas y se fueron a la pista de baile de inmediato. Bueno, Tris había arrastrado a Jake. Agradecía que fuera una fiesta de disfraces. Al parecer, según los Lawrence, las personas se nos quedaban mirando por mi culpa, y no porque los habían reconocido. Según Chad, mi disfraz era demasiado 'revelador'. No había usado esa palabra, pero lo había tenido que golpear por su expresión.
Lo primero que hice fue salir corriendo al baño, con Alex como mi asistente. Se había quedado afuera, sosteniendo mi bolso como la buena mejor amiga que era, y luego me había reprendido por haber tardado tanto tiempo allí adentro. La verdad, era que no había hecho absolutamente nada. Me había visto al espejo como diez minutos, había comprobado que era una ridícula, pero me había repetido un millón de veces que esto era una fiesta de disfraces, y yo no era la única que parecía un adefesio mal vestido, y bueno, ¿a quién quería engañar? Había hecho un millón de caras estúpidas en el espejo.
Chad se había perdido entre la multitud, Connor se había sentado en una de las mesas que había en el gimnasio de la escuela y se había sacado el sombrero porque, como había dicho, no lo soportaba más. Alex se sentó junto a él, y jugó con su teléfono sin prestarme ni un poco de atención. Ninguno parecía tener ganas de hablar, ni de divertirse, ni de existir, y me reprendí un millón de veces por no haberle hecho caso a mi cerebro cuando creo esta posibilidad en mi cabeza. Aunque claro, también había creado la posibilidad del asteroide estrellándose en el techo del gimnasio y haciendo que todos tuviéramos una muerte horrible y dolorosa. Era mejor no hacerle caso a mi cabeza, porque definitivamente no pensaba con claridad.
Todos parecían estar divirtiéndose, menos nosotros, que no parábamos de suspirar con frustración. Al menos las miradas habían disminuido, y no escuchaba un solo susurro ni una risa porque la música estaba lo suficientemente alta como para no dejarme escuchar lo que sea que Alex estaba gritándome. Lo vi revolear los ojos, al entender que no comprendía ni mierda de lo que intentaba decirme, y apoyó la espalda contra su silla con fastidio. Miré mi teléfono. Me parecía muy extraño que Aaron no hubiera llamado aún, o siquiera mandado un mensaje. Me había prometido que nos veríamos después de la fiesta, y no sabía si su asunto con Duncan había sido solucionado, o si seguía ocupado, o si tal vez no regresaría a su casa hasta mañana, por lo cual no podría verlo esta noche. Quizás estaba demasiado cansado y había decidido dormir un poco y esa era la razón por la cual no llamaba. Sacudí la cabeza y dejé el teléfono dentro de mi bolso bruscamente.
- ¡Los odio! - Grité dirigiéndome hacia Connor y Alex, que ni siquiera se dieron cuenta de que les estaba hablando. Me crucé de brazos como una niña pequeña y pateé la silla de Alex, que se volteó y comenzó a insultarme, pero ni siquiera lo escuché. Saqué la lengua, demostrándole lo aburrida que estaba hacía más de dos horas.
No veo la hora de que esto termine.
- Hola. - Salté en mi silla por la voz extraña que había aparecido de repente junto a mi oreja. Cuando me volteé, un chico pintado como un esqueleto me sonrió. Sus ojos eran completamente grises, y me pregunté si tal vez estaría usando lentes de contacto, mientras se alejaba un poco de mí y acomodaba su cabello. - ¿Quieres bailar? - Volvió a decir cerca de mi oreja. Sonreí cordialmente, y estuve a punto de decir que sí, porque bailar sería un millón de veces más divertido que quedarme sentada viendo cómo todos disfrutaban menos yo.
- Lo siento, tengo novio. - Era la primera vez que usaba esa frase en mi vida, y el corazón se me desinfló como un globo al notar que extrañaba mucho a Aaron. No lo veía hacía dos días, y no estaba acostumbrada a no tener cerca su constante acoso. De todas maneras, que él no estuviera, no significaba que yo no pudiera divertirme, aunque la culpa de que estuviera aburrida recaía completamente en Connor y Alex. Y en Chad, que había desaparecido.
- Lo sé, Aaron Lawrence. - Lo miré sorprendida y no pude evitar dejar que la sonrisa creciera.
- ¿Cómo lo sabes? - Él me sonrió y noté que guiñaba un ojo en la casi oscuridad del gimnasio del instituto.
- Todo el mundo lo sabe. - El hecho de que todos supieran que Aaron era mi novio, me hizo preguntarme en qué momento él se había convertido en mi novio. Porque que yo recordara, nunca lo había preguntado, ni yo tampoco. Achiqué los ojos ante el pensamiento, y me obligué a recordarme que debería hablar esto lo antes posible con el chico desconocido que disfrutaba besarme y acosarme cuando estaba aburrido y no tenía nada que hacer. - Sólo quería bailar contigo, porque pareces aburrida. Sin ninguna doble intención. - Sonreí otra vez y dejé mi bolso en la mesa. Estaba a punto de pararme, cuando la mano de Alex me tomó del brazo y me hizo bajar en la silla nuevamente. Fruncí mi ceño de inmediato y miré su agarre, indicándole que me soltara porque lo mataría de la manera más sangrienta que se me ocurriera en el momento.
- Mala suerte amigo, no puede. - Connor se cruzó de brazos y gritó las palabras. Su voz se había hecho potente de repente, y rompió cualquier barrera de sonido que la música creaba. - Está con nosotros. - Los fulminé a ambos con la mirada y negué con la cabeza. Me volteé hacia el esqueleto que era el primer hombre no apellidado Lawrence que había tenido las agallas de acercarse a hablarme después de que Aaron me había besado en la cafetería del colegio. Él se encogió de hombros e hizo una mueca con la boca.
- Lo siento por molestar. Espero que pases una linda noche Kelsey. - Y luego se levantó de la silla y se fue.
- ¡Espera! ¡Ni siquiera sé tu nombre! - Grité, pero mi voz fue tapada por la música. Tiré de mi brazo y me solté del agarre de Alex mientras los miraba de la peor manera que podía. - Eso fue lo peor que pudieron haberme hecho en sus vidas. El chico era agradable y no parecía para nada interesado en mí. - Achiqué mis ojos mientras Connor reía.
- Por favor Kelsey. Su táctica es llamada la "Alex Lawrence". De lo más común. - Alex asintió, como si lo que Connor estaba diciendo fueran palabras sabias, sacadas de la biblia, en vez de una estupidez. - El chico se hace el que no le importas en lo más mínimo, y cuando menos te das cuenta, ya te acostaste con él diez veces y te dejó embarazada de trillizos. - Subí las cejas.
- ¿Y a eso le llaman la "Alex Lawrence"?
- Bueno... No lo pensamos bien a la hora de ponerle nombre. - Revoleé los ojos y me estrellé en el respaldo de mi silla al ver a Alex entrecerrar sus ojos mientras hablaba.
- Me están tratando como si fuera una prisionera de la cárcel. ¿En dónde está escrito que no puedo acercarme a algún chico agradable que me invite a bailar? - Alex se acercó más a mi oreja para hablarme.
- En el contrato que Aaron nos hizo firmar antes de venir. - Reí con ironía.
- Como si Aaron les hubiese hecho firmar un contrato. - Alex y Connor me observaron con sus cejas levantadas.
Estaban jugando conmigo.
- ¿Les hizo firmar un contrato? - Ninguno contestó. Volvieron a sus posiciones del inicio, sin prestarme una pizca de atención. Observando todo con ojos filosos. - ¡Maldito bastardo! ¡Como si fuera un jodido objeto! - Respiré frustrada, exasperada y fastidiada.
Ese imbécil se las vería conmigo. ¿Quién se creía que era? ¿¡Quién se creía que era yo!?
- ¡HEY! ¡HEEEEEEYYY! - El mosquetero imbécil número tres se hizo presente ante nosotros. Tambaleándose e intentando decir alguna palabra sensata, pero le resultó imposible.
¿Estaba borracho? Pero eso era imposible...
- ¡CHAD! ¡ES LA ESTUPIDEZ MÁS GRANDE QUE HAS HECHO EN TODA TU VIDA! - Él rió escandalosamente mientras los Lawrence lo ayudaban a sentarse.
- Juro que no me comí a nadie. - Dijo, riéndose. Entonces había consumido suficiente sangre como para ponerse borracho. Al menos la noche se había puesto interesante.
- ¿De dónde la sacaste? - Preguntó Connor y Chad hizo un gesto con sus labios y su dedo, pidiéndole que guardara silencio. Sacó una botella que llevaba escondida en su traje, y se la tendió a Connor.
- Del hospital... No le digas a mamá. - Y volvió a reír. Con razón había desaparecido tanto tiempo.
- ¿Cuántas te tomaste? - Alex lo tomó del brazo, para que dejara de moverse.
- ¿Dos? ¿Tres? - Hizo una mueca con sus labios, intentando recordar, y luego se encogió de hombros. - Perdí la cuenta después de la quinta. - Se acercó a mí y me sonrió, apenas podía abrir sus ojos y me causó mucha risa el hecho de que se movía como un fideo. - Linda chica. Bailar. - Y de repente se había convertido en George de la Selva.
¿Cómo había entrado al hospital? ¿Y cómo mierda había puesto la sangre dentro de esa botella?
- Esto es demasiado estresante. - Connor bebió de la botella de repente y Alex abrió los ojos como platos mientras observábamos que sus ojos destellaban de un rojo escarlata que desapareció en el momento en que los cerró y se sentó en su silla.
- ¡ESTÁS LOCO! - Le grité mientras Alex le arrebataba la botella como podía.
- ¡Ese es mi hermano! - Chad chocó la mano con Connor y ambos rieron.
- ¿¡Por qué mierda hiciste eso!? - Rugió Alex, que escondió la botella debajo de la mesa para que nadie la viera. Connor parecía completamente relajado en su silla, no estaba tan mal como Chad, ni siquiera se acercaba, pero parecía que en cualquier momento se pondría a dormir allí mismo.
- Porque olía bien. Muy jodidamente bien. Y porque sé que tú te encargarás de todo. - Sus ojos habían vuelto a su color normal, los de Chad aún no. Alex respiró tranquilamente y me miró.
- Kelsey, necesito que te deshagas de esa botella en este instante. - Ni siquiera le respondí. Él también parecía a punto de perder el control y abalanzarse hacia la botella. Saqué el gorro de bruja que tenía en mi cabeza, y la metí dentro, intentando disimular. Corrí al baño lo más rápido que pude, evitando a cualquiera que intentara acercarse. Me metí en el primer cubículo que encontré desocupado, disimulé un poco para que ninguna de las chicas que estaban dentro, se dieran cuenta que algo pasaba, y vacié hasta la última gota por el retrete. Tomé mi frente mientras me sentaba y miraba hacia la puerta escrita que tenía delante de mí. Escuchaba los susurros de chicas que no conocía del otro lado de la puerta y decidí que no me importaba que sus susurros tuvieran nombre y apellido, y aún menos que ese fuera el mío. Acomodé mi falda y me pregunté qué mierda haría con la botella ahora que me había deshecho de lo que tenía adentro.
- ¿Kelsey? ¿Kelsey estás ahí? - La voz de Tris se hizo presente en el eco del baño y luego de unos segundos, escuché que la puerta se cerraba y los susurros desaparecían junto con la música que me había aturdido por el tiempo en que la puerta se había abierto. - ¡KELSEY! - La cabeza de Tris apareció por debajo de la puerta y sonreí al ver su ceño fruncido de preocupación. - ¿Por qué corriste como si el último pedazo de tu pastel preferido estuviera encerrado dentro de este baño? - Me pregunté cómo hacía Tris para agacharse de esa manera, con tacones, y aún así, no tocar el suelo con otra cosa que no fueran sus pies.
Seguramente el tema de las porristas la había hecho más flexible.
- Sólo un pequeño percance, ya lo solucioné. Bueno... Casi. - Alex tenía que arreglar la otra parte del plan. Si es que acaso teníamos un plan.
- ¿Percance? ¿Quieres contármelo? - Suspiré, y Tris se dio cuenta de que si lo hacía, ella enloquecería. - Te juro que no enloqueceré.
- Sí, claro. - Se me había escapado sin querer.
- Lo prometo. Sólo quiero ayudar. - Volví a suspirar y me paré del retrete, que estaba más cómodo de lo que esperaba, mientras la cabeza de Tris desaparecía de mi vista. Abrí la puerta y observé que ella trababa la otra para que nadie pudiera pasar. Se volteó hacia mí y me miró expectante. - Suéltalo. - Bajé mi falda, no porque hubiese estado muy arriba, aunque sí lo estaba, fue más un acto de nerviosismo, intentando mantener mis manos ocupadas.
- Chad está borracho. Y Connor... Bueno, él está bien, pero no tan bien. Es decir, no está borracho pero sí está...
- ¡KELSEY! - Tris me interrumpió y movió sus manos. - ¡Al punto!
- Chad robó sangre del hospital y tomó tanta que ahora está algo así como borracho y drogado, y luego Connor tomó un poco de sangre. Y luego hubo ojos rojos y Alex me pidió que me deshiciera de la botella, y lo hice. - Busqué la botella dentro del cubículo del baño y se la mostré a Tris, que me miraba como si no pudiera creer lo que en realidad escuchaba. - Y ahora no sé qué va a pasar. Porque Alex no se veía tan fuerte como para poder sostenerlos a ambos, y no creo que Chad esté feliz cuando se dé cuenta que no queda más sangre. Bueno, sí hay. Pero está dentro de los estudiantes disfrazados, y tengo miedo de que alguno de los dos idiotas mate a alguien. - Terminé mi relato en el momento en que Tris arrebataba la botella de mis manos.
- Bien. Lo primero que vamos a hacer, y no es golpearlos a ambos por crear un drama más del cual preocuparme, es deshacernos de la botella. - Tris abrió una pequeña ventana que se encontraba debajo de un conducto de ventilación y revoleó la botella con todas sus fuerzas. Luego de unos segundos, ambas escuchamos un estruendo y supe que la botella había terminado hecha pedazos. - Lo segundo que vamos a hacer, es avisarle a Jake para que ayude a Alex con los otros dos. - Hice una mueca con mis labios.
- No creo que los Lawrence estén muy felices de escuchar eso...
- Bueno, entonces los Lawrence tendrán que madurar de una vez por todas. - Tomé mi teléfono de mi bolso y llamé a Alex, esperando que pudiera contestarme. Luego de tres timbrazos, y con mi esperanza por los suelos, porque creía que jamás me contestaría, la voz de Chad resonó en mi oído.
- ¿¡POR QUÉ NO A MÍ!? ¡MALDITA SEA!
- Kelsey, este no es un buen momento.
Ya lo sabía, ¿acaso pensaba que era idiota?
- ¿Oh, en serio? Y yo que quería saber cómo estaba el clima para mañana. - Los gritos de Chad ahora parecían ahogados y lejanos. Podía incluso imaginar la cara de fastidio de Alex al escuchar mi sarcasmo.
- No tengo tiempo para esto, ¿Te deshiciste de la botella? - Del otro lado del auricular, la música que sonaba en el gimnasio, se escuchaba apagada, como si Alex estuviera lo suficientemente lejos como para que apenas se escuchara de fondo. Supuse que en alguna parte de la escuela, tal vez.
- ¡MI BOTELLA! ¡MI AMADA BOTELLA! ¡LA ÚNICA QUE SIEMPRE ME HA AMADO! - Otra vez Chad.
- ¡Cierra la boca! - Connor sonaba más gruñón que de costumbre y supliqué interiormente para que la sangre no estuviera haciendo ningún efecto en él. Recordaba un las millones de historias de Aaron sobre las veces que los Lawrence habían tenido problemas para controlar su sed de sangre, y esperaba con toda mi alma que esta no fuera una de ellas.
- Sí, por eso llamaba. - Tris me arrancó el teléfono de las manos.
- Voy a avisarle a Jake para que los ayude... ¡ME IMPORTA UN COMINO QUE NO QUIERAS SU AYUDA! ... ¿Por qué está gritando como un maniático? ... ¡HEY! ¡CUIDADO! ¡ESTÁS HABLANDO DE MÍ NOVIO! - No veía que esto llegara a algún lado, de verdad. - Mira, Alexander, tú, vas a hacer lo que yo digo porque yo lo digo y porque tengo un millón de razones por las cuales hacerme responsable de esta situación, y tú, eres una de ellas, de una manera retorcida y espeluznante, pero lo eres. Sólo cállate y espera en donde quiera que estés, Jake puede encontrarlos. - Cortó, sin decir una palabra más y volvió a tenderme el teléfono. - Toma. Voy a buscar a Jake para convencerlo de que no sea un idiota. Tú quédate aquí. - Detuve a Tris del brazo en el momento en que intentó abrir la puerta.
- Yo no pienso quedarme aquí. Quiero ayudar. Voy a hacerlo. - Ella se zafó de mi agarre de repente, y noté que todo su rostro se ponía rojo de la furia.
- ¿¡Podrías, por favor, mantenerte lejos de los problemas una vez y hacerme caso en esto!? ¡YO SÉ DE QUÉ ESTOY HABLANDO! - Fruncí mis cejas sin entender cuál era el apuro de Tris por ayudar a los Lawrence. Ella no era su fan número uno, para ser honesta, y no entendía tanta generosidad y bondad de su parte hacia ellos. - ¡Yo puedo hacerlo! Sólo... Sólo... ¡Diviértete de una jodida vez! - Estaba, oficialmente, desconcertada.
- ¿De acuerdo? - Dije, sin saber si esa era la respuesta que ella estaba buscando. Soltó todo el aire que llevaba adentro y revoleó los ojos.
- ¡Increíble! Una vez que intento hacer algo lindo por ti. - Y luego salió por la puerta, dejándome completamente sorprendida. Esperaba que Jake accediera a ayudarlos. Aunque conociendo a Tris, sabía que Jake aceptaría, de una manera u otra. Tal vez la situación no era tan grave como parecía. Tal vez había hecho más problemas y teorías en mi cabeza, de lo que en realidad estaba sucediendo. Alex no sonaba tan asustado o desesperado o como si la tercera guerra mundial estuviera a punto de desatarse. Tampoco era una gran crisis... ¿Verdad? ¿¡VERDAD!?
Necesito salir de aquí.
Prácticamente pateé la puerta del baño para que se abriera y salí de allí como si estuviera teniendo un ataque. Disimular definitivamente era lo mío, el único problema, era que no lo estaba haciendo muy bien en este momento. Los que estaban cerca del baño, se voltearon para verme, como si estuviera completamente desquiciada. Acomodé mi pequeño bolso en mi hombro y me puse el sombrero de bruja intentando camuflarme un poco más. Comencé a caminar en donde se encontraba la salida del gimnasio hacia las instalaciones de la escuela, pero mi teléfono vibrando me detuvo.
- ¡TE JURO QUE SI ME LLEGO A ENTERAR DE QUE SALISTE DE ESA FIESTA, TE MATARE CON MIS PROPIAS MANOS! ¡SIN EXCEPCIONES! - Los gritos de Tris me habían dejado incluso más sorda de lo que ya estaba por la música. No tuve tiempo de contestarle, porque ya había cortado. Suspiré irritada y miré a mi alrededor, pensando en qué hacer.
Tampoco era como si tuviera muchos amigos, y las únicas chicas que conocía de mis clases, habían venido con una cita y no pensaba hacer de mal tercio ni aunque estuviera llorando del aburrimiento.
Este es el plan, Kelsey. Consigues comida y algo para beber, y luego te sientas en la mesa más arrinconada que encuentres para que nadie te moleste. Después de una hora de cansarte de jugar con tu teléfono, llamas a Tris, y le dices que la fiesta está aburrida, y te vas.
O, simplemente podrías ser social.
Sí, la opción uno.
Me dirigí hacia la mesa en donde se servían todos los aperitivos y me metí cinco de los que se veían más sabrosos en la boca. Mastiqué como un camello hasta que los pude tragar y me serví un poco de ponche, porque se habían quedado atrapados en mi garganta y dificultaban mi respiración.
- ¡Princesa!
¿Por qué los hombres tenían que llegar en el peor momento de mi vida?
- No. - Dije como pude. El chico, vestido de Jack Sparrow, frunció las cejas mientras le daba un buen sorbo a mi riquísimo ponche de alguna cosa rara.
- Ni siquiera te pregunté nada. - Revoleé los ojos, ante su irritante voz. - ¿Quieres bailar?
- Otra vez, no. - No conocía persona más simpática que yo.
- ¿Estás segura que quieres perderte de mis movimientos? - Sobé mi frente mientras lo veía bailar como un retrasado y sorbía otro poco de ponche.
- Segurísima. - No entendía cuál era el problema con los hombres. Cuando una chica decía que no, era no. A menos que dijera que no, pero en realidad significara sí. Aunque este no era uno de esos casos.
- ¿Y si sólo nos besamos y listo? - Mis ojos se achicaron e intenté transmitirle la mirada asesina más poderosa que pudiera, a pesar de la oscuridad. Su sonrisa arrogante y su guiño me hicieron exasperar aún más.
¿Quién se creía que era? ¿Johnny Deep?
- Uh, hermano. Acabas de cometer un grave error. - Ambos dirigimos nuestra vista hacia un chico que estaba junto a mí, también bebiendo ponche. No lo había notado antes de que hablara. Llevaba un traje perfectamente planchado, de color rojo como la mismísima sangre. Tenía una camisa del mismo color y una corbata negra, completamente impecable. Llevaba una máscara que cubría la mitad de su rostro, y, por los cuernos que se asomaban de su cabello, adiviné que era el diablo.
- ¿Perdón? - Dijo el falso y para nada educado Jack Sparrow a mi lado. Aunque agradecía que hubiera hablado para que no me lanzara encima de él a matarlo, aborrecía el hecho de que otra persona más se unía a una conversación de la cual no quería formar parte y de la que también yo era el tema principal. El diablo se volteó hacia nosotros, y observó al muchacho como si supiera todo lo que sucedía en el universo. Noté que sus ojos eran rojos y supuse que llevaba puestos lentes de contacto. Nadie podía tener los ojos de ese color naturalmente.
- Si estás intentando llegar a ella de forma altanera y arrogante, créeme que no llegarás a ningún lado. Jamás. - Fruncí mis cejas sin poder creer que hablaban de mí como si fuera un jodido objeto.
- ¿Perdón? - Mi voz sonó aún más indignada de lo que quería y mi mirada asesina se afiló ante su sonrisa de superioridad.
- ¿Y cuál crees que es la mejor manera?
¿Esto estaba ocurriendo en serio?
- Bueno, para empezar, 'princesa' es estúpido. - Dio un sorbo de ponche y dejó el vaso sobre la mesa. - Tampoco 'belleza', ni 'preciosura', ni ningún apodo estúpido que se te ocurra. No parece de las que les gustan los nombres. - No entendía por qué todavía no le había estrellado el vaso en la cabeza y me había ido. Me crucé de brazos, y sentí que toda la furia se posicionaba en mis mejillas. - Tal vez un 'hola', o algo que suene más amistoso, y luego le preguntas qué le pasa, porque definitivamente le pasa algo. - Abrí la boca, sin encontrar las palabras correctas que quería decir y observé que sus ojos se dirigían a mi rostro y lo estudiaban hasta el más mínimo detalle. - Ha salido del baño con la cara completamente pálida y se estaba a punto de ir hasta que sonó su teléfono. Luego vino aquí, y se comió seis de esas cosas en menos de treinta segundos. Sin contar que se ha terminado el vaso de ponche sin darse cuenta. Y bueno, tu pobre actuación para hacer que se fije en ti no funcionaría nunca, porque definitivamente no eres su tipo. - Su sonrisa me estaba comenzando a irritar como nunca jamás me había irritado nunca y me enfurecí aún más al notar que había tenido razón en todo lo que había dicho.
Le arrancaría los dientes al diablo y a Jack Sparrow si seguían molestándome.
Y allí va otra oración que jamás pensé que diría.
- ¿Y cuál es mi tipo, entonces? - Dije, llevada por la ira, con mis dientes apretados. Él sólo se cruzó de brazos.
- Yo creo, que tiene que ser un tipo duro. Ya sabes, pareces de esas con carácter fuerte, difíciles de llevar. Debe ser alguien interesante, porque estoy seguro de que te aburres fácil. Alguien que te conozca y te haga sentir protegida, porque eres insegura. Demasiado. Que te haga reír, eso es muy importante. Y también que sea guapo, porque no creo que estés con el primer sapo que se te cruce. - El diablo observó a Jack Sparrow y negó con la cabeza mientras hacía una mueca con sus labios. - No cumples con los requisitos amigo, si fuera tú desaparecería antes de que te haga trizas, porque también es muy agresiva. - Mis puños se cerraron sin quererlo, mientras Jack Sparrow desaparecía. A pesar de que me había ayudado de deshacerme de un idiota, aún quedaba otro.
- ¿Estás acostumbrado a acosar de esa manera a la gente? ¿Nunca te han dicho que es de mala educación? - Su sonrisa se hizo aún más grande, y apartó sus ojos de mí.
- Yo no diría que estaba acosándote. Analizarte, sería un término más apropiado. - La música volvía a ser fuerte y eso hacía que su voz sonara apagada.
- ¿Y todavía no te han golpeado por 'analizar' así a las personas? - Me miró aún con la sonrisa sellada en su rostro, y me guiñó un ojo detrás de la máscara.
- Un par de veces, pero sólo lo hago cuando quiero conseguir algo. - Fruncí las cejas.
- ¿Y eso es...? - Esperé para que completara la oración, y no sabía si era una movida para llamar mi atención, o sólo quería que lo escuchara mejor a pesar de la música, pero se acerco a mi rostro, sólo un poco, pero lo suficiente como para poder detallar en mi mente cada parte de su máscara y de la piel que no estaba cubierta.
- Que ese idiota se aleje y, en cambio, hacer que hables sólo conmigo. - Me golpeé alrededor de diez bofetadas interiormente al saber que me estaba sonrojando. Me crucé de brazos y no retiré mi mirada de la suya, porque no iba a ganar. De ninguna jodida manera ganaría.
- Pues quiero que sepas, que no estoy disfrutando mucho de este momento en mi vida. Y para tu información, tú tampoco pareces ser mi tipo. - Levanté mis cejas e hice una mueca con mis labios mientras lo escuchaba reír suavemente. No retiró la cercanía de su rostro con el mío, en cambio, lo acercó un poco más, como si estuviera desafiándome.
- ¿Cómo lo sabes, si aún no me conoces? - Achiqué mis ojos una vez más.
- Conozco a los de tu tipo.
- ¿Oh, en serio?
- Sí.
- ¿Y cómo son los de mi tipo?
- Arrogantes, narcisistas, superficiales, se creen que el universo es suyo y que las chicas son un objeto al cual pueden reclamar como su propiedad. Imbéciles, básicamente. - Sonreí de la manera más sarcástica que pude.
- Eso dolió. - Hizo un sonido como si de verdad hubiese dolido y volvió a sonreírme. - ¿Sabes qué cosa no duele? Bailar.
- No. - Él retrocedió y noté que entrecerraba sus ojos detrás de la máscara.
- ¿No? ¿Por qué no? - No contesté. Él no tenía por qué saber mis razones. Además, no pensaba decírselas tampoco. No lo conocía. ¿Y si era un loco? ¿Un asesino? ¿Un violador? Tenía demasiada información al haberme analizado, a pesar de que no la había confirmado ni negado. - Oh, ya veo. - Asintió con la cabeza y yo levanté mis cejas aún más, esperando a que hablara. - Tienes novio. - Volví a quedarme muda mientras lo observaba dar otro sorbo a su vaso relleno de ponche. - Y debe ser uno muy celoso si no te deja bailar con alguien. - Negué con la cabeza, mientras sentía que el enojo volvía a crecer en mí.
- Él no es mi dueño. - No me daba cuenta de que acababa de confirmarle que tenía novio, pero lo descubrí cuando sonrió como el gato de Cheshire y me tendió su mano.
- Pruébalo. Baila conmigo. - Miré su mano con mis ojos entrecerrados y luego su sonrisa y me insulté a mí misma por lo que estaba a punto de hacer.
- Bien. Sólo una canción. - Dije, mientras lo dejaba allí, con su mano tendida, y caminaba hasta el medio de la pista de baile, en donde un millón de parejas se abrazaban y bailaban al ritmo de la canción. Y justo, y en ese preciso momento, me di cuenta que era lenta. Una canción lenta. El maldito me había sacado a bailar porque era una jodida canción lenta.
- ¿Qué pasa? ¿Tu novio no te deja bailar canciones lentas? Porque estoy dispuesto a esperar para la próxima si me lo pides. - Apreté los dientes al escuchar su irritante voz distorsionada por el volumen de los altavoces.
- Cállate. - Apoyé mis brazos en sus hombros y los dejé rígidos, intentando crear una gran distancia entre nosotros. Él rodeó mi cintura con sus brazos, más abajo de lo que era debido, y aprovechó el momento en que empujaba sus manos hacia arriba para acercar su cuerpo al mío. Mis brazos quedaron estáticos a los lados de mi cuerpo y alejé mi rostro como pude del suyo.
- Háblame de este novio tuyo. - Susurró y sentí que mi espalda comenzaba a doler por el esfuerzo de tanto doblarla.
- No tengo nada que decir. - Él hizo una mueca con sus labios.
- Umh, no suena tan interesante como supuse. - Entrecerré mis ojos.
- Sí es interesante.
- Entonces háblame de él.
- ¿Qué quieres que te diga? - Fruncí mis cejas.
- Lo que sea... ¿Acaso es más apuesto que yo? ¿Tan celoso como estoy seguro que es? ¿Lo extrañas? - Su sonrisa me daba ganas de golpearlo con un martillo en la cabeza.
- ¿Por qué tendría que extrañarlo? - Sí lo extrañaba, pero ese no era el punto.
- Porque si yo fuera tu novio, y estuviera aquí, jamás te dejaría sola, menos aún con lo que llevas puesto. Bonito atuendo, hablando de eso. - Sus ojos escanearon todo mi cuerpo, y las ganas de golpearlo crecieron.
- Eres tan insoportable, ¿te lo he dicho? - El diablo sonrió aún más.
- No me lo dices hace mucho.
- ¿Qué? - Fruncí las cejas mientras sentía que me apretaba contra su cuerpo, y acercaba su rostro aún más al mío. Observé con cuidado su sonrisa, cómo curvaba su labio de arriba un poco más a la izquierda, y un camino irregular de lunares que comenzaba en la parte superior de su cuello y seguía hasta por debajo de su camisa.
- No puedo creer que no te hayas dado cuenta. - Mordió su labio inferior, intentando no reír y de repente, su voz se hizo más clara, y ya no sonaba tan ronca y forzada como antes.
- ¡Eres un idiota! - Golpeé su pecho con mis manos mientras sentía que se sacudía debajo de mi tacto. Estaba riendo. - Estuve a diez segundos de golpearte en la cara Aaron. - Quité su máscara, para confirmar lo que ya sabía, y su rostro me recibió como una taza de chocolate caliente en un día frío de invierno.
- Estuviste a diez segundos de besarme, y lo sabes. - Era mentira. Jamás besaría a otro chico que no fuera Aaron. - Aunque creo que eso debería preocuparme, ¿cierto? - Tiré su cabello hacia atrás intentando no mover de su lugar a los cuernos que tenía en la cabeza y sonreí.
Lo había extrañado tanto.
- Jamás hubiese besado a ese idiota egocéntrico. Pero a ti... Puedo pensarlo. - Dimos un giro mientras nos tambaleábamos al ritmo de la canción, que parecía interminable, y esperaba que así lo fuera.
- Bien. Porque de verdad me habría enfadado si hubieras querido besarme. Bueno, al diablo yo. - Señalé sus ojos con la mano libre que no sostenía la máscara, intentando preguntarle si eran lentes de contacto. - Lentes de contacto. - Y sí lo eran. Rodeé su cuello con mis brazos y le agradecí a Tris por haberme obligado a usar tacones, ya que al menos podía tener sus ojos justo en frente de los míos.
- ¿Qué estás haciendo aquí? - Necesitaba saber si había resuelto sus asuntos con Duncan, porque jamás me perdonaría que lo hubiese dejado plantado por mi culpa y por la culpa de este estúpido bailes.
- Debo admitir que hubo un poco de conspiración... - Reí, y sentí que uno de sus dedos hacía círculos en mi cintura. - Pero principalmente, jamás te habría dejado salir sola. Y menos con lo que llevas puesto. Hablando de eso, ¿por qué llevas puesto eso? ¿Quieres darme un ataque al corazón? Porque lo causaste desde el primer momento en que te vi. - Golpeé su nuca con cuidado y evité la respuesta.
- ¿Duncan y tú arreglaron lo que tenían que arreglar? - Su rostro no me dijo nada. Se volvió completamente ilegible, como una roca.
- Es un asunto complicado, y de verdad no quiero hablar de eso ahora. Quiero hablar de esa frase tuya... ¿Cómo fue? - Sabía que cambiaba de tema de repente porque había algo que no quería o no debía contarme. No me preocupé, tarde o temprano lo averiguaría. - Ah, sí: "Mi novio no es mi dueño", ¿algo para decir, Señorita Brooks? - Negué con la cabeza y sentí que los cabellos de su nuca se erizaban al proveerle ligeras caricias en el cuello con mi mano libre. Todo Aaron se tensó bajo mi tacto y me resultó tierno y divertido al mismo tiempo, así que sólo lo seguí haciendo.
- Técnicamente hablando, no tengo novio. Y si lo tuviera, él definitivamente no sería mi dueño, ni hablar. - Aaron frunció sus cejas y juro que vi brillar sus ojos a pesar de los lentes de contacto. - Hablando de cosas que recuerdo, ¿me quieres mencionar algo sobre un contrato? - Levanté las cejas con gracia.
- ¿Técnicamente hablando? Claro que tienes novio. Yo soy tu novio. - Sonreí con todo lo que había en mí y bajé la mirada un segundo, hasta que recordé que estaba lo suficientemente oscuro como para que él no notara que estaba ruborizándome, aunque probablemente lo sabía, ya saben, vampiro. No me importó que evitara mi pregunta como el mejor, lo que acababa de decir me estaba derritiendo de adentro hacia afuera.
- No recuerdo el momento en que lo hicimos oficial. - Él suspiró con cansancio y yo mordí mi labio inferior porque amaba exasperarlo de esa manera. No necesitaba escuchar de sus labios la famosa pregunta para saber que éramos novios, ya lo sabía, sólo me gustaba torturarlo con estas cosas de chicas que él no soportaba en absoluto.
- ¿En serio? ¿Me vas a hacer esto en un baile? ¿No habíamos hablado de los clichés?
- A la última conclusión que llegamos, fue que no eran tan malos como parecen. - Revoleó los ojos y me pregunté si los lentes le molestaban.
- Eso fue porque quería besarte.
- Si quieres besarme otra vez, entonces dilo. - Aaron paró de balancearnos y se quedó en el lugar en donde estábamos. La música nos rodeó como si se tratara de la mismísima niebla y juro que no me importaba que todo el mundo dijera lo mismo, yo hablaba en serio cuando decía que el tiempo se había detenido, y a nuestro alrededor no había nada más que las escasas luces que iluminaban el gimnasio.
- Kelsey, ¿quieres ser mi novia? - Mordí mi labio, intentando evitar la sonrisa que se formó en mi rostro, pero me fue imposible.
- Claro que no. Estás loco y eres un vampiro. Ni drogada. - Él rió y se abalanzó hacia mí, besando mis labios con delicadeza. Una de sus manos viajó hasta mi nuca y me acercó un poco más hacia él. Me alejé un poco, y abrí mis ojos mientras sentía que su nariz chocaba con la mía. Su aliento caliente golpeó mi cara y mi rostro estaba serio. - Claro que quiero ser tu novia, Aaron. - Él sonrió mientras volvía a empujarme cerca para estrellar sus labios con los míos una vez más. Me sentía en la novena nube o tal vez más alto.
- ¡Distancia, Señor Lawrence! - Aaron se alejó de mí y ambos observamos al Profesor Young, con sus lentes casi cayendo de su nariz. Reí y desvié la mirada, completamente avergonzada. Era la segunda vez que nos encontraba en una situación bastante comprometedora.
- Claro señor. - Aaron se alejó de mí todo lo que pudo mientras yo seguía riendo de la manera más sutil que podía al notar que el Profesor Young nos observaba como si fuera mi padre en realidad. Luego de que se alejó, fui yo la que dio el primer paso hacia Aaron que seguía sonriendo, divertido por la situación. Me agaché un poco y apoyé mi barbilla en su hombro, mis manos envolvieron la parte superior de su espalda y suspiré, completamente feliz. Sentí la respiración tranquila de Aaron recaer sobre mi nuca y la piel se me puso de gallina al sentirlo tan cerca. - Me acabo de dar cuenta que no tenemos una canción. - Fruncí las cejas a pesar de que él no podía verme.
- ¿Una canción? - Susurré.
- Sí, todas las grandes parejas tienen una canción. - Dijo, completamente seguro y decidido.
- De acuerdo... ¿Qué te parece si esta es nuestra canción? - Me imaginaba su rostro completamente serio mientras comenzaba a balancearnos levemente de un lado al otro. - ¿La conoces? - Pregunté.
- No, ¿y tú? - Sacudí con la cabeza, porque no se me apetecía hablar más, sólo quería disfrutar de ese hermoso momento. - Entonces será nuestra canción secreta. Es tan secreta que ninguno de los dos sabe cuál es. - Sonreí, cerré los ojos y no contesté. Aaron seguía balanceándonos de un lado a otro con suavidad y sentía que cada segundo que pasaba, las mariposas en mi estómago me hacían volar más alto y ya no estaba en la novena nube, estaba en la décima, onceava, vigésima, milésima nube. Había perdido la cuenta, pero no podía evitar sentirme bien cuando Aaron me rodeaba con sus brazos y me sostenía de la manera en que lo estaba haciendo.
- Kelsey... - Abrí los ojos, creyendo que Aaron era el que susurraba mi nombre, pero no era su voz. - Kelsey... - Alguien más estaba susurrando mi nombre. Observé a mi alrededor, intentando buscar a alguien que estuviera lo suficientemente cerca como para que susurrara mi nombre y lo escuchara. Pero no había nadie, sólo un montón de parejas abrazadas, ninguna prestando atención a lo que estaba haciendo. - Kelsey. - Como si hubiera aparecido del aire, Tris estaba a unos cuantos pasos de mí, con su disfraz y su cara llena de sangre. Me miró con terror, y leí que formulaba mi nombre con sus labios. Mi cuerpo se tensó y mis piernas flaquearon mientras la veía correr hacia los pasillos que llevaban a la escuela. Me alejé de Aaron de inmediato y sólo le dije que debía ir al baño. Corrí detrás de Tris, apenas la veía, escuchaba su llanto y sus pasos rápidos por los pasillos y las escaleras de la escuela. Intenté llamarla, decirle que se detenga, pero nada daba resultado, así que sólo seguí corriendo, intentando alcanzarla y sin notar hacia donde estaba corriendo, hasta que subió unas escaleras por las que nunca había pasado, abrió una puerta y se detuvo, mirando al cielo. Me acerqué a ella, pero antes de que pudiera tocarla, se volteó, sonrió mientras me guiñaba un ojo y luego desapareció en el aire. Se hizo polvo. Se esfumó completamente. Como si nunca hubiese existido. Me faltaba la respiración de tanto correr, pero más que nada, de la impresión y el asombro por lo que acababa de suceder.
- Sólo dímelo. - Una voz que conocía bastante, me llegó a los oídos de repente. No me moví de mi lugar, estaba demasiado sorprendida como para hacer un solo movimiento. A lo lejos, en la azotea de la escuela, noté el cuerpo de Duncan, hablando con una sombra terrorífica de ojos rojos que destellaban en la oscuridad. - Sólo dime... ¿Lo es? - Los ojos de Jaxon volaron hacia mí, y juro que podía ver su sonrisa brillar aunque estaba bastante oscuro, y lo único que iluminaba mi pobre vista, era la luz de la luna, que no ayudaba en casi nada a ver con claridad.
- Sí. Sí lo es. - Me guiñó un ojo al mismo tiempo que veía que Duncan caía al suelo, completamente rendido. Levantó sus dos manos y escuché un ruido en mi espalda, pero no le hice caso, porque Jaxon acababa de tirarse del edificio. Una exclamación de sorpresa salió de mis labios, olvidándome completamente que para ellos era normal saltar de grandes alturas sin hacerse el más mínimo daño. Duncan se volteó hacia mí de repente y noté que sus ojos se abrían con sorpresa, pero no me estaba viendo a mí. Giré sobre mí misma y me quedé estática al ver que un gigantesco tanque de agua estaba comenzando a caer directamente encima de mí. No pude moverme. Una fuerza extraña no me dejaba despegar mis pies del piso y por más de que mi cerebro haya gritado una y otra vez "¡CORRE POR TU VIDA!", "¡VAS A MORIR!", "¡MUÉVETE!", mis piernas seguían sin responder ni al más mínimo llamado de auxilio que resonaba en mi cabeza. Veía el objeto caer y caer y caer, como si estuviera en cámara lenta. Me imaginé qué sería de mí cuando muriera. Cómo le explicarían a Tris que ya no estaba, e imaginarme la reacción de Aaron al ver mi cadáver en un ataúd me rompió el corazón e hizo que un millón de lágrimas se envolvieran alrededor de mis ojos. Mis brazos envolvieron mi cabeza, en un acto de reflejo, y me dejé llevar por el miedo que corría por mis venas.
Iba a morir.
Mi cabeza estrelló contra algo duro y sentí una fuerte presión en mi cintura mientras escuchaba el ruido de algo parecido a una explosión a mí alrededor. Mi cuerpo se mojó de la cabeza a los pies y cuando abrí los ojos, me di cuenta que no había muerto realmente. Mi cabeza dolía y cuando miré mis manos, descubrí que estaba sangrando. Mi vista se volvió algo borrosa, pero pude distinguir a un Duncan igual o incluso más mojado que yo, sacudiéndome por los hombros, y diciéndome un millón de cosas que sólo llegaban a mis oídos como un eco lejano que retumbaba y retumbaba, sin dejarme distinguir nada con claridad. Y luego todo se puso negro.
(...)
La puerta principal de los Lawrence estaba abierta y me extraño como nunca en mi vida. Siempre la cerraban con llave. Siempre alguno de ellos me abría la puerta para dejarme pasar. Aunque no era la primer cosa extraña que me pasaba en el día y estaba más que segura de que tampoco sería la última.
"Ven a casa, necesito hablar contigo." Decía el mensaje que me había mandado Alex, y esperaba con todo lo que había dentro de mí, que no quisiera hablar de la noche de la fiesta de Halloween, porque mi respuesta sería la misma que les había dado a todos cuando Jonathan estaba cosiendo mi cabeza en el hospital. No lo sabía, y no tenía idea. Todo era una mancha oscura en mi cabeza y cada vez que me ponía a pensar en ello, una terrible jaqueca se apoderaba de mí y me causaba nauseas.
Me encaminé por el pasillo principal, intentando ir a la cocina, pero al pasar por la entrada de la sala, distinguí la cabeza de Aaron sentado en el sofá. Sonreí mientras me colaba en la sala, pero esa sonrisa desapareció al instante al notar que toda la familia Lawrence se encontraba allí, completamente callados y observándome con pena.
Sólo habían sido un par de puntos y unos cuantos moretones, dentro de unos meses estaría como nueva. No había que preocuparse tanto.
- ¿Hola? - Dije incómoda. Ninguno me respondió. Observaron el suelo y eso me dio tiempo para fijarme más en cada uno de ellos. Jonathan y Gina estaban tomados de la mano, Gina aún tenía un par de lágrimas en los ojos y sus alrededores, mientras Jonathan sobaba su espalda con todo el cariño que podía transmitirle. Ambos estaban sentados en un sofá, en frente de otro en donde se situaban Aaron y Duncan. No podía ver la cara de Duncan, porque la tenía enterrada entre sus manos. Aaron tenía esa expresión en el rostro que la gente tiene cuando está a punto de darte muy malas noticias. Chad se encontraba en un rincón de la pared, con su vista perdida en donde sea y justo en el otro extremo estaba Connor, que miraba hacia todos lados, como si intentara decidir qué hacer. Alex estaba sentado en una silla, muy cerca de mí, y tiraba ligeramente de su cabello mientras me observaba a mí y al suelo intercaladamente. La preocupación se instaló instantáneamente en mi cuerpo y miré a Aaron, intentando conseguir alguna respuesta de lo que estaba sucediendo. Él sólo me miró, y observé que tragaba saliva como podía. - Díganme qué sucede. - Quería que hablaran de lo que sea, sin anestesia, ni tacto. Si lo soltaban de repente dolería menos. Como las banditas.
- Kelsey, tenemos que hablar. - Fue lo único que dijo Aaron. Y luego todos me miraron.
¿Qué había hecho ahora?

Aaron Lawrence Donde viven las historias. Descúbrelo ahora