Capítulo 12

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Cuando Mara cortó la llamada se quedó pensando solo por unos segundos y decidió llamar a Luciana para comunicarle sus planes y pedirle que fuera con ella a Barrancas del cobre, estaba segura de que Aarón estaba ahí, algo se lo decía, Luciana aceptó ir con ella, pero hasta dos días después, porque tenía algo importante que hacer.

Ella quería irse al día siguiente, pero no le quedó más que esperar, en ese momento entró Esteban pidiéndole a una de las empleadas que le preparara una maleta para un viaje relámpago y por más que intentó averiguar a donde iba solo le dijo que era un negocio de última hora, pero no se lo tragó, estaba segura de que iba a reunirse con Aarón.

Lo escuchó pedir un taxi para el aeropuerto y lo vio salir apresurado sin siquiera despedirse de ella, las cosas empeoraban cada día que pasaba y, aunque no había vuelto a mencionar lo del divorcio, estaba segura de que un día de esos lo haría de nuevo. Maldijo por lo bajo y fue a su habitación, ella también tenía que prepararse.


Durante la cena, Aarón le dijo a Nikté que se irían de excursión al siguiente día por la tarde, ya había hablado antes con su padre que saldría esa misma noche para estar con ellos al día siguiente, solo esperaba que su madre no llegara antes de que se hubieran ido de ahí. No quería exponer a su primo, ni a Nikté a su veneno.

Maldijo la hora en que se le había ocurrido llamar a la villa. Pero haría todo lo posible porque no los encontrara, por fortuna había podido comunicarse también con Irina y Celia les había recomendado una cabaña que estaba más alejada que la que él había pensado rentar en un principio.

—Me agrada la idea —murmuró Nikté—, pero ¿qué va a pasar con Irina?

—Ya me comuniqué con ella —la tranquilizó Aarón—, se va a reunir con nosotros allá, está cerca de ahí.

—Está bien. ¿Debo llevar todo mi equipaje?

—Por favor. Lo siento, no te pregunté, ¿habrá algún problema con tus clases en línea?

—No, no te preocupes, tengo dos semanas libres.

—Bueno, como no hay inconvenientes, podremos irnos una vez que llegue Esteban —dijo Ángel.

Todos asintieron y cuando terminaron de cenar, Nikté fue a su habitación a hacer su equipaje, por suerte eran solo dos maletas y un bolso pequeño de viaje, así que no tardó mucho. Aunque le extrañaba el repentino viaje, no le dio importancia, terminó de arreglar todo y se preparó para acostarse, estaba por ir a darse un baño cuando escuchó que tocaban la puerta y vio a Aarón asomarse.

—¿Se te perdió algo? —le preguntó huraña y él solo sonrió.

—Tú —le dijo mirándola de arriba abajo.

—Ni se te ocurra intentar algo, Aarón Navarro, estoy cansada y quiero dormir.

—¿Te sientes mal? —le preguntó preocupado—. Si es así, podemos ir a otro lugar que no esté tan alejado de la ciudad.

—No, solo estoy cansada, y este calor que está haciendo no ayuda mucho. Además, Miguel Ángel está entusiasmado con ir a la cabaña.

—¿Estás segura?

—Sí, no te preocupes, si te tranquiliza, te prometo que si me siento mal te lo diré al instante.

—Está bien, te dejo para que descanses.

Antes de salir, se acercó a ella y la besó como lo había hecho por la tarde, con pasión, con hambre, la tomó de las caderas y la pegó a él para que sintiera cuanto la deseaba, después la soltó y le dio las buenas noches. Nikté quiso protestar, pero lo pensó mejor y optó por ir a darse un baño cuando se quedó sola.

Nikté entre el amor y el odioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora