Una amenaza, una decisión.

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Como movido por un presentimiento, Dazai había acudido al Bar Lupin. Tenía la sensación de que si iba, se encontraría con sus amigos.

Su instinto no le fallaba. Se sentó en un taburete de la barra y pidió un whisky. El camarero, a diferencia de cuando solicitaba otra clase de bebidas, no le puso impedimentos pese a ser menor de edad. Estaba deslizando el dedo por el borde del vaso cuando escuchó los familiares pasos de Oda bajar por las escaleras y la cara se le iluminó.

Un rato después, llegó Ango. Estuvieron charlando y riéndose un rato e incluso se hicieron unas fotos para conmemorar la ocasión y porque le vino el pensamiento de que, en el futuro, no quedaría nada para conmemorar que habían estado allí.

Fue profético. Poco después, uno de ellos tres moriría.

***

Tres laboratorios destruidos más tarde, Wells y Ranpo contemplaban el fruto de su trabajo: un material capaz de anular cualquier habilidad y que NO explotaba después de usarse por más de diez minutos.

Al ver que lo habían conseguido, ambos saltaron de alegría, chocaron los cinco y se abrazaron.

La verdadera razón por la que Wells había ido a dar una charla a la Universidad Imperial era para hablar con Ranpo. La Torre del Reloj le había encargado crear un artefacto que anulase las habilidades especiales y tras investigar un poco y pese a los intentos del gobierno japonés por ocultarlo, había descubierto que un tal Ranpo Edogawa había creado un material con esas características para su trabajo de fin de carrera. Así que cuando vio que no había acudido a la charla se había sentido decepcionada.

Por fortuna, ese chico tan raro lleno de vendas que había tenido el descaro de quedarse dormido en primera fila le había explicado la situación y se había guardado su número de teléfono. A los dos días Ranpo se había puesto en contacto con ella y había viajado hasta Londres y habían empezado a trabajar juntos. Dos genios dan más de sí que uno solo y en apenas una semana después de conocer a Ranpo, los dos habían solucionado los fallos de su invento. Todo había salido a pedir de boca. Tal vez demasiado a pedir de boca.

De repente, el teléfono de Ranpo empezó a sonar, estropeando el momento. El chico miró la pantalla y frunció el ceño. Sin embargo, no lo cogió.

- ¿No puedes dejarlo en silencio? - le preguntó.

- Es que estoy seguro de que es importante - respondió él en un perfecto inglés, lo cual no tenía mucho de sorprendente teniendo en cuenta que Mori le había hecho aprender quince idiomas distintos y luego él decidió estudiar élfico tras estar una temporada obsesionado con El señor de los anillos.

- ¿Y entonces por qué no lo coges?

- Me dijiste que no te gustaba que la gente hablase por teléfono en mitad de un proyecto - replicó él encogiéndose de hombros.

Wells suspiró. A veces se le olvidaba lo irritante que podía resultar Ranpo.

- Anda, cógelo. De todas formas, ya hemos terminado.

Con un gesto de alivio, Ranpo agarró el aparato y se puso al habla. La cara se le fue poniendo progresivamente pálida conforme la conversación avanzaba.

Wells no dominaba el japonés a la perfección, en una semana solo había tenido tiempo para obtener un nivel intermedio, pero captó lo esencial: alguien había muerto.

Con la cara totalmente alterada, Ranpo colgó.

- ¿Quieres una taza de té? - le ofreció la británica, quien sabía que era absurdo preguntarle si estaba bien. Obviamente no lo estaba.

- Dudo que pudiera bebérmela, la verdad - declinó la propuesta Ranpo -. Tengo que llamar a mi jefe. He de regresar a Japón.

- ¿Tiene esto algo que ver con tu otro trabajo?

- Absolutamente toda mi vida gira en torno a mi otro trabajo - replicó Ranpo y respiró hondo. Si algo había aprendido ahí es que alterándose no ganaba nada. En unos segundos pasó de estar conmocionado a tener cara de póker.

Las manos no le temblaban cuando marcó otro número de teléfono.

- ¿Qué tal, Ranpo-kun? - le contestó Mori casi enseguida.

- Ya debes saber que no muy bien, teniendo en cuenta que solo has podido ser tú quien ha filtrado a la División la información sobre el agente de inteligencia Ango Sakaguchi.

Ranpo oyó como Mori reía suavemente desde el otro lado de la línea.

- Querido, estás muy equivocado. Ango-kun ha muerto como consecuencia de un paro cardíaco.

- Ya. Un paro cardíaco a los veintiún años, ¿no?

- Teniendo en cuenta la excesiva carga de trabajo del pobre Ango no es de extrañar.

- Conozco los métodos de asesinato del Gobierno - se limitó a responder Ranpo -. Me copiaron unos cuantos. ¿Tengo que imaginarme que el siguiente en tu lista será Oda Sakunosuke?

En la mente de Ranpo apareció la imagen de Mori sonriendo astutamente como si le estuviera viendo.

- Es posible.

- ¿Y tiene algo que ver el que ambos sean amigos de Dazai?

- Para cuando Dazai-kun cumpliera los veintitrés me habría asesinado para quedarse con mi puesto. La organización me necesita. No puedo permitir que me eliminen.

- Esta historia me suena de algo...

- Bueno, todo en esta vida tiende a repetirse. No es tan raro. No pongas esa cara Ranpo-kun - Mori no necesitaba estar delante de su subordinado para saber que tenía una mueca de disgusto en la cara -, la muerte de ellos dos no será en vano. Ayudará a la organización. Y Dazai-kun será libre de irse para vivir su vida, claro. Nunca se sabe cuándo podría ser de utilidad.

- ¿Y por qué conmigo nunca has hecho nada así?

- No me digas que estás celoso, querido. - Ranpo tuvo que contener las náuseas para evitar devolver el desayuno -. Tú eres mucho más fácil de controlar que Dazai-kun. Sé que jamás te rebelarías contra mí.

- ¿Y ahora cómo sabes que no iré corriendo a advertir a Dazai?

- Por favor, Ranpo. Creía que eras inteligente. En cuanto pongas un pie en la ciudad, estarás muerto.

Tras esas palabras, Mori colgó.

Ranpo se volvió hacia Wells.

- ¿Si tuvieras que ayudar a un amigo pero hacerlo te costase la vida, qué harías?

- La respuesta es fácil - sonrió ella -. Iría a ayudarle de inmediato.

- Gracias por la confirmación - contestó él devolviéndole la sonrisa. En sus ojos brillaba una llama amenazadora -. Cuando te persigan por terrorismo en un futuro, ven a verme.

Ranpo salió corriendo para pedir un taxi hacia el aeropuerto y Wells le miró irse con una sonrisa. No tenía ni idea de a lo que se refería con lo de terrorismo pero estaba convencida de que se volverían a encontrar.

En ese momento, una mujer rubia elegantemente vestida entró al laboratorio.

- ¿Ese que se acaba de ir era Ranpo Edogawa?

- Sí, madame Christie - respondió Wells inclinando levemente la cabeza.

- Una vez conocí a su mentor, ¿sabes? El doctor Mori Ōgai, un hombre bastante extraordinario, a decir verdad. Me habría gustado conocer también a su pupilo. ¿El proyecto está listo?

- Sí, señora - asintió Wells.

- Bien. No esperaba menos de la mejor científica del país.

Tras obtener la confirmación, Agatha Christie se marchó del laboratorio tan rápido como había llegado. Ese invento le resultaría útil en el futuro, no cabía duda.

Un mundo de monstruos (una historia de Bungō Stray Dogs)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora