Capítulo 30

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Al día siguiente, Aarón se despertó a primera hora y después de hacerle una llamada rápida a Nikté, se preparó para ir a la oficina, había quedado con su padre de ir por unos documentos para revisarlos, después de eso tenía pensado hablar otra vez con Manuel Balam y al final volver a Barrancas del cobre, estaba pensando en tratar de convencer a Miguel Ángel de volver a ciudad de México, era ridículo estar viajando casi todas la semanas, aunque entendía por qué quería estar en la villa, ahí se respiraba una paz que no se sentía en ningún otro lugar.

Llegó a la oficina en el momento en que su padre también iba llegando y fueron juntos hasta la oficina hablando de eso, Esteban le dijo que esperaba que pudiera convencerlo, pero guardaron silencio cuando vieron que la secretaria estaba en su mesa.

—Rosa no me da confianza, papá.

—A mí tampoco, pero estoy esperando a que cometa un error para empezar a buscar otra secretaria.

—Tal vez podamos darle un empujoncito.

—Como que se te están pegando las mañas de tu primo —murmuró Esteban y Aarón solo levantó los hombros.

—Piénsalo, así podrás despedirla más pronto.

Esteban negó con la cabeza y le dio los documentos a su hijo mientras le decía a la secretaria que fuera a tomar notas. Ella se le quedó mirando a Aarón a hurtadillas, pero levantó la mirada y empezó a trabajar en su cuaderno de notas, sentía algo raro en el ambiente, así que se apresuró a terminar y salió con rapidez de ahí.

—¿Notaste lo nerviosa que estaba? —le preguntó Aarón a Esteban y él asintió—. No será difícil ponerle una trampa.

—Quieres sacarla de aquí lo antes posible, ¿verdad?

—Sí, quisiera poder hablar de lo que sea con libertad cuando estoy aquí.

—Tienes razón, ¿Qué estás pensando hacer?

—Lo pensaré para la próxima vez que venga, ahora tengo que irme, voy a pasar a casa a buscar el informe que me dio Miguel Ángel, creo que voy a necesitarlo. Alejandro Castillo también va a pagar lo que le hizo a Nikté.

—Espera, ese informe lo tengo yo —recordó Esteban en ese momento y fue a buscarlo a la caja fuerte para dárselo—. Toma, lo saqué de tu caja fuerte porque encontré a tu madre tratando de abrirla. Lo siento, había olvidado decírtelo.

—La verdad es que no me extraña —murmuró Aarón—, estoy seguro de que era este reporte lo que buscaba.

—No entiendo esa obsesión que tiene tu madre con Luciana y ese mequetrefe, los quiere más que a ustedes.

—Tal vez sea porque tienen los mismos intereses que ella. Son ambiciosos y clasistas también.

—Me alegra que te hayas librado de emparentar con ellos.

—Gracias al cielo —dijo Aarón con un gesto de desagrado.

Esteban rio y acompañó a su hijo a la puerta, Rosa los vio a hurtadillas y Aarón se dio cuenta, por eso, antes de irse le dijo a su padre que iría a casa por el informe y Esteban, entendiendo, le dijo que lo había dejado en un cajón del escritorio de la biblioteca.

—Rosa, ven conmigo, por favor —le pidió a la secretaria cuando Aarón subió al ascensor—, necesito que me haga de nuevo un par de informes.

—Sí, señor —la mujer entró a la oficina pensando cómo podría mandarle a Mara un mensaje con la información que había escuchado, pero tenía que hacer lo que le pedía Esteban y se lamentó porque era una buena bonificación lo que la señora le daba por mantenerla informada.

Nikté entre el amor y el odioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora