Aquel que trae la tormenta

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Chuuya estaba en un local de billar y se encontraba rodeado por un grupo de personas que presionaban sus armas contra su cuerpo. Lo mirase por donde lo mirase no veía ninguna posibilidad de escapar. Al primer movimiento que hiciera le dispararían. No importaba si se movía hacia delante hacia un lado o hacia detrás.

- Es demasiado descuidado andar por ahí sin escolta - comentó uno de los hombres que le rodeaban.

- Incluso a tí te será complicado evadir tantos ataques - sentenció otro.

- ¿Qué vas a hacer, señor manipulador invencible de la gravedad? Si lloras y te disculpas acabaré con tu vida gentilmente - ofreció el que tenía el cañón de su arma en la frente de Chuuya.

Chuuya no dijo nada. Tampoco se movió. Simplemente miró la escena, impasible. El ambiente de la sala se tensó. Los atacantes se prepararon para apretar sus respectivos gatillos. Chuuya aceptó que había perdido y esperó. Todo estaba en silencio. Después, un chasquido.

¡BANG! El sonido del disparo retumbó por toda la sala. La frente de Chuuya quedó cubierta de color rojo.

- Idiotas... - suspiró mientras se quitaba el confeti de la cara.

- ¡Felicidades por tu primer aniversario en la Port Mafia! - exclamaron sonrientes los que poco antes le estaban apuntando con pistolas.

- Os dije que no quería celebrarlo - les recordó Chuuya mientras se iba a la barra a beber sin saludar a nadie.

El local de billar era el lugar donde se reunía la Asociación juvenil de la Port Mafia cuyo nombre oficial era Asociación de Banderas. Los próximos líderes de la organización criminal formaban parte de ella y no había nadie que superase los treinta. Por supuesto, no todos los jóvenes de la Mafia formaban parte, Dazai se mantenía al margen de cualquier grupo de personas, Kōyō prefería dedicarse a otras actividades,  Yosano habitualmente no tenía tiempo para reuniones debido a todas las tareas que le mandaba Mori aunque cuando podía sí le gustaba pasarse un rato por ahí y beber algo o jugar al billar y Ranpo, bueno, Ranpo era Ranpo. Ponía su estatus como ejecutivo de excusa para no unirse pero todo el mundo sabía que le daba pereza. Además, nunca le dejaban jugar al billar ni a ningún otro juego porque siempre ganaba.

Albatros, el experto en logística de la Mafia además del vecino de Chuuya y la razón de que a menudo no pudiera dormir debido a su gusto por hacer ruidos en mitad de la noche.
Lippman, un conocido actor que además trabajaba como oficial de relaciones públicas para la organización del bajo mundo.
Doc, la persona que más vidas había salvado en la Port Mafia después de Yosano, un doctor que pretendía salvar a 2.000.000 de personas.
Ice Man, también conocido como Cold Blood, capaz de matar con cualquier objeto a su alcance.
Pianista, el líder de las Banderas y la persona de ahí con más posibilidades de convertirse en ejecutivo, un hábil falsificador de billetes que producía unas obras de arte indistinguibles de uno real al que le gustaba estrangular a sus víctimas con cuerdas de piano, de ahí el apodo.

Junto con Chuuya, estos eran las Banderas de la Port Mafia y hoy se habían reunido para celebrar que hacía un año Chuuya había entrado en la organización. Aunque Chuuya no estaba muy contento por esto.

- ¿Por qué no estás feliz? - le preguntó Pianista, quien lo había organizado todo -. Todos se reunieron aquí por ti. Verás que ya luego te animas con los regalos.

- No quiero que celebren el primer aniversario. No me importa que haya pasado un año - contestó Chuuya.

- ¡Tu cara al principio fue increíble! - exclamó alegremente Albatros acercándose. Ese hombre siempre estaba de buen humor -. Solo por eso ya merece la pena haber venido.

Un mundo de monstruos (una historia de Bungō Stray Dogs)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora