Capítulo 17

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Abril's P.O.V

Un olor a lavanda inunda mis fosas nasales y me revuelvo en la cama. Sinceramente estoy tan cómoda que no me quiero levantar.

Anoche se me olvidó bajar la persiana y el sol me está molestando, así que sin más remedio me incorporo con los ojos cerrados para bajarla.

¡Válgame Dios!

¿Dónde cojones estoy?

Perdón, mi señor.

¿Dónde estoy?

Giro mi cabeza, que parece a punto de explotar, en todas las direcciones posibles hasta que mis ojos se posan en un cuerpo que hay a mi lado.

No puede ser...

¿Qué pasó anoche?

El hombre está de espaldas con el torso desnudo y lo otro tapado por la fina sabana.

¿Será Héctor?

Me da miedo comprobarlo, por si no es él.

Llevo las manos a mi pecho para relajar mi respiración, en ese momento, me doy cuenta de lo que llevo puesto.

Una camiseta enorme que no me llega a  tapar la rodilla.

Camino de puntillas por la habitación al ver la puerta del baño y me meto silenciosamente dentro.

Al mirarme al espejo quiero gritar. Mis pelos están revueltos y han perdido todos los rizos. Mi pintalabios está medio borrado y la máscara de pestañas toda esparcida por mis ojos.

Mojo mis manos con abundante agua y la tiro a mi cara.

¿Qué pasó anoche?

Maldito alcohol que me provoca perdidas de memoria. Por esa razón no me gusta beber.

Claudia me insistió en que tenía que salir para despejarme y cuando Héctor me invitó, me obligó a aceptar.

Cuando ya consigo humedecer un poco el pelo para peinarme medianamente, trazo un plan mental.

Buscar mi vestido o unos pantalones y unos zapatos para salir corriendo de aquí. Sobretodo sin ser vista.

Al abrir lentamente la puerta me quedo helada al no ver al hombre tumbado en la cama.

El plan será ahora más difícil si él no está dormido.

Justo cuando voy a salir del baño, él entra de nuevo en la sala.

Me quedo petrificada al verle.

Los chupitos de tequila me han traicionado.

-Pensaba que habías vuelto a huir.

Suena muy natural y me observa de arriba hacía abajo.

Cuando bajo la mirada de sus ojos me doy cuenta de que solo lleva unos boxers holgados.

¡Ave María Purísima!

¡Y la virgen de los gimnasios!

Desvío la mirada de su cuerpo trabajado y hablo nerviosa.

-Nosotros...-digo mientras nos señalo.

César parece ofenderse y todas mis esperanzas van a la basura.

No he podido ser tan ingenua de acostarme con este pezado de idiota.

-¿No te acuerdas?

Niego sin poder decir palabra.

-¡Sii Césaaar!¡Más fuerteee!-él imita unos gemidos, mis gemidos.-qué grande la tienes...dame más.

Con cada palabra que soltaba, más cerca se encontraba.

Nunca te quedes con el primer vagón {COMPLETA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora