Capítulo 35

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Cuando Aarón cortó la llamada se comunicó al ministerio público y le dijo al agente a cargo de la investigación, que tenía la dirección de Margarita Romo. Le dijeron que enseguida se pondrían en camino, pero él no les creyó y les dijo que irían con ellos, quisieran o no, pero Ángel le dijo que era mejor que él se quedara con Nikté y renuente, aceptó, poco después él y Miguel Ángel partieron a la dirección indicada, llegaron ahí justo cuando llegaban los oficiales y Manuel con los abogados.

Fue muy evidente para ellos que a los agentes no les gustó que los presionaran, pero les importó poco o nada, estaban ahí para ver que se hiciera el trabajo. Estacionaron los autos detrás de las patrullas. Manuel descendió del suyo, pero le dijeron que esperara un poco, aceptó, pero estaba impaciente, no veía la hora de verle la cara a la mujer que tanto daño les había hecho a él y a su familia.


Margarita seguía reprendiendo a Virginia y llamándola de todos los calificativos poco amables que conocía cuando tocaron a la puerta, habían pasado casi dos horas desde el fallido plan de trabajo. Masculló una mala palabra y después de darle una mirada amenazante a su hija fue a abrir. Se sorprendió cuando vio a los agentes y a los policías.

—¿Margarita Romo?

—Sí, ¿qué se le ofrece? —respondió pensando que al menos no la habían llamado por su nombre real.

—Está detenida, señora —dijo el oficial entrando a la pequeña habitación seguido de dos de sus compañeros.

—¿Cómo dice? ¿De qué demonios habla? ¡Usted no puede detenerme!

—Si puedo, señora, tengo una orden de aprehensión en su contra por secuestro de menores, trata de blancas, falsificación de documentos oficiales, violación de una orden de restricción y lo que resulte.

—¿Trata de... qué? —sorprendida vio a su hija pensando que tal vez ella la había denunciado—. ¡No pueden detenerme, no he hecho nada de lo que se me acusa!

—¿Estás segura, Margarita? —el hombre que entró representaba todo lo que ella odiaba en la vida, él también la miraba con profundo odio y por un momento ella se quedó sin saber qué decir—. ¿O debo decir Akal Romo?

—¡Tú!

—Al fin nos vemos las caras. Vas a pagar por todo lo que has hecho

—No podrán probar nada —por un momento Margarita recobró su habitual seguridad—. No tienes nada en mi contra, Manuel

—Eso ya se verá con la investigación. Me voy a encargar de que pases el resto de tu miserable vida en prisión por haberte llevado a mi hija.

—¡Eres un maldito!

—Estuve esperando más de veinte años para poder ver esto, tus maldiciones no tienen importancia para mí.

—¡Nunca vas a saber dónde está esa...!

—Ya lo sé.

—No es verdad —la mujer lo miró con una sonrisa cruel en el rostro—, solo lo dices para hacerte el fuerte, pero...

—Es verdad —Ángel y Miguel Ángel también entraron y ella palideció al verlos—, Manuel sabe que Nikté es su hija y no valdrá ninguna triquiñuela de tu parte, Margarita, lo comprobamos mediante pruebas de ADN.

—¡No, no, no...! ¡Ustedes no...!

—Oh, sí —dijo Miguel Ángel son su clásica sonrisa malvada—. ¿Acaso pensaste que te íbamos a dar lo que querías, así nada más?

—¡No te costaba nada darme...!

—Mamá, por favor, no sigas... —murmuró Virginia, que veía a su madre con lástima.

Nikté entre el amor y el odioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora