Capítulo 5

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Aarón e Irina llegaron a Palenque Chiapas a buena hora del día, aunque no encontraron a los fugitivos como ella les decía, pero no preguntaron por ellos, ya que la encargada de cuidar la casa les dijo que le alegraba ver a alguien de la familia por ahí después de tanto tiempo y eso solo dejaba una opción más en el país antes de empezar a buscar en el extranjero, la villa de Barrancas del cobre.

Irina le dio las gracias a la mujer y le dijo que solo estarían ahí esa noche, que se irían al día siguiente, Aaron también le agradeció y fue a hacer la reservación del vuelo, por fortuna encontró uno por la mañana, muy temprano, pero no le importó, quería llegar ahí lo más pronto posible, Irina le dijo que iría a dormir un poco y él también pensó lo mismo y fue a su habitación.

Se sentía cansado, pero no podía dormir, no sin saber dónde estaba Nikté, deseaba con toda el alma verla, pedirle perdón por todo lo que había pasado desde aquella noche, hacía poco más de dos meses, esa noche... su cuerpo se tensó al recordar cómo ella se había abandonado en sus brazos y después...

—Imbécil —masculló para sí mismo—. ¿Por qué no me di cuenta en ese momento de lo que estaba pasando?


Esa noche se había encontrado con Nikté y su hermana en una fiesta en el salón de un hotel, las había saludado y después no supo más de ellas hasta una hora más tarde cuando se encontró a la esposa de su primo sola, cerca de un privado, la había visto nerviosa y sin pensarlo mucho la tomó del brazo para llevarla con él a donde no los interrumpieran. Ese fue su primer error, nunca habían estado a solas, por decisión de él, lo que sentía cuando ella estaba cerca era muy fuerte y lo evitaba a toda costa.

Pero ese día todo su esfuerzo se fue a la basura cuando ella lo miró con sus grandes ojos llenos de aprensión.

—¿Qué haces aquí, sola?

—No tengo porqué darte explicaciones, Aarón —murmuró ella desviando la vista—, pero ya que lo que preguntas de manera tan amable, estaba esperando a Irina.

—¿Dónde está ella?

—Con su amigo, el reportero.

—¡Demonios! ¿En qué problema se irá a meter ahora?

—No sé, me dijo que era posible que tardara un poco, así que creo que es mejor que vaya a mi habitación.

—Espera, Nikté.

Ella no lo escuchó o fingió no hacerlo y fue hacia la puerta, pero él la tomó de la mano, Nikté reaccionó queriendo zafarse del agarre y los dos fueron a dar a la puerta, el cuerpo de Aaron aprisionó el suyo y pudo sentirlo por completo.

—Suéltame —le pidió con la voz un poco temblorosa.

—¿Me tienes miedo?

—No, pero...

—¿Qué?

Él aún no la soltaba, ni hacía nada por separarse, le miró el rostro y bajó los ojos cuando sintió sus senos aplastados contra su torso, pudo ver el inicio de las cumbres entre los pliegues del escote del vestido de seda, sin poder evitarlo, pasó la mano que tenía libre por su silueta y ambos se estremecieron, Nikté no llevaba ropa interior y él se dio cuenta.

—Déjame ir, por favor —le pidió de nuevo con las mejillas rojas y la respiración entrecortada.

—No llevas nada debajo del vestido. ¿Qué pretendes andando así en medio de todos esos hombres?

—Ninguno de ellos me presta atención, solo tú estás protestando por algo que no te incumbe.

—¡Claro que me incumbe, eres de mi familia!

Nikté entre el amor y el odioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora