𝗖𝗦» Rosé ya no tiene 18, no ama los viernes, pero sí la pizza y los cómics. Algunas cosas no cambian.
Jisoo por su parte... sigue siendo una destacada maestra, todo lo destacada que puedes ser trabajando en una escuela secundaria de Los Ángeles...
Hoy Rosé aparentemente tampoco vendrá, Seokjin dijo que envío un permiso de descanso, no entendí bien, sin embargo dijo que trabajaría desde casa para no dejar las sesiones con los niños y adolescentes que estaban a su cargo.
Jimin me ha dicho que al llegar a casa ella estaba dormida, ha decidido dejarla descansar.
Hoy me entregaron el anillo de Rosé con mi apellido grabado en él. Debo devolvérselo.
—¿Kim? —Irene ingresa al salón de maestros—. Necesito tu ayuda. Jin está de cumpleaños la otra semana y no me decido por un reloj para él.
Sonrío y mi amiga se acerca rápidamente para enseñarme dos modelos.
—Este combina con sus camisas —murmuro observando un reloj grisáceo—. Aunque el otro es muy elegante y podría servirle para presumirlo en sus reuniones de consejo.
—Compraré ambos —murmura y sonríe—. ¿Cómo está Rosé?
—¿Cómo sabes que-...?
—Porque estás tranquila, ayer casi se te sale el corazón, ahora no —sonríe burlona—. ¿Fuiste a verla?
Asiento lentamente.
—Estuvimos juntas en la tarde. Terminó su compromiso —Irene sonríe pícara ante eso—. No, no en ese sentido de juntas. Ella está fatal.
—Maldición. ¿Crees que quiera una tarta? Le hornearé una —sonríe—, ¡oh, ya sé! Un pastel de chocolate.
—Le gusta mucho el chocolate —murmuro—, sobretodo cuando es blanco, es su favorito, aunque suele decir que lo odia pero se le olvida en cuanto lo tiene frente a ella.
—Tú eres como su chocolate blanco... ¿No? —murmuró ella sonriente.
—Basta, Irene —reí—. Lo importante es que al menos la hice reír ayer y... me di por pagada.
—El amor es tan lindo cuando es real —murmura ella—. ¿Tu esposa sabe?
—Sabe que ayer estuve con Rosé, pero cree que es trabajo y... —suspiro—, quiere ir a ver a un especialista para tener un bebé, ya pidió la cita.
—Pero tú me dijiste que ya habías hablado con ella sobre eso.
—Claro, le dije que éste año ya no quería un bebé —digo en voz baja—. Porque pretendía... apostar todo por Rosé.
—Pero no la dejas y te complicas más la vida innecesariamente —murmura ella—. Deberías ir y decirle a Suzy que ya no la amas.
—No quiero lastimarla.
—¿Y prefieres lastimarte tú? —pregunta ella y asiento—. Le harás más daño si te metes con Rosé sin acabar todo con ella.
Ella tiene absolutamente toda la razón. Debo hablar con Suzy.
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