Capítulo 8

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Después de la charla con Aarón, Nikté había decidido volver a la villa escoltada por él, y cuando llegaron ahí, antes de despedirse para volver al hotel le advirtió que no volviera a huir porque la encontraría allá a donde fuera, ella lo observó sin responder y entró en la casa, fue a la cocina por más agua porque la botella que le había entregado Aarón ya estaba vacía.

Cuando sació su sed fue a su habitación y caminó de un lado a otro, estaba acalorada, molesta y confundida, no sabía qué pensar de todo lo que estaba pasando, tenía sentimientos encontrados en cuanto a Aarón, aun no olvidaba lo que le había dicho dos meses atrás y tenerlo ahora husmeando en su vida no era bueno para su paz mental.

Sin saber que hacer, fue hacia al baño, se daría una ducha y después iría a buscar algo para comer, dejaría de pensar en Aarón Navarro por un rato, si podía.


Mara estaba tratando de leer cuando le avisaron que Luciana había llegado, suspiró y rogó porque la mujer estuviera de mejor humor, no creía poder soportar más gritos, cuando su ex nuera estuvo frente a ella, la miró sin decir nada hasta que se sentó.

—No me mires así, Mara, debes comprenderme, lo que pasó no es fácil para mí, soy la comidilla de la sociedad.

—Yo también lo estoy pasando mal, Luciana, pero no te estoy gritando por eso.

—Lo siento —Luciana sintió que la disculpa se le atragantaba, pero era necesaria si quería que Mara le siguiera dando su apoyo—, yo... no sé qué hacer, necesito de tu ayuda.

—Y la tendrás, pero la verdad es que ahora mismo no sé cómo podría ayudarte, no sé nada de Aarón, ni siquiera tengo idea de a donde fue.

—¿No se te ha ocurrido pensar que tal vez fue tras su primo y esa mujer?

—Ya lo pensé, pero tampoco sé a dónde fueron ellos, compraron boletos a distintos destinos y todos fueron usados.

—¡Maldita sea! ¡Debemos hacer algo! ¡Mara, esa mujer nos va a ganar la partida!

—Me temo que ya ganó, sin siquiera proponérselo, y hay algo más, Esteban y Ángel saben lo de la herencia.

—¿Qué?

—Sí, el estúpido del abogado se los dijo.

—No puede ser. ¿Por qué todo nos está saliendo mal?

—Debemos volver la vista atrás y buscar en qué nos equivocamos.

—En todo, Mara, en todo. No contamos con la influencia que tienen Esteban e Irina en Aarón, pensamos que se conformaría con cumplir el deseo de su abuelo, pero ya vimos que no lo hará.

—Me pregunto, ¿qué fue lo que lo hizo retractarse? —murmuró Mara—. No entiendo.

—Antes de que Miguel Ángel diera su discurso estuvo hablando con él y vi que le entregó un sobre. Tal vez eso tuvo mucho que ver.

—¿Sabes que había en ese sobre?

—No, no me dio tiempo de preguntarle nada.

—Esteban e Irina deben saber.

—Estoy segura de que sí —Luciana se levantó y empezó a andar de un lado a otro—, pero también estoy segura de que no nos dirán nada.

—Tienes razón. Creo que más tarde iré a la habitación de Aarón para ver si encuentro ese sobre o algo que nos dé una pista de a donde fue.

—Hazlo, por favor, necesito hablar con él, convencerlo de seguir adelante con la boda.

—No te preocupes, querida, ya te avisaré si encuentro algo.

Nikté entre el amor y el odioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora