Setenta y uno

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Al cuarto día sin medicamentos, ya con fiebre y dolor de cabeza, a Momo la internaron en hospital.

A su llegada lo primero que hizo fue otra de las tomografías.

-Una enfermera te espera afuera con la ropa de hospital, Momo—le anunció el doctor, su voz surgía de un pequeño parlante en un rincón de la sala—. Tzuyu estará allí también, tranquila.

Suspiró, dejando salir el aire que sin darse cuenta estaba reteniendo.

La sala de tomografías daba a una pequeña habitación antes de salir al pasillo, y tal como le había dicho, una mujer de uniforme y su sonriente novia la esperaban.

Ella seguía con la bata que le daban para la tomografía y la enfermera le alcanzó una bolsa de plástico con ropa de paciente, se marchó sin más.

Momo vió con cierta inquietud la ropa en la bolsa.

—¿Te ayudo?— ofreció Tzuyu, acercándose a ella, apoyando sus manos sobre las de Momo, quien aún sostenía la bolsa.

La castaña negó.

-Sé como ves-tirme- dijo.

-Ya lo sé- dijo, su tono era algo pícaro, pero su sonrisa era más melancólica.

Momo rió bajo, sintió los labios de Tzuyu sobre su mejilla.

-Te noto preocupada, bebé- dijo la pelirroja―. Tranquila, estoy a tu lado.

La castaña asintió ligeramente.

-Da-te la vu-elta- pidió.

-Moguri, ya te he visto desnuda- dijo Tzuyu, con una ligera risa, pero Momo la miró con el ceño fruncido, obedeció.

Escuchó el sonido de la ropa moverse mientras se cambiaba y finalmente, Momo tocó su hombro para que se girara.

Tzuyo vió el conjunto blanco de la chica y no pudo evitar sentirse un poco mal.

Extendió su mano hacia ella, Momo la tomó en seguida y ambas salieron al pasillo, donde la señora Hirai abrazó a su hija y besó su frente, felicitándola por ser tan valiente.

-El doctor dijo que ya programó la cirugía― dijo, su tono era suave—. El tumor ya es operable, en dos días no tendrás que preocuparte por nada.

Momo sonrió por obligación, no quería saber nada de aquello.

La idea de una cirugía la inquietaba, tenía un amargo mal presentimiento.

Una enfermera se acercó a ellas, cargando unos papeles y guiándolas con una sonrisa amable hacia la habitación donde se quedaría.

Momo no quería ser encerrada entre esas cuatro paredes blancas, sentía que en algún momento se volvería loca de tanto blanco.

Se molestó cuando no la dejaron salir, pero se calmó un poco cuando Tzuyu dijo que se quedaría todo el tiempo con ella, y se acomodaron ambas en la camilla.

Se relajó con el olor y las caricias de Tzuyu, con la mejilla apoyada sobre el pecho de la pelirroja podía escuchar sus tranquilos latidos.

Se durmió sin darse cuenta.

♡Loud²~MotzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora