Capítulo 24:
Era vienes otra vez, y la maldita semana se me había pasado tan lenta. Todo había sido un horror. Desde la partida de Key, hasta Tris diciéndome que dejara de ser melodramática porque él volvería, luego yo gritándole que era una estúpida, luego correr hasta mi habitación y cerrar de un fuerte portazo para expresar mi absoluto enojo hacia su persona. Y ni contar que Aaron seguía haciendo como que no existía en la escuela, ignorándome cada vez que nos cruzábamos en el pasillo, porque claro, él era demasiado popular y misterioso y vampirezco como para hablar conmigo y que alguien lo vea. Porque era fea. Y gorda. Y estúpida.
Lo único bueno, habían sido los mensajes que Key me enviaba desde Francia, diciéndome que allí todos eran bastante distantes y fríos, sin contar con las francesas, que eran bastante putas para estar en un internado católico. Claro que cuando me dijo eso, no pude evitar escribirle 'si llegas a acostarte con alguna voy a cortarte el pene', a lo que él contesto 'jamás podría acostarme con nadie sabiendo que mi "amiga" esta esperándome en Oak Minds' a lo que yo reía, porque claramente no había superado mi intento de ser amigos.
Por suerte, toda esta mierda de semana iba a terminarse en, aproximadamente, cuarenta y cinco minutos. Por supuesto que como el mundo me odiaba, la última clase del día era biología, lo que significaba que tendría que soportar la ignorancia de Aaron hacia mi persona sin poder estallar, claramente.
Caminaba hacia el aula de biología con mis labios juntos y fruncidos, mientras pensaba en todas estas estupideces que rondaban por mi mente. Rogaba con todas mis fuerzas que el señor Young siguiera enfermo así solo tendría que ver la cara de Aaron por unos segundos.
Entré al lugar con toda la multitud. Tris y Jake ya estaban en sus puestos, hablando de estupideces, probablemente. Y sí, tal vez estaba loca, paranoica o era perseguida, pero podía jurar que la mirada de Aaron estaba fija en mí desde antes de cruzar la puerta.
Sin querer afrontar mis problemas, como usualmente hacía, caminé hacia Tris y Jake para saludarnos. Apoyé mis manos en su mesa cuando llegué y expulsé un fuerte suspiro que salió desde el fondo de mi garganta. Ambos me miraron.
- ¿Qué pasa Kels? ¿Problemas con la vida? - la relación con Jake últimamente había sido así, él no hablaba de 'ese' tema, así que yo tampoco lo hacía. Ignorarlo me parecía lo más sano que podíamos hacer por Tris.
- Ella tiene problemas con el mundo. - Una resplandeciente sonrisa salía de sus labios mientras me miraba como una niña pequeña, yo le saqué la lengua, porque claramente no se podía ser más infantil.
- Puede que sí, puede que no. - Respondí a la pregunta de Jake, apoye mis codos en la mesa y resoplé. - Tal vez extrañe un poco a Key...
- ¿Tal vez? ¿Un poco? Ha estado lloriqueando toda la semana, ya no la aguanto.
Ay sí claro, porque ella nunca había llorado por alguna estúpida pelea con Jake. Claro, un amigo mío va a vivir al otro lado del mundo y no lo veré por un año, por supuesto que no tengo derecho para llorar por eso. Además, ni siquiera había llorado, tal vez un poco deprimida o callada, pero no llorando.
- Tengo algo que puede aliviar todas tus penas. - Jake sonrió y yo alcé mis cejas con mi mano en mi barbilla.
- ¿En serio? ¿Qué? - él alzó sus hombros haciéndose el interesante.
- Comienza con 'V'. - Mis ojos brillaron y no sabía por qué, tal vez por el hecho de querer adivinar.
- ¿VODKA? - Tris y Jake rompieron en una carcajada mientras veía como el profesor Young comenzaba a entrar por la puerta. Decidí ir a mi lugar, porque claramente no quería una llamada de atención por el Sr. Bigotes.
Esto de ignorar a Aaron era tan divertido. Se veía tan tenso y enojado, era lo máximo. No pude evitar sonreír un poco, sólo para que no sospechara.
- ¿Vodka? ¿Eres alcohólica? ¿Jake te lo permite? Voy a matarlo. - Subí mis cejas mientras miraba al profesor Young escribir la última lección del día en el pizarrón.
- Dos cosas. - Susurré. - Una, eso no es de tu incumbencia. Y dos, ¿no tienes nada mejor que hacer que escuchar conversaciones ajenas? - podía sentir el enojo que irradiaba de su cuerpo, simplemente lo sentía. Y no entendía por qué me ponía tan feliz. ¿Venganza, tal vez?
- Claro, le hubieses respondido a Key, porque lo extrañas demasiado y morirías porque él estuviera aquí, porque estuviste deprimida una semana por su dolorosa partida.
Esto iba a ser tan divertido.
- ¿Estoy oliendo celos? - necesito sacar esta sonrisa de mi rostro. Necesito sacarla inmediatamente.
- Tu olfato debe estar muy mal si eso es lo que hueles. - Giré mi cabeza y lo miré a los ojos.
- No, definitivamente huelo bien y sí, definitivamente son celos. - Sus ojos entrecerrados dejaban escapar la furia que tenía contenida en su cuerpo y eso solo hacía que mi sonrisa se abriera más.
- Explícame cómo una persona como yo podría sentir celos por una persona como Key Contray. No hay punto de comparación. - Suspiré e hice una mueca con mis labios.
- Es verdad, no hay punto de comparación. - Acerqué mi rostro al suyo, el cual no se movió ni por un centímetro, sus ojos estaban fijos en todo mi rostro y los míos solo veían sus labios. - Será porque a pesar de estar a miles de kilómetros, yo quisiera tenerlo más cerca de lo que te tengo a ti.
Sí Kelsey, sí. Eres mi puta heroína. ¿Por qué no tienes esta actitud siempre? ¿Es que acaso no te gusta ver esa furia en sus ojos? Dulce y exquisita venganza.
Todo el rostro de Aaron se arrugó. Mi sonrisa creció un poco más si era posible mientras veía el odio que sus ojos destilaban. Como me hubiese gustado tener una cámara para tomarle una hermosa foto y luego empapelar toda mi habitación para no olvidar esa cara. Aunque claramente nunca la olvidaría. Jamás.
- Señorita Brooks, Señor Lawrence, ¿hay algo que quieran compartir con la clase? - La voz del señor Young resonó en toda la sala haciendo que todos los ojos de los estudiantes se fijaran en nosotros. Mi mirada no se despegó de la de Aaron y la suya se mantuvo firme en la mía, retándome. A pesar de eso, podía sentir la mirada de todos en nosotros. Giré mi cabeza hacia el profesor Young haciendo que él subiera las cejas.
- No profesor, no tengo nada que compartir. Tal vez el señor Lawrence tenga algo para decir. - Mis ojos se volvieron a Aaron, incitándolo a que siguiera mi juego.
Estaba empezando a encariñarme con esa mirada de odio. Tal vez lo haría más seguido...
Aaron miró al señor Young, negó con su cabeza y volvió su mirada a su cuaderno.
Estaba extasiada por haberlo hecho enojar tan fácilmente. Nunca pensé que podría manejar las emociones de Aaron de alguna manera. Pero ahora veía, que elegir el camino de los celos y la humillación era la perfecta manera para hacer que Aaron sacara su frustración afuera. Al menos sabía que tenía sentimientos.
- Bien, ¿qué pueden decirme sobre los átomos? - el profesor Young se dirigió a la clase como si nada hubiera pasado. Un chico de la clase, el cual no recordaba su nombre, levanto la mano al instante. - Sí.- Dijo cediéndole la palabra. El chico se acomodó más en su lugar, simulando estar seguro de lo que iba a decir y con una lapicera comenzó a hacer dibujos mientras hablaba.
- Los átomos tienen tres simples características. La primera, son aburridos. - Toda la clase comenzó a reír mientras el profesor Young tocaba su frente, fastidiado. - La segunda, no sirven ni para una mierda. - La clase volvió a reír. - Y la tercera es que...
- La tercera es que la próxima vez que interrumpas mi clase, voy a olvidarme de la regla del colegio en contra de la violencia física a los alumnos y vamos a mostrar a la clase un perfecto ejemplo de un asno en su estado natural. - La clase rió mucho más fuerte mientras que el chico se hundía en la silla y fruncía su ceño por la burla de nuestros compañeros. No pude evitar una pequeña risa. - ¿Alguien quisiera aportar algo que contribuya a la clase? - Nadie iba a contestarle, por supuesto, y menos yo.
No sabía por qué, pero sentía que el Sr. Young tenía ganas de aniquilarnos, justo antes de que nos dijera algo, la puerta sonó y un perfecto (como siempre) Alexander Lawrence apareció.
Hace tanto que no lo veo, que hasta parece que está más lindo.
- Permiso profesor, emmh... El director quisiera ver al Sr. Lawrence. Bueno, no yo. Mi hermano Aaron. - Estaba nervioso, se notaba a kilómetros, y algo me decía que el director no lo necesitaba para nada. El Sr. Young hizo un ademán con sus manos como dándole permiso a Aaron y se sentó en su escritorio.
Mis ojos volaron a Aaron que miraba a Alex con el ceño fruncido. Luego de unos tres segundos se levantó de su silla y comenzó a guardar las cosas en su mochila. Divisé perfectamente el cuaderno en el que siempre dibujaba.
Mis ojos brillaron.
- No hace falta, es sólo un minuto. - Aaron respiró sonoramente fastidiado mientras toda la clase tenía los ojos clavados en él y Alex. Caminó hasta la puerta con su contextura enojada como siempre y cuestionó a Alex con los ojos. El Sr. Young acomodaba unos papeles, la clase susurraba y mis ojos estaban puestos en Alex y Aaron y también en su bendito cuaderno que tal vez podría revelarme tantas cosas...
Dios, que ganas tenía de ver qué había allí dentro.
Aaron y Alex se susurraron un par de cosas y luego ambos me miraron. Me sentí un poco incómoda tal vez, pero luego de que Aaron salió por la puerta, vi a Alex sonreírme y levantar su mano para saludarme. Yo hice lo mismo. Sentí la mirada fulminante de Tris pero no le di importancia, y menos a la de Jake. Luego de unos segundos en los que seguíamos sonriéndonos, Aaron se asomó por la puerta de nuevo. Miró a Alex, descubrió que estaba sonriéndome, me miró a mí, descubrió que yo estaba sonriéndole, frunció un poco más sus cejas y, claramente enojado, tomó a Alex de la remera y lo tiró hasta la puerta, la cual luego cerró de un portazo. Mi sonrisa se hizo más grande hasta que volví mis ojos a la mesa y lo vi allí.
No Kelsey, no vas a abrir ese cuaderno. Es su privacidad. No tienes derechos a hacerlo...
Si no lo haces voy a romperte los dientes.
(...)
- ¿Vamos Kels? - Mis ojos volaron del cuaderno de Aaron a Tris y Jake que estaban parados uno al lado del otro en frente de mí.
Aaron no había vuelto todavía y yo necesitaba ver ese cuaderno. Estaría mal y toda esa mierda, pero no me importaba. Lo quería y lo haría.
Sólo un vistazo rápido, eso no le haría daño a nadie.
- Emmh... Ustedes vayan yendo... Tengo que acomodar esto y hablar con mi profesora de matemática. - Esa excusa ya estaba demasiado quemada, pero Tris sabía los problemas que yo tenía con matemática, así que podía tragárselo o no, fácilmente.
- De acuerdo, te esperamos en el auto. - Jake no le dio tiempo a Tris para cuestionarme porque la rodeó por sus hombros y la condujo hasta la puerta del aula.
Fingí estar acomodando papeles, carpetas, lápices, lo que fuera que tuviera cerca de mis manos, mientras esperaba que el profesor Young y todos los alumnos salieran del aula, sin contar aquellos que pasaban por la puerta.
- ¿Necesita algo Srta. Brooks? - Su voz surgió de la nada, haciendo que los nervios crecieran dentro de mi estómago.
Miente.
- Debo entregar un trabajo, estoy viendo los últimos detalles y acomodándolo para que todo quede perfecto, no quise molestarlo Sr. Young. - Hacerte la víctima con tus profesores siempre funcionaba, anoten chicos. Él se paró de su silla y tomó su maletín mientras sonreía con los labios pegados, haciendo que su bigote pareciera una enorme oruga.
Si te ríes, te golpeo.
- Me gusta que haya alumnos de esta escuela que de verdad se preocupen por sus notas. - Hice un movimiento con mi brazo y sonreí.
- Así soy yo, muy responsable. - Bueno, tal vez en ese momento estaba mintiendo, pero sí era responsable y mis notas si me preocupaban, bastante, para ser honesta.
- ¿Sabe qué? Tal vez hagamos un trabajo en grupos para ver que tan responsables pueden ser sus compañeros. Sin contar que ayudaría bastante a algunos a subir su calificación.
Genial, no sólo le mientes al profesor, sino que también eres la responsable de un trabajo que se tomará a toda la clase, eres increíble.
- No creo que sea necesario, señ... - me interrumpió.
- Es muy necesario Srta. Brooks. - Y sin nada más que decir, salió por la puerta mientras sonreía. Esto era el colmo. Suspiré frustrada y golpeé mi frente contra la mesa. Me apoyé en mi mejilla izquierda y vi el cuaderno de Aaron completamente solo en la mesa. Deseoso de que lo abriera.
Era como un maldito imán que estaba llamándome, pidiéndome que lo inspeccionara desde la primera hasta la última página.
Guardé las cosas en mi bolso intentando reprimir la tentación. Me paré y decidí caminar hasta la puerta.
Claro que me decidí, pero me di cuenta que no estaba cumpliéndolo cuando al pasar justo por al lado de allí lo tomé y lo abrí en la primer página.
Mis ojos se abrieron al instante.
Oh. Por. Dios.
Era yo.
Eran miles y miles de yos en diferentes posiciones. Despierta, dormida, sentada, comiendo, escribiendo, leyendo, en mi casa, en el parque, caminando, en el auto de Jake, con Key, en el bosque. En el bosque. En el bosque, en el bosque, en el bosque.
¿Por qué Aaron me dibujaba? ¿Qué clase de lunático era? ¿Esto significaba que él tenía visiones de mí? ¿O acaso yo le gustaba?
Esperen... ¿Yo podría llegar a gustarle a Aaron?
A medida que pasaba más páginas, más me confundía. Pero de algo estaba segura. Esa era yo. Él tenía demasiado talento y no había forma de negar que esa era yo, Kelsey Brooks.
- ¿No te enseñaron que no debes tocar las cosas ajenas, muñeca? - Salté en mi lugar mientras sentía a mi corazón latir como loco y me giraba para descubrir quién me había dado este pre-infarto.
Ay Dios, Connor Lawrence estaba apoyado en el marco de la puerta con sus brazos cruzados y una pequeña sonrisa que tiraba de sus labios.
- Yo... No... - Él abrió los ojos, haciendo que parecieran más grandes y más azules de lo que ya eran, y me imitó.
- "Yo no estaba haciendo nada, lo juro." "Esto no es lo que parece." "Déjame explicártelo todo." "¿Qué quieres a cambio para no abrir la boca?" "¡Déjame en paz! ¡Estás volviéndome loca!" - imitó la voz de una mujer demasiado mal. Mi corazón siguió rebotando fuertemente en mi pecho, pero no quería que él lo notara.
- Yo no hablo así. - Fingí mi tono indignado.
- No hagas eso, ya sé que tú sabes que puedo escuchar latir a tu corazón. Deja esa postura de 'no me importa' y responde. ¿Qué viste?
Mierda.
- Nada. - Sabía que no tenía sentido mentirle y que probablemente él me sacaría toda la verdad como pudiera, pero no me importaba. No pensaba con claridad en este momento. Mi corazón iba demasiado rápido y su sonrisa macabra me ponía los pelos de punta.
- ¿Nada? ¿No viste nada Kelsey Brooks? ¿Estás segura? - Asentí con la cabeza y tragué saliva. Sus ojos fueron a parar a mi garganta y sonrió con la boca un poco abierta, moviendo su mandíbula. - No viste nada... ¿Como ahora? - Mis ojos comenzaron a distinguir una neblina negra que se adueñaba de mí, haciendo que mis ojos se nublaran completamente. Trastabillé y apoyé mis manos en la mesa intentando buscar un punto de apoyo para mí. No veía nada. El miedo corrió por mis venas inyectándole a mi corazón un poco más de adrenalina haciendo que corriera el triple de lo que ya lo hacía.
- Connor... Basta. Devuélveme la vista ahora. - No entendía de dónde había salido mi voz y tampoco entendía cómo me había atrevido a darle órdenes a él, que podía hacer que todo mi cuerpo dejara de sentir en menos de un segundo.
- Kelsey Brooks. - Dijo sorprendido. - No uses ese tono condescendiente conmigo. - No tenía padre y nunca lo había tenido, pero me imaginé que si lo hubiese tenido, hubiera sonado igual que Connor en este instante. - Ahora... - Su voz sonó repentinamente cerca de mí y me sobresalté otra vez pero me mantuve en pie porque si caía, no podría levantarme. - ¿Vas a decirme qué viste? ¿O vas a decirme que tampoco me escuchaste preguntártelo? - Tragué saliva una vez más. Si se lo decía, iba a estar en problemas. Pero si no se lo decía... Simplemente no quería imaginarme qué se atrevía a hacer.
Mis ojos seguían nublados y esa horrible cortina negra no me dejaba ver nada. Estaba temporalmente ciega. Y podía jurar que era la sensación más fea que alguna vez había experimentado.
- Connor. - Esa voz. Podía reconocer esa voz donde fuera. Y su tono enojado lo revelaba el triple. Aaron.
En el momento en que ambos escuchamos la voz de Aaron la neblina desapareció de mis ojos al instante. Un jadeo salió de mis labios y toqué mi pecho y mis ojos. Pestañee un par de veces acoplándome a la luz y a las imágenes. Connor estaba en la puerta viendo muy fijamente a Aaron que acababa de entrar y fulminaba con la mirada a Connor. Estaba demasiado enojado, más de lo que yo lo había visto hace unos cuantos minutos en la clase.
- Espera. Yo puedo explicártelo...
- Vete. - Aaron se lo susurró muy fuertemente dando a entender lo muy poco feliz que estaba.
- Ella estaba revisando tus cosas y yo...
- ¡VETE! - su grito salió desde el fondo de su garganta haciendo que Connor me mirara mal y luego saliera furioso por la puerta.
Deducía, que estar encerrada en la misma habitación con dos vampiros furiosos era malo. Muy malo.
Ambos nos quedamos en silencio por unos cuantos minutos. Y no supe por qué, pero de repente un calor recorrió mi cuerpo y el enojo se apoderó de mí. Entrecerré mis ojos y miré mal a Aaron que estaba fastidiado mirando el piso.
- ¿Intentabas ocultarme que eres un lunático que me dibuja a todas horas del día? ¿Esas son tus visiones? ¿Yo? ¿Sólo yo? ¿O es que acaso me espías por la ventana y me ves desnudarme cuando quiero entrar a tomar una ducha? - Fruncí mis labios. Aaron tomó su frente mientras le gritaba, fastidiado. Caminó hasta mí y me tomó de los antebrazos inmovilizándome contra la mesa. Mi corazón latió rápido, y no estaba segura si era por su cercanía o por la ira que recorría mis venas. Él también estaba enojado y deduje en ese momento que era muy fácil hacer que Aaron se enojara, ya que su temperamento era bipolar.
- No soy un lunático. ¿Es que acaso no entiendes todo esto? No estoy jugando cuando te digo las cosas Kelsey, ya te lo he repetido miles de veces. - Tiré de mis brazos y él los soltó. Caminó hacia atrás negando con la cabeza, lleno de furia. - Desde el ataque en el bosque hasta el día de hoy que me desvivo para encontrar al maldito que intentó atacarte en la fiesta, y tú me lo agradeces desconfiando de mí todo el tiempo y tratándome de lunático. Ya no sé cómo responder a eso.
- Yo no te pedí que lo buscaras. - Junté mis cejas.
- Tienes razón, dejemos que se escapé para que mate a otra persona, es verdad. - Apreté la mandíbula mientras él aplaudía.
- Parece que haces esto por ti y no por mí. - Respondí con fastidio. Él respiró sonoramente.
- Podría haber dejado que te matara y ya. Podría haberme ido y te podría haber dejado allí, sola y aterrada y él te hubiese matado dolorosamente. Otra vez tienes razón, lo hacía por mí, porque estaba aburrido.
Iba a golpearlo, muy fuerte.
- ¡SI IBAS A ECHARMELO EN CARA, HUBIESES DEJADO QUE ME MATARA Y YA! - le grité. Él revoleo los ojos y acercó una silla en frente de mí para poder verme mejor. Luego de unos segundos en que ambos nos miramos fijamente y calmamos nuestra ira interna, me animé a hablar. - ¿Por qué tienes tantos dibujos míos?
Pensé que tal vez se enojaría un poco más y se iría, o me gritaría que no debía revisar sus cosas, o tal vez, si él era tan retorcido y loco como pensaba, me respondiera cualquier estupidez. No sabía qué esperar de Aaron Lawrence. Pero sí me sorprendió que simplemente se haya encogido de hombros. En ningún momento corrió sus ojos de los míos.
- No lo sé. - Tal vez esperaba una respuesta más elaborada y eso fue lo que mis ojos transmitieron, porque él siguió hablando, habló todo lo que no había hablado conmigo en la semana. - Todo el tiempo tengo estas imágenes de ti haciendo lo que sea. Durmiendo, comiendo, leyendo, en la escuela, en el parque, donde sea y todo el tiempo. No puedo evitarlo. Siempre sé qué estás haciendo o en dónde estás porque en mi cabeza llueven las imágenes de ti una detrás de la otra. Me hace doler la cabeza.
- ¿Son visiones? - era la pregunta más estúpida que podría haber hecho en esta situación, pero no sabía qué tenía que decir. Él negó con la cabeza, sin darse cuenta de mi idiotez. - ¿Y entonces? ¿Qué son? - Aaron miró el piso por unos segundos y luego me miró fijamente.
- Creo que simplemente pienso en ti. Todo el tiempo. - Mi corazón se derritió. - Me vuelve loco, me enferma. No sé cómo manejarlo y eso me exaspera. Yo necesito dejar de pensar en ti, necesito sacar esas imágenes de mi cabeza para poder dormir por las noches y no quedarme viéndote todo el tiempo. Y es por eso que te dibujo haciendo lo que sea todo el tiempo. Es como si yo pudiera verte todo el día y pudiera vigilarte sin que yo quisiera. - Hizo una pausa. - El día que tuve la visión de ti caminando en el bosque, decidí que tenía que ir a la fiesta porque claramente no ibas a escucharme. Y en ese momento, en mi cabeza, yo te vi a ti buscando a Key y luego vi a ese idiota y supe sus intenciones. Es por eso que aparecí así en el medio de toda la multitud. Y lo mismo sucedió cuando te perdí la pista en la fiesta y luego te encontré con ese idiota que quiso matarte. - Paró. Pero sabía que había más. Quería darme una pausa para procesarlo todo de a poco.
Estaba sorprendida y confundida. Es decir... Tal vez él podía verme en la ducha...
Aaron Lawrence acaba de admitir que no puede sacarte de su cabeza ni por un segundo y tú estás pensando en si él puede verte en la ducha. ¿En serio Kels?
- Sé que es loco, pero yo tampoco lo entiendo. Nadie lo entiende... Me pasó el día dibujándote para sacarte de mi cabeza... Y aún así, hay veces que no logro hacerlo.
No sabía que decir. No sabía si confesarle que yo tampoco podía sacármelo de la cabeza o tomar todo esto como una locura y salir corriendo.
Algo me decía que tenía que decirle que yo también pensaba en él, todo el tiempo. Pero cuando abrí la boca para decirlo, mi teléfono sonó.
Maldita sea.
Lo llevé a mi oreja sin ver quién era, porque si no, iba a maldecirlo con muchas fuerzas.
- ¿En dónde estás? Llevamos en el auto más de media hora y no apareces por ningún lado. - La voz de Tris sonó por el otro lado del auricular. Cerré los ojos maldiciéndola mil veces en mi mente y luego miré a Aaron que miraba el piso, tenso.
- Ya voy para allá. - Corté sin dejar que pudiera decir algo y guardé mi teléfono en mi bolsillo trasero. Tomé mi mochila y miré a Aaron que seguía sentado, mirando al piso.
Me agaché junto a él y planté un beso en su fría mejilla que duró más de lo que planeaba pero menos de lo que quería, mientras que mariposas volaban por mi estómago. Me alejé y lo miré a los ojos.
- Hablaremos más tarde, ¿si? - Él no asintió ni nada, parecía sorprendido o hasta aturdido por mi acto de hace segundos. Sonreí por la cara que había puesto y caminé hasta la puerta.
Otra vez los malditos elefantes hacían presencia en mi estómago. Pero se sentía bien.
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Aaron Lawrence
FantasyHistoria de Lucía Aluminé Sacado de su página de Facebook: "Storytellers"