Capítulo 20:
- Maldita sea... - Lleve una mano a mi mejilla y suspiré.
Ya era la quinta vez que golpeaba mi cara con una rama. Y estaba segura que esta vez había sangrado. Sentía el ardor en mi mejilla y el líquido en mis dedos. No era mucha sangre, pero mierda que dolía.
Todo estaba tan malditamente oscuro, que apenas podía ver lo que tenía en frente, por donde caminaba, cuando se avecinaba un árbol, o si había algún tipo de serpiente rondando cerca de mi pie.
- Maldita seas Kelsey. - Volví a maldecirme, ¿y por qué no en voz alta? Llevaba caminando diez minutos y no había escuchado ese maldito grito otra vez. Y para empezar, ya quería que la persona que haya gritado esté muerta, porque lo más probable es que me haya perdido por ir en su estúpido rescate. Así qué si ella o él no estaba muerto o muerta, yo, personalmente, iba a ser la encargada de patear su culo tan fuerte que no podría sentarse en una silla por mucho tiempo, más del que se imaginaba. Aunque la voz me había sonado a hombre... ¿Pero quién sabe? Tal vez un travesti... No lo sé.
No sabía cómo volver. No sabía para donde ir. No sabía que había pasado. No sabía dónde estaba Key. No sabía dónde estaba Aaron. No sabía nada.
Seguía teniendo un poco de miedo por lo que había pasado antes en la fiesta. Y que quede claro que las palabras "un poco" eran relativas, porque yo estaba, literalmente, temblando del miedo. Los pensamientos de todas esas personas corriendo, la manera en que Key reaccionó y estar sola en el medio del bosque caminando perdida sin saber a dónde ir cuando minutos antes escuchaste a alguien gritar por ayuda, no eran una buena combinación.
Y pensaba que si seguía sin hacer ningún ruido, sea quien sea jamás podría saber que lo estaba buscando. Así qué grite.
- ¡OYE! ¿HAY ALGUIEN AHÍ?
Si, no se te podría haber ocurrido decir algo mejor. Porque si había por allí suelto un asesino, él probablemente diría 'Presente y dispuesto a matarte.' Bien pensado Kels.
- ¡AYUDA! ¡AYUDA POR FAVOR!
Oh gracias a Dios, ya empezaba a pensar que lo había imaginado.
- AQUÍ ESTOY. DIME EN DÓNDE ESTAS. - Mis pies fueron más rápido por el bosque en un intento de poder seguir la voz y ayudarla.
- ¡AYUDA! - Era un hombre, ahora estaba segura. El hecho de estar cada vez más cerca aclaraba mis pensamientos. Llegaría, lo encontraría, lo ayudaría con la mierda en la que estaba metido, luego él sabría donde estaba el estacionamiento, (porque lo sabría. A pesar de todo a veces tenía que ser un poco positiva maldita sea) iríamos allí, Key aparecería y luego Jake, y nos iríamos a casa y toda esta mierda se iba a terminar.
- ¡AYUDA!
Maldición, ya entendí que necesitas ayuda, espera un momento por el amor de Dios.
Salté un tronco que estaba en mi camino y pasé por detrás de un árbol. Un descampado, sin un solo árbol, de esos que usan en los campamentos, redondo como un círculo, estaba frente a mí.
- ¡AYUDA! - Venía de allí, estaba segura. Giré en mis pies intentando localizar a alguien con mis ojos. Aunque ahora era mucho más claro ver, porque los árboles tapaban la luz de la luna, todo se bañaba de una hermosa aurora blanca. Si hubiese sido otro momento, lo hubiese apreciado como era debido. Pero a pesar de la poca luz que la luna emitía, seguía estando demasiado oscuro para mis ojos, así que sólo veía sombras en lugar de árboles.
- ¡AYUDA! ¡AYUDA POR FAVOR!
Vamos Kelsey, el chico tampoco debe poderte ver a ti, haz un maldito esfuerzo.
- ¡AQUÍ ESTOY! ¡ES QUE NO PUEDO VERTE! - me dirigí hacia una punta del descampado donde había unos cuantos árboles y luego empezaba el bosque otra vez. No sabía si era el norte, el sur, el este o el oeste, pero tenía que encontrarlo para salir de aquí de una vez por todas.
- ¡AYUDA! - el grito solo me confirmó que estaba yendo por el camino indicado.
No veía nada y comenzaba a frustrarme. Mis piernas dolían, mi mejilla ardía y ni hablar del frío que se colaba por todo mi cuerpo.
Ya no sabía que hac...
¿Una grabadora?
¿Qué hacia una grabadora en el medio de un bosque?
- ¡AYUDA! ¡AYUDA POR FAVOR!
¿Es que acaso esto era un chiste?
No podía evitar que mi ceño se frunciera. Caminé hacia la grabadora que estaba apoyada en uno de los árboles.
¿Qué mierda?
- ¡AYU...! - Me agaché junto a ella y la apague.
Agh, al maldito que se le haya ocurrido esta estupidez, juro que voy a asesinarlo. Ha sido la peor broma de la historia.
Ahora estaba sola, perdida y enojada. ¿Mejor combinación? Imposible.
- ¿No sabes que las chicas bonitas no deben estar vagando solas por el bosque? - Contuve la respiración y volteé mi cabeza.
No había nadie.
- Aquí arriba linda. - Subí mi vista a las copas de los árboles. Vi cómo se movían... Y no había viento.
- Ahora aquí abajo. - Giré en cuanto sentí el susurro en mi cuello.
Maldita sea, Key me lo advirtió.
Mi respiración se volvió irregular y tragué saliva.
Una risa retumbo por todo el bosque, y estaba segura que si había alguien dando vueltas por allí la había escuchado.
- Kelsey Brooks, ¿eh? Eres más linda de lo que te pintaron.
Dios, Dios, Dios, Dios, necesito ayuda.
Saqué mi celular torpemente del bolsillo trasero de mis jeans y busqué entre mis contactos a Key. Presioné llamar y lo puse en mi oreja.
"Usted carece de cobertura inalámbrica para realizar esta llamada, por fav..."
Maldición, no tenía señal.
- ¿De verdad me crees tan idiota? - me giré de nuevo cuando sentí aquella voz profunda susurrar en mi oído.
Me levanté del suelo húmedo, y giré en mis pies buscando a quien sea que estuviera haciendo esta estúpida broma.
- ¿¡Quien eres!? ¿¡Qué quieres!? - Mi corazón iba tan rápido que parecía que había corrido por una maratón. Tenía piel de gallina, y el frío se había intensificado tanto que podía ver mi aliento cuando respiraba irregularmente.
Tenía miedo. Muchísimo miedo.
Aquella voz profunda y varonil emitió una gruesa risa. No podía visualizar nada. A este punto, sólo veía (o creía ver) sombras que se movían a mi alrededor.
Había dos malditas opciones, y ninguna era mejor que la otra. 1) Algún maldito acosador estaba en el bosque y sabía mi nombre, o 2) me había vuelto loca.
- Kelsey, Kelsey, Kelsey... Me habían dicho que nunca hacías caso a lo que te dicen. Deberías aprender a escuchar.
Giré de nuevo en mis pies buscando a quien sea que estuviera por allí.
- ¿Cómo mierda sabes mi nombre? - mi voz salió temblorosa y me considere una estúpida por eso. Lo que menos quería era que él supiera que estaba asustada.
- Eso no importa ahora... Estamos esperando el momento justo, ¿no crees?
¿El momento para qué? Oh Dios, a mí siempre me tenían que tocar los locos.
- ¿De qué estás hablando? - Una sombra cayó de un árbol. Giré mi cuerpo completo hacia allí. Sabía que mi vista podía estar fallando, pero estaba casi segura que era un cuerpo. Alto, musculoso, de hombre. Comenzó a caminar hacia mí, y como si fuera un acto de reflejo, yo camine hacia atrás.
- Sólo cierra los ojos y no te dolerá tanto, ¿si? - Retrocedí un poco más, hasta que mi cuerpo chocó contra un árbol. Sea quien sea siguió acercándose a mí. No podía ver su rostro, sólo veía su cuerpo. Su cuerpo caminando hacia mí. Caminando hacia mí, para matarme.
No me di cuenta que estaba llorando hasta que moje mis labios con mi lengua en un intento de refrescar mi boca seca y sentí el gusto salado de mis lágrimas.
De repente mi mejilla rasgada o estar perdida no era mi mayor preocupación. Cerré los ojos esperando a que todo acabara de una vez.
Sabía que había bromeado mucho con el tema, pero no quería morir, no en realidad. Sólo podía pensar en todo lo que me faltaba por ver. En Tris, que lloraría a mares por mí, y ahora se quedaría sola en el mundo. En mis putos padres, por haberme abandonado, porque tal vez, si ellos no lo hubieran hecho, esto no hubiera pasado. Y pensé en Aaron. Si, en Aaron. Sus ojos negros, su cabello, sus pestañas, en todo él. Y en todas esas estupideces que había dicho y en cómo él me había advertido que no vaya a la fiesta. Si tan sólo no hubiese sido tan estúpida, le habría hecho caso y esto no estaría pasando.
Un par de manos rodearon mi rostro. Estaban heladas y me estremecí ante el tacto. No quería abrir los ojos. Apreté mis párpados mucho más fuerte haciendo que más lágrimas cayeran por mi rostro.
- No te das una idea hace cuanto tiempo que quiero hacer esto. - Su aliento chocó contra mi cara. De mis labios salió un sollozo haciendo que él riera.
Vas a morir Kelsey, y nunca más vas a poder comer en toda tu maldita vida. Y te lo mereces, por gorda obesa desobediente.
Sentí su cara acercarse a mi cuello y aspirar en esa zona. Sabía que estaba tardando para hacerme sufrir. O al menos, eso suponía...
Todo pasó muy rápido.
Su aliento chocando contra mi cuello. Sus manos saliendo de repente de mi cara. El frío que recorría mi cuerpo al acercarse, desapareciendo. Un grito de dolor. El tronco de un árbol rompiéndose.
Abrí los ojos en ese mismo instante. Necesitaba saber qué mierda estaba pasando.
Una espalda, de un muchacho. De un muchacho que yo conocía.
Aaron.
Caí sentada contra el tronco en cuanto vi su cuerpo dándome las espaldas.
Suspiré. Y maldita sea, no quería suspirar. Porque sabía bien que era un suspiro de alivio. Y Dios, cada vez esto tenía menos sentido, ¿qué mierda podía estar haciendo él aquí?
Aaron se giró hacia mí, revelando su ceño fruncido y sus ojos llenos de preocupación.
Se agachó junto a mí e inspecciono todo mi rostro. No sabía que buscaba. Pero me estaba derritiendo bajo su mirada y me sentía como una completa idiota.
- ¿Estás bien? - su ceño seguía fruncido, estaba preocupado. Se notaba demasiado.
Mi corazón se encogió cuando escuche una risa. Y no era de Aaron... Ni mucho menos mía.
- Esto es tan conmovedor... En serio, se me ha caído una lágrima. Bueno, si mi cuerpo pudiera llorar, probablemente eso hubiera sucedido. - Me hice más chiquita, aplastando mi espalda más en el árbol. Aaron rugió. Y Dios que me había hecho temblar.
Giró en su cuerpo poniéndose de pie. Camino tres pasos más por delante de mí, dejándome una perfecta vista del cuerpo sin cara que me había acosado segundos antes.
Estaba frustrada por no poder ver su rostro. Si lo veía, por lo menos podía ir a la policía y denunciarlo, no lo sé.
- Este no es territorio de cazadores. No puedes estar aquí. - Sus manos se hicieron puños. Quien sea, río.
- ¿Y a mi debería importarme porque...?
- Porque es territorio de otro clan, y pueden cazarte, según las leyes.
¿Territorio? ¿Clan? ¿Leyes? ¿Cazadores? ¿Qué carajos?
- El problema es que jamás podrían cazarme. Jamás. - No entendía ni mierda de lo que estaban hablando, pero su tono arrogante me daba escalofríos.
- ¿Por qué estás tan seguro de eso?
- Nunca nadie ha podido decir lo contrario. - Aaron abrió sus manos y...
Oh no. Oh Dios no.
¿Eran garras? Dime que estoy alucinando, por favor. Alguien dígame que me volví loca.
Vi como Aaron se echó a correr como un animal en plena caza. Era malditamente rápido. Pero no 'rápido veloz'. La clase de 'rápido inhumano'. Era un maldito Flash.
El chico sin rostro saco un par de garras también. Y maldición, me sentía un puto ninja en una película de superhéroes. No entendía ni mierda de todo esto. Y eso sólo hacía que el pánico se expandiera mucho más rápido por mis venas. Me aplasté más contra el tronco sin poder dejar de mirar la escena que se encontraba frente a mí.
Aaron golpeó al chico sin rostro en la cara y lo hizo volar al menos cinco metros sobre el aire. El chico se levantó al instante y rasgó a Aaron en la cara con sus, ahora mejor vistas, gigantescas garras.
El chico pateó a Aaron en el estómago y lo rodeó quedando en sus espaldas. Lo había hecho tan rápido que cuando había pestañeado, él ya estaba detrás de Aaron.
El pie del desconocido fue a parar directamente hacia los omóplatos de Aaron, que recibió la patada y voló contra un árbol haciendo que éste se quebrara en dos.
¿QUIENES MIERDA ERAN? ¿JACKIE CHAN Y BRUCE LEE? ¿CÓMO MIERDA ESTABAN HACIENDO TODO ESO?
El maldito ninja sin rostro gruñó en victoria, cuando vio que Aaron no se levantaba de su lugar. Un calor recorrió todo mi cuerpo y luego me quedé helada.
Por favor que no esté muerto. Por favor, por favor, por favor, por favor que no esté muerto.
El desconocido loco acosador limpió algo en su cara que imaginé que era sangre (después de lo fuerte que se habían golpeado, lo más probable era que fuera sangre) y comenzó a caminar hacia mí.
No otra vez maldición.
- Ahora sí... ¿En qué estábamos?
Maldita sea Kelsey. Vas a morir. Ahora si vas a morir y nadie podrá salvarte. Vas a morir dolorosa y lentamente. Vas a quedar muerta, muerta, muerta. Bien muerta. Di adiós a todo, ahora, en este instante.
De repente, quería estar peleando con Tris en el departamento diciéndole que era ridículo usar tacones todo el tiempo. Quería ver la tele y quejarme de este estúpido pueblo. Quería estar acostada en la cama y sentir el calorcito recorrer mis pies y esparciese por todo mi cuerpo. Quería estar en casa.
No iba a cerrar los ojos. No debía. Al menos, cuando me matara, vería la cara del maldito bastardo.
Estaba aterrada. Mi pecho subía y bajaba más de lo normal. Sentí mi corazón en mi garganta, parecía estaba a punto de salirse de mi boca. Mis ojos volvieron a ser llorosos y no quería. No quería que supiera que podía hacerme llorar del terror. No quería.
Se acercaba a mí. Lentamente, y de a poco empezaba a tener una mejor visión de su figura. Era alto, muy alto, su cuerpo era fornido y musculoso y eso podía explicar un poco su fuerza sobrenatural, pero no tanto. Hombros anchos y brazos bastante grandes. Su rostro seguía siendo una sombra, pero a medida que se acercaba, la poca luz que reflejaba la luna, hacia que todo fuese más claro.
Estaba a tan sólo unos cuantos pasos de mí, cuando Aaron apareció de la nada. Tomó al desconocido por un brazo, alzándolo del suelo. Vi su cuerpo volar por los aires, cuando Aaron utilizó toda su fuerza arrojándolo a algún lugar que mi vista no llegaba a distinguir. Pero si oí la manera en que otro tronco de otro árbol se partía.
¿En qué mierda te metiste Kelsey?
Dirigí mis ojos a Aaron. Él no sabía que lo estaba viendo. Estaba muy ocupado detectando en dónde se hallaba el acosador desconocido.
Miré su rostro muy detenidamente buscando alguna señal que pudiera decirme qué mierda estaba pasando o, más exactamente, qué había pasado.
Su cabello más despeinado de lo normal. Sus ojos más profundos y negros que de costumbre. Sus hombros moviéndose igual de agitados que su pecho y su respiración. Su mandíbula apretada. Sus colmill...
No. No, no, no, no, no. No por favor no. Alguien dígame que me volví loca.
Esto no estaba pensando. Él no podía ser un... No, me había vuelto loca.
Mi cuerpo se apretó el triple contra el árbol al instante. Y justo después escuché esa risa. Ambos escuchamos la risa de esa voz que conocíamos bien y que estaba segura, tendría pesadillas durante años.
- ¿¡QUÉ MIERDA ES LO QUE QUIERES!? - Salté del susto ante el fuerte grito desgarrador que Aaron emitió. Venía del fondo de su garganta y noté sus colm... Ni siquiera podía decirlo, ni siquiera lo creía. Vi sus 'cosos' crecer tal vez un poco más. Si es que eso era posible.
- Créeme... Mi trabajo ya está hecho. - Una suave brisa de viento invadió todo el lugar y el frío abrazador desapareció de un instante al otro, y luego... Silencio. Silencio que avecinaba la llegada de la tranquilidad y la armonía. O eso pensé hasta que caí en la realidad y vi en frente de mí a Aaron.
Giró en sí y golpeó con su puño uno de los árboles que tenía cerca. El golpe quedó marcado en el tronco, prácticamente partido. Gritó de la frustración, podía notarlo en el ceño fruncido en su rostro.
No quería quedarme sola con él. Me aterraba quedarme sola con él. De repente no lo quería cerca y no quería saber que escondían los hermanos Lawrence y no quería sentarme al lado de él en Biología y no quería que me hable. Y no lo quería cerca de mí nunca más.
Me apreté lo más que pude contra el tronco del árbol y mi boca emitió un sonido parecido a un sollozo ahogado. No podía creer que mi corazón iba tan rápido.
Me miró y yo lo miré. Y nos miramos.
Mi respiración era agitada tanto que mi pecho dolía, y todo era por el maldito miedo que recorría todo mi cuerpo y no se iba.
- Yo... - Él no podía hablar. Y yo tampoco podía decir algo. Estaba en shock. No podía dejar de observar esas cosas que sobresalían de su boca, no podía no hacer como si no las hubiese visto. No podía hacerme la tonta después de todo lo que había pasado. Aaron se dio cuenta que los estaba viendo. Era obvio. Cualquiera se habría dado cuenta. Suspiró en el intento de volver su respiración regular y más tranquila. Y cuando lo logró, ellos desaparecieron.
Como si nunca hubiesen estado allí.
Como si nada de esto hubiera pasado.
Como si nunca los hubiese visto.
Pero los había visto.
Y todo esto había pasado.
- Yo puedo explicártelo todo...
Y más le valía.
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Aaron Lawrence
FantasíaHistoria de Lucía Aluminé Sacado de su página de Facebook: "Storytellers"