El hombre en silla de ruedas trataba de acomodarse el esmoquin lo mejor que podía y sonrió cuando su acompañante salió por la puerta, estaba hermosa, el vestido de color beige le quedaba perfecto, resaltaba el color de su piel, el cabello castaño ondulado enmarcaba el rostro redondo y los enormes cojos de color avellana. Solo se había maquillado con un poco de rímel en las pestañas y un ligero color rosado en los labios, no necesitaba nada más, el color de sus mejillas era el toque perfecto para un maquillaje natural.
Ella había llegado a su vida como un ángel, cuando más necesitaba de una mano amiga. Había evitado que cometiera una locura, haciéndole ver que el poco tiempo que le quedaba de vida, valía la pena vivirlo al lado de las personas que lo amaban. Nunca podría pagarle lo que había hecho por él, pero esa noche le devolvería al menos un poco de todo lo que le había dado, sin dejar de sonreír se acercó a ella y le tomó una mano.
—Estás hermosa, Nikté —la halagó con una sonrisa.
—Mentiroso.
—Él tiene razón.
Un hombre mayor, de cabello blanco, salió de otra habitación, le tomó la otra mano, le dio un beso en la mejilla y la miró con apreciación de arriba abajo.
—Son un par de aduladores, pero gracias, aunque me sentiría mejor si este vestido no tuviera tanto escote —confesó incómoda—. Todos van a verme.
—Esa es la idea, cariño, que todos te vean y en los próximos días hablen de lo hermosa que te veías esta noche.
—Miguel Ángel, ¿estás seguro de esto? —ella se sentó para ayudar al hombre a ponerse bien la corbata, su salud empeoraba cada día y le costaba hacer hasta las más sencillas tareas.
—Sí, hoy, Aaron Navarro va a desear no haberse burlado de ti.
—Te vas a exponer, no... me gustaría que hablaran mal de ti.
—Cielo, tú te has sacrificado por mí durante dos años, creo que llegó el momento de dar la cara. No creo que mi abuelo salga de la tumba para desheredarme.
—Con lo malo que era, no lo dudo —masculló ella terminando de hacer el nudo de la corbata—. Listo. Ahora sí, puedes ir a patear el trasero de tu primo
—Me gustaría patearle otra cosa, pero creo que eso puedes hacerlo tú por mí.
—Te prometo que algún día lo haré. ¿Sabes? A pesar de lo que pasó, siento lástima por él.
—Lo amas, corazón.
—¿Tan obvia soy?
—Solo para mí.
—Me pregunto...
—¿Qué?
—¿Es posible amar y odiar a alguien al mismo tiempo?
—Lo es, sigue guardando ese odio, Nikté, algún día va a convertirse en amor también.
—No lo creo posible.
—Ya verás que sí.
—Es hora, niños, dejen de cuchichear.
Ángel Navarro empujó la silla de su hijo mientras su esposa lo llevaba de la mano, le agradecía a su nuera el sacrificio que había hecho al casarse con él, aun sabiendo de sus preferencias sexuales y de su enfermedad, lo había salvado, en muchos aspectos, la esclerosis múltiple estaba acabando con él, pero al menos los dos últimos años había sido feliz y eso nunca iba a poder pagárselo a esa muchacha. Por eso haría todo lo que estuviera en sus manos para protegerla de quien fuera y de lo que fuera.
Empezando por su sobrino, Aarón Navarro, todo porque no había podido resistir la atracción que sintió desde el día que la conoció, se había ensañado con ella tratándola mal. Como si fuera la culpable de lo que él sentía. Ella estaba enamorada de él, pero era mejor disimulando, aunque eso no la salvó de caer en sus garras, dos meses atrás.
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Nikté entre el amor y el odio
RomanceCuando el corazón traiciona y estás entre el amor y el odio Ellos llevaban la culpa de un amor prohibido, Aarón y Nikté habían caido al infierno y se habian quemado en las llamas de la pasion y el deseo. Historia original. Prohibida la copia total o...