Después del escarnio al que había sido sometida por el video del accidente, Luciana estuvo todo el día encerrada en su habitación mientras su madre trataba de que el contrato que tenían en puerta no se les fuera de las manos, pero a pesar de todo el esfuerzo el posible cliente se retractó. No había podido evitar el desastre, necesitaban ese contrato para poder salir un poco del bache en el que se encontraba la empresa, pero todo fue inútil.
Por la tarde, cuando llegó a casa y se lo dijo a Luciana, ella supo que estaban en graves problemas económicos y no tenían a quien recurrir, andaba de un lado a otro en el salón pensando que podía hacer, pero llegó su hermano pidiéndole un cheque a Patricia y eso la hizo explotar.
—¡Eres un imbécil!
—¿Qué te pasa, hermanita? —le dijo con burla—. ¿Aarón te volvió a rechazar?
—¡Cierra la boca! ¡Desde este momento se terminaron los cheques para ti, estamos en la ruina!
—¿Cómo... de qué... estás hablando?
—¡Lo que escuchaste! ¡Estamos en la ruina!
Después de decir eso Luciana fue a su habitación, habría querido salir de la casa, pero le habían quitado su licencia y no quería pedir un taxi, tampoco tenía a donde ir, sus amistades seguían cebándose con lo del video en las redes sociales. Patricia no dijo nada ya que Luciana tenía razón, pero le dio una mirada a su hijo y una advertencia antes de salir también del salón.
—Ya escuchaste a tu hermana, no hay dinero y no se te ocurra tomar algo de la casa para venderlo. Hay cámaras ocultas por todas las habitaciones, las puse cuando sospeché que te estabas llevando las obras de arte y antigüedades.
—Pero, mamá...
—¿Creíste que no me iba a dar cuenta de que faltaban cosas? —Alejandro tuvo el detalle de parecer avergonzado, pero no convenció a Patricia—. Será mejor que empieces a pensar que harás en adelante, porque se acabaron tus lujos, es posible que tenga que vender la empresa y en la situación en la que está en este momento no creo que nos den mucho por ella.
Ella también se fue al decir eso e ignoró a su hijo cuando le suplicó que le diera un último cheque. Se masajeó las sienes mientras se dirigía a su habitación, tenía un fuerte dolor de cabeza y buscó un par de analgésicos pensando que podía hacer, pero no encontraba otra opción, solo vender, mientras pudiera conseguir algo por lo poco que quedaba de la empresa que había fundado hacía tantos años.
Se recostó en su cama preguntándose en qué había fallado, pero la respuesta era fácil, había fallado en no ser firme con sus hijos, en consentir todas las locuras y caprichos de Luciana y dejar que Alejandro se convirtiera en un parásito de la sociedad sacándolo de todos los problemas en los que se metía y consintiéndole sus fechorías.
—Debí ser más firme con ellos —murmuró reconociendo que ya era demasiado tarde para arrepentimientos.
Aarón llegó a Ciudad de México a una hora temprana de la tarde y después de llevar a su hermana a casa de su padre, se comunicó de inmediato con Manuel para decirle que lo esperaba en la casa de su tío, también le llamó a Esteban para pedirle que fuera más tarde, no quería estar solo ya que reconocía que tenía un poco de miedo. Después de hacer las llamadas revisó el buzón del teléfono de la casa y vio que había dos mensajes de Margarita Romo, sonrió con ironía pensando que tal vez en poco tiempo esa mujer estaría en la cárcel.
Llevó su equipaje a la habitación de Nikté que era la que había usado la última vez que estuvo ahí, la verdad era que no había puesto mucha atención al entorno, pero en ese momento observó con atención las cosas, en especial un par de fotos de Nikté que reconoció, una de ella era de dos años atrás, cuando la había conocido.
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Nikté entre el amor y el odio
RomanceCuando el corazón traiciona y estás entre el amor y el odio Ellos llevaban la culpa de un amor prohibido, Aarón y Nikté habían caido al infierno y se habian quemado en las llamas de la pasion y el deseo. Historia original. Prohibida la copia total o...