Capítulo 23

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Cuando el avión aterrizó en el aeropuerto de Ciudad de México Aarón dio un suspiro de alivio, el viaje se le había hecho eterno y le dolía la cabeza de tanto pensar. Dos días atrás no se imaginaba que fueran a pasar tantas cosas juntas. Masculló una maldición y al escuchar la voz del piloto se preparó para descender.

Iba de camino a la oficina cuando le llamó a su padre para decirle que estaba por llegar, el día anterior, Esteban le había dicho que Manuel Balam iría a verlo apenas le avisaran que ya estaba ahí. Y era verdad, el hombre llegó media hora después de que Esteban le avisara que su hijo había llegado.

Aarón recibió al hombre en la sala de juntas, a solas, no confiaba en Rosa, tenía la sospecha de que era una de las espías que tenía Mara en la oficina. Y no se equivocaba ya que cuando llegó, la secretaria le envió un mensaje diciéndole que él estaba ahí, pero solo eso, ya que no sabía nada más.

—Señor...

Manuel observó al hombre que le daba la mano y lo saludó con un fuerte apretón.

—Dime Manuel, por favor.

—Mi padre me platicó algo, pero me gustaría escuchar la historia de ti, para saber si puedo ayudarte.

—Lamento todo esto —se disculpó Manuel de nuevo—, pero son demasiados años sin saber de mi niña y cualquier pista es una esperanza para mí.

—No te preocupes.

Por segunda vez en ese día, Manuel se encontró contando lo que había sucedido años atrás, le dijo todo a Aarón, sin omitir ningún detalle. Él lo escuchó sin interrumpir y pensó que si Nikté era la hija perdida de Manuel Balam, tenía mucha razón en intuir que había algo turbio en la historia que le había dicho su supuesta tía, en caso de que lo fuera.

—Ella me contó una historia muy extraña —dijo Aarón cuando Manuel se quedó en silencio—, hay algo turbio en todo esto.

—Estoy casi seguro de que Margarita Romo, es Akal, la hermana de mi esposa.

—Es muy posible, pero debemos asegurarnos primero antes de hacer algo. Y también me gustaría mantener a Nikté al margen de esto, está embarazada y no quiero que se estrese.

—Entiendo. ¿Tienes una foto de ella? —preguntó Manuel de repente—. Me... gustaría verla, si no tienes ningún inconveniente.

Aarón tomó su teléfono y le mostró un par de fotos que tenía de Nikté, ahí aparecía sentada en la terraza, junto a Miguel Ángel. Al verla, Manuel suspiró aguantando las ganas de llorar, Renata tenía razón, esa muchacha y la mujer del retrato eran como dos gotas de agua.

—¿Pasa algo? —preguntó Aarón al verlo parpadear varias veces.

—Es... se parece mucho a...

—¿A quién?

—Creo que será mejor que vengas a mi casa, si es posible, necesito que veas algo.

—Claro, dame la dirección y por la noche estaré ahí.

Manuel le dio la dirección a Aaron que aún lo veía con desconfianza, y lo entendía, no era fácil creer una historia como la suya, pero tal vez viendo el retrato... solo rogaba porque las cosas no se complicaran más de lo que ya estaban. Lo único que quería era encontrar a su hija.


Cuando se despidió ya casi anochecía y se apresuró a ir a su casa, esperaba que Amaru no le hiciera muchas preguntas acerca de la visita y si lo hacía ya vería que decirle. Aarón, por otro lado, fue a casa de su padre después de decirle que se adelantaría. Necesitaba algunas cosas de su habitación y aprovecharía para buscarlas.

Nikté entre el amor y el odioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora