Capítulo 28:
Esto era incómodo. Esto era MUY incómodo.
- ¿Podría saber hacia dónde vamos? - Su voz me causó escalofríos.
- A ningún lado, calla la puta boca. - Aaron no estaba de humor y se notaba.
Estábamos en el auto, yendo a no sabía dónde. Aaron manejaba, tenso y molesto, completamente enojado. Yo estaba en el asiento del copiloto, impactada y callada, porque no sabía qué decir ni cómo actuar ante una situación como esta. En los asientos de atrás, Chad, Connor y Mason estaban apretujados. Mason se encontraba en el medio, dejando a Chad y Connor como los matones que lo miraban controlando cada movimiento que hacía. En el auto de atrás que nos seguía, se encontraban Duncan y Alex.
La situación era malditamente confusa y si me pidieran que les dijera cómo explicarla, no hubiera sabido cómo hacerlo. Luego de que había pasado ese incidente en el estacionamiento, Aaron quería matar a Mason en frente de todo el mundo, allí mismo. Y hablo de matar. Aunque no sabía cómo lo haría, pero encontraría una manera, seguramente. Lo persuadí de que nadie tendría que enterarse y que él podría decirnos el por qué de haber querido matarme. En ese momento, me había hecho la detective, al mejor estilo Sherlock Holmes, pero ahora me daba cuenta que lo más probable era que había sonado como una estúpida. A pesar de eso, Aaron recapacitó unos segundos y aceptó mi propuesta. Sus hermanos llegaron como si los hubiese llamado con la mente, les dijo tres palabras que al parecer ellos entendieron y nos dividimos en los autos para ir a un cuartel secreto de vampiros... O algo así. Al principio, Aaron no había querido que yo estuviera presente allí, tampoco ninguno de los Lawrence que no decían una palabra, pero se comunicaban con la mirada. Hice miles de berrinches y caprichos que sabía que Aaron no soportaba, mientras sus hermanos se metían en los autos. Le dije que jamás le perdonaría que me dejara afuera de esto, porque yo tenía que ver con esto y ya estaba involucrada aunque a él no le gustara. Luego de maldecirme unas diez mil veces en voz baja, aceptó que yo vaya con la condición de que no dijera ni una sola palabra, aunque esa no era la razón por la que estaba tan callada.
Me había costado convencer a Tris y a Jake de que tenía que hacer un trabajo con una compañera de Historia y que lo había olvidado. Tris sospechó, como siempre, pero luego Jake se dio cuenta que algo más estaba pasando y logró persuadirla. Claro que juré contarle todo lo que estaba pasando después, mientras Tris no escuchaba.
- ¿Podríamos poner música? - Su cara apareció en el medio de los asientos de adelante. - Me relaja... - Corrí mi rostro para ver cómo sus ojos estaban fijos en mí, disfrutando del nerviosismo que me provocaba. Y su sonrisa... Parecía que la tenía pegada en la cara.
- Chad, calla la puta boca de este jodido imbécil de una vez. - Mason rió y desapareció porque alguien lo había empujado contra el asiento. - Es la única razón por la que los traje a ambos aquí, no pueden cumplir una simple tarea.
- Si no te gusta, ven a hacerlo tú mismo. - Todos estábamos nerviosos, la tensión se sentía en el aire.
- ¿Sabes qué voy a hacer? Voy a romperte la nariz si sigues molestándome.
- Sólo quiero verte intentarlo.
- ¡CÁLLENSE DE UNA VEZ, MALDITA SEA! ¡ME HAN TRAÍDO AQUÍ Y NO QUIERO SOPORTARLOS, CÁLLENSE YA! - El grito de Connor sonó en el auto y tuve que tapar mis oídos.
- ¡A MÍ NO VAS A GRITARME IDIOTA! - Chad gritó más fuerte.
- ¿QUIERES QUE TE ROMPA LA CARA? - Y ahora Aaron.
- Creo que estamos todos muy nerviosos y deberíamos tranquilizarnos... - Mason intentó calmar la situación, irónicamente por supuesto.
- ¡TÚ TE CALLAS HIJO DE PUTA! ¡NADIE TE INVITÓ A LA FIESTA! - Aaron lo miró por el retrovisor amenazadoramente. Alguno de los tres iba a decir algo, lo sabía.
- ¡NO TIENES QUE TRATARLO ASÍ! ES UN HIJO DE PUTA, PERO NO TENÍA LA CULPA DE QUE SU MADRE SEA...
- ¡YA CÁLLENSE POR FAVOR! SON TODOS UNOS MALDITOS GRITONES. SE SUPONE QUE LAS MUJERES SON ASÍ. PARECE QUE LES VINO A LOS CUATRO Y LA ÚNICA QUE ESTÁ EN SU PERÍODO AQUÍ, SOY YO. ASÍ QUE SE ME CALLAN TODOS DE UNA PUTA VEZ PORQUE LOS MATO, Y NO ME IMPORTA QUE SEAN VAMPIROS, TAMPOCO ME IMPORTA QUE NO SÉ CÓMO HACERLO, PERO VOY A ENCONTRAR LA MALDITA MANERA Y LO HARÉ, SE LOS ASEGURO. - Los cuatro se callaron como si fuera la reina de Inglaterra la que estaba hablando.
Maldita sea, me sentía poderosa en serio.
- Con razón olía la... - respiré por mi nariz sonoramente y me volteé con la mirada más asesina que podía poner y fulminé con la mirada a Chad que entendió al instante que, a pesar de ser un vampiro, tenía que callarse cuando estaba en el mismo auto con una mujer a la que le había venido. Tenía. Que. Callarse.
Seguía sin saber a dónde íbamos y seguía nerviosa, pero ¿iba a demostrarlo? No. Si lo demostraba, entonces tendría que darle la razón a Aaron porque no tendría que haber venido, porque siempre que estaba nerviosa terminaba metida en alguna mierda o yo misma la hacía y todos quedaban pegados en MI propia mierda. El silencio lograba tranquilizarme un poco, sólo un poco y me daba tiempo para acomodar las ideas en mi cabeza: llegaríamos a donde sea y me pegaría a Alex, porque Aaron estaba enojado y sus hermanos seguían causándome terror. No tanto como antes, porque los comprendía y ahora sabía qué ocultaban. Pero no olvidaba lo que Connor había hecho el día del cuaderno de Aaron y el hecho de que Duncan no hubiera dicho una sola palabra, jamás, me causaba escalofríos. Chad me caía bien... Era un poco imbécil y no sabía cuando callarse, pero me caía bien.
El auto comenzó a disminuir la velocidad y se corrió a un lado de la carretera. Una pequeña estructura casi parecida a una casa se encontraba en el medio de la nada. Bueno, a unos 10 minutos del pueblo. Aaron estacionó en la puerta del garaje y me di cuenta de que se trataba, nada más ni nada menos, que del famoso taller mecánico de los Lawrence. Me sentía algo rara... Como si estuvieran confiando en mí al traerme aquí, su "lugar secreto" o "cuartel de vampiros".
- ¿Estás seguro de que esté aquí? - Connor habló mientras Aaron acomodaba el auto.
- Es un lugar seguro, no puede escaparse y nadie escuchará sus gritos cuando le saque las tripas. - Aaron sacó la llave y lo miró por el retrovisor.
- No hablo de él. El problema es ella. - Abrió la puerta y salió del auto.
Definitivamente él no confiaba en mí.
Algo me decía que seguía rencoroso por lo que había pasado entre nosotros ese día en la escuela, pero estaba bien, yo tampoco lo olvidaba. Mason rió mientras Aaron suspiraba conteniendo sus ganas de golpear a Connor por cerrar la puerta con una fuerza innecesaria.
- Me parece que a uno de tus cuñados le caes mal Kels, será un problema para el futuro. - Mis mejillas tomaron un poco de color por la expresión que había usado. Y sabía que todos me habían visto.
- Deja de hablar, escoria blanca, y sal del maldito auto de una vez. - Chad lo tomó del cuello de su chaqueta y lo empujó fuera del auto mientras ambos sonreían... Supuse que por distintas razones. Aaron suspiró, me miró y salió del auto para abrirme la puerta.
Aaron me abrió la puerta del auto. Estoy hiperventilando.
Bajé escondiendo la sonrisa en lo más profundo de mi ser, no podía verme sonreír por un acto tan estúpido. Además, se suponía que seguía enojada con él. Aaron abrió la cajuela de su auto y me hizo una señal para que tome unas cadenas y un par de candados.
- Haz lo que yo te diga ¿de acuerdo? - asentí y tomé las pesadas cosas en mis brazos. - No toques a ninguno de nosotros con eso. Están bendecidas. Si nuestra piel las toca, se quemará. Tienes que ponérselas a Mason cuando te diga.
- Entendido. Vamos. - Comencé a caminar, pero él me tomó del brazo y me hizo permanecer detrás de su espalda mientras nos dirigíamos hacia el taller. Las hojas crujían bajo mis pies y las cadenas sonaban a cada paso que daba. Una extraña adrenalina recorría mis venas y mandaba pequeños choques de calor a mi cuerpo, lo cual hacía que no sintiera el helado frío que había ese horrible día. Divisé a Chad que tenía a Mason agarrado de su chaqueta, a Connor que intentaba abrir una puerta para que podamos pasar, y a Duncan y a Alex, que tenían sus manos en los bolsillos, esperando a que Connor abriera la puerta.
- Esta mierda de cerradura me tiene cansado. - Connor pateó la puerta haciendo que se abriera de par en par. - Me gusta más al estilo Connor. - Chad rió festejando el chiste, mientras entrábamos al pequeño GRAN taller. La luz era tenue, hasta que Aaron se giró a una de las paredes y tocó un interruptor haciendo que todo se iluminara de repente.
Era impresionante. Como los talleres de las películas. Cables y fierros por todas partes. Mesas llenas de herramientas y trapos sucios de grasa. Las paredes tenían colgadas miles y miles de cosas que no conocía. Y en uno de los rincones, a un costado, pósters de chicas semidesnudas con las caras de Chad y Connor pegadas en donde debería encontrarse su rostro.
Contuve mi risa porque no era momento de reírme y porque todos me verían como una intrusa, aunque lo era.
- ¡Pero qué lugar más agradable! - ¿Es que acaso de repente tenía acento inglés? No lo había notado... Pero lo hacía más aterrador y sexy.
- Camina. - Chad lo empujó hacia el frente junto a él y nosotros lo seguimos. Abrió una pequeña puerta en donde había un auto encima de una de esas fosas que se encontraban en todo taller mecánico. Colgaban cadenas del techo por todas partes y había una pequeña mesa que tenía más herramientas. Chad tomó una silla abruptamente y empujó a Mason para que se sentara. No podía creer que a pesar de todo, el chico siguiera sonriendo como si tuviera todo asegurado, como si estuviera seguro de sí mismo. Como si lo tuviera todo planeado.
- Bien Mason... Podemos hacer las cosas de la manera fácil, o de la manera difícil. - Chad golpeó su mejilla mientras se agachaba para estar a su altura- Tú eliges. - Mason sonrió un poco más.
- Amo las cosas difíciles. - me miró - Kelsey Brooks es una chica difícil, por eso me gusta. - miró a Aaron - Su actitud campeón, no te pongas celoso. - Chad suspiró y escondió su cara entre sus rodillas.
- Entonces será por las malas... ¿Kelsey? - ¿Qué tenía que hacer? ¿Qué tenía que hacer?
Dios, parecía un Pomeranian o un Chihuahua de lo excitada que estaba, alguien cálmeme por favor.
- Átalo, a ver si eso le gusta. - Chad se paró mientras yo me encaminaba lentamente hacia Mason. Su sonrisa seguía intacta en su rostro hasta que se detuvo en lo que tenía en mis manos, y por primera vez desde ese día, juro que esto no se lo había visto venir.
- ¿No pensarán... - intentó pararse de la silla pero Aaron fue mucho más rápido y volvió a empujarlo para que se sentara.
- Llegas a moverte, y te mató. - Estaba serio, demasiado para mi gusto y más de lo normal. Si yo hubiera estado en el lugar de Mason, hubiese hecho caso con tan sólo ver la mirada fría y asesina de Aaron. - Átalo. - Alex caminó junto a mí intentado inspirarme un poco más de confianza. Tomó los brazos de Mason mientras yo me posicionaba en su espalda y me miró. Mason comenzaba a moverse, un poco nervioso.
- Voy a ser sincero contigo Kelsey. Esto va a ser un grano en el culo para ti. - Alex me miró a los ojos mientras los demás se acercaban a Mason y comenzaban a tomarlo de donde podían para evitar que se moviera. - Eso que tienes en la mano, va a quemar su piel. De a poco y con muchísimo dolor. - Mason gruñó mientras intentaba moverse, pero los demás se lo impedían. - Tienes que ser rápida, pero efectiva ¿si? Engánchalo bien, no tiene que moverse para nada. El mínimo espacio que le dejes a sus manos, puede hacer que él se desate y eso podría costarnos la vida a alguno de nosotros...
- No le mientas. La única que puede morir aquí eres tú, así que haz las cosas bien si no quieres terminar en un cementerio. - Agradecí a Connor con mi mirada. Las manos comenzaban a sudarme y los nervios se hacían cada vez más notable. Mason seguía moviéndose y gritando. - ¡Pero apúrate mierda que el maldito tiene fuerza! - Volví a mirar a Alex que tomaba sus brazos firmemente. Me sorprendía la fuerza que tenía, en serio.
- No le hagas caso, sabes que Aaron no dejaría que nada te pasara. Y yo tampoco. Sólo átalo bien y asegura el candado. - Asentí y tragué saliva.
¿Por qué toda la responsabilidad tenía que caer en mí, maldita sea? Todos sabíamos que era una inútil. NO TENÍA SENTIDO QUE ESTAS COSAS RECAYERAN EN MI PODER. Dios, estoy sudando como un puerco.
- ¡HAZLO YA! - Reaccioné ante el grito de Chad y Connor. Tomé las cadenas con cuidado y comencé a enredarlas alrededor de sus muñecas. Nunca jamás olvidaría el grito que Mason largó de su boca ni la manera en que se movió. Tampoco haber visto cómo su piel se quemaba de a poco y un extraño líquido negro brotaba de sus brazos. Me sentía mal y tenía ganas de vomitar. Apreté con fuerza para asegurar que no pudiera escaparse, haciendo que se moviera aún más y gritara como si de verdad lo estuvieran asesinando. No pude evitar que un pequeño grito se escapara de mis labios también, al ver el sufrimiento que le estaba causando a una persona con mis propias manos. Aseguré el candado y me levanté al instante.
- ¡Sólo faltan los pies Kelsey, tú puedes! - No. No podía. No podía, no podía, no podía y no podía. Negué con mi cabeza mientras tragaba en seco.
- Kelsey. - Miré a Aaron que estaba luchando con todas sus fuerzas contra los movimientos de Mason. Su mirada me lo dijo todo. No sabía cómo, pero me lo había dicho todo y me había dado el coraje de hacerlo. Esto y mucho más. Tomé las cadenas que estaban en el suelo y corrí al frente, me agaché con cuidado de no tocar a ninguno de los Lawrence y pasé el metal bendecido enredándolo en el pie de Mason. Otro grito desgarrador volvió a salir desde el fondo de su garganta. Repetí el proceso en su otra pierna, atándolo otra vez alrededor de la silla y asegurando el candado. Me paré al instante como si hubiese sido un resorte y sequé mi frente, que me sorprendía que no estuviera cubierta de sudor. Los Lawrence soltaron a Mason que seguía gritando ante esta tortura. Sus movimientos eran tan intensos que pensaba que la silla se iba a romper. Pero era de hierro o algo parecido a un metal y parecía soportarlo muy bien.
- ¡LOS VOY MATAR TODOS! ¡VOY A ASESINARLOS A TODOS Y CADA UNO DE USTEDES! ¡UNO POR UNO! ¡DOLOROSA Y LENTAMENTE! ¡Y A TI...! - sus ojos volaron a mí mientras sonreía con ironía - A ti te voy a hacer todo lo que no te imaginas. - Siguió gritando y golpeándose a sí mismo en la silla.
