El camarote de los hermanos Marx

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Aquella mañana Ranpo se despertó porque alguien estaba tocando el claxon de su coche. Abrió los ojos de golpe y se levantó para asomarse a la ventana y gritarle de todo al conductor. Más valía que se tratase de una emergencia nacional porque si no él iba a causar una. Nadie le despertaba y vivía para contarlo.

Estaba a punto de maldecir a la persona del coche en todos los idiomas cuando se dio cuenta de que reconocía ese vehículo. Era un automóvil caro, aunque parecía a punto de caerse a pedazos.

De repente, la puerta de atrás se abrió y a Ranpo le bastó ver el zapato de tacón negro para cancelar sus planes de agresión verbal y, en su lugar, notar como el corazón le daba un vuelco.

Por primera vez en su vida, Ranpo hizo ejercicio voluntariamente y bajó corriendo las escaleras como si del día de Navidad se tratase.

Todavía en pijama, el ejecutivo abrió la puerta de su casa y exclamó:

- ¡Yosano!

- Hola, Ranpo, ha pasado mucho tiempo. ¿Me has echado de menos? - le preguntó la mujer que acababa de salir del auto como si acabase de regresar después de irse de viaje en lugar de del Más Allá.

- ¡Claro que sí! - gritó él e intentó abrazarla.

Yosano se quedó quieta hasta el último segundo y al final se apartó, haciendo que Ranpo estuviese a punto de caerse de bruces en medio de la calle.

- Ranpo Edogawa, ¿CÓMO SE TE OCURRE RESUCITARME SIN MI PERMISO?

De todas las reacciones que Ranpo se había imaginado que podía tener Yosano al revivir, esa era la menos probable.

- ¿La menos probable o la que menos te apetecía que tuviese? - le preguntó el copiloto del coche, quien acababa de bajar la ventanilla, adivinando sus pensamientos. Sonaba divertido.

- ¡Tú cállate, que a ti nadie te ha dado vela en este entierro! - le ordenó Ranpo a Dazai, que se rió suavemente.

- ¿Puedes echarle la bronca a Ranpo dentro de vuestra casa? Vamos a despertar a los vecinos - dijo Dazai dirigiéndose a Yosano.

- ¿Desde cuándo te importan a ti los vecinos? - Yosano le miró levantando una ceja.

- Los vecinos me dan igual pero aquí no hay palomitas.

- ¡No vas a pasar a mi casa, Dazai! - se negó Ranpo.

- ¿Yosano-san, puedo pasar a tu casa?

- Claro que sí. La humillación será pública - Yosano sonreía malignamente.

- ¡Yupi! - Dazai se bajó de un salto del vehículo.

- Odasaku, aunque no respires sabemos que estás ahí. Pasa tú también - suspiró Ranpo, resignado.

- ¿Cómo sabías que conducía yo? - Odasaku salió del coche con cara de sorpresa.

- ¿Quién más iba a aceptar a ir en el mismo coche que Dazai.

- Pues también tienes razón.

- ¡No conduzco tan mal! - protestó Dazai.

- Se nota - murmuró Yosano mirando la destrozada carrocería -. ¿Entramos?

- Que Dios me asista... - Ranpo se volvió creyente de pronto.

Lo primero que dijo Yosano cuando ya estaban todos sentados en el salón fue:

- Me sorprende que no hayas convertido esto en una Mojo Dojo Casa House en mi ausencia.

- ¡He estado dos meses en coma y tres buscando la forma de traerte de vuelta!

Un mundo de monstruos (una historia de Bungō Stray Dogs)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora