"Silencioso"

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"Sin pisar las líneas. No tengo que pisar las líneas bajo ninguna circunstancia"

Se decía a sí mismo el chico de pelo rubio mientras caminaba por la acera de la calle. Evitando tocar las líneas del suelo porque, según él, se moriría si llegaba a tocarlas. Pero, a mitad del camino, un fuerte rugido salió del estómago del infante, mismo el cual captó su atención de manera inmediata

"Oh... Tengo hambre"

Dijo tocándose el abdomen y recordando que habían pasado ya unas cuantas horas desde la última vez que había comido algo. Así que, un poco hambriento, entró al primer mercadito que encontró y compró el bocadillo pre-hecho más barato que encontró, gastando lo poco que le quedaba aún de dinero en el bolsillo. Y una vez ya había comprado el pequeño sándwich, salió de la tienda exitoso, comiéndose el sándwich con gozo y deleite mientras una gran y gratificante sonrisa se dibujaba en su rostro. Ya habiéndose tragado la mitad de su comida, el muchacho continuó con su camino hasta que, inesperadamente, algo acabó deteniéndole el paso...

"¿Hm? ¿Qué es eso?"

Preguntó al ver una medianamente grande silueta al lado de los contenedores de un callejón oscuro. Y al acercarse un poco más, el niño se dio a la sorpresa de que en ese callejón había un pequeño cachorro abandonado, aparentemente era un labrador de pocos meses de edad. Estaba sucio, mal alimentado, tenía los ojos cerrados y parecía haber sufrido algunos daños importantes, posiblemente causados por los abusos que sufrió de su anterior dueño. Sin embargo, dicha imagen poco o nada conmovió al chico, quien, mostrando un poco de su personalidad cínica y egoísta, tomó la decisión de no hacer nada por ayudar a aquel perro

"Puaj... Perros abandonados... Qué asco dan estos animales, son tan sucios..."

Dijo en voz alta dirigiéndole una mirada de odio y asco al pequeño cachorro que no le había hecho nada. Pero el cachorro, habiendo escuchado sus palabras, abrió débilmente los ojos y con una expresión deseosa, miró hambriento la mitad del bocata que aún le quedaba al chico en su mano

"¿Eh? Oh, conque quieres esto... Pues lo siento, pero este bocadillo es mío, cómprate tú tu propio bocadillo"

Comentó en un tono de poco o nula misericordia. Y una vez dicho eso, se dio media vuelta y comenzó a caminar lejos de ahí, con el objetivo de salir del callejón e irse directamente con sus amigos, que era lo que tenía planeado desde el principio. Sin embargo, con lo que no contaba el chiquillo, era que aquel cachorro abandonado no se rendiría tan fácilmente. Y con tal de conseguir esa mitad de bocadillo, podría llegar hasta el punto de perseguir al chico por todo el pueblo

"Eh, oye, ya puedes dejar de perseguirme..."

Dijo el peli rubio comenzando a molestarse por la perseverancia y terquedad que aquel animal estaba mostrando. Lógicamente, el cachorro hizo caso omiso a sus palabras y continuó siguiéndolo. Y por más que el chico le pedía que por favor dejara de hacer eso, el perro simplemente no le hacía caso, estaba tan desesperado por ese bocata, que haría hasta lo imposible con tal de obtenerlo. Y mientras tanto, el niño, por su parte, estaba tan cansado de aquel animal que en un acto de pura rabia, decidió arrojarle lo primero que tenía en la mano... Tardó un rato en darse cuenta de que aquella cosa que lanzó había sido su propio bocadillo

"¿¡Qué!? ¡Oh, venga! ¡Soy estúpido!"

Exclamó al darse cuenta de su tonto error. El cachorro no pasó la oportunidad y ni lento ni perezoso, se comió el sándwich de manera rápida y eficaz, no dejando ni siquiera las migas en el suelo. Y al terminar de comer, lo primero que hizo fue darle las gracias a la persona que le dio el privilegio para comer ese manjar: el mismo niño que anteriormente había dicho que daba asco

"Agh... Qué asco..."

Dijo mientras observaba asqueado como aquel animal acariciaba suavemente su pierna con su cabeza, mostrándole el cariño que ahora le tenía por haberle "regalado" aquella comida. No pasó mucho hasta que el peli rubio se cansó y continuó su recorrido, siendo perseguido por el perro que aún quería mostrarle más cariño como agradecimiento, y ya de paso buscar algo más de comida por su parte. Y todo eso duró hasta que el viaje terminó...

"Hey, Andrew, te estábamos esperando. ¿Quien es tu nuevo amigo?"

Preguntó el castaño señalando el pequeño cachorro que tenía su amigo al lado, y que aparentemente, lo había estado siguiendo por un buen rato

"¿Este perro? Puf... Ni siquiera es mi amigo. No es más que un estúpido cachorro abandonado y hambriento que se pensó que le di algo de comida intencionalmente, y ya por eso quiere seguirme para robarme algo más de comida. Tampoco le hagáis mucho caso..."

Respondió Andrew restándole importancia a aquel cachorrito. Pero como era obvio, sus amigos no opinaban lo mismo

"Oh, vamos, ¿Cómo puedes decirle algo así a un cachorrito tan lindo y adorable?"

Preguntó la fémina de pelo negro acercándose al pequeño animal para darle algunos mimos y caricias. Solo para llevarse como regalo una buena mordida en la mano por parte del cachorro

"¡Ah! ¡Oye! ¿¡Se puede saber qué le pasa a este perro!? Vaya qué está muy salvaje..."

Gritó ella alejándose varios metros del perrito y tocándose suavemente la parte mordida de la mano, deseando con todas sus ganas que aquel perro no tuviera ninguna enfermedad como la rabia o algo similar

"Hm... Qué raro, conmigo no hizo lo mismo..."

Comentó el infante desconcertado por la rara reacción que había tenido el cachorro cuando su amiga lo intentó tocar

"Es posible que te haya agarrado cariño. Tú antes has dicho eso de que le diste algo de comida involuntariamente y él creyó que lo hiciste a propósito. Y es por eso mismo que a ti no te muerde y a Cassidy sí"

Explicó Susie mostrando su conocimiento sobre perros, no por nada ella era la dueña de uno

"Ah, muchas gracias, sabelotodo de perros, pero creo que te estás olvidando de algo importante... ¡Yo no quiero tener un maldito perro!"

Gritó el chico alzando la voz más de lo necesario, probablemente siendo escuchado por cualquier persona que pasase a menos de 50 metros de la zona. Y una vez terminó su grito, se dirigió hacia el perro para terminar de una vez con el problema

"¡Yo... Te... Odio! ¡No te quiero tener como mascota! ¡Entiéndelo!"

Exclamó el niño tratando de hacer que aquel animal lo entendiese de una vez y lo dejase en paz. Y para mostrar aún más su innegable autoridad frente al perro, le levantó el dedo en forma de orden. El cachorro lo miró fijamente un rato, claramente no había entendido su orden en lo absoluto, así que lo primero que hizo tras que Andrew terminara de hablar, fue directamente lamerle la mano con la lengua como muestra de afecto, haciéndole entender al muchacho que sus palabras y gritos no habían servido para nada...

...

"Agh... Está bien... Supongo que ya no me puedo deshacer de ti... La única alternativa que me queda, es la de cuidarte como si fueras mi propia mascota..."

Dijo el chico mientras observaba el Sol desde la distancia, sentado sobre un apacible banco en el parque, con el pequeño cachorro a su lado. Y como respuesta a sus palabras, el perro se acercó más a él y se colocó en sus rodillas para descansar mejor. A lo cual, Andrew, de manera casi instintiva, comenzó a acariciar el sucio pero al mismo tiempo suave pelaje del animal

"Ahora que me doy cuenta... No te he puesto un nombre. Hm... ¿Qué nombre te pongo? A lo mejor... Nah, muy malo. Quizás... Tampoco... Ah, ya sé, ¿Qué te parece... {Silencioso}? Porque eres muy silencioso y nunca ladras. ¿Qué te parece?"

Preguntó el chico poniéndole así un nombre a su nueva mascota. Mismo el cual pareció gustarle mucho, pues inmediatamente después, lamió nuevamente la mano del chico

El multiverso de FNAFDonde viven las historias. Descúbrelo ahora