Capítulo 18

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Cuando Aarón y Nikté salieron de la clínica, Esteban los estaba esperando en el estacionamiento y se acercó a saludarlos apenas los vio.

—Papá, gracias por venir.

—No podía dejar pasar la oportunidad de verlos, tenía intenciones de invitarlos a comer, pero me salió un imprevisto y debo reunirme con alguien en media hora.

—No te preocupes, papá, me alegra verte aunque sea por un momento, nosotros también tenemos un compromiso.

—Ya habrá tiempo en otra ocasión. ¿Cómo está mi nieto? —le preguntó a Nikté dándole un abrazo.

—Bien, tengo cita de nuevo en un mes.

—Me alegra. ¿Cómo están las cosas en la villa?

—Por el momento bien, papá, esperemos que a mamá no se le ocurra presentarse de nuevo por ahí.

—El cielo no lo permita, últimamente está de un humor insoportable.

Nikté hizo un gesto de desagrado y siguieron charlando con Esteban unos minutos más antes de despedirse, él les dijo que los visitaría de nuevo en la villa en dos semanas y ya les platicaría lo que había pasado con Mara.


Poco después el auto de Aarón avanzaba con rapidez por la carretera y el silencio de Nikté lo estaba poniendo nervioso, no había dicho una palabra desde que se habían despedido de su padre y si era sincero consigo mismo, le daba miedo preguntarle si estaba molesta por algo, pero la observó bien y lo que notó en su rostro fue más bien melancolía, así que se arriesgó y le tomó la mano antes de hablar.

—¿Qué pasa, mi amor? Estás muy callada.

Nikté lo miró y se dio cuenta de que él en verdad estaba preocupado, quería confiar y decirle que el comentario de la doctora acerca de su nombre la había dejado pensado en sus orígenes, pero no sabía cómo hacerlo.

—Confía en mí, por favor —le pidió él apretando su mano.

—No sé por dónde empezar, no sé si sepas algo acerca de... mi familia.

—Miguel Ángel me contó algunas cosas, pero quisiera que me lo dijeras tú también.

—¿Qué fue lo que te dijo?

—Solo lo importante, que tu tía y tu prima son unas brujas y eso es suficiente para que estén en mi lista negra.

—Brujas es un calificativo pobre para referirse a ese par, son malas, interesadas y...

—Y te querían vender a un viejo verde y pervertido para tener una buena vida.

—¿También te dijo eso?

—Sí, pero no te enojes con él, se preocupa por ti y le agradezco que me haya dado esa información.

—Eso fue horrible, no te imaginas lo que pasé hasta que pude escapar de ellos.

—¿Escapar? ¿Te tenían prisionera?

—Secuestrada, más bien. Me llevaron con engaños al rancho de ese infeliz y ya no me dejaron salir de ahí, hasta que una de las empleadas se apiadó de mí y me ayudó a escapar.

—¿Dónde pasó eso?

—En un pueblo cerca de Palenque, Chiapas. La señora me ayudó a llegar a la ciudad y ella se fue al norte con su hijo, me dijo que me ayudaba porque tenía nietas y no le gustaría que estuvieran en mi situación, me dejó en casa de unos familiares suyos y me dio algo de dinero para que me fuera de ahí —Aarón permaneció en silencio y ella continuó con el relato—. Al día siguiente iba de camino a la estación de autobuses y cuando el taxi pasó por un puente vi a alguien con actitud sospechosa, era Miguel Ángel.

Nikté entre el amor y el odioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora