Capítulo 40

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Patricia estaba por salir de su casa cuando recibió la fatídica llamada, Alejandro estaba detenido, otra vez, pero ahora por intento de secuestro en contra de Irina.

—¿Hasta cuándo va a durar este castigo, Dios? —se preguntó cuando terminó la llamada—. ¿Tanto me equivoqué?

Se resignó a la idea de que tendría que soportar el escándalo, pero después pensó que a esas alturas eso era lo menos importante. Su familia estaba destruida y ella se había quedado completamente sola ya que ni siquiera tenía amistades.

—¿Qué voy a hacer ahora? —se preguntó y estaba pensando llamar a un abogado que conocía cuando escuchó que llegaba su auto.

Tenía tantas cosas en la cabeza que no recordaba que Luciana se lo había llevado. Esperó a que entrara y la vio ir directo al estudio, a la caja fuerte, se preguntó qué buscaba ahí ya que no tenían nada importante, hasta que la vio sacar una vieja arma, tenía tantos años que ya había olvidado que estaba ahí.

—Luciana, ¿qué... piensas hacer con eso? —preguntó sintiendo que la sangre se le helaba.

—¿Tú qué crees?

—¿Acaso enloqueciste?

—No, mamá, no estoy loca, tengo muy claro lo que voy a hacer.

—No vas a salir de aquí hasta que te tranquilices, no estás pensando...

—¡Claro que estoy pensando! ¡Pensando en lo que ese maldito me hizo! ¡Me dejó plantada para irse con otra que ya estaba embarazada!

—Hija... —Patricia no podía refutar eso, sabía que su hija no era perfecta y había cometido muchos errores, pero Aarón tampoco era inocente, tenía mucha culpa en lo que estaba pasando—. Por favor, piensa en lo que estás haciendo... nada bueno puede salir de todo esto.

—No te preocupes, querida mamá, Alex y yo nos vamos a encargar, va a secuestrar a la estúpida de Irina y con el dinero que le den le diré que nos vamos a ir de aquí. Es un buen plan.

—¡Alejandro está detenido! ¡Su brillante plan no funcionó! —le gritó perdiendo la paciencia—. ¡¿En qué estaban pensando?!

—¡Esos malditos se burlaron de nosotros!

—¡Nadie se burló de ti, Luciana, tú y Mara fueron las que manipularon todo! —Patricia tomó a Luciana del brazo tratando de detenerla—. ¡Todo esto es por tu ambición!

—¡Suéltame! ¡Esa maldita no va a disfrutar de lo que debió ser mío!

—¡No! ¡No voy a permitir que te conviertas en una criminal!

—¡Déjame!

Luciana siguió forcejeando con su madre hasta que una detonación se escuchó por toda la casa y Patricia cayó al suelo con el hombro cubierto de sangre, Luciana pensó que la había matado y salió corriendo para subirse al auto y huir, la empleada ya estaba llamando para pedir una ambulancia y decir lo que pasaba.

Patricia no pudo evitar llorar, pero no por el dolor de la herida, si no por el dolor de ser consciente de lo que le esperaba a sus hijos. Cuando más tarde la interrogaron le pidieron detalles del auto y de Luciana para buscarla.


Más tarde encontraron a Luciana deambulando por las calles de la ciudad, conducía sin ninguna precaución, mascullaba maldiciones pensando la manera en cómo acercarse a Nikté, pero si iba a casa de Miguel Ángel estaba segura de que no dejarían pasar de la puerta, así que debía encontrar otra manera.

En su loca y apresurada huida, perdió el control del auto y chocó con el muro de contención del puente elevado por el que transitaba, el auto dio varias vueltas y quedó colgando al vacío, hecho un amasijo de hierro retorcido, la conductora vio con angustia cómo caía, solo gritó una vez y ese fue el fin de todo, no sintió más dolor, Luciana Castillo había encontrado su final sin cumplir con su cometido, Nikté estaba en casa, protegida por su familia y el hombre que la amaba.

Nikté entre el amor y el odioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora