Capítulo 46:
Atajé mis libros en el aire con una habilidad que nunca había existido en mí jamás. Sin pensar lo increíbles que estaban mis reflejos últimamente, corrí como pude hacia el aula de Biología. No llegaba tarde, pero siempre intentaba ir más temprano de lo normal para poder hablar con Aaron. Está bien, para besarlo más que nada. Era una mocosa calenturienta, nadie podía culparme por eso si alguna vez habían visto a Aaron y a su sonrisa. Nadie podía hacerlo, estaba en las reglas de la vida. Las reglas de los padrinos mágicos. Estaba en las reglas del universo.
Giré a la derecha y vi el aula de Biología. Su puerta abierta me indicaba que tal vez no llegaba tan tarde para una sesión de besos. Aunque después de lo que Aaron había hecho ayer, teníamos que hacer extremadamente cuidadosos. La mitad de las chicas del colegio habían corrido a preguntarme qué había entre Aaron y yo, y mi respuesta siempre había sido la misma: "Sólo es mi compañero de Biología, no tengo ni la más mínima idea de por qué me besó, probablemente una apuesta con sus hermanos." Aunque la verdad era que la parte de la apuesta era cierta. Ver a Chad y Connor vestidos de sirvientas toda la tarde, había valido la pena a pesar de los insoportables gritos que Tris me había dado por la noche apenas puse un pie en el departamento. Estaba furiosa, y la verdad era que no sabía por qué, y ella tampoco. Había estado poniendo excusas para gritarme toda la noche. Hasta había sacado temas de cuando estábamos en el orfanato. La cuestión, era que algo más molestaba a Tris, y tenía que ver con Jake. Pero ninguno de los dos me quería hablar de ello. Y Tris se desquitaba conmigo por eso.
Entré al aula haciendo malabares con mis libros, evitando que se cayeran. Mis ojos se desviaron de inmediato al último lugar del salón de clases que siempre ocupábamos Aaron y yo. Él se encontraba de lo más distraído en su lápiz. Lo veía como si contuviera el más grande secreto de todos los tiempos. Estaba tan concentrado, que tenía esa cara que siempre ponía: las cejas fruncidas, sus ojos achicados, la nariz algo fruncida y sus labios convertidos en una línea recta. Me hizo sonreír y estabilizarme de repente. Sus ojos dejaron de observar al lápiz entre sus dedos y se levantaron, buscando a la persona que lo observaba, que era yo, obviamente. Su cara se relajo cuando su mirada se posó en mí, y sus labios dejaron de estar rectos para deslumbrar esa hermosa sonrisa que me enamoraba cada día un poco más.
No esperé ni dos segundos. Prácticamente corrí por el pasillo que llevaba a nuestra mesa. Mis ojos no tenían lugar para otra cosa que no fuera Aaron. No sabía qué me estaba pasando últimamente, a los dos. Tal vez estábamos en la etapa de luna de miel, esa en la que las dos personas no podían vivir separadas una de la otra, y la verdad, era que no desaprovechaba ninguna de todas las posibilidades que tenía de tener a Aaron cerca. Aunque fuera unos centímetros, o a un pasillo de distancia, ninguno de los dos las desperdiciaba. Era estúpido, sí. Pero así éramos nosotros, y no quería que cambiara.
Una extraña fuerza de gravedad, detuvo mi camino hacia el amor de mi vida, y me atrajo a una de las sillas que se encontraban en el aula. Al principio, pensé que había estado tan embobada mirando a Aaron, que me había tropezado con mis propios pies, y parecía una teoría bastante buena y refutable, por el simple hecho de que era una de las personas más torpes que jamás había conocido. Pero luego, cuando me volteé a mi derecha, pude ver a una furiosa Tris que tenía sus ojos achicados. Abrí la boca con sorpresa y fruncí mis cejas.
- ¿Pero qué...? - Le pregunté. Ella me interrumpió arrebatando mis libros de mis brazos y apoyándolos con fuerza en la mesa frente a nosotras.
- Hoy vas a sentarte conmigo. - Me ordenó con voz dura mientras posaba sus brazos sobre la mesa y miraba al frente sin hacerme caso. Me volteé para observar a Aaron, que parecía igual de confundido que yo. Me encogí de hombros y negué con la cabeza, indicándole que no había manera de que nos sentemos juntos hoy. Él suspiró y vi cómo bajaban sus hombros mientras se estrellaba contra la silla con fastidio y cruzaba sus brazos, completamente enojado. A mí tampoco me hacía gracia toda esta situación, y la Tris paranoica y chillona comenzaba a molestar al duendecillo de la furia que llevaba dormido dentro de mí un largo tiempo. Todos debían confiar en mí cuando decía que ninguno de ellos quería despertarlo. Porque una vez despierto... No había vuelta atrás.
Me giré a Tris, molesta. Ella seguía ignorando mi presencia.
- Entiendo que no quieras que me siente con él, de verdad lo hago, pero no es como si volviera a besarme. Es más, hoy planeaba aclarar esa situación con él, si es que se digna a hablarme esta vez. - Mentí. Cuando ponía a Tris y a Aaron en una misma oración, el resultado final siempre eran mentiras.
- Tiempos desesperados, requieren medidas desesperadas. - Dijo seca. Y su cara, ahora tranquila, me hizo enojar un poco más.
- No era necesario empujarme de esa manera, podrías habérmelo pedido de una manera amable, y yo lo entendería.
- No, no lo harías. Lo defenderías como haces siempre y como siempre has hecho y te enojarías conmigo por intentar cuidarte. - Resoplé con gracia.
- ¿Cuidarme? ¡Me lo ordenaste como si fuera un jodido perro, Tris! - Dije algo indignada. Ella se volteó hacia mí con las cejas fruncidas. No podía descubrir cuál de las dos estaba más enojada.
- Es la única manera en la que haces caso. - Acerqué mi cara a la de ella, completamente seria.
- Entiende que no soy una niña pequeña a la que puedes controlar y dar órdenes. Sé arreglar mis propios problemas por mí sola, no necesito que estés metiéndote en el medio... - Le susurré de una manera venenosa.
- Pues no lo parece. - Dijo acercando su rostro más al mío. Estaba furiosa por el simple hecho de que ella estaba tratándome como una niña pequeña, y también porque estaba usándome como excusa de sus estúpidos problemas con Jake, que ya me tenían cansada.
- Mira Tris, yo soy paciente hasta cierto punto, y créeme cuando te digo que estás cerca del límite. - Sus fosas nasales se abrían y se cerraban como si se tratara de un dragón a punto de lanzar fuego por la boca. - No soy la culpable de tus problemas con Jake, el pobre chico tampoco lo es. Deja de desquitarte con ambos, me siento una jodida bolsa de boxeo. Déjame arreglar mis problemas y si en verdad necesito tu ayuda, confía en mí cuando te digo que no voy a pedirla. - Tris se alejó de mí como si le hubiera dado una bofetada. Su cara de asombro hizo que algo dentro de mí se rompiera y me quise golpear por tener tan poco tacto y ser tan bruta e impulsiva como siempre era. Vi que sus ojos se llenaban de lágrimas de a poco y pestañeaba más de lo normal para mantenerlas controladas. Dentro de nuestro reglamento de chicas que se escapaban de su orfanato, existía la regla cuarenta y dos, que prohibía a cualquiera de las dos derramar una sola lágrima en frente de alguna persona que no fuéramos nosotras. Obviamente ambas la habíamos roto, pero con personas que nos importaban en serio, como Aaron o Jake, o Alex, o Key. No en presencia de todo el salón de Biología.
Ella miró al frente como si ya no soportara mirar mis ojos y yo sólo masajeé mi sien, digiriendo que acababa de mandar a mi mejor amiga a la mierda, mientras ella pasaba un difícil momento con su novio.
¿Por qué tenía que ser tan buena persona y dejar que los sentimientos de los demás se pusieran sobre los míos todo el tiempo?
Era un insulto hacia mi persona.
- ¿Vas a sentarte aquí? - Levanté mi vista y observé a un cansado Jake. Sus ojos estaban tristes, tenía ojeras y bolsas, como si no hubiera dormido desde hacía dos años. La sombra de su barba se notaba un poco más y hacía que su cara de niño pareciera más vieja de lo que en realidad era. Su cabello estaba despeinado, lo cual era raro, ya que él siempre lo tenía perfectamente acomodado hacia arriba. Sus ojos estaban sólo posados en los míos y de repente entendí lo que estaba pasando. Tris necesitaba una manera para alejar a Jake de ella todo lo que pudiera. Y yo era la perfecta excusa.
Algo grave había pasado entre ellos dos. Pero no podía obligarles a que me lo dijeran.
- Sí. Kelsey va a sentarse conmigo hoy. - La voz fría de Tris me congeló el corazón hasta a mí. Miré a Jake que sólo asintió con la cabeza y la observó una última vez como si no fuera a verla nunca más. Tris sólo levantó la barbilla y siguió ignorándolo con su mirada al frente. Sabía por su actitud que estaba herida. ¿Qué digo herida? Estaba deshecha, partida, completamente rota por dentro. Pero decidí no hablar. Y Jake tampoco. Caminó hasta el final del pasillo, lo seguí con mis ojos, y me sorprendí al ver que se sentaba al lado de Aaron. Al parecer, estaba tan triste que no se daba cuenta de las locuras que cometía y que había jurado jamás hacer en su vida. Aaron lo observó con asco. No llegué a leer sus labios, pero por su sonrisa adiviné que había hecho alguna broma de mal gusto hacia Jake, que sólo lo observó de mala gana, como si no tuviera fuerzas para responder. Eso me había sorprendido aún más, y a Aaron también. Se giró a verme con la boca abierta y negó con la cabeza como si intentara comunicarme que algo estaba mal. Y lo sabía. Sabía que algo andaba mal. No había manera en el mundo que Jake no le contestara a Aaron cuando hacía un comentario ofensivo de lo que sea. Sus peleas eran épicas por la simple razón de que ambos amaban combatir verbalmente el uno con el otro. Pero que Jake no respondiera era algo grave. Era algo muy grave. Tragué saliva y miré al frente en el momento en que el profesor Young pasaba por la puerta con una sonrisa.
Al parecer, era el único feliz el día de hoy.
(...)
- Está bien, está bien... - Controlé mi risa e intenté silenciar a los chicos. - Te acostaste tres veces con la misma chica, pero no es nada serio en realidad, y justo cuando estás poniéndote los pantalones, ella despierta y te pide que aclaren su situación como pareja. - Señalé a Chad que tenía una sonrisa en la cara y tocaba su barbilla, pensativo. - ¿Qué haces? - Metí un gran puñado de palomitas en mi boca y me estiré aún más en el sillón de la sala de juegos de los chicos. Sabía que la sacaría con facilidad, pero las actuaciones de Chad venían siendo las mejores hasta el momento. Valía la pena cada segundo.
Alex, que estaba sentado junto a mí haciendo tarea de lo que sea, cerró el libro y prestó atención. Sabía que había escuchado todo lo que decíamos a pesar de que no había querido participar. Connor se estaba riendo de antemano mientras Chad se paraba del suelo y sacudía sus manos en sus pantalones.
Aaron estaba en alguna parte de la habitación, lo había perdido en las primeras dos representaciones y Duncan sólo había desaparecido en el momento en que yo crucé la entrada de la casa. No me había rendido con él, no todavía, pero el asunto Tris/Jake me tenía agotada hasta los huesos. Y a Chad se le había ocurrido este juego de roles que supuestamente me relajaría y me haría olvidar de todos mis problemas porque él era el mejor actor de nuestra generación. No le había creído hasta hacía unos minutos.
Él se acercó a mí, carraspeó con su garganta y se arrodilló frente a mis pies. Miró al suelo y cuando levantó la vista sus ojos estaban llenos de lágrimas y parecía que estaba pasando por el peor momento de su vida. En vez de sentir lástima por él, reí mientras me tomaba la mano.
- Amor... - Comenzó e hice un esfuerzo para contener las risas dentro de mi cuerpo. - Sé que lo nuestro es algo muy especial y, debo decirte que he sentido una conexión desde el momento en que te vi. - No lo pude evitar. Él siguió como si nada lo afectara. - No sé si fueron tus ojos, o tu sonrisa lo que me hizo querer hablarte ese día, aunque no me arrepiento ni un segundo de haberlo hecho... Pero lo nuestro no puede ser. - Fingí que mi corazón se rompía y puse una mano en mi pecho. Quebré mi voz para sonar más realista.
- ¡Pero creí que lo que teníamos era especial! - Dije a punto de largarme a llorar falsamente.
- Lo sé, lo sé. Lo que tenemos es especial... Pero la verdad es que debo irme del país mañana. - Fingí sorpresa y unos cuantos llantos que hicieron a Connor reír con más fuerza. - No puedo decirte por qué, mi trabajo no me lo permite, te pondría en peligro. No quise decírtelo, preferí que pasáramos cada segundo y lo disfrutáramos sin la preocupación de decir adiós. Pero ha llegado el momento. Adiós, Kelsey. Nunca me olvidaré de ti. - Seguí llorando falsamente hasta que vi que Chad comenzaba a reír y no lo pude aguantar. Él se paró en su lugar e hizo reverencias mientras lo aplaudíamos y le gritábamos lo bastardo y mentiroso que era.
- ¡Oh, puta envidia! - Dijo mientras se desplomaba en el suelo nuevamente. Cruzó sus brazos detrás de su cabeza y miró al techo mientras sonreía con autosuficiencia. - No tienen idea de la cantidad de veces que eso ha funcionado. - Volví a reír mientras metía otro puñado de palomitas en mi boca. Apoyé mi cabeza en el hombro de Alex que había vuelto al asunto de la tarea, pero que me dirigió una sonrisa y un guiño cómplice.
De verdad estaría perdida sin los Lawrence en mi vida.
- Veamos, Kelsey... - Desvíe mis ojos a Connor que me sonreía mientras jugaba con sus manos. - Llevas unos dos meses con tu novio, ya han tenido sexo... Pero esta vez es diferente. - Hizo una pausa para agregarle suspenso y sonreí ante el baile de cejas que Alex hizo junto a mí. - Él insiste en que no usen ningún tipo de protección. - Junté mis cejas, pensando.
- ¿Sin condón? - Pregunto para estar segura. Connor asiente.
- Sin condón. - Me tomó mi tiempo para pararme, y hago una expresión en mi cara, para que crean que me la han puesto difícil. Alex tira su libro al suelo, Connor deja sus frituras sobre la mesa y Chad apoya su estómago en el suelo, sube sus piernas y apoya su cabeza entre sus manos, como toda una niña.
- Esto va a estar bueno. - Susurra y sonrío internamente. Intento sonarme los dedos, pero ninguno de ellos hace ruido, por lo cual los chicos ríen y me llaman patética. Acomodó mi cuello y salto un par de veces intentando buscar el perfecto punto de relajación. Cuando escucho el silencio de todos, camino unos cuantos pasos y siento la mirada de los tres sobre mí. Ninguno sabía lo que iba a hacer, pero iba a ser excepcional.
- ¡OH! ¡POR! ¡DIOS! - Grito con la voz más chillona que puedo poner. Alex casi tapó sus oídos, Connor y Chad comenzaron a reír, y Aaron bajó su libro y abrió los ojos muy grandes, intentando entender lo que estaba mal. Corro hacia él con fingida efusión y me siento sobre sus piernas. Él sostiene el libro y sube sus manos sin tocarme, no entendiendo ni mierda de lo que estaba sucediendo. Los ojos llorosos salieron de lo más profundo de mí y no tenía ni idea de cómo lo había hecho. - ¡CLARO QUE QUIERO TENER UN BEBÉ CONTIGO! - Aaron abrió los ojos con demasiada impresión, hasta creí que saldrían volando y la gata, que estaba en algún lugar, jugaría con ellos hasta cansarse. Su boca se abría de a poco e intentaba articular alguna palabra, pero sus palabras estaban trabadas en su garganta. - Estoy pensando en eso desde hace unas cuantas semanas y creo que ya tengo los nombres. - Los chicos no podían parar de reír y me arriesgaba al decir que en cualquier momento se harían pipí. - Si es niña podríamos ponerle Emma, aunque Darcy también me gusta. Y si es hombre podríamos ponerle James...
- Ke-Kelsey... - Tartamudeó Aaron. Rodeé su cuello con mis brazos y fruncí mi cara.
- Tienes razón. James es demasiado común. ¿Qué tal Carlos? Carlos Buenaventura. - Sonreí de sobre manera. - ¡Me encanta! - Lo abracé con fuerza, casi asfixiándolo. Me separé de repente y puse cara de pánico. - ¡Oh Dios! ¡Tengo que avisarle a todos! ¡VAMOS A TENER UN HIJO! - Me incliné y besé sus labios levemente. Aaron ni siquiera se movió. Era toda una masa de músculos tensos y rígidos.
- Kelsey estás asustándome. - Dijo por fin, más pálido de lo normal. Reí levemente y sonreí de una forma sincera, acaricié su mejilla para tranquilizarlo, pero sólo logré horrorizarlo aún más.
- Eso fue... ¡ASOMBROSO! - Chad se paró y limpió las lágrimas de risa que habían casi caído de sus ojos y comenzó a aplaudir. Alex y Connor hicieron lo mismo. Salí de las piernas de Aaron e hice unas cuantas reverencias cuando me paré. Los chicos no pararon de aplaudir y felicitarme a los gritos, y sentí a Aaron resoplar detrás de mí, con cansancio. Al fin había entendido que era una broma.
- Te estás juntando con ellos demasiado. En serio. - Me giré sonriéndole.
- No lo dudes ni un segundo. - Chad apareció por detrás y me rodeó con uno de sus brazos.
- Ni un sólo segundo. - Connor hizo lo mismo pero del otro lado. Aaron se paró, dejó el libro en una mesita que estaba cerca de él y empujó a ambos para que dejarán de tocarme con un sólo toque. Connor y Chad se tambalearon hacia atrás, no sin antes gritarle a Aaron que ser celoso era lo más estúpido que jamás había hecho. Yo sonreí e internamente me repetí que no. Que sus celos eran los primeros que no me resultaban enfermizos y los cuales no odiaba. Me parecían tiernos y dulces, sólo porque lo hacía conmigo, y siempre estaba al borde de la línea de los celos enfermizos y nunca se pasaba.
- Creo que mejor te llevo a casa. - Caminó hasta el respaldo del sofá y tomó su chaqueta. Hice un mohín con mis labios al momento en que tomaba las llaves de su auto. Mordió su labio inferior para no sonreír.
- Pero nos estábamos divirtiendo. - Él negó con la cabeza.
- Sí, Aaron, nos estábamos divirtiendo. - Me giré a Chad y Connor que estaban poniendo la misma cara que yo y no pude evitar reír.
- Si fuera por mí, te quedarías a vivir aquí hasta el año tres mil, pero tu hermana es lo que me preocupa. - Revoleé los ojos al recordar a Tris. - Aunque siempre puedes escaparte y quedarte a dormir en mi habitación. - Subí las cejas, dándole una clara respuesta. - Entonces es mejor que te lleve a tu casa antes de que Tris vuelva a tener la charla de 'aléjate de mi hermana', otra vez. - Abrí la boca sorprendida.
- ¿Otra vez? - Le pregunté sin poder creerlo.
- Otra vez. - Aaron salió del salón de juegos y yo peiné mi cabello hacia atrás.
Otra vez. Tris lo había hecho otra vez.
Cuando Aaron y yo no éramos lo suficientemente cuidadosos, en la escuela, o hasta a veces frente a Tris, como aquella vez que me vio bajar del auto de Aaron en el bar de Bill, ella se empeñaba en buscar a Aaron entre clases, acorralarlo en algún pasillo y amenazarlo, diciéndole que no volviera a acercarse a mí porque se las vería con ella en persona. Al principio, me había molestado muchísimo y no había hablado con Tris como por dos días cada vez que eso pasaba. Ella sabía que algo malo pasaba, pero nunca mencionaba el tema, sólo esperaba a que se me pasara para que todo siguiera igual, pero ahora, a esta altura, cuando ella sabía que Alex era mi amigo y que la mayoría de las veces, después de completar mi turno como camarera en lo de Bill, venía por las tardes a despejarme un poco, sólo lograba exasperarme.
Tris también sospechaba que Chad y Connor eran mis amigos porque me había visto alguna que otra vez con ellos en los pasillos de la escuela. Pero a Aaron, simplemente no aguantaba verlo cerca de mí. No estaba segura de por qué, y comenzaba a sospechar que nunca lo averiguaría.
- Adiós chicos. - Los saludé con la mano y ellos hicieron lo mismo. Me puse el suéter y salí de la habitación. Ya podía escuchar los gritos de Tris reprendiéndome por pasar más tiempo con Alex que con ella.
Tal vez esa era la razón de odiarlos. Tal vez estaba celosa.
Mientras acomodaba mi cabello, sentí que alguien tomaba mi brazo y empujaba de él con fuerza. Un par de labios acallaron mi grito a tiempo. Era imposible para mí no reconocer los labios de Aaron. Eran los únicos que había probado en mi vida, y eran tan cálidos y suaves que se me había grabado su sabor en el cerebro.
Mi espalda se estrelló contra una pared o lo que supuse que era una pared, y mis ojos cerrados sintieron que la luz se hacía más tenue bajo mis párpados. Me llevo unos segundos asimilar que él estaba besándome, y esperando a que le contestara. Y así lo hice. Pasé mi mano por detrás de su nuca y lo atraje de manera brusca hacia mí. Al parecer, le gustó, ya que sonrió mientras me tomaba fuerte de la cintura y enredaba una de sus piernas en el medio de las mías. Su repentina cercanía con mi cuerpo me hizo temblar, y él lo notó, porque se alejó sólo un poco, mordiendo mi labio inferior suavemente. El hecho de que sus dientes estuvieran aún tirando de mis labios, hizo que de mi boca saliera un grito ahogado que no pude evitar ni callar. Abrí los ojos y lo observé sonreír, aún con mi labio entre sus dientes perfectos. Lo miré a los ojos al tiempo que lo soltaba y me daba un último profundo beso. No entendía sus repentinas ganas de besarme.
- Evita volver a hacer eso con tus labios si no quieres que esto se repita. - Hablaba de mi puchero. Abrí la boca intentando articular alguna palabra, pero me fue imposible. - Exacto. - Dijo mientras guardaba sus manos en sus bolsillos y se alejaba caminando de mi vista.
Pero quería que se repitiera. Quería que volviera a besarme de esa manera. Creaba un fuego extraño en mi estómago que se esparcía por mis venas y me hacía temblar. Me aceleraba el corazón y hacía que mis pulmones bailaran como si estuvieran drogados. Cuando él me besaba así, olvidaba por completo cómo se respiraba.
¿Adivinen quién haría puchero cada vez que Aaron estuviera cerca?
Sonreí como una idiota y caminé hasta la puerta principal. Gina y Jonathan aún no habían llegado y Duncan me escupiría en la cara si me paraba a saludarlo. Así que salí de la puerta con la misma sonrisa que no podía evitar tener.
Aaron estaba parado en la puerta de su auto, esperándome. Con rapidez me acerqué a él y me subí por la puerta del copiloto. Él también se subió y puso el motor en marcha, para salir del patio principal de los Lawrence. Pasó por el camino de tierra que llevaba al taller que hacía años no pisaba y luego se dirigió a la carretera para llevarme a mi departamento,
Íbamos en un silencio de lo más agradable. Él concentrado en no chocar, y yo aún pensando en sus furiosos labios sobre los míos. Era una imagen que jamás lograría sacar de mi cabeza. Y no porque no pudiera. Era porque no quería.
No hablamos mucho, para ser honesta. Prácticamente no abrimos nuestras bocas. Me relajé en el asiento del copiloto y dejé que el movimiento del auto me llevara. Estaba agotada. Había sido un día desagradablemente cansador y esperaba que terminara ya. Aunque todo lo valía al pasar una tarde con Aaron. No recuerdo cuando me dormí, sólo sé qué estaba pensando en la manera en que Aaron me había besado y luego sólo sentí una ligera presión en mi hombro, que hizo que abriera los ojos con lentitud.
- Arriba dormilona. - Despertar y lo primero que veía era la sonrisa de Aaron, era una de las mejores cosas que me había pasado jamás. Le sonreí y me estiré en el asiento del auto.
- No quiero irme. - Le confesé, haciendo que él acariciara mi mejilla con delicadeza.
- Acabas de romperme el corazón. - Reí un poco y me giré de lado para verlo.
- En serio no quiero irme. Ver tu rostro es un millón de veces mejor que escuchar a Tris gritar y volverse loca mientras me persigue por todo el departamento. - Aaron besó mi frente y se alejó de mí.
- No comiences una discusión de cuál de los dos quiere más que te quedes aquí conmigo, porque vas a perder. - Suspiré con cansancio. - Ahora mueve tu lindo trasero hasta tu departamento antes de que Tris comience a golpear su cabeza contra las paredes. No querrás limpiar todo el departamento, ¿o sí? - Revoleé los ojos y besé sus labios con apenas un ligero tacto.
- Adiós. - Sonreí sobre su boca y lo miré a los ojos aún estando completamente cerca de su rostro. Desde donde estaba se veía tan hermoso. No es que no se hubiese visto hermoso antes, era sólo que desde ese ángulo su hermosura destellaba de sobremanera.
Salí del auto y lo saludé a través de la ventanilla, él me sonrió de lado en forma de despedida y tuve que contener mis ganas de subirme otra vez para besarlo.
Caminé intentando no voltearme porque sabría que no podría despedirme de él y le pediría que se quedara, que haríamos un plan para que Tris no se diera cuenta que él estaba en el departamento, o tal vez se lo contaríamos todo de una vez para por fin terminar con esta tortura. Sabía que le pediría que se quedara a dormir conmigo para espantar mis pesadillas y a Jaxon metido en mis sueños.
Mi teléfono sonó mientras abría la puerta principal del edificio. Escuché a Aaron acelerar cuando la había cerrado detrás de mí y luego el auto había desaparecido. Saqué el teléfono de mi bolsillo y atendí la llamada de Jake mientras me iba a las escaleras porque el elevador no funcionaba.
Esta contaba como la actividad física del año.
- Hola. - Saludé a Jake con una voz alegre, pero también fastidiada por las jodidas escaleras.
- Kelsey... - Su triste voz quebrada y llorosa me hizo detener al instante. Me tomé de la baranda aún más fuerte y abrí los ojos esperando que Jake estuviera bien y nada le hubiese pasado.
- ¿Estás bien? ¿Dónde estás? - Dije alarmada.
- En el bosque, jodidamente congelado. - No sabía cómo responder a eso. - Encontré mi ropa y mi celular y estoy entrando en una jodida crisis. - Fruncí las cejas y continué mi camino por las escaleras.
- No entiendo nada. - Le dije para que supiera que sus palabras habían sido transportadas a mi cabeza y se habían convertido en un nudo casi imposible de desatar, a menos que él siguiera explicándose.
- Me convertí, Kelsey. - Bueno, eso tenía un poco de sentido. - En frente de Tris.
Mi cerebro sufrió una ligera explosión en mi cabeza e hizo que cada parte de mi cuerpo se congelara. La sangre dejó de correr por mis venas. Mi teléfono casi se deslizó de mis dedos y casi cayó al suelo, pero estuve a tiempo para amarrarlo con fuerza. Mis rodillas flaquearon y tuve que sostenerme de la baranda para no caerme por las escaleras. Jake acababa de darme dos pre-infartos en menos de un minuto.
- Hace semanas que le conté lo que en verdad era. - Tres pre-infartos, no dos. Tres. - Pero no me cree. O al menos no me creía.
- Jake... - Articulé de manera ahogada, intentado transmitirle lo mal que estaba eso. Tris no estaba lista para la verdad. Lo sabía mejor que nadie.
- Estábamos discutiendo y me enojé mucho y el frío no ayudó en nada, y de repente me comencé a sentir mal y cada vez peor y Tris se asustó y le dije que se alejara e intenté salir corriendo, pero no podía. En verdad no podía hacerlo Kels. - Sentí sus lágrimas a través del auricular. - Ni siquiera recuerdo en dónde estábamos. Sólo sé que me caí al suelo y ella gritó mi nombre un millón de veces y luego la escuché gritar, pero estaba aterrorizada. No sé qué pasó después. - Mi cerebro comenzó a formular un centenar de historias de repente, causándome un dolor de cabeza monumental. Seguía sin poder hablar, aunque Jake sabía que aún podía escucharlo. - No sé si la lastimé, Kelsey, no sé si le hice daño a mi novia. - Tragué saliva sin poder responder y escuchando los sollozos de Jake. Respiré profundamente y me obligué a mí misma a recomponerme. Tenía que solucionar esto. Nadie más podía hacerlo, sólo yo.
- Está bien. - Le dije a Jake al fin. Mis piernas reaccionaron antes que mi cerebro y corrí escaleras arriba lo más rápido que pude. - Estoy yendo al departamento, te llamaré si la encuentro. - Mi voz comenzaba a ser jadeante y mis piernas se cansaban un poco más por cada escalón que subía. - Estoy contigo en esto Jake. Ella va a estar bien. Ya verás. - No tenía certeza de ninguna de las palabras que salían de mi boca, pero algo muy en el fondo de mí, me repetía una y otra vez que Jake no dañaría a Tris jamás, a pesar de que estuviera convertido en lobo. - Todo va a estar bien. - Repetí y luego le corté mientras abría la puerta de las escaleras de emergencia y corría con las pocas fuerzas que tenía por el pasillo que llevaba a nuestro departamento. Busqué las llaves con manos temblorosas y abrí la puerta con el corazón en la garganta. La cabeza me latía mientras la cerraba detrás de mí y buscaba Tris en las penumbras de nuestro apartamento. Mis ojos detectaron la pequeña lámpara que se encontraba en la sala y luego a Tris enrollada en sus largas piernas, con el maquillaje corrido y completamente despeinada. Me acerqué a ella corriendo, a pesar del cansancio y me arrodillé, mirándola.
- Lo lamento. - Me susurró, con la mirada perdida y la voz partida en un millón de pedazos. Tris estaba dejando ver lo rota que estaba hace semanas y de verdad la entendía. Mejor que a nadie. Quité el cabello de su rostro y lo puse detrás de su oreja, tardándome más de lo normal en hacerlo. - Lo lamento de verdad. - Volvió a repetir.
- ¿Qué es lo que lamentas, Tris? - Pregunté con mis cejas fruncidas.
- Oh, ella lamenta haberme llamado a mí. - Este no contaba como cuarto pre-infarto, porque este era un verdadero infarto. Mi corazón dolía dentro de mi pecho mientras rebotaba entre mis costillas como un loco, sin poder parar. El dolor de cabeza que antes tenía, se había convertido en un mareo constante que me hizo ver borroso por unos segundos. Escuché a Tris sollozar, aunque fue un ruido lejano, apenas un eco que pensé que mi cerebro había creado a través de mi imaginación. - Sorpresa. - La luz principal se encendió y me dejó ver a mi peor pesadilla. La persona que jamás pensé que volvería a ver en mi existencia y la cual esperaba que tuviera la muerte más dolorosa y lenta en el universo. Su sonrisa amarillenta por tanto fumar, me causaba nauseas y sus ojos destellaban felicidad, como nunca antes. El aire se me escapó de los pulmones al escuchar su voz una vez más.
Thomas Polland.
- Te dije que las encontraría. - Miré a Tris intentando encontrar alguna respuesta, una explicación, lo que mierda fuera. - Oh, no lo intentes. No quiso decirme qué le había devuelto la sensatez para llamarme. Simplemente ha estado sentada ahí desde que llegó y no ha parado de llorar ni un segundo. "Lo lamento, lo lamento, lo lamento..." - La imitó de una manera ofensiva. - Niña estúpida. - Tenía la garganta seca y sentía que en cualquier momento me desmayaría. No sabía qué estaban haciendo mis manos, pero le agradecí al impulso de mi cerebro por hacer algo inteligente una vez. Me paré con cautela mientras él se giraba, inspeccionando la habitación y tomé con agilidad mi cuaderno y un lápiz que se encontraban dentro de mi mochila. Anoté lo que necesitaba y lo dejé tirado en un lugar que él no pudiera ver. Con rapidez tomé algo que parecía lo bastante duro y pesado como para que cuando estrellara en la cabeza de Polland lo dejara inconsciente y corrí tras él. Lo planté con fuerza en su espalda haciendo que cayera al suelo con un grito de dolor.
- ¡Tris! ¡Vamos! - Le grité intentando que reaccionara mientras abría la puerta con desesperación. Aunque me quedé dura al tenerlos frente a mí. Parecían tan irreales. Tan de mentira. Rick y sus amigos me tomaron de los brazos con fuerza y me empujaron al suelo, evitando que pudiera escaparme.
Toda esperanza que había recorrido mi cuerpo ese solo nano segundo, había desaparecido.
Estaba perdida. No más libertad. Volvería al orfanato y me venderían a un prostíbulo. Y nadie podía hacer nada para evitarlo.
La risa de Polland hizo que una mezcla de rabia, enojo y furia se juntara en mi pecho y también en mis ojos.
- Oh Kelsey... Siempre has sido toda una valiente. - Negué con la cabeza mientras sentía unas cuantas lágrimas caer. El idiota Rick tiró de mi cabello e hizo que me levantara del suelo a la fuerza. Ahogué el grito para mí misma. A pesar de que gritara y alguien en el edificio me oyera, no tenía sentido. Polland sabía cómo solucionar los problemas, y que un vecino asustado tocara a nuestra puerta y preguntara qué pasaba, era fácil de aparentar cuando podía decir tranquilamente que era mi padre y no me dejaba a ir a una fiesta, se quejaría de que era una berrinchuda. "Los jóvenes de ahora", diría. Lo sabía, porque lo conocía. Este tipo de mentiras eran un emparedado comparado con el banquete que él se hacía cuando asistentes del gobierno venían a supervisar el orfanato.
Estaba completamente jodida.
- Siempre has sido un problema. - Susurró como una serpiente venenosa. Sentí su mano estrellarse en mi mejilla. El dolor y la rabia invadieron toda mi cara y sólo hizo que más lágrimas salieran de mis ojos sin poder evitarlo. Los amigos de Rick estaban tirando de Tris para poder levantarla mientras lloraba en silencio, al igual que yo. Verla me dolía más que Polland abofeteándome. Ahora y las cien mil más que lo haría cuando llegáramos al orfanato. Rick se rió en mi oído y me tomó de los brazos cuando me alejé de él, e intenté patearlo.
- Te extrañamos, Kels. - Susurró en mi oreja. Lloré un poco más al sentir su aliento tan cerca de mí. De la única persona que quería sentir ese aliento tan cerca, era el de Aaron. Derramé más lágrimas al recordar que al menos le había dicho adiós. Que al menos lo había besado una última vez. No hubiese sido la manera en que hubiera preferido despedirme, pero al menos lo había besado.
Me sentía sucia y enferma cada vez que Rick me tocaba con sus manos.
- Vamos chicos. Devolvamos la basura al contenedor que pertenece. - Polland me sonrió una última vez y salió por la puerta. Rick le hizo una seña a uno de sus amigos que pusieron cinta en mi boca y en mis manos, no sin antes pasarlas por detrás de mi espalda. Hicieron lo mismo con Tris, y luego me tomó con tanta fuerza para que no pataleara ni intentara absolutamente nada para escaparme, que sabía que dejaría moretones en mis brazos.
Lloré un poco más al imaginarme el infierno que me esperaba al salir por esa puerta.
Había sido demasiado bueno para ser verdad por mucho tiempo.
ESTÁS LEYENDO
Aaron Lawrence
FantasyHistoria de Lucía Aluminé Sacado de su página de Facebook: "Storytellers"