Capítulo 2

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Minutos más tarde o una eternidad después, Aarón reaccionó al ver la mano de su hermana agitarse frente a él. Lo miraba con indignación y tal vez con ganas de apretarle el cuello. Un escalofrío le recorrió la espalda al ver como el auto donde se habían subido su primo y Nikté se alejaba, su madre y su prometida le hablaban al mismo tiempo, pero él no las escuchaba, en su cabeza seguía resonando la palabra embarazo.

—¡Aarón! ¿A dónde vas? —le preguntó Esteban a su hijo mientras Irina lo tomaba del brazo.

—¡Déjenme pasar, debo ir por ella...!

—¿Estás loco? —Irina lo llevó con ella casi a rastras hasta que llegaron a una pequeña habitación donde lo encerró con ellos.

—Irina...

—¿Se te olvida que esta es tu fiesta de compromiso? No puedes salir corriendo tras otra mujer, y no cualquier mujer, es la esposa de tu primo.

—Pero ella... yo... ¡Maldita sea! —exclamó desesperado—. ¡No quiero casarme con Luciana!

—Te lo dijimos, Aron, te repetimos hasta el cansancio que no te comprometieras con esa bruja, pero tú no quisiste escuchar —le recriminó Irina, indignada y señalándole con el dedo.

—¿Qué hay en ese sobre? —le preguntó Esteban al ver que lo agarraba con fuerza.

Aaron había olvidado el sobre y miró a su padre negando con la cabeza, en ese momento lo abrió y empezó a leer, sintió como si un balde de agua fría cayera sobre él, Nikté no estaba ebria el día que él la había encontrado con el hermano de su prometida, la habían drogado, y él no le había creído, por eso no había puesto resistencia cuando...

En ese momento se dio cuenta de que, si él no hubiera llegado, el maldito... habría abusado de ella, y no era la primera vez que hacía eso, tenía una larga lista de acusaciones de varias mujeres a las que les había hecho lo mismo. Maldiciendo internamente se recriminó no haber creído lo que Nikté le decía.

Pero había algo más en el sobre, una prueba de embarazo, el corazón se le detuvo por un momento y pensó que si no respiraba, se iba a desvanecer.

—Entonces, ¿si está embarazada? —Irina le quitó el plástico de las manos.

—Sí, lo está.

—Pero ¿cómo? —estaba confundida y miraba a Aarón esperando una respuesta—. No entiendo. ¿Acaso fue por fecundación in vitro?

—No, yo...

—Tú, ¿qué? Aarón por todos los cielos, ¿qué está pasando?

—Yo soy el padre de ese bebé.

—¡¿Qué?! —Irina y Esteban no podían creer lo que escuchaban.

—Aarón, ¿cómo pudiste...? ¡Es la esposa de tu primo!

—¡Estoy enamorado de ella, papá!

—¿Me estás diciendo que tuviste una relación clandestina con la esposa de...?

—¡No! Papá, por favor...

—No, por favor, nada, explícame ¡¿qué demonios está pasando?!

—Ya escuchaste lo que dijo Miguel Ángel, que él no... ellos no...

—Aun así, es inmoral.

—Papá, por favor, guarda el sermón para después. Ahora debo pensar que voy a hacer. No puedo permitir que desaparezcan con mi hijo.

—Estás muy seguro de que ese bebé es tuyo.

—Lo estoy, papá.

—Entonces —Esteban estaba por sacudir a su vástago—. ¿Me puedes decir por qué demonios te comprometiste con esa mujer?

Nikté entre el amor y el odioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora