Capítulo 67

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Abril's P.O.V

-Nos hemos quedado solas.-le hablo a mi barriga cuando César cierra la puerta detrás suyo.

Hoy es fiesta en la empresa y hemos decido ir a tomarnos algo para disfrutar de este descanso.

Aunque, claro, yo me tomaré un refresco.

Yo antes no bebía para nada, pero tengo que reconocer que le he pillado el gustillo y me tomaría ahora una cerveza bien fría.

Me muevo hasta la habitación después de saludar a Donette y me cambio rápido para no llegar tarde.

Enseguida estoy saliendo de casa y entrando en el metro.

Por suerte, coincido justo con el momento en el que llega y no tengo que esperar.

Me llevo las manos a la espalda, pues tener esta barriga hace que me duela.

Un chico amable me ve entrar y me cede el asiento al lado de un hombre mayor que me resulta familiar.

-Gracias.-le agradezco al chico mientras me siento y ordeno un poco el abrigo y el bolso.

Me muero de calor.

¿Cómo es eso posible si estamos a tres grados?

-Señorita, ya veo que las cosas le van bien.

-¿Disculpe?-me giro en su dirección.

-¿De cuánto está?

Me parece que invade mi espacio personal pero de todas formas le contesto. Son las típicas preguntas que le haces a una embarazada.

-Dieciocho semanas.-él se queda igual.-unos cuatro meses.

-¿¡Sólo!?

Él se sorprende, es algo que me dice mucha gente. Tengo demasiada barriga para estar de tan pocas semanas.

-Señorita, debe de traer dos...

Suspiro y dirijo mi mirada hacia otro lado.

No había pensado en eso.

Tuvimos revisión hace un par de días y la doctora no dijo nada sobre eso.

-¿Y es de ese semental?-frunzo el ceño ante su pregunta.

-¿Qué?

-Ya sabes, el chico tatuado que no te quitaba la vista durante semanas...

No puede ser.

-Tu eres el viejo que le dijo que me hablara.-afirmo recordando el día en el que César me contó la historia de como un señor mayor le amenazó si me hacía algo.

-¿Y lo hizo?

-Más o menos.-río al recordar cómo me enfadé cuando me hizo la foto.

-Por cómo sonríes veo que al final sí que te cortejó.-desvía la mirada hacia las paradas.

-Acabó siendo todo una sorpresa.-le digo  reposando mis manos en mi barriga.-nunca pensé que el amor de mi vida sería el que me arruinó la infancia.-murmuro eso último y él no me escucha.

-Me alegro de que seáis felices.-dice con una sonrisa mientras se levanta.

-Perdone, ¿cómo se llama?

Él ahueca su sombrero y me mira con las cejas levantadas.

-Joan Casasola.

-Un placer, Joan.

...

-Gracias a él, de algún modo, César y yo volvimos a hablar.

-Es cogerlo muy por las pinzas...

Nunca te quedes con el primer vagón {COMPLETA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora