Drogas

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"Agh... Carajo... Otro día más..."

Dijo la mujer de pelo negro en un tono depresivo mientras se levantaba de su no tan cómoda cama. Siendo recibida por la bastante desagradable imagen de toda su casa sucia, llena de polvo, y con un aspecto que solo se podía describir como "abandonado" Y no hacía falta explicar el por qué, poco o casi nada de dinero le sobraba cuando tenía que pagar el alquiler del piso, como para que estuviese gastando dinero y tiempo en productos de limpieza con los cuales mantener su piso en condiciones mínimamente aptas para su bienestar. Aún medio dormida, la fémina se dirigió a un lado de su habitación y de un cajón sacó algo de dinero, esta vez ni siquiera iba a perder el tiempo cepillándose los dientes o lavándose la cara, pues...

En primera: No tenía ganas de hacerlo

Y en segunda: Se le había acabado la pasta dental justo ayer

Con el dinero en la mano, la peli negra continuó su camino hasta finalmente salir de su polvoriento piso, lista para ir a la calle y comprar lo que a ella tanto le gustaba... Ese aparato que era ilegal en su ciudad pero que tantos consumidores tenían

"Maldita sea... ¿Por qué ese idiota tiene que vivir tan lejos de mi calle?"

Se preguntó a sí misma cansada de los largos caminos que tenía que tomar cada vez que quería comprarle un poco de ese aparato a su compañero. Y tras una larga caminata, la mujer consiguió llegar al callejón en donde vivía aquel hombre

"¿Andrew? ¿Andrew?"

Llamó ella adentrándose más y más al oscuro callejón, esperando que el mencionado le respondiera su llamado, cosa que al final no acabó sucediendo

"¿Andrew? ¡Andrew!"

Y al final, tras pegar un chillido que posiblemente fue escuchado por las personas de toda la cuadra, el hombre de pelo rubio y vestimenta desaliñada acabó apareciendo en el lugar

"Shhhh, no grites, la policía nos va a escuchar"

Dijo el vendedor cabreado por la estúpida acción de su clienta, la cual, hizo caso omiso a sus palabras y fue directa a lo que le importaba

"Ya, oye, me da igual, quiero uno de esos discos ilusorios que tú vendes, y lo quiero ya"

Dijo la fémina de forma histérica dirigiéndose a él para obtener lo que tanto estaba buscando

"Ya, oye, cálmate, maldita adicta, te voy a dar uno de esos, pero más te vale calmarte"

Le respondió el hombre sacando de atrás de un cubo de basura, una caja llena de aparatos pequeños, redondos y planos, de un tamaño similar al de una moneda de 25 centavos. Al verlo, la mujer tuvo un ataque histérico y trató de agarrarlos por la fuerza, siendo rápidamente detenida por su vendedor, quien, le había dado una fuerte patada para alejarla de su mercancía

"Te he dicho que te calmes, como vuelvas a hacer algo así te juro que voy a darte otra patada, y esta vez no será tan suave"

Advirtió él enojado por el comportamiento que su "amiga" Estaba teniendo, todo solo por ese producto de ahí

"Agh... Vete a la mierda... ¿Cuánto vale? ¿Cuánto debo de pagar por uno de esos?"

Preguntó la mujer sacando el poco dinero que le sobraba, lista para comprar una de esas cosas sin importarle sus problemas económicos

"Depende, si quieres uno poco fuerte, serán solo 50 dólares, pero si quieres uno de los más intensos que hay, el precio sube hasta los 150 dólares, tú eliges"

Respondió Andrew sacando dos de aquellos discos pequeños de su caja, uno de color gris y otro de color dorado, siendo el de color dorado el fuerte y caro y el de color gris el barato y flojo. Y, a pesar de los problemas económicos que tenía, la mujer decidió tomar sin pensarlo el disco de color dorado, pues no le importaba tener que pagar una barbaridad de dinero a cambio de una de esas cosas

"Toma tu sucio dinero y piérdete, marica"

Dijo la mujer agarrando el disco dorado y dándole el debido dinero a su vendedor de confianza

"Vete a la mierda, zorra inmunda"

Respondió el hombre con el dinero en sus manos mientras veía como la fémina se alejaba de ahí con el pequeño disco en su mano cerrada...

...

Al volver a casa, lo primero que hizo ella fue cerrar la puerta teniendo cuidado de que nada ni nadie la haya visto, pues no sería conveniente que una persona la hubiese visto con ese disco ilegal en su mano. Y una vez ya se encontraba segura y lejos de cualquier testigo que la pudiese delatar, sacó de uno de sus cajones unos auriculares modificados con una ranura en la cual se podían insertar discos ilusorios, el mismo aparato que ella había comprado hace unos momentos. Ni lenta ni perezosa, sacó el disco ilusorio antiguo y obsoleto que tenían aquellos audífonos y colocó el nuevo que acababa de comprar hace unos momentos. Activó los auriculares, se los colocó en las orejas y... Comenzó a sentir como toda su perspectiva cambiaba, como todo a su al rededor se deformaba, como las paredes se derretían, como su vista poco a poco la hacía ver la paleta de colores por una más psicodélica y bizarra. No tardó mucho hasta que aquellas frecuencias comenzaron a afectarle no solo la visión y perspectiva del mundo, sino también su propio equilibrio y mente. Mareada, la mujer terminó tropezando y cayendo sobre si cama, mientras aquel disco ilusorio continuaba emitiendo el sonido adecuado para hacerla sentir bien

"Esto... Es el cielo..."

Dijo con la mirada perdida en el techo, sintiendo como aquel audio distorsionaba su mente en todas las formas posibles. En estado de completa hipnosis, la mujer comenzó a soltar suaves gemidos por su boca a causa del placer y gusto que sentía en aquel momento, no se arrepentía de nada, no le importaba el haber gastado lo poco que le sobraba después de pagar el alquiler, porque aquel gasto había válido la pena según ella misma. Lentamente y sin prisa, la fémina fue cerrando los ojos mientras sentía como una voz la iba llamando poco a poco por su nombre...

"Cassidy, Cassidy, Cassidy, Cassidy..."

Le repetía una y otra vez una voz varonil y adulta en la oscuridad, mientras ella continuaba con su degustación causa de por aquel dispositivo auditivo... Y de pronto, sus ojos terminaron abriéndose de manera repentina. Ya no se encontraba en su sucia habitación, ahora se encontraba en otro lugar, uno muy hermoso, lleno de flores, niños correteando de un lado a otro, iluminado todo por un brillante Sol en lo más alto del despejado y azulado cielo. En ese lugar, ella no hizo otra cosa que actuar como una niña pequeña sobrecargada, más que nada, porque esa era la actitud que tenía normalmente a la hora que consumía aquellos aparatos electrónicos ilegales, contrastando por completo con la actitud seria y borde que tenía la mayor parte del tiempo. Y tras un buen rato de ir corriendo de un lado a otro, terminó lanzándose al pasto mientras se reía de manera descontrolada, siendo consciente de que aquel sitio no era nada más que una ilusión hecha por aquel disco ilusorio que ella misma había comprado...

...

"¡Aaaaaaaaaah!"

Un fuerte grito salió de la boca de la pequeña niña cuando finalmente despertó en la cama de aquella tienda de acampar

"Oye, Cassidy, Cassidy..."

Dijo su amigo de pelo castaño en un intento por tranquilizarla, pues este último se encontraba a su lado debido a que compartían tienda de acampar (estaban en una acampada escolar)

"Agh... Demonios, Evan, acabo de soñar que era una mujer adulta adicta a una cosa rara que te hacía alucinar y que Andrew era mi principal vendedor que me ofrecía ese aparato a cambio de dinero..."

El multiverso de FNAFDonde viven las historias. Descúbrelo ahora