Capítulo 15

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Nikté paseaba por los alrededores de la cabaña, tenían casi dos semanas ahí, pero ya habían hablado de volver a la villa, tanto ella como Miguel Ángel tenían que ir al doctor a revisión, por fortuna las náuseas habían pasado y ya podía desayunar sin tener que salir corriendo por el aroma del café, aunque Aarón seguía vigilándola con ojo de águila.

Todo el tiempo estaba pendiente de ella, le pedía a Rocío que revisara su tensión arterial cada dos o tres días, lo cual le parecía una exageración, aunque la enfermera lo hacía siempre tratando de controlar la risa que le daba escucharlos discutir.

—Esto es ridículo —murmuró ese día por la mañana cuando la mujer acudió a la habitación para la revisión que ya se había convertido en una rutina.

—¿Ridículo por qué? —Aarón la veía con los brazos cruzados.

—Porque me siento bien, las náuseas ya se fueron y no necesito tomar el té antes de desayunar.

—Aun así, quiero estar seguro de que estás bien.

—No tienes que preocuparte, Aarón.

—¿Por qué no? ¿Acaso es un delito?

—¿Sabes? Cuando te conocí no me pareció que fueras tan posesivo.

—Solo lo soy contigo, princesa, no te sulfures.

—¿No tienes a alguien más a quien molestar? ¿Una llamada o algún negocio pendiente?

—No ahora, pero más tarde tengo que hablar con mi padre de algunas cosas.

Rocío terminó con la revisión y antes de salir de la habitación dijo que todo estaba bien, más tarde Nikté se puso a preparar su equipaje, lamentándose igual que Irina, ninguna de las dos se quería ir del lugar. Les había gustado mucho y estaban haciendo planes para volver ahí pronto, Aarón las escuchó y sonrió porque él y Esteban estaban en negociaciones con el dueño de la cabaña y tal vez pronto podrían cerrar el trato para la compra del lugar.


Mas tarde Irina dijo que tomaría unas últimas fotografías del lugar para su reportaje y salió dejando a su hermano y a Nikté solos, él se acercó a donde ella estaba sentada y le tomó la mano.

—¿En qué piensas? —le preguntó antes de sentarse a su lado.

—En que me gustaría quedarme más tiempo aquí, pero sé que tengo que ir al doctor para la revisión.

—Te gusta mucho el lugar, ¿verdad?

—Sí, hay mucha paz.

—¿Ya no te da miedo el aullido de los coyotes? —le preguntó él con una sonrisa malvada.

—¡Oh, cállate! Nunca lo había escuchado, por eso me asusté ese día.

—No te lo dije, pero me gustó mucho que acudieras a mí, gracias.

—Yo... en ese momento no pensé en nadie más.

—Me alegro y quiero que sepas que puedes acudir a mí siempre que necesites algo, solo porque quieres verme o estar conmigo. Siempre voy a estar para ti, siempre.

Después de dudar un momento, Nikté se recostó en su hombro y él le dio un beso en la frente, sabía que aún tenía mucho camino que recorrer, pero no se iba a rendir, ella suspiró y en ese momento, Rocío y Miguel Ángel entraron al salón, sonrieron al verlos juntos sin estar discutiendo como siempre.

—¿Se siente bien, señora? —preguntó la enfermera.

—Sí, gracias.

—Mañana volvemos a la villa, cielo —le dijo Miguel Ángel tomando su mano—, deberías considerar ir al doctor.

Nikté entre el amor y el odioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora