Tomando el té en la morgue

300 53 10
                                    

La morgue. De todos los lugares que Mori podría haber escogido para hablar había elegido la morgue.

En esos momentos la fría sala blanca con las puertas metálicas estaba excediendo el máximo de su capacidad y aún no habían terminado de retirar los cuerpos.

Los forenses empezaban a recordar el Conflicto Cabeza de Dragón -aunque para ser honestos aquello había sido al menos diez veces peor- pero al ver entrar a su jefe y a uno de los ejecutivos se apresuraron a salir demostrando tener un gran sentido común.

- ¿Qué pasa, no te gusta el sitio? - le preguntó Mori a su subordinado tras observar su mueca de disgusto -. Ya sé que mi despacho es más acogedor y tiene mejores vistas pero el ascensor se ha estropeado y las escaleras están llenas de escombros, así que iba a ser un poco difícil llegar hasta allí. Espero que no te importe el cambio.

- No, para nada, mi lugar favorito para hablar es donde se guardan los cuerpos de los compañeros que han muerto por mi culpa.

- Qué gracioso - parecía que Mori había hablado más para sí mismo que para Ranpo. Al mismo tiempo hizo aparecer a Elise con una bandeja con dos tazas y una tetera -. ¿Quieres té?

- No, gracias - rechazó él y se le revolvió el estómago acordándose de la merienda en el piso del ruso. Aunque las galletas estaban buenas, eso sí. Debía haber pedido la receta -. ¿Qué es lo que te hace tanta gracia?

- Tú - contestó él para asombro de Ranpo -. O para ser más concretos, lo importante que te crees, Ranpo-kun.

Los ojos de Ranpo se abrieron mucho, como si por fin estuviese viendo la verdad. Pero era una verdad tan desagradable que se negaba a aceptarla. Su cerebro revivió rápidamente los acontecimientos del día y fue notando las pequeñas incoherencias y cosas que le parecían sospechosas. Al final, tuvo que rendirse ante la evidencia y un sentimiento de rabia lo embargó.

- Tú sabías lo que iba a pasar - escupió. No era una pregunta. Era una afirmación, una acusación en toda regla. Mori no se escandalizó ni se enfadó. Tan solo se rió suavemente como si eso fuera una broma privada entre Ranpo y él.

- Por supuesto. No hay forma de que ese ruso hubiera organizado todo ese desmadre en mis narices y que yo no hubiera notado nada. Si hubiera sido así, me lo habría tomado como una señal para jubilarme precozmente.

Ranpo abrió la boca para decirle algo pero Mori le cortó incluso antes de que pudiera empezar a hablar.

- Vamos, Ranpo-kun, no me digas que no te habías dado cuenta. No es propio de ti, aunque tu actuación de hoy me haya hecho plantearme que tal vez te haya sobreestimado. Como tu jefe, me duele que me consideres tan tonto. Cuando me trajiste la licencia supe que habías hecho algo muy gordo para la División. De otro modo jamás te la habrían dado. Algo de ese calibre seguramente implicaría poner a un montón de gente peligrosa que vendría a vengarse en un futuro próximo en nuestra contra. Así que moví algunos hilos para enterarme de lo que hiciste y así poder evaluar el nivel de enfado que tendrían. Y luego esperé. La paciencia es clave para el buen funcionamiento de toda estrategia, ¿sabes? Cuando vinieron a liberar a Q, pese a todas las habilidades que usaron para pasar inadvertidos, yo me di cuenta.

- ¿Y por qué no hiciste nada? - Ranpo no pudo contener la rabia que se desprendía de esas palabras aunque en el fondo de su alma conocía la respuesta.

- ¿Qué? - Mori parpadeó confundido.

- Que por qué no hiciste nada.

- No, Ranpo-kun ahora me toca explicarte cómo me di cuenta de lo que pasaba, la conversación que mantuve con Dostoevsky y...

- No me interesa - le cortó Ranpo -. Aunque hoy haya actuado como un idiota sigo siendo capaz de completar lo que ha pasado teniendo los datos. No es que te dieras cuenta. Es que fueron a verte. Debí haberlo supuesto en cuanto vi que manifestabas signos de la maldición pero estaba demasiado preocupado por Yosano como para pensar con claridad. "Solo dos afectados recuerdan haber visto a Q". Eso dijiste en la reunión. Uno de ellos eras tú. El otro el guardaespaldas que estaba frente a tu despacho. Tú estabas afectado por la maldición, Q debió haberte tocado y en esta organización solo hay una persona que te toca: Elise, tu habilidad. Y eso porque la que controlas. A los demás o les das miedo o nos das asco.

Un mundo de monstruos (una historia de Bungō Stray Dogs)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora