Capítulo 5:
En la hora del almuerzo me senté junto a Tris que seguía indignada con todo el escándalo de Jake.
- Supéralo de una vez, Tris. - Dije tomando un poco de mi espagueti.
Hey, la comida de la escuela no es tan mala. Es eso, o de verdad tengo problemas con la comida.
- Piensa que te hice un favor. - Le dije con la comida en mi boca, ella me miró mal.
- ¿Qué clase de favor es gritar, no sólo frente a él, sino también en el pasillo donde la mitad de la población estudiantil estaba presente, que me gusta su trasero? - Dice completa y totalmente histérica.
Bueno, si lo pones de esa manera, soy una pésima mejor amiga.
- Tú nunca ibas a animarte a decirle que te gustaba. - Tragué la pasta en mi boca - Así que, para el futuro el no tendrá que hacerse la maldita pregunta que hace que cualquier chico dude antes de invitarte a salir. - Hice una pausa dramática y ella subió una ceja.
Odio cuando la gente hace eso, yo no puedo hacer eso. Maldita sea.
Revolee los ojos ante su gesto y hablé. - "¿Y si no le gusto y me rechaza?" - imité a la perfección la voz de un chico y Tris rió.
- Está bien, eso es cierto, tienes razón.
¿Cuándo no la tengo?
Asintió dándome la razón, yo metí un bocado de pasta en mi boca como premio ante esas palabras.
- ¿Pero y si yo no le gustó? ¿Y si se asusta con lo que pasó y piensa que soy una maniática que quiere acosarlo? - Su tono de verdad mostraba angustia, y la manera en que revolvía la comida me confirmo lo que pensaba.
- Mira Tris... - Dije deteniéndome a mirarla y tragando mis espaguetis. - Eres bonita, eres simpática, tal vez un poco gritona y de acuerdo, no eres perfecta, pero nadie lo es. - Ella me sonrió. - Cualquier chico tendría suerte de tenerte y no lo digo porque soy tu mejor amiga, estoy hablando en serio. Y si ese chico lindo no ve lo que yo veo y un millón de personas también ven, pues entonces es un imbécil. - Ella tocó su pecho y abanicó su rostro como si estuviera a punto de llorar, luego toco mi hombro y supuse que las palabras bonitas venían para mí ahora.
- Diría lo mismo de ti, pero tienes salsa en la barbilla. - Sonrió como si lo que hubiera dicho hubiese sido tierno y sacó su mano de mi hombro.
Uno desperdicia saliva en palabras bonitas para hacer sentir bien al otro, y ellos sólo te entregan su desprecio.
Revoleé los ojos y tomé una servilleta de papel para limpiar mi cara.
Una chica delgada y bajita caminó hacia nuestra dirección mientras saludaba con una mano a Tris y sostenía una bandeja con comida en la otra. Llevaba zapatillas, un short color negro y una remera rosa que hacía juego con la gran gomita elástica del pelo que llevaba en su cola de caballo.
- Hola Tris - saludó alegremente y se sentó en una silla. Sus ojos eran de un color marrón oscuro y su cabello era negro como el carbón. Muy bonita a decir verdad.
¿Es que acaso todas las chicas y también los chicos eran así en este pueblo? ¿Por qué no pueden repartirse alrededor del mundo para hacer de éste algo más bello? Que injusticia.
- Caitlyn - habló Tris - ella es mi hermana Kelsey Brooks. Kels, ella es Caitlyn Adams, se sienta conmigo en Historia. - Estreché su mano y sonreí.
- Un placer. -Dijo - Espero que no te moleste que me siente aquí, mi mejor amiga Sam estaba enferma hoy y no vino a clases. Y como tu hermana es tan buena me ofreció sentarme aquí.
- Espera... ¿Sam Lynch? - Ella asintió.
- ¿Cómo lo sabes? - Tris y ella me miraban con sorpresa.
- Se sienta conmigo en Física. - Ellas asintieron entendiendo. - Es muy amable. - Respondí recordando a la chica que me había pasado sus apuntes cuando no entendía nada de todo lo que estaba diciendo el profesor.
- Sí, bueno, a veces es irritante. - Sonrío - Pero es buena. - Tris y Caitlyn comenzaron a hablar sobre unos exámenes de no sé qué, que tenían la semana entrante y yo me concentré en mi espagueti. No tenía ganas de preocuparme por exámenes.
Luego de unos diez minutos hablando de cosas poco interesantes como "por qué el cielo es azul" o "por qué Justin Bieber tenía que ser condenadamente sexy pero al mismo tiempo famoso e inalcanzable" las puertas de la cafetería se abrieron con un gran estruendo y todo el mundo comenzó a murmurar cosas. Levanté mi vista hacia donde todos venían y me quedé congelada por segunda vez en el día.
Volví a sentir como mi sangre dejaba de bombear por mi cuerpo y cómo mis ojos se agrandaban. Me encogí en mi asiento y me incliné hacia Tris que seguía hablando con Caitlyn como si yo no estuviera a punto de morirme de un infarto en este instante.
- Tris... - Susurré y me encogí más en mi asiento. - Son ellos... - Dije mirando fijamente hacia la pandilla que había entrado en la cafetería y se había quedado en la puerta como si fueran los reyes del lugar, inspeccionándolo todo. Me encogí más en mi asiento para que no lograran verme.
Estaban igual que como los recordaba. Sus pieles blancas, sus ojos que resaltaban por sus intensos colores. Su altura y sus musculosos cuerpos que debía admitir, eran muy sexys a pesar de ser acosadores. Tris abrió la boca y los miró fijamente.
- No puede ser... - Dijo sin aliento. - Entonces no inventaste nada. - La miré mal.
- Claro que no invente nada, no puedo creer que de verdad creyeras eso. - Caitlyn subió sus ojos viéndonos mientras susurrábamos y dirigió su mirada, ahora a los chicos que caminaban hacia una mesa vacía, lejos de nosotras.
Gracias a Dios.
Caitlyn sonrió como el gato de Cheshire y nos miró. - Ya veo lo que está pasando... Les gustan los hermanos Lawrence... - Mis ojos se abrieron y Tris se atraganto con el agua que acababa de tomar.
- ¿¡HERMANOS!? - Dije en un susurro muy audible, mientras golpeaba la espalda de Tris que tosía.
- Y sólo para que quede claro, a mi no me gusta ninguno. - Dijo entre toses. - Aunque son fascinantemente sexys.- Caitlyn rió.
- ¿Qué hay de ellos? - Pregunté mirándola curiosa.
- Bueno pues... Son hermanos, son guapos.- Dijo obvia - Aunque sinceramente no se sabe mucho de ellos, debes preguntarle a la persona adecuada para que te lo cuente. - Mi cuerpo se desinflo como un globo y me desparrame en la silla. - Y afortunadamente tienes el placer de tenerla en frente tuyo. - Sonreí y volví a ponerme derecha en mi asiento. Caitlyn se acercó un poco sobre la mesa, como si nos fuera a contar un secreto y Tris y yo hicimos lo mismo. - En realidad no son hermanos.- Dijo en un susurro. Se alejo nuevamente pero siguió susurrando. - Son adoptados.
- ¿Qué clase de loca persona adoptaría a cinco chicos? - Dijo Tris.
- El señor y la señora Lawrence son muy conocidos en el pueblo. - Siguió diciendo entre susurros. Alrededor de nosotras la atmosfera se torno menos incómoda, pero todos seguían hablando más bajo, como si los cinco chicos pudieran escuchar absolutamente todo. - El señor Lawrence es el jefe de médicos en el Hospital de Oak Minds y la señora Lawrence es enfermera aquí, en Oak Hills.
¿Teníamos una enfermera? Qué pregunta más estúpida Kels.
- No se sabe exactamente cuál es la historia... - Continúo Caitlyn - Pero se dice que el Sr. Y la Sra. Lawrence no podían tener hijos así que viajaron por el mundo para distenderse de sus problemas y bueno, en uno de sus recorridos por Londres vieron a Alexander en un orfanato y fue ahí cuando decidieron adoptar. Es por eso que cada uno de ellos tiene una belleza diferente, cada uno viene de una parte distinta del mundo.
Enmudecí por un segundo viéndolos fijamente. Ninguno de ellos estaba comiendo, pero tenían sus bandejas de comida en frente, sólo hablaban y reían.
- ¿Cómo se llaman? - Pregunté con la impaciencia corriendo por mis venas.
Si ella decía los mismos nombres que yo, era obvio que yo no había inventado nada y Tris tendría que besarme los pies por un mes entero si quería que la perdonara por tratarme de esa manera.
Caitlyn se giró sólo un poco y dirigió una mirada muy disimulada hacia ellos.
Al fin alguien que sabía disimular, por Dios.
- Veamos... - Volvió a girarse y señalo hacia atrás con su dedo pulgar. - El de los ojos cafés y rubio de pelo corto es el inglés Alexander, ya lo mencioné, pero todos lo llaman Alex. - Fulminé a Tris con la mirada mientras Caitlyn seguía nombrándolos. - El de los ojos azules y pelo castaño oscuro es Connor y el que está junto a él haciendo idioteces es Chad, con ojos verdes y rizos. Y después está Duncan, el que está serio, como siempre, y tiene los ojos de color miel. - Quité mi mirada fulminante de Tris que me evitaba y me giré hacia Caitlyn.
- ¿Y el de los ojos negros? - la pregunta salió sola de mi garganta como si fuera una necesidad o algo así.
La curiosidad mató al gato, Kels.
Caitlyn volvió a girarse sobre sí, y cuando se dio vuelta otra vez estaba sonriendo. - Te gusta Aaron. - Aseguró. Mi boca cayó en la mesa.
No me gustaba Aaron, me aterraba Aaron.
Solo negué con la cabeza y cuando iba a hablar ella me cayó con sus palabras. - Aaron al igual que Duncan es un misterio. La diferencia es que Duncan nunca habla y, si Aaron lo hace, es por necesidad o porque algún maestro lo llamó para responder alguna pregunta. Aaron es más agresivo y temperamental, aunque casi nunca lo demuestra. Algunos dicen que viene de Rusia o Noruega o Suecia porque dicen que de allí salen los de carácter fuerte. Pero yo creo que viene de Italia, ya sabes, tiene ese aire de seducción italiano, aunque, sinceramente, los italianos son mujeriegos y él no lo es para nada.
- ¿Y cuál es el mujeriego? - preguntó Tris.
- En realidad, no se sabe. Ninguno nunca ha salido con chicas de la escuela. - fruncí mis cejas.
Si yo fuera hombre y tuviera la belleza que cualquiera de ellos tiene, estaría con cualquier chica que se me cruce en el camino. Genial, ahora sueno como hombre.
- No es que ellas no lo hayan intentado - siguió Caitlyn - Muchas lo han hecho, de verdad, se rumorea que Cortney Green, la "puta" del colegio - usó comillas - le dejó una nota a Aaron en su casillero diciendo que vaya al armario del conserje y, como si él ya supiera lo que le tenía planeado, hizo que todo el equipo de fútbol del colegio fuera allí... Las fotos de ella desnuda todavía siguen rondando por el colegio. - Aseguró con una sonrisa. Tris y yo reímos.
- Eso es muy desesperado. - Dijo Tris.
- Y hay miles de anécdotas así. Una vez, una chica entró al baño de hombres cuando Chad estaba allí dentro y lo besó como si no hubiera un mañana, lo hicieron en uno de los cubículos. - Abrí los ojos. - El único problema es que el chico no era Chad. - Volvimos a estallar a carcajadas otra vez. - La chica jura con su corazón que mientras lo hacían al que miraba era a Chad y cuando terminaron sólo vio un rostro diferente, todos dicen que está loca y que inventó todo para llamar la atención. - Caitlyn suspiró.- Hay un millón de chicas desesperadas por aquí. - Comentó Caitlyn. - Yo, por ejemplo.
Tris y yo la miramos atentamente.
- ¿Qué hiciste? - Dijimos al unísono con una sonrisa.
- Nada de lo que se imaginan... - Respondió - Yo sólo comencé a hablar con Alex, como si fuéramos amigos, y lo fuimos, pero al momento en que lo invite a salir, él me rechazo y se alejó como su tuviera una enfermedad de transmisión sexual o algo.
- Lo siento. - Murmuré. Ella se encogió de hombros.
- No es como si me gustara mucho... Sólo quería llegar a conocerlo y creí que era un buen chico y lo es, la forma en que me rechazó fue como si fuera una flor. - Sonrió.- En fin, así es Alex.
- ¿Y cómo son los demás? - Preguntó Tris dándole un mordisco a mi manzana. La miré mal y tomé las uvas de su bandeja y comencé a devorarlas.
- Bueno... Alex, él es el responsable y el sensible, por así decirlo. Chad y Connor son los más idiotas, los bromistas. Son a los que más se los ha visto con chicas. Les encanta molestar a Duncan, siempre escriben cosas en su casillero o incluso pegan sus libros en las paredes de las aulas. Duncan sólo lo deja pasar, pero al otro día, puedes ver a alguno de los dos, Chad y Connor o incluso a ambos con un ojo morado o un pómulo hinchado. Y Aaron es el temperamental y el crea problemas. Aunque todos son creadores de problemas para ser sinceras.
- No parecen tan malos... - Dije metiendo una uva en mi boca, olvidando por un instante la escena que había sufrido el día de ayer. Caitlyn se encogió de hombros.
- No lo son en realidad. Pero la gente ama los rumores y como nunca nadie ha logrado llegar a ellos, sólo crean mentiras... Ya saben...
- Sí, lo sé. - Dije mirando a Tris sintiéndome un poco identificada recordando nuestros días en el orfanato y la manera que teníamos que defendernos la una a la otra porque ni siquiera sabíamos nuestros verdaderos nombres ni de dónde veníamos.
Caitlyn se giró para dejar su bandeja arriba de una mesa vacía, mientras Tris y yo seguíamos comiendo nuestras frutas. Se detuvo en la mesa de los cinco chicos de los que estábamos hablando y vi que una sonrisa se extendía en su cara. Se volteó y me miro con una cara perversa.
- ¿Qué? - Dije con un montón de uvas en mis mejillas que las hacían ver como las mejillas de una ardilla.
- Me dijiste que te gustaba Aaron, ¿cierto? - Su sonrisa volvía a ser la del gato de Cheshire y me metí otras tres uvas en mi boca, algo nerviosa.
¿Cuántas veces tenías que repetir algo para que la gente lo entienda?
- ¿Qué? ¿A mí? - me señale mientras intentaba que las uvas no cayeran de mi boca. Miré a Tris que me miraba igual que Caitlyn porque la maldita sabía que estaba nerviosa. - No, claro que no. Absolutamente no. No, no, no y no. No. - Hablé rápido y viendo a una después de la otra agitando mi cabeza. Caitlyn hizo una mueca con sus labios, metiéndolos hacia adentro y subiendo sus manos en el aire, dándose por vencida.
- Bueno, pues creo que a alguien sí le gustas. - Las sonrisas de ambas se ensancharon aún más, si eso era posible, mientras Caitlyn decía eso.
Dios bendito, por favor que no sea lo que estoy pensando.
Deje de masticar las uvas que tenía en la boca, poniéndolas de nuevo en mis mejillas, siendo una ardilla otra vez, y dirigí mi mirada lentamente a la mesa donde estaban los chicos mencionados hace cinco minutos.
Maldito Dios.
Aaron tenía sus ojos fijos en mí. Y cuando digo fijos, hablo de fijos. Realmente fijos en todo mi rostro. Tris, que al parecer también lo estaba mirando me tocó una de las mejillas haciéndome recordar que todavía tenía las uvas allí. Caitlyn y ella rieron fuertemente, mientras yo desviaba mi mirada de Aaron y masticaba las uvas como si no hubiera un mañana.
¿Por qué todo esto me tenía que pasar a mí?
Las tragué todas de repente haciendo que queden algunas en mi garganta pero no tosí, porque no valía la pena seguir haciendo el ridículo si es que él seguía viéndome.
Levanté la mirada y efectivamente él lo hacía. Me miraba tan fijo que sentí que me ponía roja. La campana sonó en ese momento avisando que la hora del almuerzo había terminado y muchos se levantaron obstruyendo mi vista de Aaron. Moviendo la cabeza, sentí como Tris se despedía de Caitlyn y se paraba para dejar nuestras bandejas en una de las mesas vacías. Después de unos largos cinco minutos evitando gente con los ojos, encontré de nuevo la mirada de Aaron en mí, que no se había movido ni un segundo y se mantenía firme.
Madre Santa, que ojos más bonitos tenía.
Sonreí como si estuviera feliz de que él se fijara en mí (lo cual no era cierto) y supe que fue el peor error que había cometido. Efectivamente el me había visto sonreír y en ese momento corrió su mirada bruscamente, como si estuviera furioso y lo volví a perder entre la gente. Intenté buscar sus ojos negros de nuevo, pero no podía hallarlos. Algo en mí se sintió frío, como si me faltara, algo y mi estómago dio un vuelco cuando por fin tuve la vista perfecta hacia su mesa y descubrí que se habían ido.
¿Qué te pasa Kels? ¿Las uvas te cayeron mal? Si no te auto respondes eso con un sí, juro que yo misma me saco los ojos con una cuchara, y como somos la misma persona, tú también lo vas a sufrir.
Ni siquiera lo había visto salir por la puerta. A ninguno de ellos. Mi cuerpo se desinflo como un globo otra vez, acostándome en la silla de nuevo.
¿Cómo cinco chicos así de guapos pueden desaparecer como si fueran aire?
La mano de Tris se posó en mi hombro y me giré a verla mientras me paraba.
-¿Qué pasó? - me dijo escaneando mi cara.
- Nada. - Respondí intentando que ella no siga preguntándome cosas que me ponían incómoda. - ¿Tienes Idioma ahora? - Ella asintió. - Yo también.
- Entonces vamos mí querida amiga. - Ella golpeó mi trasero y trotó hacia la puerta mientras cantaba una canción que no reconocí.
Tomé mi bolso mientras reía por la actitud de Tris y volví a ver la mesa en donde había estado Aaron.
Es decir, Kels, no te gusta. Sólo te causa intriga saber por qué te mira todo el tiempo de esa manera terrorífica y te interesa descubrir cuál es su secreto, porque si de hay algo de lo que estás segura es que oculta algo. Y tú, Kelsey Brooks vas a averiguarlo
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Aaron Lawrence
FantasyHistoria de Lucía Aluminé Sacado de su página de Facebook: "Storytellers"