- No prometas cosas que no sabes si cumplirás, Mason... Yo no sé los demás... - Aaron se arrodilló a su altura y sonrió mostrando sus colmillos. - Pero te veo ahí sentado y encadenado por muuuucho tiempo. - Mason intentó ir hacia adelante pero las cadenas lo detuvieron, gritó mostrando sus colmillos al igual que Aaron y sus ojos se volvieron rojos. Completa y totalmente rojos. - Me gusta que te muestres como eres. Sin nada de trucos que cubran tu verdadero ser asesino. - Mason volvió a gritar. Aaron se paró de su lugar. Alex me tomó por los hombros y nos hizo salir de la habitación a ambos.
Estaba bien. Lo entendía. Era demasiado para una chica humana. Haber visto los ojos de Mason sólo me confirmaba más, que él era el vampiro que me había atacado en el bosque.
(...)
- ¿Ya podemos entrar? - Seguí golpeando mi pie contra el suelo y Alex levantó su mirada hacia mí, otra vez.
- Ya es la décima novena vez que me lo preguntas Kelsey. - Junté mis cejas ante su tono de cansancio.
- Y siempre me respondes lo mismo.
- No lo sé. - Otra vez esa respuesta.
Los gritos de Mason se habían dejado de escuchar hacía ya, al menos, diez minutos. Antes había estado nerviosa, pero ahora estaba ansiosa. Quería entrar y descubrir la razón por la que ese hombre había intentado matarme. Saber por qué había causado tal alboroto en la fiesta y saber por qué había matado a ese inocente chico que poco tenía que ver en todo esto. Aunque bueno, yo tampoco tenía mucho que ver con todo esto, pero algo más había. Un gato encerrado, o como sea que dijera el dicho.
Miré a Alex nuevamente que se encontraba apoyado en la pared, mirando hacia la puerta a la espera de que alguno de sus cuatro hermanos saliera. Por el tiempo que llevábamos juntos y lo poco que conocía de él, podía decir que estaba nervioso y ansioso al igual que yo, pero que no quería demostrármelo.
- ¿Y ahora? - Alex abrió la puerta de repente y me paré para caminar detrás de él, pero me cerró la puerta en la cara.
Es oficial. Estoy indignada.
Volví a sentarme en mi silla con mis cejas fruncidas y mis labios juntos mientras apoyaba mi rostro en mis manos. A los segundos, Aaron abrió la puerta y me hizo una señal para que pase. Me levanté de inmediato y entré a la habitación. Los Lawrence estaban repartidos estratégicamente por todo el lugar, evitando salidas o puertas cercanas. Mason se encontraba en el mismo lugar que antes. Atado y sentado, pero ahora parecía dormido.
- ¿Es su siesta de belleza o algo así? - Le susurré a Aaron para que los demás no me escucharan. Aunque no tenía caso, porque todos tenían súper oído así que podían escucharme perfectamente.
- Es la reacción de su cuerpo al haber recibido tanto dolor en tan poco tiempo. Se agotó de sobremanera así que estamos dándole un pequeño descanso para poder interrogarlo. Pero Alex ha entrado y me ha dicho lo insoportable que estabas, así que pensamos despertarlo ahora. - Miré mal a Alex por lo que había dicho.
- Sólo quería saber lo que estaba pasando. - Alex revoleó los ojos.
- ¿Podemos despertarlo de una vez? ¡Ya me estoy durmiendo! - Chad saltó como un niño pequeño haciendo un berrinche. Aaron asintió con la cabeza. - ¡Al fin! ¡ARRIBA BELLA DURMIENTE! ¡TU PRÍNCIPE ACABA DE LLEGAR! - Mason abrió los ojos al instante en que Chad había gritado en su oído. Parecía confundido, cansado y dolorido. Su rostro estaba cubierto de sudor al igual que su cuerpo, pero no perdió la oportunidad de reír al darse cuenta en dónde estaba.
- No puedo creer que hayan tenido el coraje de no soltarme. Es admirable. - Chad se agachó a su altura mientras yo me ponía al lado de Aaron. Era estúpido, sí, pero estar cerca de él me daba una extraña sensación de protección que no tenía sentido en mi cabeza.
- Mira bella durmiente, no te tenemos miedo, ¿si? Podemos hacerte nuestra sirvienta si queremos y tendrás que lavar mis calzoncillos siempre que te diga. Y no es un lindo trabajo. Éste chico de aquí, -señaló a Duncan- tiene sexo las veinticuatro horas del día todas las semanas de todos los meses de todos los años, ¿sabes cómo quedan sus calzoncillos? Y tú tendrás que lavarlos. - Duncan avanzó tres pasos y golpeó con MUCHA fuerza la cabeza de Chad, haciendo que éste cayera al suelo mientras reía y se sobaba el lugar afectado. - Está bien, no tendría que haberlo dicho en público. Tienes que mantener tu intimidad para ti, lo entiendo. - Duncan amenazó con avanzar de nuevo pero Chad levantó las manos sonriendo. - ¡Bromeaba hombre! ¿Es que acaso no hacían chistes del siglo en el que vienes? Tranquilo. - Aaron, cansado de estas estupideces (bastante divertidas para mí, pero no tanto para él), caminó hasta Chad y lo hizo levantarse del suelo mientras se plantaba en frente de Mason, que seguía sonriendo. La protección que sentía se esfumó en el momento en que Aaron se alejó de mí.
- Quiero hacer esto rápido, porque ya nos está afectando a todos. Así que habla para que podamos irnos de una vez. ¿Qué mierda estabas haciendo en la fiesta y por qué nos atacaste? - Aaron se cruzó de brazos mientras Mason reía. - ¿Kelsey? - escuché atentamente - ¿Podrías salir unos minutos? No quiero que veas esto. - Asentí porque, aunque no quería, no iba a hacer un escándalo y tampoco iba a ponerme a discutir allí.
Salí de la habitación otra vez, irritada y Alex salió detrás de mí.
- Sé que no quieres irte, pero de verdad será desagradable. Duncan era soldado y luego boxeaba ilegalmente, así que no te das una idea de lo duro que lo va a golpear. ¿Sabes que los vampiros pueden regenerarse y toda esa mierda? Bueno, Duncan puede hacer que los moretones te queden por días, lo cual es casi imposible, pero es verdad. No es lindo ver sangre volar por todas partes. - Comencé a escuchar ruidos extraños que ya me imaginaba lo que eran. - Y por supuesto que Aaron está enojado por lo que te hizo en el bosque, así que él también va a golpearlo, y no se queda atrás. Duncan y Aaron golpean fuerte. Entrenan juntos, ellos...
- Estás hablando mucho porque quieres distraerme, ¿cierto? - Alex sonrió.
- Tal vez. - Los ruidos seguían y seguían y fue así por unos cuantos minutos en los que no sabíamos qué era lo que sucedía, pero nos lo imaginábamos. Chad abrió la puerta con la sonrisa más grande del mundo. Creo que él y Connor eran los únicos que disfrutaban de esto. Duncan estaba limpiándose las manos con un trapo que no sabía de dónde había sacado y Aaron estaba bajando las mangas de su remera negra. Mason chorreaba ese líquido negro por toda la cara, pero más que nada por su boca y su nariz, no quería imaginarme más nada. Escupió la sangre de sus labios y tiró su cabeza hacia atrás, cansado de tantos golpes.
- ¿Ahora piensas cooperar? - dijo Connor con tono burlón. Mason ni siquiera podía asentir. Su ojo comenzaba a hincharse y no le daba espacio ni siquiera a vernos. No me daba lástima ni pena verlo así. Él había intentado matarme. Volvió a escupir sangre y miró a Aaron. Ya no se movía, y se me ocurrió que tal vez, moverse, sólo hacía que el dolor de sus muñecas y tobillos aumentara.
- Voy a preguntarlo una vez más. ¿Qué hacías en la fiesta? - Mason intentó hablar, pero no pudo. Era notable que le costaba.
- Yo... Me enviaron. - Hizo una mueca de dolor.
- ¿Para qué te enviaron? - Él miró a Aaron sabiendo que la respuesta no le gustaría.
- Tenía que hacer que ella supiera sobre nosotros... Nuestro mundo. - Otra mueca de dolor.
- ¿Por qué? - Mason negó con la cabeza.
- No lo sé... - Aaron rió.
Mmm, esto no tiene buena pinta...
- ¿Qué dijiste?
- Dije: No. Lo. Sé. - Hizo énfasis en cada una de las palabras. Aaron sonrió para luego plantar su puño en su mejilla. Fue tan fuerte que hasta podía escuchar su mandíbula rompiéndose. Apoyé mi cara en el hombro de Alex en un acto reflejo. Tenía razón. Daba impresión ver a una persona ser golpeada de esa manera.
- ¿¡POR QUÉ MIERDA TE ENCARGARON ESO!? - Mason escupió sangre mientras tosía.
- YA TE DIJE QUE NO LO SÉ, NO CUESTIONO A MI MALDITO JEFE, ¿DE ACUERDO? - Aaron se agachó a su altura otra vez y lo tomó del cabello para hacer que su cara lo viera.
- ¿Quién es tu jefe? - La actitud de Mason cambió al instante. Como si en vez de ser él, el encadenado, fuéramos nosotros. Sonrió como siempre. Con esa sonrisa de arrogancia y superioridad que me daba escalofríos. Y luego, una gruesa risa salió del fondo de su garganta. Aaron soltó su cabello dejando que su cabeza cayera hacia atrás mientras seguía riendo, se paró y cruzó sus brazos, esperando una respuesta.
- Esa, mi querido amigo, es la pregunta adecuada para el momento adecuado. ¡HOME RUN! - Y siguió riendo.
Definitivamente se volvió loco. Tendrías que haber salido corriendo en el estacionamiento, que estúpida eres.
- He estado esperando esa pregunta, desde el momento en que los vi. - Ya está, perdió la cabeza. - ¿Por qué no le preguntan a él? - Apuntó con su barbilla hacia Duncan y mantuvo su mirada firme en él. Todos nos volteamos a verlo. Él estaba serio, como siempre. Pero no nervioso, como si supiera de lo que estaba hablando. Expectante, sería la palabra. Esperando a ver qué era lo que Mason diría. - No... Es demasiado imbécil como para darse cuenta de lo que está sucediendo. Te voy a dar una pista... - Sonrió como el gato de Cheshire. - El pequeño Jaxon te manda saludos... - Mason volvió a reír y allí todo se fue al carajo.
Duncan saltó encima de Mason y comenzó a golpearlo como si no hubiera un mañana. Grité de la impresión y me tapé la boca mientras los hermanos corrían hacia él e intentaban separarlo de Mason que seguía sonriendo, a pesar de estar sangrando de esa manera.
Luego todo pasó demasiado rápido. Duncan estaba incontrolable, así que decidimos dejar lo que quedaba del interrogatorio para mañana. Alex, Chad, Connor y Duncan se metieron en el auto mientras Duncan tenía un ataque de furia y luego Aaron dejó a Mason lo más encerrado y solo posible. Nos metimos en el auto y dijo que me llevaría a casa.
Mi mente seguía recreando la escena que Duncan había montado y me daba mucha intriga saber qué era lo que había causado su brote psicótico. Tan tranquilo que parecía...
- Lamento que tuvieras que pasar por esto. Te dije que no tenías que venir... - Miré a Aaron que estaba manejando. Despejé toda imagen sanguinaria de piñas volando y me concentré en Aaron.
Y no te costó mucho, ¿verdad?
- Esa es la parte que no entiendes, ya estoy metida en esto. Voy a tener que empezar a acostumbrarme.
- No quiero que te acostumbres a ver sangre o a que intenten matarte Kelsey. No quiero. Has pasado por mucho para tener una vida normal, yo no quiero... - Suspiró intentando encontrar las palabras. Me miró por unos segundos. - No quiero ser el que cambie tu vida.
Pero yo sí quería que él cambiara mi vida. Lo quería y mucho.
- Mi vida cambió desde el momento en que nací, Aaron. Eso es lo que tú no entiendes. Jamás he sido normal y nunca lo seré. No puedo evitarlo. Soy extraña, ya todos lo saben... - Él sonrió mientras revoleaba los ojos.
- No eres extraña. Eres única.
Vamos, coopera un poco. Sabes que me pongo como un tomate cuando me dices este tipo de cosas. COOPERA AARON LAWRENCE, COOPERA.
- Como sea. - Nos quedamos callados mientras él manejaba. - ¿Y qué piensas? - Giré mi cuerpo hacia él. Sabía que el cambio de tema era obvio, pero no me importaba.
- ¿Qué pienso de qué?
- Ya sabes, de lo que dijo Mason. Si es verdad o no, si estaba loco o no lo sé. ¿Viste algún signo que significara que estaba mintiendo? - ¿Por qué estaba tan entusiasmada?
- Kels, no tengo no idea de lo que estás hablando. - Sonrió. Y yo hice lo mismo.
- Mira, es obvio que él quería que lo encontráramos. Se presentó en la escuela, en donde todos podían verlo y en donde justo te encontrabas tú, que podrías haberlo reconocido. Y así lo hiciste. Además, él me hizo esperar, como si supiera que tú estabas viniendo. Sin contar con el hecho de que no lucho cuando lo acorralaste contra el auto, y está bien, eran cinco vampiros, pero él podría haber escapado cuando quisiera, y no lo hizo. No parecía sorprendido en ningún momento, excepto cuando pasó lo de las cadenas. Eso no lo veía venir, estoy segura. Así que él quería que lo atrapáramos. La pregunta es ¿por qué? ¿Qué quería decirnos o que quería hacer que decidió arriesgarse a ser atrapado? ¿Quién lo envío? Y por último, pero no menos importante, ¿por qué yo? - Aaron estaba sonriendo. Pasó su mano por su barbilla como si no pudiera creerlo. - ¿Qué? - pregunté.
- Nada...- me miró- Es sólo que tienes mucha imaginación. - Junté mis cejas.
- Claro que no. Soy observadora. Y detallista y si miras con mucho cuidado, verás que tengo razón. - Aaron rió. Volvieron a pasar unos cuantos segundos de silencio hasta que sentí su mirada en mí, nuevamente. - ¿Y ahora qué Aaron? - Sonreí. Y él me miró un poco más, ahora algo serio.
- Nada... Sólo... Sólo quería pedirte perdón por lo que pasó en el bosque sé que... - Levanté mi mano haciéndolo callar.
¿Por qué tenía que arruinar todo en los mejores momentos? Oh, espera. Eso me lo dijo él a mí.
- Está bien, ya lo olvidé. Tú has lo mismo. - mentí.
- Ese es el problema... No puedo olvidarlo. - No podía decir nada ante eso. O al menos no sabía cómo responder. Pero no importaba, porque podía ver mi edificio desde aquí, así que no tenía que responder, sólo tenía que bajar muy rápido del auto. Aaron estacionó en frente. Antes de que pudiera decir una palabra besé su mejilla y murmuré un pequeño 'adiós'. Salí del auto y, prácticamente, corrí hasta la puerta de mi edificio.
- ¡Espera Kelsey!
Ay, Dios mío, por favor no.
- ¡Kelsey! - me di vuelta para ver a Aaron correr hacia mí. Esperaba con todas mis ganas que Tris no estuviera husmeando por la ventana o algo así. - ¿Recuerdas esa vez que hiciste que me tirara por la ventana de tu habitación?
¿Estaba hablando en serio?
- Sí, lo recuerdo, pero eso no pasó exactamente, tú... - me interrumpió.
- No importa. ¿Recuerdas que te dije que sólo me iría con una condición? Y era que tú tendrías que hacer lo que yo te dijera...
Oh, por ahí venía la cosa.
- Sí...
- Quiero que vengas a cenar con mi familia este fin de semana.
¿Qué? No. No, no, no, no. No.
- Y no voy a aceptar un no como respuesta.
- Aaron yo no...
- Tomo eso como un sí.
- Pero yo...
- Adiós Kelsey. - Se inclinó hacia mí y plantó un beso de un segundo en mis labios, dejándome con una boca de trompita. Anonadada. Feliz, extremadamente feliz, pero anonadada.
¿Qué mierda había pasado?
Toqué mis labios mientras lo veía irse hacia su auto. Antes de subir, me sonrió como un niño pequeño para después irse a toda velocidad por la calle.
¿Qué mierda estaba pasando? ¿Por qué mierda me había besado? ¿Por qué mierda tenía mariposas en el estómago? ¿Y por qué mierda estaba sonriendo y sintiendo sus labios encima de los míos?
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Aaron Lawrence
FantasyHistoria de Lucía Aluminé Sacado de su página de Facebook: "Storytellers"