Capítulo 32:
¿Alguien podría matarla? ¿Por favor?
- ¡VAMOS OAK HILLS!
Yo voy a matarla.
- Esto es un asqueroso cliché Tris, lo odio. - Ella paró con su estúpida rutina y me miró mal.
- Dime tres cosas que tú, Kelsey Brooks, no odies. - Metí una gran cucharada de cereal en mi boca mientras me sentaba como indio sobre la silla.
- Sencillo: El helado. Los libros. Y yo. - Mastiqué un poco más y entrecerré los ojos. - Bueno, la última no cuenta a veces. - La señalé con la cuchara.
- ¿Recuerdas cuáles eran las condiciones de habernos escapado? - Puso sus manos en su cintura.
- No tener sexo antes del matrimonio. - Sonreí.
- No. Nunca jamás volver al orfanato y ser adolescentes normales. - Dijo seria. - No hay nada más normal que ser porrista Kelsey.
Sí, por supuesto.
- No hay nada más estúpido que ser una porrista Tris. Y más en América. ¿Sabes la cantidad de clichés que he visto en las películas? Rubias, ojos celestes, oxigenadas, huecas. Son porristas. Y terminan saliendo con el capitán del equipo. Todos son malditos clichés. - Sabía que no tenía razones para enojarme, pero el hecho de que ella intentara con todas sus fuerzas ser normal, cuando en realidad NUNCA íbamos a poder ser normales (y menos en un pueblo habitado por vampiros asesinos dementes y sexys, y hombres lobo jodidamente tiernos), no importaba cuanto lo quisiera.
- Bueno, te equivocas. - Levanté mis cejas. - En casi todo. - Reí. - No soy oxigenada, es más, creo que soy más plana que una tabla. Tengo mejores notas que tú, así que no soy para nada hueca. Y estoy saliendo con Jake Contray, que no es capitán del equipo de fútbol. Definitivamente no cuenta como cliché. - Levanté mis brazos.
- Como tú digas... Sólo espero que no te vuelvas más perra de lo que ya eres. - Sonreí. Tris tomó mi tazón de cereales y lo alejó de mí. - ¡HEY! ¡ESTABA COMIENDO ESO!
- Ya no. Vamos a llegar tarde si sigues comiendo. - Dejó todo en la cocina y comenzó a caminar hacia su habitación.
- Perra. - Me crucé de brazos.
- ¡ESCUCHÉ ESO!
- ¡QUISE QUE LO ESCUCHARAS! ¡Y QUIERO QUE TE VAYA MUY MAL EN TU ESTÚPIDA PRUEBA DE PORRISTAS, PORQUE YO NO PIENSO SER PARTE DE TU VIDA DE CLICHÉ TRIS STEVEN! - grité.
- ¡COMO TÚ DIGAS!
Estúpida perra.
(...)
- ¿Por qué quieres ir tan temprano a la clase de Biología?
¿Por qué mierda le importaba tanto?
- Sí Kels, ¿por qué quieres ir tan temprano? - Jake levantó las cejas mientras cerraba mi casillero.
- Porque tengo que estudiar. - No sabía si ellos eran idiotas porque pasaban mucho tiempo juntos o si ya habían nacido así.
- Pero no tenemos ningún examen.
- Sí Kelsey, no tenemos ningún examen. - Jake se cruzó de brazos.
No, habían nacido idiotas.
- A diferencia de ustedes dos, yo tengo cerebro de maní y no puedo recordar nada de lo que el Sr. Young dijo la clase pasada. - Los miré a ambos que me observaban con sus ojos entrecerrados.
- Si tú lo dices... - Tris se encogió de hombros.
- Sí Kels, si tú lo dices... - Tris se giró hacia Jake.
- ¿Vas a seguir repitiendo todo lo que yo estoy diciendo, o quieres que te compre un diccionario, idiota? - Jake frunció las cejas mientras Tris sonreía y yo reía.
- Ustedes son malas.
- Gracias. - Miré a Tris que había dicho lo mismo que yo al mismo tiempo y sonreí. - Me voy. - Dije y los empujé a ambos para pasar por en medio de ellos.
- ¿No quieres que te acompañe? - Jake me tomó del brazo deteniéndome. Aproveché el momento en el que Tris estaba mirando dentro de su casillero y tomé a Jake del cuello de su remera.
- Deja de ser tan malditamente evidente hombre, que si se entera y sabe que tú sabías, va a arrancarte las pelotas. Y es literal. - Jake tragó saliva y soltó mi brazo.
- Ya entendí. - Su voz había salido ligeramente estrangulada y aguda. Reí mientras caminaba hasta el aula de Biología.
¿Sabes cómo saludarlo? Es decir, ¿vas a darle un beso? ¿En la mejilla o en la boca? ¿O vas darle un apretón de manos? Sí, un apretón de manos Kelsey. O simplemente puedes chocar los cinco y decir '¿Qué hay, viejo?'. Porque así eres tú, marimacho. ¿Por qué no puedes ser una chica femenina y normal?
- Hola.
¿Qué? ¿Cuándo pasó esto? ¿Por qué estoy en frente de Aaron? ¿Por qué no estoy hablando? ¿Por qué tengo cara de estúpida? ¿Por qué SIGO SIN HABLAR?
- Tris va a arrancarle las pelotas a Jake. Literal.
Ya, de verdad tengo que aprender a hablar. Urgentemente.
- Pues me alegro. Alguien tenía que hacerlo de una vez por todas. - Aaron rió mientras me sentaba junto a él.
- Tienes que dejar de ser tan lindo siempre, es molesto.
YA. EN SERIO NECESITO APRENDER A HABLAR. O A CALLARME O LO QUE MIERDA SEA QUE ME HAGA VER TAN IDIOTA SIEMPRE.
- Y yo tengo que dejar de avergonzarme siempre que estoy cerca de ti. - Suspiré mientras ponía mi cara en el hueco que mis brazos creaban apoyados contra la mesa.
- No, me gusta que hagas eso. Me hace recordar que eres humana. Y linda. Y extremadamente tierna. - Junté mis cejas y lo miré mal.
- No soy tierna. - Él se estiró en su silla y pasó un brazo por detrás mío.
- Y yo no soy lindo siempre. Bueno, si lo soy. Pero no es molesto. Te encanta. - Bueno, voy a arrancarle esa sonrisa de la cara. Con los dientes.
- Eres un idiota. - Asintió con esa estúpida sonrisa que ponía siempre mientras se acercaba demasiado a mí.
- Un idiota que te hace sonreír. - Ya, quiero besarlo. Muy fuerte.
- Pero eres un idiota... - Sonreí.
- ¿Quién, en este loco y estúpido mundo, no es idiota? Sólo los idiotas hipócritas, que aparentan ser lo que no son en realidad.
- ¿Desde cuándo eres filósofo? - No podía sacar la sonrisa que tenía en mi rostro. Odiaba y amaba esta sensación al mismo tiempo.
- ¿Desde cuándo tu sonrisa me vuelve loco?
Ya, no puedo contenerlo.
Tenía que besarlo. Sería un pecado no hacerlo. En serio. Así que lo hice. Y fue delicioso y hermoso. Juro que jamás me voy a cansar de sentir sus suaves labios sobre los míos. Nunca jamás en mi vida entera.
- ¿Ya no te importa que alguien pueda vernos? - Sonrió alejándose sólo un poco de mí.
- Ya no me importa nada. - Sonreí mientras volvía a besarlo. Sentía un amargo gusto en mi boca por ser tan jodidamente cursi cuando estaba cerca de él. Pero no podía evitarlo. Aunque quisiera pegarme un puñetazo en la cara por decir este tipo de cosas.
Odio a la Kelsey cursi, es diez veces más idiota de lo que soy yo en realidad.
- Bueno, me encanta tu extraño y repentino cambio de actitud, pero tengo que pensar que en este momento te encuentras completamente atraída y caliente por mi cuerpo, sin contar mis increíbles labios y mi sexy lengua, y no estás pensando con claridad. Así que seré el responsable una vez en mi vida, y cortaré lo que más me ha vuelto loco en toda mi existencia, que es el contacto de tus labios con los míos.
¿Y el pretendía que después de decir todo eso yo no quisiera besarlo? Aaron Lawrence, no sabes cómo espantar a una chica.
- Sabes que generalmente es al revés, ¿cierto? El chico es el calentón que siempre quiere besar a la chica y revolcarse con ella.
YA NO HABLES MÁS. NADIE TE QUIERE CUANDO DICES ESTAS COSAS.
- Kelsey Brooks, ¿estás intentando decirme que quieres acostarte conmigo? Porque mi virginidad es algo muy preciado que no perderé con la primer chica calentona y tremendamente sexy que se cruce por mi camino. No importa que tan grande la tengas. - No puedo explicar lo fuerte que fue mi carcajada. Es más, creo que la risa de foca desnutrida había vuelto otra vez. Este chico iba a matarme.
- Ya, no puedes culparme por intentarlo. - Aaron sonrió. - Aunque no te crea.
- ¿Qué? ¿Que no me importa que tan grande la tengas? - Reí.
- No. Que seas virgen. - Él me miró completamente indignado.
- ¿Estás llamándome perra? - Y otra vez la maldita risa de foca desnutrida. - No es gracioso Kels.
- Oh vamos, probablemente en tus tiempos fuiste una perra de primera. ¿Con cuántas chicas te acostaste? ¿Treinta? ¿Cuarenta?
- Fueron ciento noventa y tres, pero no importa, no llevo la cuenta. - Volví a reír. - No era una perra "en mis tiempos". - Hizo comillas con sus dedos. - Se podría decir... ¿Galán, tal vez? Mi madre siempre odio eso. - Una extraña mirada melancólica cruzó por sus ojos y paré de reír de inmediato.
- ¿A qué madre le gustaría que sus hijos jugarán con mujeres de esa manera? Dímelo. - Aaron sonrió con sus labios juntos y puso esa mirada de cachorrito que quería que jamás volviera a cruzarse en su rostro.
- Ninguna. Pero ella en verdad lo odiaba. Puedo escucharla decir: 'un día de estos, tú serás el que se enamore. Y también serás al que dejen por una cara más bonita que la tuya, mi niño... Aunque crea que eres el más bonito de todo el universo.'
Deja de sonreír así. Me estás rompiendo el corazón.
- Tu madre suena genial. Debe haber sido una gran mamá. - Le dije mientras sonreía. No sabía si era correcto hablar en pasado. Pero, no lo sé, suponía...
- Lo era. - Le robé un beso mientras veía al frente que lo hizo sonreír. - De acuerdo, vamos a empezar a hablar más de mi madre. - Reí.
- Creo que la entiendo. Eres un tremendo imbécil. - La campana sonó y un montón de adolescentes alocados entraron por la puerta.
- ¿No era un idiota? - Susurró en mi oreja. Tris y Jake entraron riendo y luego miraron hacia el lugar en que estaba. Aaron se alejó de mi al instante.
- Ambas. - Le dije, mientras miraba al frente.
(...)
- Dime que no hubo nada de autismo hoy, por favor. - Sonreí a Alex mientras cerraba mi casillero. Las clases habían terminado de una vez por todas. Aaron había desaparecido de mi vista después del almuerzo, en el cual tuve que soportar sus acechadoras miradas desde lejos y a Jake, que estaba insoportable desde la mañana. Una manera tierna de insoportabilidad.
- No hubo nada de autismo hoy, Alexander. Se comportó como una persona normal. - Él juntó las cejas. - ¿Qué sucede?
- Me parece más extraño que Aaron se haya comportado como una persona normal hoy a que parezca autista, ¿no crees?
- Me parece extraño que me haya hablado. - Miré a Alex con mis cejas levantadas.
- ¡CARIÑO! ¡CARIÑO AL FIN TE ENCUENTRO! - Miré a mis costados mientras Alex se tomaba la cabeza.
- ¿Ese era Chad? - pregunté con una sonrisa.
- Esta insoportable desde que viniste a casa. Aaron va a matarlo si sigue hablándole de ti. - Volví a mirar a mis costados buscándolo.
Este chico era genial.
- ¿Crees que le agradé? - Pregunté.
- ¿Agradarle? Tú le gustas, eso es lo que trae a Aaron tan loco. - Reí.
- Por favor Alex, yo no le gusto a Chad... ¿En dónde demonios está? - Alex miró fijo detrás de mí y se tomó la cabeza otra vez. Me giré para ver qué era lo que sucedía.
- ¡YO SE BIEN QUE ESTOY AFUERA, PERO EL DÍA EN QUE YO ME MUERO, SÉ QUE TENDRÁS QUE LLORAR!
Oh Dios Santo. Esto es lo mejor que me ha pasado jamás.
Chad estaba vestido de mariachi, con un gigante y simpático gorro en su cabeza que me causaba demasiada gracia. No podía evitar soltar carcajadas, este chico iba a matarme. Tenía un gigante ramo de flores en su mano, un gesto que me derritió el corazón. Pero no de la forma que hubiera pasado si Aaron fuera el que estuviera en su lugar. Gritaba desde el fondo de su garganta las palabras en español, y sí, gritaba, porque eso definitivamente no era cantar. Connor apareció detrás vestido exactamente igual que él y me pareció escuchar la carcajada de Alex, pero la mía había sido demasiado ruidosa como para confirmarlo.
- Esto es estúpido. - Dijo Connor con cara de que en cualquier momento mataría a Chad con sus propias manos. Chad le dio un buen codazo en su abdomen y él se agarró el lugar afectado. - ¡LLORAR Y LLORAR! - Gritó casi sin aire.
Ya, me voy a hacer pipí de la risa. Ayuda.
- ¡DIRÁS QUE NO ME QUISISTE, PERO VAS A ESTAR MUY TRISTE, Y ASÍ TE VAS A QUEDAR! - Agradecía que las clases se habían terminado hace tiempo y no había nadie rondando en los pasillos.
- Oh Dios, acaba de salir de la clase de español y ya se cree mexicano. - Alex estaba igual o peor que yo. Nuestras risas de focas desnutridas con problemas de respiración se acoplaban.
- ¡Su español es lamentable! - Grité intentando parar con mi risa.
- ¿No te conquisté? - Chad se paró junto a nosotros y me miró fijamente mientras intentaba calmar mi risa.
- No, pero me gusta tu sombrero. - Lo saqué de su cabeza y lo puse en la mía.
Repito, este chico es genial.
- Soy un millón de veces más lindo que Aaron. Esta cara -señalo su rostro-, ganó tres concursos de belleza y cinco de camisetas mojadas, amor. - Volví a reír.
- Creo que voy a suicidarme con este sombrero. No sé cómo lo haré, pero juro que voy a encontrar la manera. - Connor miró su sombrero con odio. - Sigo sin entender cómo hiciste para convencerme... Oh cierto, trucos mentales. - Chad lo miró mal.
- Desafinaste. Es por eso que todo esto no dio resultado. - Connor rió.
- ¿¡YO DESAFINÉ!? - Volvió a soltar otra carcajada al igual que yo, y bueno, Alex ya estaba perdido. En cualquier momento veríamos sus pantalones mojados. - No me hagas reír.
- Ya, fue un bonito gesto Chad... - Le sonreí y él hizo lo mismo. - Pero no le veo un futuro a lo nuestro. Creo que deberías repartir el sabor Chaddy Chad Chad a más de una sola mujer, ¿no crees? - Él asintió.
- Tienes razón. Tienes toda la razón Kels. ¡MUJERES, CHAD ESTÁ CALIENTE Y ENCHILADO PARA USTEDES! ¡TACOS!
Basta, ya puedo sentir el chorro salir por el amor de Dios.
- Es la cuarta vez que voy a una clase de español. Tengo que agradecerle a las telenovelas mexicanas que ve Connor cuando piensa que no estoy cerca, son mejores profesoras de lo que creen. - Volví a reír con mucha fuerza mientras me tomaba el estómago que ya comenzaba a dolerme. Connor golpeó a Chad en la cabeza y yo tomé a Alex del brazo, porque ya estaba a punto de caer al suelo. Sus facultades mentales no funcionaban en este momento.
- ¡KELSEY! ¡KELSEY LO CONSEGUÍ! - Los tres hermanos Lawrence pararon lo que estaban haciendo al instante y desaparecieron de mi vista como si nunca hubiesen estado allí. Tris apareció doblando al final del pasillo y corriendo con una brillante y blanca sonrisa en su rostro.
Que se caiga. Que se caiga. Que se caiga. Que se caiga.
- ¡Kelsey lo conseguí! - Dijo cuando se encontró justo a mi lado, saltando como una niña pequeña.
- ¿Podrías calmarte?... ¿Qué conseguiste? - Me acabo de dar cuenta de lo negativa y malhumorada que sueno siempre.
- ¡La prueba de porristas! ¡Estoy dentro del escuadrón! - Un asqueroso grito de emoción salió de sus labios.
Agh, que fastidio.
- Fue hace unos segundos. Estaban audicionando, muy mal para ser sincera, y las otras porristas del escuadrón eran muy agradables, menos tres que eran unas malditas perras asquerosas y llegó mi turno, y ¿por qué tienes un sombrero de mariachi en la cabeza? - Señaló mi cabeza y miré hacia arriba.
Oh, mierda.
- Es un proyecto para la clase de Español. - Hice un ademán con mi mano, dándole poca importancia.
- No importa. Bueno, en fin, hice mi rutina y me dijeron que estaba dentro del escuadrón. El viernes por la noche es el primer partido de la temporada y Stefany me dijo que si trabajaba muy duro podía estar en la rutina para el juego y...
Ya, mi cabeza va a explotar si sigo escuchando mierdas de porristas, lo siento Tris.
Así qué hay un juego el viernes... ¿Por qué no me agrada la idea?

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Aaron Lawrence
FantasyHistoria de Lucía Aluminé Sacado de su página de Facebook: "Storytellers"