Capítulo 36

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Amaru y Citlali habían bajado unos minutos antes de que los invitados llegarán, Manuel las había llevado al salón donde ya estaban Renata e Irina a la que Manuel les presentó como la hija de un amigo, estaban hablando cuando escucharon que tocaban el timbre y voces de las personas que habían llegado.

Citlali quiso salir a ver quiénes eran, pero su padre la detuvo y le dijo que esperara un poco. Amaru lo miró con curiosidad y quiso protestar, pero la mirada de él la detuvo, tenía mucha curiosidad, pero esperaría a ver qué era lo que su esposo había preparado justo para ese día. Él sabía lo que significaba esa fecha para ella así que debía ser algo muy importante para estar haciendo eso.

Nikté sentía que le temblaba todo el cuerpo, no entendía lo que le había querido decir Aarón y cuando entraron al salón, las personas presentes ahí la vieron a ella con asombro y algo más en el salón, frunció el ceño y desvió su vista hacia donde estaba mirando Miguel Ángel y supo por qué, un enorme retrato ocupaba el lugar de honor sobre la chimenea, pero eso no era lo sorprendente.

La mujer del retrato se parecía mucho a ella, eran... como dos gotas de agua. Sentía como si estuviera retrocediendo en el tiempo y sintió un escalofrío, dio un par de pasos y se detuvo al ver a las personas que estaban frente ella, junto a la chimenea, el hombre la veía con una sonrisa temerosa y las dos mujeres la veían con asombro.

—Aarón, ¿qué pasa? —preguntó sintiendo que se ahogaba y él la sujetó de la cintura para darle apoyo

—Manuel, ¿quién es ella? —escuchó que también preguntaba una de las mujeres.

Amaru se sujetó con fuerza del brazo de su esposo sintiendo que las piernas le fallaban, la muchacha que había entrado al salón era igual a la mujer del retrato, por un momento pensó que era una coincidencia, pero al ver la sonrisa de Manuel supo que no era así.

—Espera un momento.

—Aarón, por favor... ¿qué pasa? —volvió a preguntar Nikté con angustia.

Él la tomó de los hombros y la empujó con suavidad hasta donde estaban sus anfitriones, Amaru estaba a punto de desmayarse y Citlali no podía aguantar las lágrimas porque se estaba imaginando que era lo que pasaba.

—Te presento al señor Manuel Balam y a su esposa, Amaru Romo, ella... —Aarón vio a Citlali con una sonrisa insegura—, creo que es...

—¿Balam? ¿Romo? Pero...

—Ellos son tus padres —murmuró Aarón en su oído—. Feliz cumpleaños, mi amor.

Aarón le dio un beso a Nikté en la mejilla y salió del salón con los demás para darles espacio. Se encontró con Renata y ella le sonrió antes de saludarlo.

—Señor Navarro, ¿le apetece una copa?

—Doctora, que sea doble, por favor.

—¿Piensas embriagarte, hermanito? —le preguntó Irina.

—Claro que no, pero creo que necesito tomar algo fuerte.

—Tranquilo, hijo —Esteban le dio una palmada en la espalda—. Todo va a salir bien.

—¿Crees que se moleste con nosotros? —preguntó Renata dándole la copa a Aarón.

—No estoy seguro, con Nikté nunca se sabe.

—Estás nervioso, ¿verdad?

—No tienes idea.


Dentro de la casa, Nikté veía a las personas ante ella sin saber que hacer o decir, sentía que sus piernas iban a ceder de un momento a otro y no había nadie cerca de ella para sujetarse.

Nikté entre el amor y el odioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora