Capítulo 4

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Después de hablar con su hijo, Esteban accedió a hacerse cargo de la empresa solo porque había visto que su hijo en verdad quería rectificar el error que había cometido con la esposa de su primo. Lo veía calmado, pero él sabía que no era así, lo conocía tanto como para saber que estaba desesperado.

—¿A dónde piensas ir a buscarlos? —le preguntó mientras lo veía cerrar las maletas—. No dieron ninguna pista de adonde iban.

—Ya pensé en eso, papá y estaba pensando en empezar a buscarlos por las propiedades de la familia aquí en el país, si nos los encuentro, me iré al extranjero.

—¿Por dónde vas a empezar?

—No sé, ¿alguna idea?

—No, la verdad no —murmuró Esteban, pero sí que tenía una idea de dónde podrían estar su hermano y su sobrino con Nikté, hacía unos días, Ángel le había preguntado si la villa de Barrancas del cobre estaba desocupada ya que en esas fechas solían rentarla a algunos vacacionistas, pero no pensaba decírselo a su retoño, lo dejaría que sufriera un poco.

—Creo que primero iré a Chiapas, si no están ahí, me iré a Chihuahua, a Barrancas del Cobre.

—Espero que los encuentres pronto, hijo.

—Yo también, papá.

Esteban salió de la habitación y movió la cabeza, escuchó la voz de su mujer a lo lejos y en ese momento prefirió huir de la casa, iría a la oficina de una vez, prefería estar allá que junto a Mara, si la convivencia con ella antes de la noche pasada ya era difícil, no quería imaginar lo que sería en los días venideros, bajó la escalera casi corriendo y aunque la escuchó llamándolo fingió no escucharla y escapó.

Mara se quedó observando cómo su esposo se alejaba, sospechaba que huía de ella, le dieron ganas de dar una patada en el piso, pero se contuvo y fue a buscar al ama de llaves, necesitaba un té, o una pastilla, tenía los nervios de punta y nadie en esa casa se preocupaba por ella.

—¡Emilia! —la mujer levantó la vista de su taza de café al ver entrar a la señora—. Prepárame un té de tilo, por favor y súbelo a mi habitación.

—Sí, señora, enseguida.

—¿Dónde están las muchachas?

—Es sábado, señora, es su día libre, yo me iré más tarde.

—Pero me voy a quedar sola, que voy a hacer. Todos en esta casa me ignoran.

—Lo siento señora —Emilia estaba buscando el tilo para echarlo al agua, pensando que la señora estaba loca si pensaba que ella se iba a quedar a atenderla en su día de descanso—, ya tengo un compromiso que no puedo cancelar.

Mara ya no dijo nada y salió de la cocina con una expresión de sufrimiento que no engañó a Emilia, fue a refugiarse a su habitación pensando cómo convencer a Aarón que retomara el compromiso con Luciana, aunque recordando el embarazo de la mujer de su sobrino ya no le veía mucho sentido, el propósito de ese matrimonio había sido precisamente eso, que Luciana se embarazara a la brevedad para quedarse con la herencia.

Pero Miguel Ángel le había ganado la partida, como aquella vez, cuando creyó lograr que el viejo Aarón lo desheredara, de repente, había aparecido con una prometida con la que se casó al cabo de dos semanas sin que ella pudiera hacer nada para impedirlo.

—No puedo creer que ese infeliz me ganara de nuevo —murmuró con rabia—, mi plan era perfecto.


Irina estaba terminando de cerrar su maleta cuando el celular sonó, esperaba que su hermano quisiera llevarla con él o era capaz de seguirlo, no pensaba quedarse viendo el drama de su madre y tampoco quería irse de vacaciones sola, prefería ver como él luchaba por encontrar a Nikté. Tomó el teléfono y respondió con rapidez al ver quien le llamaba.

Nikté entre el amor y el odioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora