Capítulo 49

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Abril's P.O.V

Tres meses, es lo que llevo sin saber de él, desde ese viaje extraño a la cabaña.

Se separó de mi vida como si nada.

Ahora vive en otro lugar y no he conseguido localizarle de ninguna manera.

Es como si hubiera desaparecido del mapa. Incluso puede ser que esté muerto y ni me entere.

Enseguida toco madera para alejar ese mal pensamiento.

-Cariño, ¿no tienes hambre?-pregunta mi madre.

Hemos vuelto a tener estás típicas comidas familiares cada domingo y mis padres están encantados de vernos a todos juntos.

-Me duele un poco la barriga.-le miento, quiero evitar preocuparla.

-Después de comer te preparo una manzanilla.-le regalo una sonrisa y desvío la mirada hacia otro lado encontrándome con la de mi hermano.

Él parece no creerme porque levanta una de sus cejas. De todas formas, se distrae cuando su hijo empieza a jugar con las judías de su plato.

-¡Iván! Come las verduras.

El niño de tres años se niega y la mesa termina adornada de esos trozos verdes. No es hasta que Lucía, su madre, le lanza una mirada insistente al niño para que recoja. Iván le hace caso.

-Hermanito, debes de ser más convincente.-todos en la mesa reímos y el resto de la comida pasa rápido.

-¿Qué te ocurre?

Fran se acerca por mi espalda para dejarme los últimos utensilios para lavar.

Esa simple frase me transporta a una de las últimas conversaciones que tuve con César.

-¿Qué te ocurre?-le espeto cuando me pide de manera seca que me aparte para que pueda coger algo de la cocina.

Si estuviese de buen humor se hubiera rozado conmigo todo lo posible.

-No te entiendo.-le digo cuando no obtengo respuesta.

Esta noche volvemos a casa y desde que hemos llegado del bosque, él ha estado distante.

-Ya te he dicho que no soy bueno para tí y además está Erika...

-Vas a volver con ella, ¿verdad?-mantiene la mirada y yo no la esquivo por mucho que quiera.-después de lo que ha pasado en el bosque...

-Eso ha sido un error.

Cada una de esas palabras son flechas que se clavan en mi débil corazón.

-De acuerdo, me ha quedado claro.-digo con la voz temblorosa y aguantando las lágrimas.

-Abril...-me sujeta suave de la muñeca cuando intento huir.-odio hacerte daño.

-Pues no lo hagas.

No soy lo suficientemente fuerte y una gota corre por mi mejilla.

César baja la cabeza y ahí obtengo mi respuesta.

-No te preocupes, seguro que Erika y tu sois felices.-suspiro y limpio mi lágrima con rabia.-estáis hechos el uno para el otro.

-¡Abril!-el grito de mi hermano me hace salir de mi ensoñación.

-Perdona, yo...

-¿Es por César?-frunzo el ceño en su dirección.

¿Cómo sabe él eso? No acostumbro a hablar con él de esas cosas.

Nunca te quedes con el primer vagón {COMPLETA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora