Capítulo 26

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Mara iba llegando a su casa, pensando en lo que había hablado con Luciana cuando esta la llamó para decirle que había tenido un accidente y que necesitaba su ayuda, al mismo tiempo también recibía vía mensajero una notificación de su abogado notificándole que los papeles del divorcio estaban listos y que debía acudir al juzgado, por un momento se quedó sin saber que decir y cortó la llamada sin despedirse.

—¡Maldita sea! —exclamó y fue a su habitación, al entrar lanzó su bolso con fuerza rompiendo un espejo.

Se había olvidado por completo del divorcio. Pensó que Esteban solo la estaba amenazando y no le había dado importancia. Caminó de un lado a otro sin saber que hacer, por un lado tenía a Aarón sospechando de ella y sin querer escucharla, por otro, Luciana con sus problemas, era demasiado, se sentó en la cama y se abrazó a sí misma, temblando.

—¿Qué puedo hacer? —se preguntó sintiendo náuseas.

Con la noticia del divorcio todos los planes que habían hecho ella y Luciana esa misma mañana ya no podrían llevarse a cabo. Se iba a quedar en la ruina, solo con lo que Esteban le diera con el acuerdo. Se cubrió el rostro con las manos y dejó salir las lágrimas que había estado conteniendo.

Pero eran lágrimas de furia, no de tristeza, furia por lo que estaba perdiendo, en algún momento, no sabía cuándo, su perfecta vida se había empezado a derrumbar y ya no podía hacer nada para evitarlo. Estaba segura de que cuando el divorcio saliera a la luz, sería la comidilla de la sociedad y sus amistades le darían la espalda.

Maldijo de nuevo cuando su teléfono sonó y vio que era Luciana quien llamaba, otra vez. Se había olvidado por completo de ella, de mala gana le respondió y le preguntó dónde estaba, casi le da un soponcio cuando la escuchó decir que estaba en la delegación ya que después del accidente que había sido por culpa suya había intentado agredir a la otra conductora y todo había quedado grabado en cámaras de vigilancia.

Así que, a pesar de sus intentos de zafarse de eso diciendo quien era y poniendo de aval a Aarón y a ella, se la habían llevado detenida y la afectada estaba exigiendo que le aplicaran todo el peso de la ley. Mara sintió como la cabeza empezaba a dolerle, pero le dijo a Luciana que estaría con ella lo más pronto posible y después de tomar su chequera salió de nuevo volviendo a maldecir a todo el universo por su mala suerte.


En ese momento, Aarón despertaba a Nikté con un beso después de dejar la bandeja del desayuno en la mesilla de noche. Ella abrió los ojos y por un momento pensó que lo había soñado todo. Pero al verlo ahí, sonriéndole, supo que lo de la noche anterior había sido real.

—Hola, mi amor —le dijo él acariciando su mejilla—. ¿Cómo dormiste?

—Bien, pensé que habá soñado todo, pero ya veo que no es así, ¿a qué hora llegaste anoche? No recuerdo.

—Ya era tarde.

—¿Cómo te fue?

—Bien, tendré que volver un día de estos, pero no tardaré mucho —le puso la bandeja en las piernas después de ayudarla a sentarse bien—, si todo sale bien, será el mejor negocio que habré hecho en mi vida.

Nikté arqueó la ceja mientras tomaba el tenedor para empezar a comer la fruta, pero él sólo le guiñó el ojo y le dijo que desayunara tranquila, que iría a ver a Miguel Ángel. Se quedó sola, sintiendo que había algo extraño, no se le quitaba esa idea, estaba casi segura de que todos le estaban ocultando algo.


Más tarde, cuando ya se había bañado, salió de su habitación y siguió las voces hasta la terraza. Hacía mucho calor, así que todos estaban ahí, tratando de no desfallecer, Irina estaba trabajando en su reportaje, el día anterior le había dicho que solo le quedaba una semana de vacaciones y tendría que volver a Ciudad de México.

Nikté entre el amor y el odioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora