Nineteen

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Era una tranquila mañana de cielo despejado y Ranpo estaba a punto de entrar al consultorio médico ilegal cuando escuchó discutir a unas voces familiares:

- ¡Quiero morir! ¡Quiero morirme ya de la manera más rápida y fácil!

- Venga, deja de lloriquear. Si te portas bien te diré cómo mezclar los medicamentos de una forma que sea letal.

- ¡Eres un mentiroso! ¡Siempre lo dices y nunca lo haces!

Cualquier otro se habría alarmado al oír eso pero Ranpo sonrió ante la familiaridad de la situación. Abrió la puerta y saludó alegremente diciendo:

- ¡Yo podría enseñarte a mezclar los medicamentos!

- ¿¡Lo harás!? - a Dazai se le iluminó el ojo que no quedaba oculto tras la venda.

- Ni se te ocurra, Ranpo - le regañó el doctor Mori.

- Te odio. A este paso te dejaré y me uniré a una organización enemiga a la que revelaré todos tus secretos - amenazó Dazai.

- No digas tonterías - sonrió Mori -. Eres un chico inteligente y sabes de sobra que si me traicionas no morirás tan fácilmente. Además, me encargaré yo mismo de que sufras lo indecible.

- Qué aburrimiento - bostezó Dazai mientras balanceaba los pies que no llegaban al suelo desde el taburete en el que estaba sentado -. ¿Por qué no me dejas morirme y punto? No es tan difícil.

- A ver, tú eres la única persona presente en el momento en el que el antiguo líder expresó su voluntad de que yo fuera su sucesor. Si murieras la gente lo encontraría sospechoso y ya tengo suficiente oposición.

- Sí, sería muy sospechoso que muriera pero estuviste muy acertado cuando me elegiste - dijo Dazai con un tono de voz que ya no tenía ni rastro de los lloriqueos anteriores.

- ¿Qué quieres decir? - Mori notó un escalofrío bajándole por la espalda mientras que Ranpo observaba en silencio.

- A nadie le llamaría la atención si quien muere es alguien que ya ha intentado cometer suicidio con anterioridad. Si yo desapareciese ya no quedarían testigos, nadie que pudiera sacar a la luz la farsa que organizaste. Pero ya ha pasado un año y sigo vivo. Tu plan no está completo. Aún no puedes respirar tranquilo pues sabes que te has dejado un cabo suelto.

- ¿De qué estás hablando? - preguntó el médico mientras pensaba interiormente que se había equivocado. Elegirlo a él no había sido una buena decisión. Era demasiado inteligente, demasiado calculador, demasiado astuto. Tenía que haberse deshecho de él en cuanto tuvo oportunidad pero ahora ya era tarde.

- Oh, lo sabes perfectamente. ¿Qué pasa si el asesinato del jefe se ha filtrado al exterior de alguna manera? Mientras solo se han rumores no pueden llegar demasiado lejos pero con un testigo... Si yo muero no hay peligro de que hable pero si muero hay riesgo se que sospechen. Estás en una situación imposible, doctor.

Mori y Dazai se miraron fijamente. El médico y el paciente. El cazador de almas y el demonio. Dos personas extraordinarias que eran mucho más de lo que mostraban habitualmente.

Ranpo sonrió para sus adentros. Él sí sabía perfectamente que Dazai era de esa manera y aún así se lo había presentado a Mori como el candidato ideal para ser su cómplice. ¿Por qué? Muy sencillo. Pese a todo Dazai era la persona ideal y sin una motivación hubiese muerto hace mucho. Ranpo no dudaba que si seguía con vida era para fastidiar a Mori, cosa que no le molestaba en absoluto. Pese a todo lo que decía, Ranpo tenía la teoría de que en realidad el chico no quería morir. Si de verdad fuese su propósito lo habría logrado hace mucho tiempo. Pero Dazai tampoco quería vivir. Era una persona muy extraña que le producía una curiosidad que no sentía con el resto. Las demás personas no tenían secretos para él pero Dazai era distinto: había sido el primero de quien no había podido deducir todo.

Un mundo de monstruos (una historia de Bungō Stray Dogs)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora