Menos mal que no querías morir

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La noche ya estaba bien avanzada pero Ranpo no podía dormir dándole vueltas a las palabras de Mori. Si sus padres le habían mentido todo cambiaba. Por un lado, el mundo no estaba en su contra y su incapacidad para conseguir y mantener un trabajo radicaba en que la gente no entendía su manera más avanzada de pensar. Y, al fin y al cabo, a nadie le gusta que le traten como si fuera tonto, por muy tonto que sea. Pero por otro lado, eso implicaría que sus padres, las personas en las que más confiaba, le habían estado engañando toda la vida de forma consciente. ¿Para qué? ¿Por qué? Lo peor era que ya no tenía forma de preguntárselo y jamás les volvería a ver. Así estaba pensando cuando de repente oyó como la puerta de la clínica caía como si la hubieran derribado.

Prestando más atención distinguió los pasos de tres hombres que subían por las escaleras pero sabía que había más personas montando guardia fuera. Estaba pensando en qué debería hacer cuando entró el doctor Mori a su habitación.

- Espero que no te hayan despertado - le dijo con voz alegre.

- Ya estaba despierto - contestó Ranpo -. ¿Qué deberíamos hacer?

- Pues bueno, en tus condiciones no puedes huir a ninguna parte y además creo que hay demasiada gente como para que pudieras escapar. Serán unos quince abajo más los tres que están viniendo, ¿no?

- 20. Son 20 abajo - le corrigió Ranpo.

- ¡Genial! ¡Eres como un detector de intrusos! - Mori sonaba extrañamente emocionado.

- ¡Van a llegar hasta aquí en treinta segundos! ¡Este no es momento para tonterías!

- De todos modos no es que podamos hacer nada. Será mejor que me ponga cómodo y les espere sentado.

- NO SE TÚ PERO YO NO QUIERO MORIR AQUÍ - gritó Ranpo.

- Pero bien que hace unos días estabas pensando en que a lo mejor deberías seguir los pasos de tus padres y morirte.

Durante una milésima de segundo Ranpo no comprendió cómo lo sabía pero luego suspiró.

- El pasado pasado está. En fin, tres, dos, uno...

Justo cuando tendría que haber dicho cero, un golpe seco abrió la puerta de la habitación y aparecieron tres hombres armados con pistolas.

- Bienvenidos - saludó Mori -. Las puertas tienen pomo, no hace falta romperlas.

- Te crees muy gracioso, ¿verdad? - respondió el hombre que estaba en el medio y que parecía el líder.

- No creo que intentase hacerse el gracioso - replicó Ranpo -. Solamente se ha limitado a decir algo obvio.

En ese momento los hombres se dieron cuenta de su presencia.

- Así que te estás escondiendo en la habitación de un paciente. Menudo cobarde - le reprochó el líder.

- Habló el que ha puesto a 20 hombres armados en la puerta de una clínica y ha entrado en la habitación de un enfermo con dos compañeros para torturar a su médico y sacarle la información que sabe sobre los almacenes de la Port Mafia debido a su otro trabajo como informante y así robar las armas y usarlas para culpar a esa organización de vuestros futuros delitos cosa que creerán debido a los muchos ataques sin sentido que ha empezado por órdenes del jefe - le echó en cara Ranpo.

- Para no querer morir hoy... - murmuró Mori.

Los tres hombres pusieron una genuina cara de sorpresa y acto seguido le apuntaron con sus pistolas.

- ¿Quién eres tú? ¿Cómo has conseguido esa información?

- Calma todo el mundo - Mori se levantó con las manos extendidas hacia arriba para que vieran que no tenía intención de hacer nada pero eso no evitó que uno de los hombres le apuntase con su pistola -. El chico no la ha sacado de ningún lado, se la ha inventado. Tiene mucha imaginación y una conmoción cerebral.

- Eso no me ha parecido muy inventado - dijo el hombre que le apuntaba con el arma.

- Pues sí, todo eso ha salido de su imaginación. Los jóvenes de hoy en día ven demasiadas series violentas...

-  Doctor, cállese - ordenó el jefe de los otros -. Nos llevamos al crío. Parece que él nos puede proporcionar toda la información que necesitamos y seguro que a largo plazo nos será útil.

- ¿Y cómo me vais a sacar de aquí, eh, genios? - preguntó Ranpo -. Me estoy muriendo y tengo que estar en la cama porque estoy conectado a una vía que me da la medicación que me impide notar tanto el dolor.

- Oye, ya no te estás muriendo - protestó Mori -. Mi tratamiento ha sido de calidad.

- Da igual. Tú - señaló al subordinado que apuntaba a Ranpo con su pistola -, quítale la vía.

- ¿No debería hacerlo yo? - sugirió Mori -. Ninguno de vosotros es médico.

- ¿Lo harías? - preguntó el jefe de los asaltantes.

- ¿Vas a dejar que me secuestren? - preguntó Ranpo.

- No y no - respondió él -. ¡Elise! Ya deberías haber acabado con los de abajo, así que ven.

- ¿Cómo que acabar con los de abajo? - se sorprendió el que le estaba apuntando.

- Ya han estado en la puerta demasiado tiempo. No se puede bloquear la entrada, así que mi encantadora ayudante les ha apartado.

Y tras decir eso se sacó un bisturí de la manga y se lo lanzó a la garganta, dándole en la yugular y causando su muerte. Sus compañeros respondieron moviendo rápidamente sus respectivas armas pero una niña rubia clavó unas agujas por la espalda, por lo que se giraron y Mori aprovechó para recuperar su cuchillo y acabar con ellos.

- ¡Muchas gracias, Elise-chan!

- No me las des, sabes perfectamente que si no fuera porque me obligas no te salvaría, Rintarou.

- Awww, estás adorable cuando te enfadas.

- ¿Qué? ¿Qué acaba de pasar? - Ranpo abrió mucho los ojos, atónito.

- Así que esta es tu primera vez viendo habilidades. No te preocupes, ya te acostumbrarás - le tranquilizó Mori -. Ella es Elise, la niña cuya presencia dedujiste, mi habilidad y mi mujer.

- Te odio, Rintarou - le dijo Elise -. Tengo que hacer todo lo que él me ordene, al fin y al cabo me ha creado él con su poder - explicó la niña.

- ¿Lo de tu mujer era necesario? Es de muy mal gusto - se quejó Ranpo.

- Sí, lo era - sonrió el doctor.

Mientras estaban hablando, uno de los hombres que parecía que estaba muerto se levantó y tomando su pistola disparó. El sonido del disparo resonó en toda la clínica y aunque Elise le abatió de inmediato ya era demasiado tarde: la bala había alcanzado a Ranpo en el pecho, a escasos centímetros del corazón.

- Pensaba que lo tenías controlado - le dijo a Mori con un hilo de voz -. Lo has hecho a posta. ¿Por qué?

- Primera lección: - contestó el médico con un tono capaz de helar la sangre en las venas - no hay que dar nada por sentado. Aquí nadie va a cuidar de tí.
Y segunda lección: no hay que revelar todo lo que sabes. Si te hubieras quedado callado desde el principio seguramente no habrían reparado en tí y no habrías terminado así.

Pero Ranpo no había escuchado las últimas palabras pues ya no estaba consciente.

Un mundo de monstruos (una historia de Bungō Stray Dogs)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora