Capítulo 34

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—¿Y...? ¿Cómo vamos a proceder? —preguntó Manuel mientras él y Aarón desayunaban en el restaurante donde habían quedado de verse, era muy discreto y no frecuentado por conocidos.

—Hablé con Miguel Ángel hace un par de horas, él hará la denuncia hoy, después Nikté y yo iremos al ministerio público con los abogados para agilizar el asunto, sabes que la ley no es rápida en este país, así que les vamos a dar un empujón, para eso yo me voy a comunicar con esa señora esta noche, le diré que tendrá que hacer el negocio conmigo y cuando todo esté en marcha, será tu turno.

—¿Mi turno?

—Sí, tú pondrás la denuncia por secuestro, esa mujer tendrá suerte si sale de la cárcel para conocer a sus bisnietos.

—Me parece perfecto. Una pregunta, ¿Nikté sabe sobre esto?

—Se lo voy a decir más tarde, después de todo ella es la afectada.

—Me gustaría tanto verla.

—Falta poco para la fiesta, Manuel.

—Lo sé, avísame a qué hora van a ir al ministerio público, así yo podré ir después.

—Les diré a mis abogados que se comuniquen contigo.

Manuel le dio las gracias a Aarón y poco después se despidieron, solo quedaba esperar, mientras tanto iría a su oficina a tratar de trabajar un poco, si podía, tenía muchas cosas en la cabeza y todo el asunto de la fiesta y el encuentro con Nikté lo tenía muy nervioso, la espera se le estaba haciendo eterna.


Cuando Miguel Ángel hizo la denuncia, ese día, más tarde, Aarón ya le había dicho a Nikté lo que pasaba y, aunque ella se molestó un poco al principio, después entendió por qué no le había dicho sobre las llamadas de su tía. Pero ella no creía que les fuera a dar información, más bien estaba segura de que solo quería dinero.

A regañadientes aceptó ir con Aarón y Miguel Ángel al ministerio público a ratificar la demanda, pero en ningún momento estuvo sola. Ellos siempre estuvieron a su lado y los abogados se encargaron de asesorarla.

—No quiero estar aquí —le dijo a Aarón en cierto momento.

—Lo sé, mi cielo, pero es necesario.

—Tranquila, cariño —Miguel Ángel le tomó la mano y le sonrió—. Piensa que pronto esa mujer ya no será una amenaza para ti.

—Eso espero, ella y su hija son como una plaga, acaban con todo a su paso si no se les pone un alto.

—Eso está a nada de terminar.

—¿Qué creen que les pase? —preguntó Nikté de pronto.

—¿No me digas que te preocupan? —Miguel Ángel arqueó la ceja y Aarón la miró con el ceño fruncido.

—¡Claro que no! Es solo curiosidad.

—Si de mi depende, pasarán el resto de sus vidas en prisión o por los menos tu tía —murmuró Aarón.

—Me conformo con eso, Virginia es... no sé, creo que si hubiera crecido con otra familia, en otro ambiente, sería una buena persona.

—Yo no lo creo —murmuró Miguel Ángel y le sonrió al abogado que se acercaba a ellos. Él les dijo que ya no había más que hacer ahí, que tendrían que esperar a que saliera la orden de arresto.

—¿Crees que tarde mucho? —preguntó Aarón.

—No estoy seguro, pero no se preocupe, señor Navarro, me voy a quedar por aquí para meter presión, y puedo aprovechar a ver algunos asuntos que tengo pendientes.

Nikté entre el amor y el odioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora