Capítulo 6

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Mara se despertó tarde de su siesta, como estuvo sola todo el día, se había tomado una pastilla para poder dormir, pero en ese momento deseó no haber despertado en varios días, tenía innumerables llamadas perdidas, mensajes de texto y de voz, cuando supo la razón, casi le da un infarto y se comunicó con Luciana que también estaba al borde del colapso.

—Lu, querida...

—¡Mara! ¡¿Dónde está tu hijo?! ¡He tratado de comunicarme con él todo el día, estoy segura de que bloqueó mi número!

—Tranquilízate, voy a buscarlo...

—¡¿Cómo me pides que me tranquilice?! ¡¿Ya viste el video?! ¡Esa maldita...! ¡Voy a descubrir quién es y juro que se va a arrepentir!

—Lu, no puedes ponerte a su altura...

—¡No me importa! ¡¿Qué no te das cuenta de que somos la comidilla de la sociedad?! ¡Tuve que cerrar mis redes sociales!

—Querida...

—¡Necesito hablar con Aarón!

—Lo sé, no te preocupes, voy a buscarlo. Te llamo más tarde —Mara hizo un gesto de desagrado y colgó antes de que Luciana empezara a gritar de nuevo.

Se quedó pensando un momento y marcó el número de Aarón varias veces, pero no le respondió, después el de Irina con el mismo resultado, molesta, salió de su habitación para buscarlos pensando que tal vez estuvieran en la casa, pero no los encontró, el único que asomó la cabeza por la puerta de la biblioteca fue Esteban, pero solo lo hizo porque escuchó el escándalo.

—¿Por qué gritas? —le preguntó molesto.

—¡Tus hijos no están por ningún lado!

—Se fueron de viaje.

—¡¿Cómo que se fueron de viaje?!

—Son mayores y libres, Mara —Esteban se puso frente a la furibunda mujer y cruzó los brazos en su pecho—. ¿Tienes algún problema con eso?

—¡Por supuesto que lo tengo! ¡¿Cómo se atrevieron a irse con todo el escándalo que hay?!

—Baja el tono, mujer, como ya te dije, son libres de hacer lo que quieran, no puedes obligarlos a estar siempre a tu disposición.

—Pero la pobre de Luciana necesita a Aarón —Mara bajó la voz y se mostró compungida.

—Sí, bueno, me temo que eso no será posible, no en este momento.

—¿A dónde fueron?

—No sé, y si lo supiera, tampoco te lo diría, Aarón tiene sus propios problemas, en mayor parte causados por ti y por mi padre.

—¿Por mí? Pero ¿cómo puedes decir eso? Yo solo quiero lo mejor para él.

—Ya, ¿y lo mejor para él es obligarlo a casarse con la mujer que tú le elijas?

—Tu padre estaba de acuerdo y...

—Y es él quien debe decidir, no tú o mi padre, es su vida, deja de entrometerte.

—Pero...

—Pero nada, es mejor que empieces a aceptar que no podrás seguir manipulando a tu hijo, Mara, ya abrió los ojos.

Esteban entró de nuevo a la biblioteca y cerró la puerta en la cara de su mujer, ya empezaba a estar harto de su actitud, guardó los documentos que tenía en el escritorio y en ese momento decidió irse a dormir a un hotel, no estaba de humor para aguantar su histeria.

—Espero que estos niños no tarden en volver —murmuró mientras iba a su habitación por algunas cosas—, o voy a terminar desquiciado.


Nikté entre el amor y el odioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora